El comentario de la entrada Soberanía popular y soberanía nacional, que decía “Me acordaba de lo que decían los griegos de los muertos: “iénai es pléonas”, “ir a la mayoría”, “pasar a la mayoría”, dándonos una lección de democracia para siempre”, me ha traído a la memoria una vieja viñeta de Chumy-Chúmez a propósito de un célebre verso de una rima de Bécquer dirigido a una tumba ¡Dios mío! ¡Qué solos se quedan los muertos! y la respuesta que esta le da al romántico poeta: ¿Solos? Pero ¿qué dices, Gustavo Adolfo? ¡Si ya somos mayoría absoluta!
Y, efectivamente, para los antiguos griegos y romanos la expresión 'pasar a la mayoría' era un eufemismo de morir, ya que οἱ πλεῖονες (“los más”) son —en una visión proverbial— los muertos, más numerosos que los vivos. Se hace referencia con este eufemismo a la muerte sin nombrarla, como cuando en castellano se dice que alguien se fue al otro barrio.
Entre los romanos la expresión aparece en el Satiricón de Petronio (42,5), refiriéndose al lugar adonde va la mayoría, aunque no todos todavía, a morir. Un tal Crisanto, víctima de los matasanos... tamen abiit ad plures. medici illum perdiderunt: “sin embargo se fue a donde va la mayoría. Los médicos lo mataron”, que Lisardo Rubio traduc así: "Con todo se ha ido a donde iremos todos".
También en el prólogo de la comedia de Plauto Cásina, aparece una curiosa fórmula: los muertos son... qui... abierunt hinc in comunem locum “los que se fueron de aquí a un lugar común”, es decir, a un lugar en el que todos hemos de acabar, lo que nos recuerda el afortunado verso de Brassens “la fosse comun du temps”.
Entre los griegos, en la comedia de Aristófanes Las asamblearias, versos 1072-3, un joven, ante la presencia de una vieja que quiere acostarse con él, se pregunta πότερον πίθηκος ἀνάπλεως ψιμυθίου, / ἢ γραῦς ἀνεστηκυῖα παρὰ τῶν πλειόνων; que traduce con gracia Federico Baraibar y Zumárraga: “¿Es una mona rebozada en albayalde / o el espectro de una bruja que vuelve de los infiernos?, lo que más literalmente sería "...o una vieja que ha resucitado de entre la mayoría de los muertos".
Pero si hubiera que elegir un pasaje más significativo por la relación entre la muerte y el régimen democrático, sería la anécdota que refiere Pausanias en su Descripción de Grecia (libro I, 43, 3), donde cuenta que los megarenses pidieron consejo al oráculo de Delfos sobre la mejor forma de gobierno que podrían adoptar, a lo que el dios Apolo les respondió sibilinamente que las cosas les irían bien ἢν μετὰ τῶν πλειόνων βουλεύσωνται si tomaran las decisiones basándose en la mayoría, aludiendo al régimen democrático y asambleario. Los megarenses, sobreentendiendo que “la mayoría” eran los muertos que tenían a sus espaldas y no ellos, mortales que estaban en lista de espera, decidieron situar el buleuterio, el lugar de la asamblea, sobre las tumbas donde estaban sepultados sus muertos, en el cementerio de los héroes caídos, donde podrían tomar sus decisiones contando con la mayoría.
La expresión antigua permanece en italiano: “andare nel mondo dei più” ir al mundo de los que son más, y de algún modo también en alemán: “er ist zur grossen Armee abgegangen”, cuando se quiere decir que alguien ha palmado, incorporándose a las filas del gran ejército.
Si lo que nos interesa es la cuestión concreta de los números y nos preguntamos si hay más seres humanos vivos o muertos sobre la faz de la Tierra, remontándonos al origen del homo sapiens hace unos 300.000 años, habrían nacido según algunos cálculos unos ciento veinte mil millones de personas. Si le restamos a esa cantidad los 8.100 millones aproximadamente que andamos vivos ahora todavía por el mundo, resultaría que efectivamente tenemos más de 100.000 millones de muertos a nuestras espaldas, una mayoría absoluta y silenciosa, por lo que nos corresponderían proporcionalmente unos 14 muertos a cada uno de los vivos en la actualidad.
Siempre, por más que la población del planeta quiera crecer y multiplicarse como Dios manda, los muertos van a ser mayoría, una mayoría que también vamos a engrosar inevitablemente los que estamos vivos. Esa mayoría absoluta -para la que basta con la mitad más uno- y silenciosa -el que calla, como dice el refrán, asiente, cuyo peso numérico traducido en votos (un hombre, un voto) otorga legitimidad al sistema democrático-, es la que democráticamente gobierna conformista y complacida, diciendo con su silencio a todo que sí e imponiéndose a la totalidad, pese a que la mayoría no somos todos... todavía, ni lo seremos nunca, cuando estemos muertos y enterrados, mientras siga alguien vivito y coleando por aquí. Los muertos, en efecto, son mayoría absoluta.



Si. Los votos son votos de muertos, y si los vivos llegaran a ser la mayoría -como a la muerte y al Poder le gustaría-, pues eso: que los vivos estarían muertos. O ¿qué?
ResponderEliminarEso, sí.
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