domingo, 2 de noviembre de 2025

La guerra es la paz

    Publicaba Giorgio Agamben el 23 de octubre del año vigente del Señor el siguiente billete titulado "La guerra è la pace", cuyo título nos remite  a Órguel (war is peace) al mismo tiempo que nos trae a la memoria a Heraclito de Éfeso: Guerra de todos es padre, de todos rey, y a los unos los señaló dioses, a los otros hombres, a los unos los hizo esclavos, a los otros libres.  

La guerra es la paz
Entre los horrores de la guerra que a menudo se olvidan está su supervivencia en tiempos de paz a través de sus transformaciones industriales. Es sabido —pero se olvida— que los alambres de púas con los que muchos aún cercan sus campos y propiedades provienen de las trincheras de la Primera Guerra Mundial y están manchados de la sangre de innumerables soldados muertos; 

 es sabido—pero se olvida— que las lanchas neumáticas que abarrotan nuestras playas se inventaron para el desembarco de las tropas en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial; 

 es sabido —pero se olvida— que los herbicidas que se utilizan en la agricultura derivan de los que utilizaron los americanos para deforestar Vietnam; 

 

y, última consecuencia y la peor de todas, las centrales nucleares con sus residuos indestructibles son la transformación «pacífica» de las bombas atómicas. 

 Y es bueno recordar, como había comprendido Simone Weil, que la guerra exterior es siempre también una guerra civil, que la política exterior es, en realidad, una política interior. Invirtiendo la fórmula de Clausewitz, hoy en día la política no es más que una continuación de la guerra por otros medios.

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La guerra è la pace

Fra gli orrori della guerra che vengono spesso dimenticati è il suo sopravvivere in tempo di pace attraverso le sue trasformazioni industriali. È noto – ma lo si dimentica – che i fili spinati con cui molti ancora recingono i loro campi e le loro proprietà provengono dalle trincee della prima guerra mondiale e sono macchiati del sangue di innumerevoli soldati morti; è noto – ma lo si dimentica – che i gommoni che affollano le nostre spiagge sono stati inventati per lo sbarco delle truppe in Normandia nella seconda guerra mondiale; è noto – ma lo si dimentica – che i diserbanti in uso nell’agricoltura derivano da quelli usati dagli americani per deforestare il Vietnam; e, ultima conseguenza e di tutte peggiore, le centrali nucleari con le loro indistruggibili scorie sono la trasformazione “pacifica” delle bombe atomiche. Ed è bene ricordare, come Simone Weil aveva compreso, che la guerra esterna è sempre anche una guerra civile, che la politica estera è, in verità, una politica interna. Rovesciando la formula di Clausewitz, oggi la politica non è che un proseguimento della guerra con altri mezzi.

23 ottobre 2025 

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