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domingo, 2 de noviembre de 2025

La guerra es la paz

    Publicaba Giorgio Agamben el 23 de octubre del año vigente del Señor el siguiente billete titulado "La guerra è la pace", cuyo título nos remite  a Órguel (war is peace) al mismo tiempo que nos trae a la memoria a Heraclito de Éfeso: Guerra de todos es padre, de todos rey, y a los unos los señaló dioses, a los otros hombres, a los unos los hizo esclavos, a los otros libres.  

La guerra es la paz
Entre los horrores de la guerra que a menudo se olvidan está su supervivencia en tiempos de paz a través de sus transformaciones industriales. Es sabido —pero se olvida— que los alambres de púas con los que muchos aún cercan sus campos y propiedades provienen de las trincheras de la Primera Guerra Mundial y están manchados de la sangre de innumerables soldados muertos; 

 es sabido—pero se olvida— que las lanchas neumáticas que abarrotan nuestras playas se inventaron para el desembarco de las tropas en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial; 

 es sabido —pero se olvida— que los herbicidas que se utilizan en la agricultura derivan de los que utilizaron los americanos para deforestar Vietnam; 

 

y, última consecuencia y la peor de todas, las centrales nucleares con sus residuos indestructibles son la transformación «pacífica» de las bombas atómicas. 

 Y es bueno recordar, como había comprendido Simone Weil, que la guerra exterior es siempre también una guerra civil, que la política exterior es, en realidad, una política interior. Invirtiendo la fórmula de Clausewitz, hoy en día la política no es más que una continuación de la guerra por otros medios.

  oOo

La guerra è la pace

Fra gli orrori della guerra che vengono spesso dimenticati è il suo sopravvivere in tempo di pace attraverso le sue trasformazioni industriali. È noto – ma lo si dimentica – che i fili spinati con cui molti ancora recingono i loro campi e le loro proprietà provengono dalle trincee della prima guerra mondiale e sono macchiati del sangue di innumerevoli soldati morti; è noto – ma lo si dimentica – che i gommoni che affollano le nostre spiagge sono stati inventati per lo sbarco delle truppe in Normandia nella seconda guerra mondiale; è noto – ma lo si dimentica – che i diserbanti in uso nell’agricoltura derivano da quelli usati dagli americani per deforestare il Vietnam; e, ultima conseguenza e di tutte peggiore, le centrali nucleari con le loro indistruggibili scorie sono la trasformazione “pacifica” delle bombe atomiche. Ed è bene ricordare, come Simone Weil aveva compreso, che la guerra esterna è sempre anche una guerra civile, che la politica estera è, in verità, una politica interna. Rovesciando la formula di Clausewitz, oggi la politica non è che un proseguimento della guerra con altri mezzi.

23 ottobre 2025 

lunes, 13 de octubre de 2025

Hojarasca otoñal

Jota alternativa: La Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa ni quiere ser española, ni convicta ni confesa, ni tampoco capitana de la tropa aragonesa.

 
La información que los medios masivos de comunicación ponen en escena es la máquina más sofisticada de guerra, por una parte publicidad y por otra propaganda.
  Antes de que nos echen de la OTAN por no alcanzar los objetivos, como amenaza el déspota yanqui, lo honesto sería negarnos a seguir y que nos fuéramos nosotros.
 
...Dos años ya siguiendo en directo, día a día, una guerra informativa de una violencia sin par entre Israel y Palestina polarizando la opinión pública mundial.
 
Hay una guerra en el frente militar y otra, no menos cruenta, en el frente informativo. Palestina la ha perdido en el militar, pero ha ganado en el informativo.
 
La guerra informativa de Gaza se ha convertido en las sufridas España en una batalla semántica, sobre si es o no es un genocidio y de quién es el genocidio.
 
Se realizará el homenaje a los que dieron su vida por España, y se procederá a la izada solemne de la bandera nacional, tiñéndose el cielo de sangre y amarillo.
 
A las boinas de los tres ejércitos de tierra, mar y aire (y espacio), se suma la de la neófita UME, Unidad Militar de Emergencias, de color amarillo mostaza.
 
En el cartel del Desfile del Día de la Fiesta Nacional del Ministerio de Defensa no se ve el sombrero de tres picos de la Guardia Civil, el simbólico tricornio.
 
Gozoso no es poder ir al trabajo a pie o en bici, como propone la ley de movilidad sostenible del gobierno progresista, la gozada es no tener que ir a trabajar.
 
Uno de los primeros ejemplos trágicos y literarios occidentales de violencia vicaria contra el otro sexo que recae mortalmente sobre los hijos es el de Medea.
 
La campaña “Personas con energía propia” que fomenta el Ministerio para la Transición Ecológica promueve el beneficio individual y colectivo del autoconsumo.
En Bruselas no convence la estrategia española de contabilizar la lucha contra el cambio climático como inversión en defensa que ensancha el concepto militar.
 
No quería que se me escapara de las manos lo que había conseguido al fin con tanto esfuerzo; quería poseerlo y acabé apretándolo tan fuerte que se me rompió.
 
En lugar de estar atentos a lo que pasa, de lo que nos informan sobradamente los medios masivos de comunicación, deberíamos prestar atención a lo que no sucede.
 
¿Qué es el hombre? Un triángulo equilátero, tres en uno: Padre, el documento nacional de identidad; Hijo, la cuenta bancaria, y Santo Espíritu, el esmarfon.
 

domingo, 28 de septiembre de 2025

Pareceres LXXXVI

421.- El pinchacito. Tal era el título, con un diminutivo cariñoso que le quita gravedad al asunto, de un episodio de la serie infantil italiano-española Croco Doc, emitido hace tres años, en el que el personaje de Dani, un torito, temía la vacuna que debía ponerle el doctor Crocodoc, el pediatra de Zoolandia, cuyo enfermero era el hipopótamo Hipo Crat, nombre que alude a Hipócrates, el padre de la medicina.  A Dani, el torito, le llega el turno de vacunarse y está preocupado por el pinchazo, como él llama a la triple inoculación, por eso se esconde debajo de la cama. No quiere ir al Centro de Salud porque no está enfermo. Su padre le convence de que "a veces hay que ir al médico para no ponerse enfermo". El médico se encargará de explicarle que la triple vírica, que no es obligatoria pero sí altamente recomendada, que le va a poner no es que sea tres veces mayor que una ordinaria, sino que inmuniza frente a tres enfermedades: rubéola, sarampión y paperas, le explica que las vacunas en general son necesarias para protegerse de futuras enfermedades y le insiste en que no duelen. Dani, convencido de que va a obtener una protección importante para su salud, se deja pinchar, y el doctor cocodrilo le firma un documento acreditando que ha sido un niño valiente y que puede sentirse orgulloso. Atención al siguiente diálogo entre el doctor y el padre y su hijo que no tiene desperdicio: -Hay un papá que no quiere ponerles vacunas a sus hijos. -Me parece mal, pero que muy mal, fatal. -Es que dice que las vacunas son malas. -Eso es una mentira grande como una casa; no, como un castillo; no, espera, como un rascacielos de cien pisos. -Papá, tenemos que decirle a ese señor que vacune a sus hijos. Si no, pueden ponerse malitos. -Exacto, y no solo ellos. También pueden contagiar a otros niños que no están vacunados.
 
  
422.- Quema de la bandera nacional. El presidente de los Estados Unidos quiere penalizar la quema de una bandera americana, pero en 1989 la Corte Suprema de Estados Unidos determinó en el caso de el Estado de Texas contra Johnson que quemar la bandera nacional en protesta por algo era un acto de libertad de expresión protegido por la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense. La decisión fue tomada por un estrecho margen de cinco votos sobre cuatro de los nueve jueces que componían dicho tribunal, pero sentó el precedente de anular las leyes estatales contra la profanación de banderas que estaban vigentes en la mayoría de los Estados. El Tribunal dictaminó que el hecho de que el público se ofendiera por una idea o expresión no es razón suficiente para prohibir esa expresión. 
 
423.- ¿Quién depende de quién? Tendemos las criaturas humanas a considerarnos el elemento agente del proceso de domesticación agropecuaria, los que domesticamos la agricultura y la ganadería. Según James C. Scott, que propone un cambio de óptica, la cosa puede verse también del revés: “Nosotros domesticamos el trigo, el arroz, la oveja, el cerdo, la cabra. Pero si observamos el asunto desde un ángulo ligeramente diferente se podría argumentar que somos nosotros los que hemos sido domesticados”. Si uno se pone a cultivar un huerto o un jardín, puede darse cuenta de que inconscientemente se convierte en esclavo de su cultivo, en que su jardín o su huerto lo domestican a uno. Uno trabaja día tras día, agachado o de rodillas, quitando la maleza, fertilizando, desenredando, podando, protegiendo y, en términos generales, remodelando su entorno inmediato para satisfacer las expectativas de su jardín o de su huerto. Mirado desde este punto de vista, no está claro quién depende de quién. Si nuestro jardín o nuestro huerto no puede prosperar sin nuestros cuidados, podría afirmarse que nuestra supervivencia como especie no puede prosperar sin esas atenciones domésticas. Sucede lo mismo con los animales. No es fácil dilucidar quién sirve a quién, en el doble sentido de ser útil y de estar al servicio de algo, con el ganado bovino, ovino o caprino, por poner solo tres ejemplos: hay que criar a las reses, llevarlas a pastar, alimentarlas de forraje y protegerlas. Al final, el ganadero se aprovecha de su ganado para comerciar con la carne, obtener leche y productos lácteos, curtir las pieles y demás. El destino final del ganado y de los productos agrícolas es el consumo humano, pero no puede pasarse por alto el hecho de que, mientras viven, los cereales y legumbres y los animales antes de ir al matadero son objeto de una rutina exigente y solícita que atiende a su bienestar y a su seguridad, lo que nos hace dependientes de ellos tanto como a ellos de nosotros.
 
 424.- TDAH.- ¿Qué significan esas misteriosas siglas? ¿Qué se esconde detrás de ellas? ¿”Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad”? Déficit es un latinajo que se utiliza en economía como sinónimo de “falta” y se opone a superávit. ¿Falta de atención? Hiperactividad, por su parte, es un término híbrido grecolatino: hiper es un prefijo etimológicamente hermano de super, pero parece que está por encima de él, dada su rareza culterana. Y actividad es un término latino. La palabra sugiere exceso de actividad. Es como si contrapusiéramos al déficit de atención el superávit de actividad. Pero la palabra clave es la primera: trastorno. Todos hemos pensado y sentido alguna vez que padecemos un trastorno, y cuando descubrimos lo que significan esas siglas, nos sentimos de alguna manera diagnosticados desde el juguete chino del tiktok hasta nuestras redes sociales más íntimas. Todos padecemos TDAH, todos tenemos dificultades de concentrarnos en lo que hacemos, y nos distraemos. No otra es la función de los medios de distracción masivos que, so pretexto de informarnos, nos desinforman de lo que pasa. Todos -no digamos ya los niños, que se distraen con el vuelo de una mosca- acabamos distraídos y dedicándonos a la multitarea, y a la ansiedad. ¿Es posible que algún niño no reciba en algún momento de su infancia ese diagnóstico cada vez más frecuente? ¿No hay TDAH en la edad adulta? ¿Hay tratamientos de psicoterapia que ofrezcan buenos resultados a la hora de aumentar nuestra atención y disminuir nuestro exceso de actividad y de activismo? ¿Habrá que recurrir a la medicación para hacer frente a esta 'enfermedad'? 
 

425.- Guerra a la guerra.  Escribía la escritora y periodista considerada la primera corresponsal de guerra española Carmen de Burgos Seguí (1867-1932) en 1910 un artículo titulado “¡Guerra a la Guerra!”, que conviene recordar en estos tiempos de guerra, beligerancia y rearme en Europa y el resto del planeta. Recoge en él multitud de reflexiones contra la guerra y contra la imposición del servicio militar obligatorio. Escribe la Seguí: “Entendamos bien todo esto, para no caer en la anomalía de que el partido socialista pida el servicio militar obligatorio; lo que hay que pedir es la supresión de los ejércitos, el desarme, las conclusiones de la conferencia de La Haya, que acaben de una vez para siempre las odiosas guerras. Las del siglo pasado costaron la vida a catorce millones de hombres. ¿Comprendéis el horror de esta cifra? ¡Ninguna guerra vale una sola vida. ¡Hay en ellas tanto amor, tanto dolor! Yo he visto la guerra, he presenciado la tristeza de la lucha; he contemplado el dolor de las heridas en las frías salas de los hospitales, y he visto los muertos en el campo de batalla...” Entresaco de su artículo este otro párrafo:  “No existe ninguna barbarie comparable a la que suscita la guerra, y sin embargo, se le concede tanto poder a los que la sostienen, que la prensa enmudece, los ciudadanos callan, y todos la secundan, escudados en la frase absurda de que es un mal necesario. ¡Necesaria la guerra!” A lo que me permito apostillar: Sí, la guerra es necesaria o quizá mejor en plural: las guerras son necesarias para que creamos que esto, por contraposición, es paz. Sucede lo mismo con las cárceles: son necesarias para que los que estamos eventualmente fuera de ellas creamos que vivimos en libertad por contraposición a los que viven dentro. 

Retrato de Carmen de Burgos, Julio Romero de Torres (1917)   

viernes, 1 de agosto de 2025

Con mal PIE*

    Que la guerra empieza aquí mismo -y aquí puede ser en el sitio menos pensado, en Valga, por ejemplo, a la vera del río Ulla, en la Galicia pontevedresa, y que empiece con mal PIE*, porque la guerra no empieza nunca con buen pie, sino con el pie torcido, y no tenga visos de que vaya a acabarse pronto y sí de que vaya a hacerse interminable se debe a que ha dejado de ser el último recurso entre las naciones y los estados del mundo para resolver sus discrepancias cuando falla la diplomacia política para convertirse en un proyecto estratégico -etimológicamente quiere decir concerniente al arte de dirigir ejércitos (al frente de combate)- y un negocio redondo, mondo y lirondo, que crea puestos de trabajo -la prostitución callejera también lo hace y no por ello se fomenta desde las altas instancias, que quieren hasta prohibirla y abolirla-, lo que reporta suculentos beneficios económicos en forma de jugosos dividendos. 
 
Planta de montaje del URO VAMTAC en Galicia
 
    Esto explica el respaldo de la Xunta de Galicia, que no el respaldo de Galicia, como dicen el Ministerio de Defensa del Reino de las Españas y la prensa orgánica del Régimen, al proyecto de ampliación de la planta industrial de Valga (Pontevedra) de la empresa automovilística UROVESA,  contratista del Ministerio de la Guerra, especializada en la fabricación de vehículos de gran tonelaje y capacidad ubicada en Santiago de Compostela, triplicando sus instalaciones actuales de Valga  en cien mil metros cuadrados y duplicando su capacidad de producción de vehículos militares todoterreno para atender a la creciente demanda nacional e internacional. 
 
    El nombre propio de la empresa está tomado del común del bóvido salvaje similar al toro, pero de mayor envergadura, que habitó en la Europa central durante el cuaternario y se extinguió hace quinientos años. El morro de un uro con doble cornamenta, en efecto, le sirve de logo a la compañía de Vehículos Especiales S. A., consagrada a la industria fabril de la automoción defensivo-ofensiva, más lo segundo en realidad que lo primero. 
 
Logo de UROVESA, URO V(ehículos) "E(speciales)" S.A.
 
     Estas obras, que concluirán en 2029 si nada ni nadie lo remedia antes, supondrán una inversión de casi cincuenta y dos millones de euros y la creación de al menos un centenar de puestos de trabajo directos generando además unos seiscientos empleos en la industria auxiliar, especialmente en Galicia pero también en otras taifas autonómicas del Reino de las Españas. 
 
    La dirección de la empresa, por su parte, celebra la ampliación porque va a permitirle -echémonos a temblar-: acometer proyectos de mayor dimensión, poner las nuevas capacidades a disposición de nuestros clientes, generar empleo de calidad y contribuir así a impulsar las capacidades tecnológicas y fabriles del ecosistema industrial en Galicia y España
 
   
    La Xunta de Galicia le ha otorgado el título de Proyecto Industrial Estratégico (PIE*) alabando que la “compañía no trabaja bajo licencia ajena, sino que diseña su propio producto, lo que le otorga independencia en cuanto a propiedad intelectual, así como en los componentes más relevantes”. Asimismo, ha remarcado que UROVESA ha facturado ciento veintidós millones de euros gracias a su actividad a lo largo del año pasado, por lo que se trata de una empresa fundamental dentro de la estrategia de seguridad y de defensa. 
 
    El capitalismo que convirtió la guerra contra el virus en el virus de la guerra, que se hizo así viral, se muestra como lo que es: devorador carroñero de cadáveres que previamente ha matado: necrófago, y celebra ahora su expansión con alharacas generando puestos de trabajo directos e indirectos que son recibidos como si fueran una bendición del cielo cuando son todo lo contrario: una maldición.
 
 *PIE (acrónimo de Proyecto Industrial Estratégico). 

lunes, 30 de junio de 2025

La miniguerra de los doce días

    Casi sin darnos cuenta, en un santiamén, entre el 13 y el 24 de junio, ambos inclusive, del año del Señor en curso de 2025, se ha producido lo que ya se ha denominado la “Guerra de los Doce Días”, un conflicto sin precedentes, según algunos medios, entre Israel e Irán con intercambio de misiles y drones por doquier. (Ha habido otras guerras a lo largo de la Historia como la Guerra de los Seis Días o, más larga y alejada de esta aún, la de los Cien Años). 
 
    El gobierno estadounidense, aliado fiel de Israel, desplegó un ataque inusitado contra Irán en la operación «Martillo de Medianoche», a lo que la república islámica respondió con un ataque simbólico contra la principal base norteamericana de Qatar. Y poco más. El 25 de junio de 2025, en la cumbre de la OTAN, el emperador electo de los Estados Unidos de la América de Dios proclamó el fin de la "Guerra de los Doce Días", que ya ha pasado a la Historia y es, por lo tanto, Historia, agua pasada que no mueve molino, y apenas nos hemos enterado, entre Israel e Irán, afirmando haber "aniquilado" la amenaza nuclear iraní, al tiempo que negaba que los ataques tuvieran como objetivo instalaciones nucleares. 
 
    Estas contradicciones —una miniguerra con un final récord, destrucción selectiva, un alto el fuego frágil— refuerzan las sospechas de un ataque orquestado. Se espera que haya seguramente nuevas temporadas y actualizaciones de está miniserie. Los comentaristas internacionales afirman que la 'diplomacia' estadounidense con su presidente a la cabeza impuso su hegemonía en la región, logrando que un conflicto que pudo ocasionar la Tercera Guerra Mundial, se solucione en el pispás de unas pocas horas, declarando ambas partes el alto el fuego. Por el papel que ha desempeñado el emperador yanqui democráticamente electo, dicen que podría aspirar al Premio Nobel de la Paz, gracias a su enérgica política Peace Trhough Strength, o sea Paz a la Fuerza, o sea lo de siempre: si quieres la paz, para bellum.
 
    Los medios occidentales han difundido imágenes de una destrucción selectiva entre Irán e Israel, atribuida a una "guerra" marcada por bombardeos y ataques con misiles y drones. Pero ¿qué ha sucedido realmente? Esta destrucción no parece el resultado de un conflicto espontáneo, sino de un acuerdo entre los líderes de ambos países para arrasar zonas específicas y poder reconstruirlas posteriormente.
 
    Las élites, los electi,  parecen haber adoptado la maquiavélica lección de utilizar el miedo para dividir y gobernar, favoreciendo así sus propios e inconfesables intereses. Un conflicto como este no sirve mucho para reducir el aumento de población que tanto les preocupa a algunos, pues no ha habido muchas víctimas mortales que se sepan, pero sí para meterle miedo a la gente y de ese modo regularla. Igualmente serviría la destrucción provocada para fomentar la reconstrucción y dar nueva vida al capital. El Próximo Oriente es una zona estratégica: yacimientos de petróleo y gas, rutas marítimas y un simbolismo religioso único que hace que a aquella parte del mundo se la denomine Tierra Santa, un lugar sagrado para judíos, cristianos y musulmanes, las tres religiones monoteístas más importantes que en el fondo adoran a un mismo dios: Herr Kapital, que se frota sus manos sacrosantas.
 
    Los casi ocho mil millones de habitantes del planeta hemos asistido como rebaños televidentes-telecreyentes a una guerra en la que, una vez acordado el alto el fuego, no hay un claro vencedor ni un claro vencido, una guerra efímera que, se puede decir, no ha existido o solo ha existido en los medios de (in)formación de las masas. 
 
    Esta estrategia de diuide et impera mantiene a las élites en el poder, que orquestan crisis sanitarias, económicas, climáticas, bélicas... para desviar la ira popular. Es posible, creen algunos, que nuestros mandamases, que son los más mandados, teman una o más revueltas como el auge de los chalecos amarillos en Francia en 2018, que aterrorizó enormemente al napoleónico presidente del país vecino, o el 15M en las plazas españolas en el año del Señor de 2011, aquel estallido enseguida sofocado y asimilado al fin por el Poder. 
 
Fotomontaje de Gabriel Pérez-Juana 

    Los repetidos llamamientos de los líderes europeos, capitaneados por la madama que los regenta, a la creación de un ejército paneuropeo con el objetivo de extraer unos 850.000 millones de euros de los contribuyentes, acompañados de una retórica propia de la "tercera guerra mundial", podrían tener como objetivo sumergir a la población en un conflicto global que sofoque cualquier posible rebelión.

martes, 17 de junio de 2025

¡Esto es la guerra!

    Publicaba el pasado 14 de junio el filósofo italiano Giorgio Agamben un billete breve titulado “El estado y la guerra” en su página habitual, que reproduzco traducido aquí por el interés de hacernos ver cómo las guerras que se llevan a cabo en el mundo en la actualidad no son más que el resultado de la puesta en funcionamiento de las maquinarias de guerra que llamamos Estados:  
 
    "Lo que llamamos Estado es, en última instancia, una máquina de hacer la guerra y, tarde o temprano, esta vocación constitutiva termina por emerger más allá de todos los propósitos más o menos edificantes que pueda darse a sí mismo para justificar su existencia. Esto es hoy particularmente evidente. Netanyahu, Zelenski, los gobiernos europeos persiguen a toda costa una política de guerra para la que sin duda pueden identificarse propósitos y justificaciones, pero cuyo motivo último es inconsciente y descansa en la naturaleza misma del Estado como máquina de guerra. Esto explica por qué la guerra, como es evidente en Zelenski y en Europa, pero como también es cierto en el caso de Israel, se persigue aun a costa de la posible autodestrucción propia. Y es vano esperar que una máquina de guerra pueda detenerse ante este riesgo. Proseguirá hasta el final, sea cual sea el precio que tenga que pagar".
 
  
    Mucho antes que Agamben, Randolph Bourne (1886-1918), escribió un lúcido ensayo contra la guerra cuyo título en forma de aforismo lo decía todo: War is the Health of the State. Fue redactado en 1918, encontrado entre sus papeles y publicado a título póstumo en 1919. Es un texto inacabado, concebido como la primera parte de un libro más amplio titulado: The State:   La guerra es la salud del Estado. 
 
    Antes que Bourne lo había dicho Heraclito de Éfeso: la guerra es el padre de todo (o si se prefiere 'la madre', porque pólemos, que es el nombre de la guerra en su lengua, tiene género gramatical masculino mientras que en la nuestra es femenino), y el rey o régimen de todo, que a unos hizo libres y a otros esclavos, estableciendo la principal diferencia de clases sociales en la antigüedad, pero también hombres y mujeres, niños y adultos, jóvenes y viejos, para que nos enfrentemos los unos con los otros.
 
    Hay una fábula moderna y anónima por lo que a mí se me alcanza que cuenta que unas hormigas rojas y otras negras convivían en paz y armonía -todas eran hormigas- hasta que un día una mano negra agitó con un palo el hormiguero. Las hormigas rojas creyeron que habían sido las negras y las negras que habían sido las rojas las que habían provocado la conmoción, y se enfrentaron entre sí hasta destruir el hormiguero por completo y aniquilarse las unas a las otras. La mano negra había sembrado la división y creado un enemigo que antes no existía y había desatado la guerra dentro de una comunidad que había vivido en paz, cuando había sido ella la que había provocado la destrucción del hormiguero a la que habían colaborado las propias hormigas creyéndose enemigas las unas de las otras...  
 
    Alguien o algo más bien había hecho que las hormigas tomaran conciencia de que, a pesar de ser todas lo mismo, unas eran "rojas" y otras "negras", descubrimiento que hizo que surgiera el concepto de raza y agitó su convivencia haciendo que se enfrentaran las unas a las otras y se consideraran enemigas hasta el punto de declararse mutuamente la guerra y exterminarse. En realidad, el verdadero enemigo de unas y otras era la noción de raza que habían adquirido, que era lo que había sacudido el hormiguero y sus conciencias. La moraleja, innecesaria por otra parte, de esta fábula es que el conflicto no nace de una fuerza externa que  manipula a las hormigas haciéndolas enfrentarse, sino de la conciencia que tomaron. 
 
 
    El Estado, en efecto, se sirve de la guerra para extender su dominio sobre otros Estados y para, como escribirá Agamben, convertir en su seno el Estado de Excepción en la regla, y en hacer del campo de concentración su realización más cumplida.  De Bourne dábamos cuenta en La guerra saludable del Estado  y, sobre todo, en El Estado es la guerra (Bourneana), donde se recogían algunas de sus formulaciones más agudas. Conviene releerle en estos tiempos que son los mismos que los suyos por aquello de que hoy es siempre todavía.

domingo, 1 de junio de 2025

A la tercera va la vencida.

    La impresentable presidenta que regenta la Unión Europea ha recibido el premio Carlomagno 2025, el máximo galardón del viejo continente para quienes como ella promueven los devaluados valores europeos: una defensa ofensiva, mayor innovación tecnológica -¡lo que nos faltaba!-, ampliación de la UE a nuevos miembros -más Una, más Grande, más Libre-, y la protección de la democracia -no faltaba más, la democracia es la perfección ideal del Régimen- y de la resiliencia, que es el nombre secular de la vieja resignación cristiana. 
 
    La lógica implacable del lenguaje orgüeliano se ha implantado en el discurso político europeo en la lengua del Imperio, of course, que ya no es el latín, sino el inglés. Según dicha lógica, war is peace,  la guerra es el camino hacia la paz -si uis pacem, para bellum, que decían los romanos, y así les fue- mientras que la paz es solo una tregua para preparar la guerra, que es el objetivo de toda política que se precie, por aquello de aquel barón y militar prusiano de que la política no es más que la continuación de la guerra por otros medios (no menos violentos al fin y a la postre), y, podemos añadir nosotros, viceversa, la guerra no es solo la continuación de la política, sino el acto esencialmente político que fundamenta el dominio del Estado sobre el pueblo. 
 
     Los europeos nos hemos visto embarcados de la noche a la mañana en un buque pilotado por unos gobernantes que cual caballeros medievales pretenden “hacer sangrar a Rusia”, con el declarado pretexto de salvar a la princesa que es Ucrania atacada por el dragón, que es Rusia,  para lo que es preciso no solo armarse de valor, sino además de armas de destrucción masiva, no vaya a ser que la ocasión nos pille indefensos e inermes. Nos arrastran, pues, con los ojos vendados a la que ya se ha bautizado, por aquello de que no hay dos sin tres, como la tercera guerra mundial, y ya se sabe que como dice a veces la gente, a la tercera va la vencida: el desastre de un conflicto en el que todos seremos perdedores. Europa vuelve a ser raptada y arrebatada por el toro bravo de la beligerancia geoestratégica.
 

    El silencio del pueblo, de la gente, clama al cielo y resulta ensordecedor en todos los países, por no hablar de los presuntos intelectuales orgánicos, que callan como putas, lo que son. Hemos sido anestesiados, insensibilizados a fuerza de informativos telediarios. Cuando alguien levanta su voz contra el rearme enloquecido que predican, proponga o no otra cosa, porque para oponerse a algo no hace falta dar alternativas, sino decir simple- y llanamente que no, es enseguida tachado de “marioneta de Putin”, de hacerle el juego al zar ruso, que es lo que él quiere, que todos bailemos a su son. No hay matices: o estás conmigo o contra mí.
 
    Uno puede condenar la invasión rusa de Ucrania, camuflada de operación especial (militar), pero puede comprender a la vez que es la lógica consecuencia de la persistencia de una organización (militar) cancerígena como es la OTAN, calificada de defensiva, y que, lejos de disolverse cuando desapareció el Pacto de Varsovia, como hubiera sido lo esperado al no tener en frente al bloque comunista rival, siguió ampliándose y llevó su expansión, que ya es metástasis, hasta las fronteras mismas de Rusia, violando los tratados internacionales.
 

    La guerra de Ucrania, que vino a sustituir a la guerra contra el virus coronado en todas nuestras pantallas, tanto las hegemónicas del salón de casa familiar, presidido por el televisor, como las de nuestros móviles individuales, dura ya tres años; las víctimas a ambos lados superan con mucho el millón, aunque ninguno de los países enfrentados dé cifras fidedignas de muertos, heridos y mutilados. A lo que hay que añadir los millones de ucranianos -o ucranios, según el execrable Periódico Global(ista), que huyeron del país, unos a Europa Occidental, llegando algunos hasta las Españas mismas, otros a Rusia, todos ellos intentando escapar de la violencia desatada por sus democráticos gobiernos, un auténtico desastre. Y nuestros democráticos gobiernos, negándose a aceptar que, dada la desigual relación de fuerzas, la guerra está perdida, arropan al presidente ucraniano, el títere NATO de los Estados Unidos,  prometiendo el envío de más armas y dinero y hasta tropas auxiliares si hacen falta, para que el ejército de ese país siga luchando hasta el último hombre y la última mujer equiparada al hombre en el arte de la guerra. 
 
    Buen tema musical sobre manipulación mediática en el siguiente vídeo del rapero Yaco: Ucrania.
 

miércoles, 23 de abril de 2025

Soplan malos vientos

    Hay quien acaricia la idea de encerrarse en una burbuja y refugiarse en un búnquer blindado, por lo general subterráneo, a prueba de bombas y bombardeos, y a salvo de las amenazas del mundo exterior. Hay quien desea construir un refugio en el sótano de su casa, y el que vive en un bloque de pisos o nichos de viviendas acaricia la idea de construir un búnquer en condominio, comunal en el que poder sobrevivir en caso de emergencia bélica durante varios días haciendo acopio de provisiones, básicamente agua, alimentos y medicamentos. Y ante la demanda se genera la oferta, y viceversa, surgiendo enseguida emprendedores y empresas que hacen realidad ese proyecto. 
 
     Este frenesí europeounionista me ha traído a la cabeza enseguida la película de 1986 "When the Wind Blows" (en español, "Cuando el viento sopla"), un filme británico animado dirigido por Jimmy T. Murakami y basado en un cómic homónimo, con música de David Bowie y de Roger Waters (de Pink Floyd). Narra la historia de un matrimonio de jubilados que viven en la campiña inglesa. Cuando se anuncia una inminente guerra nuclear, siguen instrucciones del gobierno para construir un refugio improvisado en su casa. La película es profundamente emotiva y crítica, mostrando cómo estas personas simples, confiadas en las autoridades, afrontan el desastre con ingenuidad y esperanza… mientras la realidad se vuelve cada vez más sombría. Puede verse el trailer aquí mismo o completa y doblada al castellano la película en esta página de Internet Archive.
 
 
    Hay que reconocer que la fascinación por los búnqueres es la misma que la de los confinamientos -lockdowns según el anglicismo imperial-, algo demencial sin duda y disparatado, pero lógico habida cuenta de la estrategia fobopolítica, destinada a aterrorizar a la población con la martilleante propaganda actual de una inminente agresión por parte de Rusia, que, como se ve, está empezando a dar sus primeros frutos notables.  
 
    No es difícil imaginar, en efecto, que los mismos que ahora están fascinados por el búnquer son los mismos que, hace cinco años, se confinaron eufóricos en casa durante semanas bajo arresto domiciliario sin ningún atisbo de claustrofobia, pensando que era una medida para salvar vidas -las suyas y las de los suyos-, los mismos que se descargaban de la Red el pasaporte sanitario para beneficiarse de la libertad provisional autorizada por el Estado terapéutico y filantrópico. 
 

    Ya se ve hacia dónde vamos, o mejor dicho, hacia dónde nos llevan arrastrados: hacia una sociedad del encierro generalizado que puede justificarse con argumentos sanitarios (lucha contra el virus o contra el cambio climático) o bélicos. El resultado sigue siendo el mismo: la población aterrorizada evita el contacto y contagio social, se encierra en su esfera privada y renuncia espontáneamente a su libertad en nombre de la seguridad puesta en peligro por la presunta emergencia terrorífica. Asistimos así a la atomización de la sociedad, a la eliminación de la esfera pública y al dominio de la lógica individualista del «sálvese quien pueda». 
 
    El miedo se confirma así como una estrategia política de primer orden para los grupos dominantes. Tienen un buen juego en aterrorizar al máximo a la población, para luego poder administrarla a su antojo: el sujeto aterrorizado está dispuesto a hacer literalmente cualquier cosa con tal de asegurar su propia existencia, declarada en peligro por el orden discursivo dominante. 
 
Masoquista, de R. Topor 
 
    ¿Hará falta recordar que Rusia no tiene intención de invadir Europa, entre otras cosas porque, si hubiera querido hacerlo, ya lo habría hecho hace tiempo, sin esperar a que el viejo continente del que ella misma forma parte se reorganice y se rearme? Por el contrario, es Europa la que está provocando a Rusia en todos los sentidos, como si realmente quisiera acabar siendo atacada para tener la excusa perfecta y genial del contrataque. La disparatada propaganda de la inminente agresión rusa sólo sirve para poner en marcha las estrategias gubernamentales evocadas anteriormente y, por supuesto, para reforzar en exceso la industria bélica, quizás reconduciendo la producción de automóviles eléctricos que iban a salvar el planeta en tanques que van a destruirlo.

sábado, 12 de abril de 2025

'La espada se anuncia con vivo reflejo' (Rubén Darío)

Corría el año del Señor de 2010, y en el parlamento español el presidente del Partido ¿Popular? le había exigido al Presidente del Ejecutivo y del Partido ¿Socialista? ¿Obrero? Español que no se anduviera con medias tintas y que reconociera abiertamente y sin tapujos el carácter bélico de la misión de Afganistán a donde se habían enviado tropas españolas después de haberlas retirado pacíficamente de Iraq.
 
Un diputado que se sentaba en el banco azul de las cortes españolas, o sea, en el del gobierno, y que era además el portavoz parlamentario del ejecutivo pontificó que la palabra inglesa “war” no significaba “guerra”. Supongo que constará así en el libro de actas de las cortes españolas: «en la lógica del uso de la lengua inglesa la palabra guerra, 'war', se utiliza de manera polisémica», de lo que escribimos en su día en Llaman paz a la guerra.
 
 
Era su manera no poco hipócrita de explicar lo que sucedía entonces en Afganistán, que no era una guerra ni un conflicto bélico, ni siquiera un campo de batalla, sino algo distinto y relacionado con la política supuestamente pacifista de su jefe de Gobierno, que había sacado las tropas españolas de Iraq y las había llevado a Afganistán, como nos recuerdan aquellos versos que compusimos: El Ministro de Defensa /  o, en honor de la verdad, / propiamente, de la Guerra, / que es la realidad, / del reyno de las Españas, / retira tropas de Iraq / que, acto seguido, destina / al frente de Afganistán. 
 
La rebuscada explicación que daba aquel mastuerzo era que la palabra anglosajona «war» era polisémica Argumentaba que un inglés podía decir tranquilamente guerra contra el crimen o guerra contra el cáncer o contra el terrorismo o contra el narcotráfico o contra el cambio climático, por ponernos a la última, porque ellos tenían la suerte de tener una palabra polisémica, como si nuestra «guerra» no lo fuera en los mismos casos. 
 
El entonces presidente de los Estados Unidos de América hablaba abiertamente de "war in Afganistan", pero eso no tenía la mínima importancia porque esa palabra, en boca de cualquier hablante anglosajón, no significaba lo mismo que nuestra "guerra". Muchos diputados y diputadas ponían cara de no dar crédito a lo que oían, pero guardaban silencio. El portavoz del gobierno español insistía en que aquello era "una misión de paz de la ONU", que podía tener muchísimos riesgos, a veces muchísimos más que una mera guerra de ocupación.  
 
 
En esto de las guerras hay siempre camuflaje (de guerra), por eso en Vietnam nunca hubo una guerra propiamente dicha, sino una intervención. ¿Cuántos eufemismos no habrá para enmascarar la palabra guerra? En la lengua del Imperio se han utilizado también “police action” y “conflict”, intencionadamente, con la finalidad de evitar el uso de “war” por razón de que es el Congreso el único órgano capaz de declarar estado de guerra bajo la Constitución estadounidense, y proclamando que es un conflicto evitamos la declaración de guerra parlamentaria.  
 
El a la sazón presidente estadounidense tenía que cumplir sus promesas electorales de terminar de "democratizar" –miedo daba esa palabra en sus labios- Afganistán, y continuar con el plan estratégico de dominación de anteriores administraciones yanquis, ya que él, que no deja de ser un mandado como cualquiera de nosotros, no puede hacer otra cosa que no sea lo que ya está hecho.  
 
Cuando se le anunció la concesión del Premio Nobel de la Paz, declaró que entendía la concesión de dicho galardón "como una llamada a la acción". Ya está claro a qué se refería con lo de la “acción”, a lo mismo que cuando se dice de una película que tiene "acción". He aquí pues la acción prometida: el envío de treinta mil soldados más -a morir y/o a matar- al frente de Afganistán.    
 
 
En su discurso con motivo de la aceptación del galardón, desenterró el fetiche dialéctico de la guerra "justa", que es el mismo que utilizan los terroristas enemigos del sistema y que denominan "guerra santa" porque la justificación de su guerra es religiosa, mientras que la del emperador democráticamente electo es una cruzada laica, y postmoderna, en nombre de la democracia, la libertad (de mercado), los valores occidentales y blablablá.   
 
Por lo menos, una cosa había que agradecerle al Premio Nobel de la Paz del año del Señor de 2009: que hubiera llamado a las cosas por su nombre y reconocido que su país estaba embarcado en dos guerras ("wars", en el idioma del Imperio), y no hubiera utilizado los eufemismos con los que nos maquillan la realidad aquí los políticos del Ruedo Ibérico, para que no nos enteremos de qué va la cosa, de "misiones humanitarias de paz" , "conflictos bélicos" y demás zarandajas y engañabobos.   
 
Digámoslo de una vez por todas: la yihad de los unos y la guerra "justa" de los otros es la misma cosa.

martes, 8 de abril de 2025

Guerra contra lo que sea (y II)

     Era el 16 de marzo del año del Señor de 2020 cuando el napoleón francés declaraba seis veces durante su discurso televisado desde el Palacio del Elíseo: “¡Estamos en guerra!”. Su homólogo hispano cacareó lo mismo entonces y lo ha vuelto a cacarear hace un mes: “Todavía estamos en guerra”, aunque no se refería ya a la crisis de la enfermedad del virus coronado, sino a la que ha venido a sustituir a aquella dentro de la sociedad del espectáculo en nuestras mentes y pantallas. 

 
 
    En febrero de 2022, esta retórica marcial, inicialmente motivada por la crisis sanitaria, había pivotado hacia un discurso frontal- y expresamente militar, beligerante. El gerifalte francés convertía la operación rusa en Ucrania en una amenaza geopolítica - ¡cómo les gusta este palabro!- y, recientemente, durante una conferencia en París que reunía a veinte dirigentes europeos, mencionó el posible envío de tropas al frente de combate. Ha argumentado, si a eso puede llamársele argumentar, que Rusia representaba "una amenaza existencial" para Europa, y propone en francés como solución a ese problema la guerre como un fin inevitable, lógico e incluso legítimo porque se supone que los europeos actuaríamos en defensa de nuestra propia identidad internacional o continental, en defensa propia.
 
    La alineación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es un eje central de esta estrategia. Por eso la consejera teutona abogaba ante sus vasallos por una "defensa europea" integrada en la Alianza, lo que se traducía en la propuesta de 850.000 millones de euros, se supone que digitales ya a estas alturas, para la puesta en marcha del plan REARM Europe, cuando lo más sensato, habida cuenta de que, como dice el vulgo las armas, las carga el diablo, y una vez cargadas hay que descargarlas descerrajando tiros a trochemoche, sería renunciar a rearmar Europa y comenzar a desarmarla efectivamente, no invirtiendo en guerras sanitarias, que perjudican la salud y solo benefician a la industria farmacéutica, ni en guerras militares propiamente dichas que también perjudican, y mucho, a la salud, y solo interesan a la industria armamentista, celosa de la otra.
 
      Esto llega en un momento en que la lógica y el sentido común, esos valores y nociones que son esencialmente populares, dictan a cualquier persona sensata que nada, absolutamente nada justifica ni esta ni ninguna otra guerra.
 
    Esgrimen la “amenaza rusa” tanto las izquierdas como las derechas como si los tanques rusos estuvieran a tiro de piedra de la Puerta de Alcalá y los misiles estuvieran apuntándonos.
 
    No es necesario recurrir a las encuestas, manipuladas siempre, porque toda encuesta es una manipulación, para conocer el rechazo categórico del pueblo a la guerra, y al envío de tropas a Ucrania. La guerra al virus se convirtió en el virus de la guerra a la mayor gloria de los intereses militares e industriales.
 

    Nunca se dejará de citar lo que Carl von Clausewitz escribió en "Sobre la guerra" (1832): "La guerra es la continuación de la política por otros medios". Esta máxima coincide plenamente con la realidad, con la terquedad de los capitostes europeos en militarizar su diplomacia, mientras continúan actuando institucionalmente contra la voluntad del soberano que, teóricamente al menos en democracia, es el pueblo. 
 
    Ahí lo tienen. Esa es la guerra contra lo que sea. No puede decirse más sencillamente. Pero, claro, puestos a hacer la guerra contra lo que sea, que nos hará exclamar  maudite soit la guerre et ses auteurs como en el memorial francés del monumento a los muertos de la primera mundial, por qué no empezamos por hacer la guerra contra lo que existe y pronunciamos aquella máxima revolucionaria y gloriosa de ¡abajo lo existente!, es decir, la guerra misma, y le declaramos la guerra a la propia guerra y a los que enarbolan banderas y enemigos imaginarios como el virus o los rusos.
 

lunes, 7 de abril de 2025

Guerra contra lo que sea (I)

    La guerra contra lo que sea no está destinada a ganarse, sino a perdurar en el tiempo de una u otra forma porque su vocación es ser interminable. Es la guerra que libra el Régimen, el Imperio, el Poder, el Sistema o el Estado contra sus propios súbditos, contra la gente normal y corriente, contra los de abajo. 
 
    ¿Para qué sirvió la gloriosa Revolución Francesa de 1789? Para que los "súbditos" dejaran de llamarse así y pasaran a denominarse "ciudadanos", otra etiqueta para nombrar lo mismo, otro collar para el mismo perro. No es que el súbdito se convirtiera por arte de magia en otra cosa distinta de la que fuera antes de la revolución, es que cambió de nombre. También sirvió para que te la estudies, hijo mío, para el examen de Ciencias Sociales de mañana.
 
    Quizá esta guerra de todos contra todos empezó en los albores de la humanidad, pero, viniendo a lo de hoy, la figura del enemigo se ha ido difuminando y ampliando y, si no se encuentra en la realidad, se realiza en la imaginación. Se trata de la invención del enemigo imaginario, que viene a ser la actualización del infantil amigo imaginario, como propone José Luis Rábago, alias El Roto, en su viñeta cotidiana de El Periódico Global(ista).
 
    Los avatares de este enemigo imaginario son múltiples. Recuerda, por ejemplo, cuando el enemigo era el terrorista. Recuerda la guerra contra el terrorismo, que amenazaba la libertad y la democracia occidentales, por lo que no hubo más remedio que declarar el estado de emergencia, la emergencia permanente, librando una guerra televisiva contra una nación de Oriente Medio cuyas inexistentes armas de destrucción masiva no representaban ninguna amenaza para nosotros pero eran un buen pretexto para iniciar una guerra de invasión. 
 
   ¿Se te ha olvidado ya la guerra contra el virus? En la primavera del año del Señor de 2020, el Régimen declaró un estado de emergencia sanitaria global en respuesta a un virus que tenía una tasa de letalidad prácticamente ridícula. El Régimen ordenó el confinamiento de todo el mundo, considerado enfermo asintomático o susceptible, obligó a todos a usar ridículas mascarillas quirúrgicas, bombardeó al público con propaganda y bulos monumentales, coaccionó a la gente para que se sometiera a una falsa vacuna salvífica, prohibió las protestas contra sus decretos y censuró y procesó sistemáticamente a quienes osaron cuestionar o criticar su programa totalitario. Era la guerra contra los negacionistas del virus coronado, los antivacunas, los teóricos de la conspiración y contra los terraplanistas.
 
 
    Y ahora... bueno, henos aquí llegados, después de la guerra no muy exitosa todavía, aunque persistente, contra el cambio climático. Ahora toca la guerra contra los inmigrantes ilegales, sin olvidar la guerra comercial siempre presente, que ha declarado ahora el Emperador electo por mayoría democrática, una guerra esta que no deja de ser una metáfora del capitalismo global. Pero en el fondo da igual el nombre que les pongamos a esta guerra y enemigos.  
 
    No podía, sin embargo, faltar el clásico, la guerra convencional contra los enemigos de carne y hueso, en este caso contra el feroz oso ruso. Ya puede detectarse el idéntico patrón. Es la guerra contra lo que sea, la guerra interminable, siempre la guerra, necesaria para alimentar el sistema de paz paodrida bajo el que vivimos y su afán totalitario. 
 
    Una vez acabada la Guerra Fría y muerto el comunismo, el capitalismo global no tiene adversarios externos, por lo que necesita inventar enemigos internos como los reseñados. Prueba de ello es la moderna pedagogía de Bruselas contra 'casos de guerra, nuevas pandemias, ciberataques masivos o desastres naturales'. Con ese enunciado conjura una serie de “emergencias”, cada una con una “amenaza” diferente a la “democracia”, o a la “libertad”, o a “Europa”, o al “planeta”, o lo que sea, cada una con sus propios endriagos particulares.
 
     Al Régimen o Sistema le da igual si nos identificamos con la izquierda, con la derecha o contra sus extremidades respectivas o -en el medio está la virtud- con el centro, pero necesita que nos incluyamos en alguna de esas categorías definitorias.  

     El presidente francés y su homólogo español, por ejemplo, aunque son de distinto signo político, coinciden en su postura frente a la guerra que aumenta los egos, infla los presupuestos y, sobre todo, desvía la atención de los verdaderos problemas internos causados por sus mismísimos gobiernos. La postura beligerante del presidente de la República Francesa y del Reino de las Españas se inscribe en una continuidad semántica iniciada por ellos mismos al inicio de la crisis de la covidiocia.
  

lunes, 31 de marzo de 2025

¿Qué harías tú... tururú?

    Para los mileniales desprevenidos que caigan por azar aquí, si por descuido cae alguno, la URSS era la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el antepasado de la Federación Rusa actual, o simplemente de Rusia, el país más extenso del mundo. 
 
    Hace más de treinta años, el mundo estaba dividido y polarizado en dos grandes bloques: el pacto de Varsovia, que giraba en torno a la difunta URSS, y el Tratado de la Alianza Atlántica, que giraba alrededor de los Estados Unidos, y ambos sostenían la llamada Guerra Fría (o Paz Caliente), hasta que en 1991 se desmembró la Unión Soviética en naciones separadas. Dos años antes había caído el muro de Berlín.
 
    En 1983, en plena movida madrileña, el grupo Polanski y el Ardor cantaba “Ataque preventivo de la URSS”, cuyo estribillo, repetido machaconamente, preguntaba: "¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?”. Entonces se manejaba mucho el concepto de 'guerra preventiva', perfecto oximoro contradictorio. Y la canción respondía, haciendo un Sócrates: “No sé”. 
 

    Las rimas eran de lo más surrealistas y consonánticamente infantiles, pero la letra daba a entender que no molaban ni el pacto de Varsovia (que rimaba con “no tengo novia”) ni el tratado de la NATO (que rimaba con “ese señor no tiene gato”). NATO, como se sabe, es el acrónimo de la OTAN en la lengua del Imperio, o sea, al revés que en castellano. (También rimaban “loco” y “Orinoco” en aquellos inolvidables versículos: “Y el airbus se ha vuelto loco / y no me quiere llevar al Orinoco”). 
 
    El pacto de Varsovia se disolvió, pero no así la OTAN/NATO, cuyo gerifalte actual advierte a los madrileños (e indirectamente a los españoles todos) del persistente peligro ruso, dado que, según ha declarado recientemente, "un misil ruso tarda solo diez minutos más en llegar a Madrid que a Varsovia", lo que me ha recordado a mí a la pegadiza y susodicha canción, que sigue siendo pertinente cuarenta y dos años después modificando un poco la letra del estribillo: ¿Qué harías tú, si lanza Rusia un misil desde Moscú? 
 
    Y ante estas preguntas el Periódico Oficial del Régimen, el Diario Global(ista), se apresura a vendernos el kit de supervivencia recomendado por la Unión Europea para la supervivencia de sus súbditos (y súbditas): almacenar agua, comida y medicinas para subsistir setenta y dos horas, tres días enteros, sin ayuda externa. Bruselas ha programado un plan para 'casos de guerra, nuevas pandemias, ciberataques masivos o desastres naturales', metiéndolo todo en el mismo saco para prepararnos a los europeos ante una más que posible crisis de la índole que sea, un plan que, haciendo pedagogía, se va a explicar durante este curso académico ya en los colegios para que desde bien pequeñas las tristes y tiernas criaturas estén preparadas ante lo que las espera, que es el futuro que nos están preparando y diseñando. 
 
    La gente -la ciudadanía, que dicen los políticos inclusivos para no tener que desdoblarnos innecesariamente en ciudadanos y ciudadanas-, sin embargo, se pregunta, escéptica por naturaleza, por qué los rusos, que son nuestros enemigos, no nos atacarán ahora sabiendo como sin duda saben que estamos desarmados e inermes en la actualidad y que necesitamos rearmarnos invirtiendo un dineral en la industria bélica, celosa como está de su hermana la farmacéutica. ¿Son tan nobles nuestros enemigos que están esperando a que nos armemos para entablar combate en igualdad de condiciones?  
 
    La nueva estrategia -nunca mejor empleado un término en su sentido etimológico, que deriva del griego estrategós, como se llamaba al general que estaba al frente y al mando de un ejército, podría acompañarse del himno covidiótico y resiliente “Resistiré”. 
 
    Habría que recordar que el mayor peligro que amenaza a Europa no es otro que la propia Unión Europea que quiere rearmarnos desde Bruselas, que es su capital, a cuyo fin nos inyecta miedo con el discurso de que viene el lobo cuando resulta que el lobo es ella misma, disfrazada, eso sí, con la pelleja del cordero. Europa debería liberarse en primer lugar de la idea de Europa y en segunda y no menos importante instancia de la Unión Europea, haciendo mutis por el foro.