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martes, 28 de octubre de 2025

Mayoría absoluta y silenciosa

    El comentario de la entrada Soberanía popular y soberanía nacional, que decía “Me acordaba de lo que decían los griegos de los muertos: “iénai es pléonas”, “ir a la mayoría”, “pasar a la mayoría”, dándonos una lección de democracia para siempre”, me ha traído a la memoria una vieja viñeta de Chumy-Chúmez a propósito de un célebre verso de una rima de Bécquer dirigido a una tumba ¡Dios mío! ¡Qué solos se quedan los muertos! y la respuesta que esta le da al romántico poeta: ¿Solos? Pero ¿qué dices, Gustavo Adolfo? ¡Si ya somos mayoría absoluta! 
 

     Y, efectivamente, para los antiguos griegos y romanos la expresión 'pasar a la mayoría' era un eufemismo de morir, ya que οἱ πλεῖονες (“los más”) son —en una visión proverbial— los muertos, más numerosos que los vivos.  Se hace referencia con este eufemismo  a la muerte sin nombrarla, como cuando en castellano se dice que alguien se fue al otro barrio. 
 
    Entre los romanos la expresión aparece en el Satiricón de Petronio (42,5), refiriéndose al lugar adonde va la mayoría, aunque no todos todavía, a morir. Un tal Crisanto, víctima de los matasanos... tamen abiit ad plures. medici illum perdiderunt: “sin embargo se fue a donde va la mayoría. Los médicos lo mataron”, que Lisardo Rubio traduc así: "Con todo se ha ido a donde iremos todos". 
 
    También en el prólogo de la comedia de Plauto Cásina, aparece una curiosa fórmula: los muertos son... qui... abierunt hinc in comunem locum “los que se fueron de aquí a un lugar común”, es decir, a un lugar en el que todos hemos de acabar, lo que nos recuerda el afortunado verso de Brassens “la fosse comun du temps”. 
 
     Entre los griegos, en la comedia de Aristófanes Las asamblearias, versos 1072-3, un joven, ante la presencia de una vieja que quiere acostarse con él, se pregunta πότερον πίθηκος ἀνάπλεως ψιμυθίου, / ἢ γραῦς ἀνεστηκυῖα παρὰ τῶν πλειόνων; que traduce con gracia Federico Baraibar y Zumárraga: “¿Es una mona rebozada en albayalde / o el espectro de una bruja que vuelve de los infiernos?,  lo que más literalmente sería "...o una vieja que ha resucitado de entre la mayoría de los muertos".
 
    Pero si hubiera que elegir un pasaje más significativo por la relación entre la muerte y el régimen democrático,  sería la anécdota que refiere Pausanias en su Descripción de Grecia (libro I, 43, 3), donde cuenta que los megarenses pidieron consejo al oráculo de Delfos sobre la mejor forma de gobierno que podrían adoptar, a lo que el dios Apolo les respondió sibilinamente que las cosas les irían bien ἢν μετὰ τῶν πλειόνων βουλεύσωνται si tomaran las decisiones basándose en la mayoría, aludiendo al régimen democrático y asambleario. Los megarenses, sobreentendiendo que “la mayoría” eran los muertos que tenían a sus espaldas y no ellos, mortales que estaban en lista de espera, decidieron situar el buleuterio, el lugar de la asamblea, sobre las tumbas donde estaban sepultados sus muertos, en el cementerio de los héroes caídos, donde podrían tomar sus decisiones contando con la mayoría. 
 
    La expresión antigua permanece en italiano: “andare nel mondo dei più” ir al mundo de los que son más, y de algún modo también en alemán: “er ist zur grossen Armee abgegangen”, cuando se quiere decir que alguien ha palmado, incorporándose a las filas del gran ejército.  
      Si lo que nos interesa es la cuestión concreta de los números y nos preguntamos si hay más seres humanos vivos o muertos sobre la faz de la Tierra, remontándonos al origen del homo sapiens hace unos 300.000 años, habrían nacido según algunos cálculos unos ciento veinte mil millones de personas. Si le restamos a esa cantidad los 8.100 millones aproximadamente que andamos vivos ahora todavía por el mundo, resultaría que efectivamente tenemos más de 100.000 millones de muertos a nuestras espaldas, una mayoría absoluta y silenciosa, por lo que nos corresponderían proporcionalmente unos  14 muertos a cada uno de los vivos en la actualidad. 
 
    Siempre, por más que la población del planeta quiera crecer y multiplicarse como Dios manda, los muertos van a ser mayoría, una mayoría que también vamos a engrosar inevitablemente los que estamos vivos. Esa mayoría absoluta -para la que basta con la mitad más uno- y silenciosa -el que calla, como dice el refrán, asiente, cuyo peso numérico traducido en votos (un hombre, un voto) otorga legitimidad al sistema democrático-, es la que democráticamente gobierna conformista y complacida, diciendo con su silencio a todo que sí e imponiéndose a la totalidad, pese a que la mayoría no somos todos... todavía, ni lo seremos nunca, cuando estemos muertos y enterrados, mientras siga alguien vivito y coleando por aquí. Los muertos, en efecto, son mayoría absoluta.

sábado, 24 de agosto de 2024

Pareceres LVI

271.- Ganapanes: Somos, desde que se acuñó el término en el Siglo de Oro, unos ganapanes. Se decía así en castellano por la maldición bíblica de que hay que ganarse el pan con el sudor de la frente, es decir, con el trabajo, como el mozo de cuerda, que se ofrecía en los lugares públicos con un cordel al hombro para acarrear sudoroso cargas o hacer algún recado a cambio de dos, tres o cuatro reales. Cuando la gente dice que hay que “ganarse la vida”, utiliza una expresión muy significativa en la que la vida se presenta como una ganancia, al impregnarse del significado del verbo “ganar”, equiparándose “vida” a “dinero”, que es la última epifanía del Dios monoteísta que es el Capital y de la religión capitalista que carece de ateos. Cuando la gente dice que hay que ganarse la vida se refiere siempre a la futura porque la presente no hace falta ganarla, y la futura se realiza en el día de mañana, es decir, nunca. Da a entender la expresión que la vida tiene un precio que hay que pagar,  lo que repugna a la razón, pero es el engaño que hace que funcione la realidad. Si tengo hambre ahora, no necesito dinero sino un bocadillo. La limosna 'para poder comer' que mendigan algunos pordioseros en lugar del bocadillo es un medio para alcanzar un fin que es asegurarse el pan de mañana, el pan de cada día, un porvenir siempre futuro. Sé que si tengo dinero puedo, por el arte de magia del mercado, matar el hambre futura, a la que me anticipo comprando el pan en la panadería para comerlo, pero no es el dinero lo que mata el hambre, sino el bocadillo. Hemos sustituido el pan por el dinero que vale. Sin embargo tenemos hambre -algunos lo llaman codicia- de dinero, y esa hambre crea el futuro, aunque algo nos dice en el fondo que ese futuro que ganamos es la muerte, y que por ganarse uno la vida, la pierde inexorablemente.

 272.- Oído por ahí: Hablan dos mujeres de las virtudes del agua mineral embotellada, que, dicen, es más potable que la del grifo. Una de ellas dice que ella bebe una marca determinada. Y la otra le comenta: -Esa es buenísima, es la más cara que hay. Y yo me pregunto si es buenísima porque es la más cara que hay o es la más cara que hay porque es buenísima. O en otras palabras: si es la más apreciada y preciosa por el precio que tiene en el mercado, o tiene el precio que tiene por lo óptima que es. Y me detengo durante un instante, en el significado del adjetivo “caro -a”: que tiene un precio alto o más alto de lo normal que encarece a las cosas haciéndolas careras y encarece por lo tanto el precio de la vida, atención a la expresión que revela que la vida tiene un precio, y el secundario y más culto de “amado o querido”, procedente del latín carus -a -um, cuya primera acepción era también “costoso, de alto precio, precioso” y la segunda “apreciado, querido, predilecto, deseado” de donde derivan nuestro cariño y nuestra caridad, que en latín cáritas era en principio carestía, antes de convertirse en el amor y en la virtud cristiana de la solidaridad y amor al prójimo. Acaban las mujeres hablando inevitablemente de la carestía de la vida, 'lo cara que está la vida, cada vez más',  y el encarecimiento de las cosas.


273.- Mayoría absoluta. Han investido al candidato a la presidencia del ente autonómico por un solo voto más a su favor, que ha sido, obviamente, el suyo. ¿Para qué se celebran las elecciones si ya se conocía de antemano su resultado? Se sabía que por un voto iba a ser investido el candidato. ¿Qué mayoría absoluta es esa de la mitad de los votos más uno? Para que una mayoría se convierta en absoluta, es decir, para que obtenga más de la mitad de los votos basta que obtenga uno más, como en el caso de la Generalitat de Cataluña en la investidura del señor Illa. ¿Qué dice la mayoría silenciosa formada por la generalidad de la ciudadanía que no expresa públicamente su opinión? El término mayoría absoluta tiene la siguiente definición en el Diccionario panhispánico del español jurídico de la Real Academia Española (RAE): "Sistema de votación mediante el cual se requiere, para aprobar una decisión, más votos a favor que en contra de los socios/accionistas asistentes o representados". En otras palabras, para obtener la mayoría absoluta es necesario contar con el voto favorable de la mitad más una de la totalidad de personas que forman un órgano con independencia de que estén presentes o no. 

274.- Cambio semántico: Desde hace cuatro años, venimos asistiendo al cambio de significado de algunas palabras relacionadas con la salud y la enfermedad tales como vacuna, pandemia, inmunizar, inmunidad natural, inmunidad colectiva, distanciamiento social, trabajadores esenciales, pandemia, enfermo asintomático, etc. No se trata de un simple cambio retórico, sino de un truco. Pero también en otros ámbitos: por ejemplo, en el campo energético se ha redefinido la energía nuclear como energía verde. Y quizá uno de los cambios más significativos, en el ámbito sociológico, ha sido la definición de "mujer", que ya no es la persona o ser humano de sexo femenino, sino la persona que se siente como mujer, independientemente del sexo asignado al nacer. El cambio de la definición de "mujer" ha conllevado también la redefinición de "hombre" en el mismo sentido. No perdamos de vista, tampoco, el uso de algunos adjetivos tan de moda como "humanitario", para "ayuda, misión" que revelan, como los anteriores, el poder manipulador del lenguaje. Curiosas también resultan las connotaciones que se dan a términos en principio neutros, como "populismo", al que ahora se da un valor negativo como reacción contra el uso que la Alemania nazi hizo del término Volks 'pueblo': todo debía ser popular entonces, desde el propio partido nazi, que se definía como Volksfreund ('amigo del pueblo') hasta el coche popular, que era el Volkswagen: amaban al pueblo y todo era popular, del pueblo (y no de su gobierno),  demos y no kratos. Por no hablar ya del eufemismo de llamar "traslado" a la deportación o "solución final" al extermino de los judíos. Todo ello nos recuerda lo que decía Humpty Dumpty en "Alicia a través del espejo", de Lewis Carrol: - Cuando yo digo una palabra -afirma Humpty Dumpty- significa aquello que yo quiero que signifique; ni más ni menos. - La cuestión es -contesta Alicia- si uno puede hacer que las palabras signifiquen cosas distintas. -La cuestión es -replica Humpty Dumpty- quién es el que manda, y se acabó.

 275.- A palo seco (por peteneras y un fandango).  Las peteneras son un palo flamenco que se basa en una estrofa de cuatro versos octosílabos que se convierten en seis o más por repetición de algunos de ellos y el añadido de otro a modo de ripio que suele ser «madre de mi corazón», cuyas letras suelen estar embargadas de melancolía, y se interpretan de forma lenta y desgarrada, como corresponde al quejido del dolor de descubrir cómo son en realidad las cosas de verdad. Voy a “salirme por peteneras” y a traer aquí una muestra preciosa de este palo del cante flamenco de tono grave y melodramático, que cantaba la Niña de los Peines, cuya voz desgarrada nos pone los vellos como escarpias. Es una denuncia de la realidad y falsedad simultánea del mundo: “Quisiera yo renegar / de este mundo por entero; / volver de nuevo a habitar, / madre de mi corazón, / volver de nuevo a habitar, / por ver si en un mundo nuevo, / por ver si en un mundo nuevo, / encontraba más verdad”.  Y, relacionado con la petenera de la Niña de la Puebla, este fandango de Paco Toronjo,  a palo seco, es decir, sin acompañamiento musical ninguno de guitarra, para decir por enésima vez lo mismo: Yo creía que en la vi(d)a / to(d)ito era verda(d)/ ¡Qué equivocación la mía! / Tan solo veo malda(d) / y to(d)o es hipocresía.