viernes, 29 de marzo de 2024

¡Esto es la guerra!

 El gobierno galo saca el ejército a la calle para que la población se vaya habituando a la presencia de las tropas como algo esencial de su paisaje cotidiano.


 Nuestro icónico “presi” reitera su firme apoyo a Ucrania, a la que promete “nuevas capacidades” -ridículo eufemismo- para que se pueda defender de la agresión.
 
 Los regímenes democráticos occidentales se aprestan a la fabricación de un enemigo tanto interno como externo para poder justificar la acción de su gobierno.
 
El enemigo interno es el que se opone críticamente a la definición como enemigo del foráneo, del otro que está fuera, y a la declaración de guerra consiguiente.
 

Las nuevas tecnologías hacen su aparición estelar en las homéricas guerras con atracciones tales como los drones, confiriéndoles visibilidad así espectacular.
 
   Los productos más rentables a la hora de invertir en estos tiempos que corren son las acciones de guerra: la mejor inversión del capital, beneficio asegurado.
 
En la lengua del Imperio se llama “weaponization” a la conversión en arma de cualquier recurso o dispositivo económico, financiero, comunicativo, científico... 
La guerra informativa es más importante que la desarrollada en el campo de batalla, hasta el punto de que no existiría la guerra propiamente dicha sin aquella.
 
En los modernos estados los bandos contendientes tratan de legitimar su empeño beligerante como una «guerra justa» santificada según el derecho internacional.
 
 Dice el ministro de asuntos exteriores que ni la UE ni la OTAN son alianzas ofensivas que se preparen para la guerra. Pero son ofensivas: ofende su existencia.

jueves, 28 de marzo de 2024

Culto al cuerpo (body building)

    Una de las características más patéticas de estos beligerantes tiempos que corren es la proliferación de gimnasios donde se rinde un culto fetichista al cuerpo mediante todo tipo de entrenamientos, ejercicios, sacrificios y tormentos físicos fundamentados en la fe fervorosa en la salud. Las dependencias de estos establecimientos parecen salas de tortura de la Inquisición, llenas como están de aparatos que provocan estiramientos y encogimientos. Se da la paradoja de que al gimnasio suelen acudir sus fieles clientes en automóvil para una vez allí montar durante largas horas en una bicicleta estática o caminar o hacer running sobre una cinta móvil sin moverse del mismo sitio en el que están.

    Los gimnasios son los templos donde se rinde culto al cuerpo practicando lo que en la lengua del Imperio se llama body building:  la construcción del cuerpo, como si uno fuera su propio arquitecto y al mismo tiempo su obra escultórica, como si el cuerpo nos perteneciera -¿a quién?- y fuéramos sus dueños y responsables de su mantenimiento;  poseedores y poseídos a la vez, diseñadores y diseños al mismo tiempo. Algo de eso sugiere ese horrible palabro que es "culturismo", derivado de "cultura" es decir de cultivo, que da a entender que uno mismo es el cultor y el campo que cultiva, sin olvidar la connotación religiosa que conlleva la palabra "culto" y la fe ciega y fervorosa que subyace detrás de todo ello y por debajo.
 


    La fiebre de los gimnasios no es sino un síntoma de lo que en la lengua del Imperio se llama fitness, que es el sustantivo derivado del adjetivo fit ('sano, saludable'): la obsesión por la salud del cuerpo y lo saludable, que va irremediablemente unida a la mal llamada educación física, que es  una contradictio in terminis ya que físico quiere decir 'natural' y la educación no es natural, sino lo más antinatural y más social que puede haber.



    Algunos filósofos antiguos opinaban que ocuparse continuamente del cuerpo constituía un síntoma de pobreza espiritual. No vamos a lamentar aquí que el culto al cuerpo haya desplazado al del alma, más propio de épocas pretéritas, y que los ejercicios corporales hayan desbancado a los espirituales, y lo físico a lo psíquico como si fueran dos cosas radicalmente distintas. A fin de cuentas cuerpo y alma no son sino una y la misma cosa, dos caras de la misma moneda: el alma no es más que la conciencia del propio cuerpo, por lo que ambos cultos son en esencia la misma religión: el culto al ego, egolatría, egoísmo,  o yoísmo,  que dicen ahora los que han olvidado el latín.


    Este culto al cuerpo, que está intrínsecamente unido a la exaltación de la juventud y el consiguiente menosprecio hacia las personas mayores y la senectud, tiene algo, y no es poco, de fascista. No en vano Giovinezza, esto es, juventud en italiano, era el himno de la Italia de Mussolini. 

 


    La escritora Anaïs Nin escribió en sus diario, recién llegada a Nueva York en la década de los años 40 del pasado siglo: La tragedia es que cuando precisamente estábamos a punto de disfrutar de la madurez en Europa, que ama y valora la madurez, fuimos todos desarraigados y colocados en un país que sólo ama la juventud y la inmadurez. Se refiere evidentemente a los Estados Unidos de América, de donde nos llegan igual que Santa Claus, Jálogüin, los Viernes Negros, las fiestas y hasta ceremonias y bailes ahora también de graduación en los institutos, el culto a la juventud y a la falta de madurez, relacionado todo como está con el body building.


    El entusiasmo que despiertan los profesionales del deporte es otro de los síntomas que denota que los ídolos de nuestra sociedad y época no son como en otros tiempos los héroes épicos y legendarios que nos liberaban de los monstruos más perniciosos, sino unos mentecatos que baten récords, ganan competiciones, acumulan medallas, triunfan en la vida, llenan estadios y se forran de dinero a costa de unos idiotas como nosotros, reducidos a la condición de meros telespectadores de sus gestas. Muchas veces se ha dicho, y hoy es siempre todavía como cantó Machado, que esto se parece mucho a la antigua Roma del pan y circo, y que hoy los gladiadores son los futbolistas u otros deportistas profesionales cuya máxima aspiración son las olimpiadas... pero eso es poco.
 
 
 El deporte, Claude Serre (1977)

    Si relacionamos esto con la tesis de Ortega y Gasset sobre el origen deportivo del Estado, es decir, que el deporte es la fuerza que dio origen a la organización social que padecemos, estaremos de acuerdo con Rafael Sánchez Ferlosio, que es uno de nuestros escritores que más ha despotricado contra el deporte con toda la razón del mundo, en que "el deporte es desde siempre lo que más cabalmente cumple la función primaria de toda cultura como instrumento de control social".

miércoles, 27 de marzo de 2024

Del derecho a la educación universal y el fracaso escolar

 


Fracaso escolar: ¿Fracasa el niño que va a la escuela o fracasa la escuela a la que va a la fuerza por obligación y muchas veces con lágrimas en los ojos y no por devoción, no se olvide nunca esto, el niño? El fracaso escolar no es el fracaso de los niños, sino de la institución, que les priva de libertad en una etapa fundamental de su vida so pretexto de educarlos y de formarlos "integralmente". Resulta sarcástico que a esto lo llamen algunos pedagogos "éxito educativo".




Educación universal de 0 a 3 años: Parece que todos los partidos políticos del arco parlamentario (e ignoro si del extraparlamentario, si hay alguno) están de acuerdo en la extensión de lo que llaman “educación universal” por abajo desde el momento en que el recién nacido recién salido del claustro materno abre los ojos a la luz del mundo y rompe a llorar. La franja de edad de 0 a 3 años ya se considera una etapa más que forma parte del ciclo educativo para la que se pretende tejer “una red de recursos integrada pública y gratuita” (perdón por la jerga político-económica que empleo y que no es mía, sino propia de los que mandan, que son los más mandados como se sabe). Hasta ahora este tramo no se consideraba ni siquiera un tramo donde tuviera que intervenir el Estado como auxiliar de la familia, y, desde luego, no era gratuito sino de pago para las familias que se desprendían unas horas al día de sus criaturas, a diferencia de la enseñanza de 3 a 6 años y el Bachillerato, que son fases no obligatorias pero gratuitas del sistema de enseñanza, un sistema cuya obligatoriedad “solamente” va de los 6 hasta los 16 años, por lo que las familias no tienen que abonar directamente nada si sus hijos las cursan en un centro público o privado concertado, aunque, que nadie se llame a engaño con esto, que muchas veces no se reconoce y se oculta, sí lo hacen indirectamente  a través de sus impuestos. 


Los apologetas del invento no ven más que virtudes en él que yo no acierto a ver por más que lo intento: creen que será positivo para la conciliación familiar, la igualdad y la corresponsabilidad de varones y mujeres en el hogar. Aseguran que terminará con la precariedad laboral femenina y mejorará hasta eso que les preocupa tanto de las pensiones... La justificación pedagógica no reconoce que se van a crear abiertamente guarderías con dinero público para cambiar a los niños los pañales y adoctrinarlos desde bien pequeñitos, sino para “construir en estas edades tan tempranas un armazón muy potente (sic, por la terminología pedodemagógica) para la elaboración del lenguaje a través del aprendizaje lector, escritor o de conceptos sencillos construidos a partir de la manipulación, experimentación u observación”. ¡Como si hiciera falta que nos enseñaran a hablar para que sepamos decir que no, que es lo primero que decimos sin que ningún experto en educación infantil  nos lo enseñe!

martes, 26 de marzo de 2024

Mucha locura

    Traigo aquí otro poema de la estadounidense Emily Dickinson (1830 – 1886) que trata de dar razón a la locura, contra lo que piensa la mayoría de la gente. En esto, como en todo, manda la mayoría, que es la ley de la democracia. Si uno asiente, es considerado cuerdo. Si disiente, es sin embargo un loco peligroso que acabará encerrado en un frenopático. Viene el poema a decirnos que muchas de las cosas que la gente considera normales son, de hecho, una locura total, y lo que la mayoría por el contrario considera una locura es en este mundo de locos hacer uso de razón. 
 
 
    Emily Dickinson lo dice en ocho versos (trímetros y tetrámetros yámbicos), con rima asonante o parcial entre el segundo y el cuarto, y consonante o total entre el sexto y el octavo. 
 
      El poema fue escrito en torno a 1862, pero publicado, como la mayoría de la obra de Dickinson, después de su muerte.
 
  Much Madness is divinest Sense 
 to a discerning Eye.
 Much Sense, the starkest Madness.
’Tis the Majority 
in this, as all, prevail.
Assent - and you are sane;
Demur - you’re straightway dangerous 
 and handled with a Chain.
     En mi libérrima versión prolongo los versos en medio pie átono de una sílaba. 
 
Si bien se mira, el loco tiene
  razón, divina gracia,
 y chaladura el cuerdo. 
Aquí la democracia,
 igual que en todo, manda. 
Di sí, y serás sensato;
oponte, y te atan, peligroso,
por loco y desacato.

lunes, 25 de marzo de 2024

Vientos de guerra (Diego Fusaro)

Diego Fusaro (1983-...) es un filósofo italiano que se considera alumno independiente de Hegel y Marx y que políticamente se sitúa más allá de las categorías tradicionales de 'izquierda' y 'derecha', por lo que ha sido tildado despectivamente de 'rojipardo'. Al margen de la etiqueta con la que queramos definir al autor, el análisis que hace sobre la situación política europea 'Europa, prepárese para la guerra', publicado en Il giornale d'Italia el 22 de marzo pasado, que se ofrece aquí traducido, es incontrovertible. 

 


La paloma de la paz, Pawel Kuczynski (2014)


    Vientos de guerra comienzan a soplar también en nuestra Europa. Y ahora la Unión Europea apoya la necesidad de preparar a los civiles para la eventualidad de una guerra. Nos habían garantizado que la Unión Europea nos protegería de las guerras: era uno de los mantras favoritos de los euroinómanos de las brumas de Bruselas. Se trataba de una fake news entre las muchas en las que se basó el discurso de celebración de la Unión Europea: una fake news como aquella según la cual -Prodi dixit- gracias al euro trabajaríamos un día menos, ganando como si trabajásemos un día más. 

    ¿Por qué debería Europa prepararse para la guerra? Y luego, ¿para qué guerra? ¿Quizá la OTAN se esté preparando para atacar a Rusia con una guerra preventiva pretendiendo que la propia Rusia quiere atacar a la OTAN? La verdad es que Europa debería haber asumido inmediatamente una postura de neutralidad, es decir, desde que comenzó la horrenda guerra en Ucrania, fomentando las negociaciones y la diplomacia, los pactos y el diálogo. Y, en cambio, lamentablemente eligió el camino de enviar armas a Kiev: como incluso un niño podría comprender fácilmente, enviar armas a una de las dos partes involucradas en el conflicto equivale a participar en el conflicto. Nos dijeron con insistencia que enviar armas a Kiev significaba promover la paz: una mentira igual a la del médico que dijese que quería combatir la diabetes suministrándoles azúcar. 

Diego Fusaro, ante la estatua de Giordano Bruno en el Mercato dei Fiori en Roma.
 

    Desgraciadamente, Europa ha elegido el camino de la guerra, obedeciendo a los imperativos del gran jefe de las barras y las estrellas: ese gran jefe que ha ocupado impunemente Europa desde 1945 con bases militares que a priori niegan cualquier independencia de la propia Europa, convirtiéndola de facto en una colonia de Guásinton. Y ahora sabemos que Guásinton necesariamente quiere la guerra con la Rusia de Putin, culpable de no arrodillarse ante su dominación imperialista que aspira a someter al mundo entero al consenso de Guásinton. 

    En este conflicto entre potencias mundiales, Europa desempeña el papel del jarrón de terracota de Manzoni entre jarrones de hierro. No hay duda: Europa está actualmente administrada por locos sin escrúpulos, dispuestos a sacrificar a los pueblos europeos en aras del imperialismo de Guásinton y de sus continuas atrocidades perpetradas en nombre de la libido dominandi. Evidentemente los locos que quieren la guerra son los que no irán al frente de combate y los que enviarán al frente a los que en su mayor parte no quieren la guerra.

oOo

     Un vídeo de Spanish Revolution, por otra parte, sobre el mismo tema, dedicado a nuestro entrañable gobierno progre(sista) y en concreto al presidente y a la ministra de la Guerra: Id vosotros a la guerra.

  


domingo, 24 de marzo de 2024

Covid(iocia) persistente

    Hace cuatro años, que por marzo era por marzo, en un año también bisiesto como este, en 2020, el planeta fue invadido por un bicho que soltaron los medios masivos de (in)formación y nos lo metieron en todos y cada uno de los hogares, obligándonos, gracias a la mala gestión gubernamental, a permanecer confinados, decían finamente, para no decir encerrados bajo arresto domiciliario tragando informaciones del virus por un tubo día y noche y cumpliendo ridículos protocolos y ordenanzas.

    ¿Eran necesarias tantas medidas y tantas restricciones como nos obligaron a tomar? Para nosotros desde luego que no. Sí para los que organizaron la pantomima enmascarada. Fueron unos días de terror distópico y de calma espeluznante y preciosa que vivimos acojonados. ¿Y qué nos queda de todo esto? ¿De verdad hemos salido mejores como cacareban algunos que íbamos a salir y que todo iba a ir bien? ¿Cambió todo o nada en absoluto? ¿No hemos participado sin querer en un proceso de hipnosis colectiva que nadie ahora quiere recordar?

 

  Cuatro años después, esos días parecen lejanos y débiles como una pesadilla medio olvidada y brumosa, y sólo unos pocos los recordamos como lo que fueron: la aplicación de un programa de encarcelamiento forzoso, de exclusión de los que no nos sometimos al proceso de vacunación y de control social general. El gobierno de las Españas, por su parte, alardea de que el día que se decretó el Estado de Alarma fue el día "que aprendimos a vencer". 

    Aquí y allá se ve gente todavía paseando con mascarillas sanitarias pero su uso no se ha generalizado tanto como muchos vaticinaban. No era tan fiero el león como nos lo pintaban. Nunca, de hecho, el león es como nos lo pintan y como nos lo imaginamos en nuestro deseo o temor. Pero algo sí ha sucedido: La homogeneización es más intensa, las colas más largas, los establecimientos de comida y entretenimiento más llenos, los prejuicios, la paranoia y la incomprensión que ya entonces caracterizaban la comunicación de las personas en las redes sociales han aumentado considerablemente.

      Las multitudes han vuelto pero, extrañamente, la multitud parece más minoritaria.Y también más ansiosa y más cansada, pero esto puede deberse en parte al efecto que ha tenido en millones de personas el llamado long convid o covid persistente o de larga duración que hace por ejemplo a una asturiana de cuarenta años, relativamente joven, que salía en la prensa decir que sufre persistentemente desde hace cuatro años esta extraña enfermedad: "El Covid cambió mi vida. A veces me quedo totalmente paralizada. No puedo ni hablar". No puede trabajar pero la Administración no reconoce su enfermedad, una enfermedad que a fecha de hoy nadie sabe muy bien exactamente en qué consiste, pero que ha dejado una huella indeleble a esta mujer a la que le ha destrozado (o “jodido” como dice ella misma) la vida, que afirma que no puede llevar una existencia normal ni siquiera para el día a día en casa. 


 

   

sábado, 23 de marzo de 2024

Pareceres XLIII

211.- La Sagrada Familia. Al parecer el propio Jesús de Nazaré, inseminado artificialmente por el Espíritu Santo, no era hijo único, como se nos ha hecho creer torticeramente a lo largo de los siglos, sino que tenía varios hermanos, hecho que se desprende de la atenta lectura de los evangelios canónicos: Leemos en Marcos, 6, 3, y en Mateo 13, 55, entre otras menciones que pueden rastrearse en el Nuevo Testamento: ¿No es éste acaso el carpintero, hijo de María y hermano de Santiago y José, Judas y Simón?). Así que nada de familias con un único pensamiento o hijo único, o a lo sumo con una parejita heterosexual, no, nada de eso: la Sagrada Familia era una familia numerosa, como las que había antaño, y no como las unipersonales que hay ahora, que no son familia ni nada parecido.

La Virgen María azotando al Niño Jesús ante tres testigos, Max Ernst (1926)   

212.- ¡Símbolo franquista, fuera de la vista! Algún poetastro venido a menos se ha sacado de la manga este ripio de doce sílabas, compuesto de dos hemistiquios hexasilábicos de ritmo trocaico, con rima total o consonante en -ista (sin haberlo procurado, he compuesto un pareado), para corearlo en alguna manifestación autorizada, desfile militar o procesión religiosa o laica, que todo es lo mismo. Su carácter reivindicativo salta a la vista. Se trata de exigir al gobierno de turno que desmantele los símbolos de la España del caudillo F.F.: algún que otro busto, alguna que otra estatua ecuestre, algún que otro letrero de alguna que otra calle, por ejemplo la del 18 de Julio, que recuerda con su ominosa fecha el alzamiento nacionalista, que quedan por ahí. Pues no, mejor que no nos los quiten, que los dejen donde están por el bien de nuestra (des-)memoria histórica: a ver si así caemos en la cuenta de que en realidad nada ha cambiado, si se exceptúa la simbología y nomenclatura. ¿Qué más da que en las monedas aparezca la faz del caudillo que la de su sucedáneo el monarca borbónico? ¿Qué más da incluso que a la vieja moneda, la peseta aquella, se le haya cambiado el nombre, si lo fundamental es que sigue habiendo monedas y que el dinero sigue contando y sonando? 

 213.-Sociedad tripartita.- La sociedad neoliberal, al igual que la medieval o feudal, es tripartita. Hay laboratores, que son los que se dedican a la producción de inutilidades. Hay bellatores, que son los cuerpos y fuerzas armadas de seguridad del Estado, ejército y policía básicamente. Y hay oratores, que son los políticos e intelectuales encargados de gobernar, es decir, de mentir. Estos últimos son la clase sacerdotal, el antiguo clero, en el que se incluyen los periodistas que reconstruyen periódicamente el establecimiento. Su función es justificar el capitalismo, y que los laboratores cumplan su función subordinándose al mercado, convirtiéndose en mercancías, y que los bellatores sostengan la guerra que es la paz, es decir el (des-)orden establecido. 

214.- No somos nadie. Tenemos un nombre propio y unos apellidos, títulos académicos, un empleo, un “curriculum uitae”, es decir una historia, o una biografía detrás, una propiedad o una cuenta bancaria (o, si no lo tenemos, aspiramos a ello porque nos han metido en la cabeza que eso es importante, cifrando en ello el status de nuestro grado de felicidad), pero, a pesar de todo eso y por debajo de esa máscara, sentimos lo que late en lo más hondo (y el pueblo a veces lo reconoce y lo dice cuando se muere alguien), ay, que no somos nada, no somos nadie.

 215.- Ruido de tanques: Uno que fuera mandatario del régimen actual carpetovetónico que conocemos y padecemos en esta sufrida y curtida piel de toro ibérico -conocer es sufrir, la ciencia acarrea sufrimiento, escrito está-, pronunció en su momento la siguiente y muy significativa perla cultivada: “El ruido de los tanques es ahora el ruido del Estado democrático”. Era una declaración de un ahora ex-ministro del régimen. En ella se le escapaba algo más que una opinión personal: le salía un vislumbre de algo muy cercano a la verdad, por decirlo de un modo solemne, o, por lo menos, de algo muy próximo a la denuncia de la mentira: el Estado democrático es el estado autoritario, militarista, patriarcal, violento, dictatorial, totalitario de toda la vida -en fin, todo lo que nos sugiere el paso pesado de los tanques- legitimado tras la segunda guerra mundial y la caída del muro de Berlín por el pueblo en los comicios electorales. Ruido de tanques que, por otra parte, no deja de oírse en películas de hazañas bélicas y en los noticiarios de actualidad, como algo inminente, ahora que la Unión Europea decide -resuenan tambores que llaman a las armas cada vez más cercanos- rearmarse porque no hay paz sin guerra.

viernes, 22 de marzo de 2024

Verde, que te quiero verde

   La Unión Europea aspira al objetivo ideal y por lo tanto inalcanzable de "net zero emissions",  “cero emisiones” o “cero neto o absoluto de emisiones”, o sea, ningunas emisiones (de CO2). Por ejemplo, entre otras medidas, que no se fume no ya en los bares y restaurantes, que eso ya está prohibido desde hace tiempo, sino en las terrazas de dichos establecimientos públicos... Se acabará prohibiendo fumar en todos los espacios públicos y hasta privados, por lo que el tabaco quedará reservado a la clandestinidad de los retretes. El siguiente paso será pedirnos que dejemos de respirar por el bien del planeta. A fin de cuentas, cuando respiramos, según lo que nos enseñaban en la escuela, inhalábamos oxígeno y exhalábamos lo que entonces se llamaba anhídrido carbónico y ahora dióxido de carbono o CO2, que es lo mismo pero con otro nombre.

    La Unión Europea quiere, además, que actualicemos nuestras viviendas según los parámetros que ella establezca para hacerlas sostenibles o dignas de sostén(imiento).

    La Unión Europea, en resumidas cuentas, apuesta por la green economy por decirlo así en inglés, que es la lengua del Imperio y queda mucho más elegante que en castellano 'economía verde', aunque nosotros podríamos añadir el hemistiquio lorquiano “que te quiero verde”, para que resuene más lírico y poético. 


    Uno sospecha, porque uno tiene ya sus años y desengaños, que la cosa de la green economy va de verde por el color de los billetes. Recuerdo que era ese el color de los billetes de mil pesetas de mi juventud, que eran verdes, como aquel que representaba a don Benito Pérez Galdós... (Más tarde saldrían otros del Banco de España  con otras tonalidades de 2.000, 5.000 y hasta 10.000 pesetas... antes de abandonar la vieja moneda y entrar en el Euro que hizo que se subieran automáticamente los precios). 

 

    La ecuación dinero=verde, pensaba yo, ingenuo de mí, que sería por lo que decían de que era el verde el color de la esperanza... y que podía uno esperar conseguir con él toda clase de bienes y servicios. Pero no, la cosa parece que fue al revés: el verde empezó a utilizarse por sus cualidades físicas, y de ahí derivaron luego las metafísicas.

    Parece que la equiparación física del verde con el dinero nos vino del otro lado del Océano Atlántico, del Nuevo Mundo, cuando a finales del siglo XIX los billetes de dólar se tiñeron de ese color para evitar las falsificaciones, hasta el punto de que en la actualidad casi la cuarta parte del papel moneda o billetes de banco que circulan por el universo mundo está tintado de color verdoso entre otras tonalidades como el amarillo, el gris y el azul. 

    Pero la pervivencia de la ecuación a lo largo de los años tiene también mucho que ver con la equiparación metafísica de lo que los expertos denominan el simbolismo emotivo del color que identifica el color verde con el inmenso poder del dinero, y también con la tranquilidad y la calma, asociadas al verde quirófano. 

    El rojo y el verde son en principio colores vivos, relacionado el primero con la sangre del reino animal y el segundo con la clorofila del reino vegetal. Pero además el color verde tiene otras connotaciones lingüísticas relacionadas con la juventud o no madurez, así como con la lujuria. Pensemos por ejemplo en expresiones como 'chiste verde' o 'viejo verde' en español. Pero ambos colores se oponen en el simbolismo del semáforo, donde la luz roja indica prohibición y la verde vía libre, simbología que se ha incorporado a la red informática universal: los do's y don'ts: las cosas que se deben hacer y las que no.  

    En otras palabras, la economía verde, so pretexto de proteger el medio ambiente (tanto el reino animal como el vegetal), capitaliza las tragedias ambientales producidas por la explotación del propio sistema capitalista, generando "fuentes renovables" de negocios energéticos para la clase dominante transnacional. Y, al mismo tiempo, cumple una función apotropaica, ya que desvía la mirada del verdadero ambientalismo, que coincide con el anticapitalismo. Pintar el capitalismo de verde es una operación de maquillaje. No se resuelve el problema que la propia existencia del capitalismo crea, sino que se justifica usando la ecología como coartada.  

Una verdad como una casa
 

    Volviendo a la Unión Europea,  no quiere ninguna emisión de CO2, y por otro lado fabrica bombas que siembran la muerte tanto del reino animal como vegetal y que están muy lejos de lograr la reducción de los gases de efecto invernadero que dicen que persiguen, y nos va mentalizando de que la guerra es inevitable. Entre nosotros ya lo ha vomitado la impresentable ministra del gremio de la Guerra, la llamada Hormiga Atómica: "La amenaza de guerra es absoluta". 

    Lo mejor habría sido no haber entrado nunca en dicha Unión, pero una vez dentro, lo mejor que podemos hacer es salir cuanto antes de la Unión Europea, que es la unión en realidad no de los europeos sino de las clases dominantes europeas contra las clases trabajadoras, o si se prefiere, los pueblos de Europa, como se demuestra examinando las pocas medidas en beneficio de la gente y las muchas en interés de los bancos y del gran capital tanto farmacopólico como bélico que toman.

jueves, 21 de marzo de 2024

Oyendo una canción con los ojos cerrados

    Una de las más bellas canciones, de las muchas que nos dejó el llorado Luis Eduardo Aute, es Queda la música, cuya letra, ante la contemplación de una vieja fotografía de juventud, acierta a decir lo siguiente: 
 
 
Miro el instante que ha fijado la fotografía / (...) /
 Nada queda en ese trozo de papel, todo es alquimia. / Veo que es la prueba más veraz de que todo es mentira. / Esos rostros ya no llevan nuestros nombres. / Son dos máscaras perdidas en la noche. 
 
     Pero frente a esa constatación, el estribillo viene a consolarnos con su alegre melodía y su “queda la música” asociado a ella. 
 
    La fotografía que inmortalizó aquel instante para la eternidad lo mató para siempre. La cámara fotográfica es una metáfora de la pistola: disparó una bala. Ahora que está mal vista como cosa paleolítica la caza de animales salvajes, la fotografía viene a sustituir a la escopeta en los safaris fotográficos. La fotografía ha inmortalizado el instante, lo ha matado. Por eso, como escribe Susan Sontag, todas las fotografías son un memento mori. Pero frente al imperio de la imagen que no refleja la realidad sino que, al contrario, aspira, invirtiendo el proceso, a que la realidad se acomode a ella, nos queda el sonido, la palabra y su música, que nos entra por el oído, y nos hace cerrar los ojos y soñar, y sugerir no una sino mil imágenes.
 
    Hay una escena, precisamente, en la película Cerrar los ojos de Víctor Erice (2023) que resulta muy significativa. Un célebre actor español, Julio Arenas, interpretado magistralmente por José Coronado, desaparecido misteriosamente, es dado por muerto pese a que nunca se encontró su cadáver. Años después, su íntimo amigo, el director Miguel Garay, interpretado por Manolo Soto, se reencuentra casualmente con él, y descubre que ha perdido la memoria y no sabe quién es. 
 

    Miguel le pregunta si no le conoce, y él le responde que no, que no sabe, que cree que no. Miguel empieza entonces a hacer nudos marineros y descubre cómo Julio los hace y deshace inconscientemente. Como música de fondo se oye durante toda la escena el vaivén de las olas del mar.
 
 
    -¿Dónde has aprendido a hacer esos nudos? -Le pregunta. 
    -Me salen solos. 
  -¿Sabes cómo se llaman?... Nudos marineros. Tú y yo los aprendimos en el mismo sitio. (Le muestra entonces  una fotografía en blanco y negro y le dice).
 
 
    -¡Mira! Marineros de primera. En El Rayo, nuestro barco. Es el nombre que hay en la cinta de los lepantos. 
    -¿Lepantos? 
    -Sí, eso que llevamos en la cabeza. ¿Qué dice ahí? “Destructor Rayo”. Este es Miguel Garay, que soy yo. Este es Julio Arenas, que eres tú. 
    -Ese no soy yo, no. (Mira entonces a su amigo y le dice): Y este otro tampoco eres tú... No soy yo.
 
    Julio le dice que esos no son ellos: ni él ni su amigo. Y lo que está diciendo es verdad. Pero ambos tienen razón: son ellos y no son ellos. Son, porque lo fueron y eso constituye su identidad, y no lo son porque su identidad no es verdadera. Lo que viene a decirle Julio a su amigo es, como cantaba Aute:
 
  Creo, que tú y yo no somos más que dos desconocidos, / Otros, dos extraños que en el tiempo se han hecho asesinos / De esos dos niños de la fotografía / Que, abrazados, van bailando por la vida.

miércoles, 20 de marzo de 2024

Quieren guerra

    Consideran los que mandan en Europa que hay que preparar a la población para que aguante con resiliencia, que es como llaman ahora a la resignación, lo que nos están echando encima: más guerras y más pandemias en pro de la industria armamentista y de la farmacopólica respectivamente. Así como los gobiernos democráticos europeos gastaron cantidades ingentes de dinero en vacunas experimentales contra el bicho coronado, mascarillas, guantes, pruebas diagnósticas y demás parafernalia enriqueciendo al farmacopolio y a la corruptela política que enseguida sacó tajada del negocio y fomentando de paso las nuevas tecnologías de la (in)formación e incomunicación (telemedicina, tele-educación, tele-entretenimiento, telegestión... ) ahora destinan enormes partidas de dinero a los juguetes bélicos y a la tecnología militar por aquello de reactivar la economía.

    "Preparémonos para la guerra": han sido las palabras pronunciadas en los últimos días por el presidente galo, más peligroso que un mono con dos pistolas, que ya jugó un papel estelar durante la pandemia insistiendo en vacunar a todo Cristo viviente, y que no quiere perder protagonismo ahora. Por eso propuso enviar tropas europeas a Ucrania. La locura se ha apoderado del viejo continente de la mano de sus presidentes de gobierno, de la diplomacia europea y del engendro de la Comisión Europea. Quieren llevarnos a la guerra como sea. Los principales mandatarios europeos, víctimas de una locura colectiva, se han puesto de acuerdo mediante señales de humo en tañer los tambores de guerra. Hasta los Verdes en Alemania, esos ecologistas que querían salvar el planeta, han revelado la auténtica tonalidad del color político que los define, que es el caqui de los uniformes militares

    La ministra de Defensa española, la Hormiga Atómica, nos dice que la amenaza de guerra "es total y absoluta". Hay que justificar el sacrificio económico que supone la inversión que están llevando a cabo.  La amenaza no es abstracta, sino muy concreta y real. Ha dicho que Putin está dispuesto a atacarnos con armas nucleares, y tenemos que ser conscientes del riesgo en que vivimos. Llama especialmente la atención cómo la izquierda progresista española de salón, que está gobernando para que no gobierne la extrema derecha, ha pasado del “No a la guerra” y del “No es no”, al sí incondicional sin paliativos. 

 

    Esa guerra es contra Rusia, que nunca ha hecho nada contra Europa. De hecho, si somos rigurosos con la memoria histórica, es Europa la que atacó varias veces a Rusia, aunque con resultados desafortunados, y  es Rusia la que liberó a Europa del nazismo en su momento. Pero en el viejo continente prefiere seguir la grotesca narrativa de Jólivuz que nos presenta a los estadounidenses como únicos liberadores.

    Sin embargo, la nueva narrativa que nos imponen presenta a Putin como si fuera el mismísimo Hitler, y la nueva Rusia como el nazismo 2.0, mientras que Zelenski y el batallón Azov ucraniano serían hermanitas de la caridad campeonas de la democracia y los derechos. 

    De hecho resulta significativo cómo se oculta que la guerra es contra Rusia diciendo que es en defensa de Ucrania. El presidente del Gobierno de las 17 Españas, en su cuenta de la Red Social, agradece a la industria armamentística su "compromiso con el apoyo a Ucrania" y que genere empleo de alta cualificación. Está meridianamente claro que quieren guerra.

    Desde hace semanas la narrativa oficial está tratando de mentalizarnos y de justificar la guerra preventiva contra una Rusia ávida de invadir Europa y de lanzar su potencial atómico contra nosotros. Guásinton incluso ha hecho saber que si Ucrania se rinde, la guerra con Rusia sería inevitable, cosa que no se entiende, porque de hecho Ucrania no es miembro de la Alianza Atlántica ni del engendro de la Unión Europea. Realmente no debería sorprendernos que Occidente, liderado por los atlantistas, entrara realmente en guerra con Rusia, porque de lo que se trata es de mantener la hegemonía imperial anglosajona y norteamericana del dólar, para lo que Rusia y China son un obstáculo. 

Guernica, Pablo Picasso (1881-1973) 

    Se ha olvidado el valor de la diplomacia y la negociación. La paz no cotiza en bolsa, como demuestra la que le ha caído al Papa por sugerir que Ucrania debía enarbolar la bandera blanca y negociar la paz.... El gobierno ucraniano ha dicho que ellos sólo tienen una bandera, que es la suya, y que él se meta en sus asuntos. 

    Mientras tanto, el Guernica de Picasso sigue siendo la imagen perfecta del bombardeo informativo al que nos someten a todas horas nuestros mandatarios desde los medios a su alcance: quieren guerra, nos la están echando encima a todas horas como nos echaron el bicho coronado. Es su política, es decir, cuestión de economía.