En vez de la palabra "rearme", que es un término que no le gusta mucho y que, por lo tanto, no comparte mucho, el presi del ejecutivo prefiere camuflarlo como “salto tecnológico para reforzar la autonomía estratégica y para mejorar las capacidades de defensa”. Ahí queda eso. El mismo perro viejo, sarnoso y pulgoso con reluciente nuevo collar retórico. Y lo justifica pedagógicamente recurriendo al infame eufemismo: sustituye una palabra que entiende todo el mundo -rearme- por una frase incomprensible: "Tenemos que hablar de otra manera y dirigirnos a los ciudadanos (se le olvidaron 'las ciudadanas', error imperdonable en su pulcra corrección política) de otra manera cuando hablamos de la necesidad de mejorar la seguridad y las capacidades de defensa". Semejante sandez me recordaba a mí a aquella otra cuando decidió llamar al "toque de queda" que impuso en las Españas "restricción de movilidad nocturna".
sábado, 22 de marzo de 2025
El rearme
viernes, 7 de marzo de 2025
Contra la guerra (Tibulo)
En el Día Internacional para Concienciar sobre el Desarme y la No Proliferación, que fue anteayer, 5 de marzo, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, los gobiernos de la Unión Europea, incluido pese al Brexit, no faltaba más, el británico, e incluido también, no iba a ser menos, el gobierno más progresista de la historia de las Españas, deciden que la prioridad europea es gastar 800.000 millones de euros en armas para la paz... Locos están estos gobiernos democráticos nuestros, han perdido la razón. En lugar de desarmarse deciden todo lo contrario: rearmarse. Lo disimulan -camuflaje de guerra- diciendo que es por la paz amenazada y hablan de defensa de los derechos humanos y de la democracia, lucha contra el terrorismo, misión humanitaria, y, colmo de los colmos, llaman a las tropas de las fuerzas armadas fuerzas... de paz.
miércoles, 5 de marzo de 2025
Ochocientos mil millones de euros.
-Respuesta: Si mis propios hijos quisieran ingresar en el Ejército, y si fuera necesaria una misión militar en el extranjero, entonces tendrían que ir. Y yo temblaría y me preocuparía tanto como cualquier otra madre.
(Respuesta diplomática donde las haya. Pone dos condiciones: en primer lugar que sus hijos quisieran formar parte voluntariamente del ejército alemán, y en segundo lugar que fuera necesaria la participación del ejército en una misión exterior, es decir, llamemos a las cosas por su nombre, en una guerra. Si así fuera, tendrían que ir, tanto ellos, los dos varones, como ellas, las cinco féminas, sin ninguna discriminación sexual puesto que la milicia ya no es solo 'cosa de hombres' sino que se ha generalizado profesionalmente a ambos sexos. Esto último no lo dice ella, pero se sobreentiende: la mili, en muchos países europeos, ya no es obligatoria, sino voluntaria, y el ejército es una profesión más. Pero destaca finalmente este gesto de humanidad maternal de la matriarca que no dudaría en enviar al frente a sus criaturas, presentándose a sí misma “como cualquier otra madre”, temblando y preocupada por sus vidas.
-Pregunta: ¿Alguno de sus hijos está en el Ejército?
-Respuesta (sonriendo porque ese no es su problema): No.
A lo cual el presentador del programa de la NDR comenta sarcástico:
-No, no son estúpidos. Afortunadamente, no.
Esta matriarca, abnegada madre de familia numerosa como las de antaño de siete hijos, cinco hembras y dos varones, no tiene a ninguno de sus vástagos en la Bundeswehr o Defensa Federal, que es el eufemismo alemán para denominar al Ejército, por lo que no le atañe ese problema personal, por eso sonríe; no es su problema. Sus hijos no pertenecen a las fuerzas armadas ni van a tener que ir a luchar a la estepa rusa contra el malvado zar y sus mesnadas.
Pero ella, a fecha de hoy, insiste en que conseguir una paz duradera “solo puede construirse sobre la fuerza”, se sobreentiende 'armada', y por eso se propone el rearme del engendro de la Unión Europea. Lo mismo que hizo hace cinco años con las diez dosis vacunales que compró a los laboratorios para cada europeo disparando entonces el gasto sanitario para salvar vidas que no estaban en grave peligro.
Hoy vuelve a dispararse el gasto, porque se trata de movilizar el dinero para que no se estanque, en pistolas que no hacen ninguna falta para asegurar un futuro que es inseguro por definición. Pero ella, erre que erre, pontifica: "Vivimos tiempos peligrosos, la seguridad europea está muy amenazada". Pero son sus palabras mismas las que están creando la amenaza que describe.
sábado, 23 de marzo de 2024
Pareceres XLIII
211.- La Sagrada Familia. Al parecer el propio Jesús de Nazaré, inseminado artificialmente por el Espíritu Santo, no era hijo único, como se nos ha hecho creer torticeramente a lo largo de los siglos, sino que tenía varios hermanos, hecho que se desprende de la atenta lectura de los evangelios canónicos: Leemos en Marcos, 6, 3, y en Mateo 13, 55, entre otras menciones que pueden rastrearse en el Nuevo Testamento: ¿No es éste acaso el carpintero, hijo de María y hermano de Santiago y José, Judas y Simón?). Así que nada de familias con un único pensamiento o hijo único, o a lo sumo con una parejita heterosexual, no, nada de eso: la Sagrada Familia era una familia numerosa, como las que había antaño, y no como las unipersonales que hay ahora, que no son familia ni nada parecido.
212.- ¡Símbolo franquista, fuera de la vista! Algún poetastro venido a menos se ha sacado de la manga este ripio de doce sílabas, compuesto de dos hemistiquios hexasilábicos de ritmo trocaico, con rima total o consonante en -ista (sin haberlo procurado, he compuesto un pareado), para corearlo en alguna manifestación autorizada, desfile militar o procesión religiosa o laica, que todo es lo mismo. Su carácter reivindicativo salta a la vista. Se trata de exigir al gobierno de turno que desmantele los símbolos de la España del caudillo F.F.: algún que otro busto, alguna que otra estatua ecuestre, algún que otro letrero de alguna que otra calle, por ejemplo la del 18 de Julio, que recuerda con su ominosa fecha el alzamiento nacionalista, que quedan por ahí. Pues no, mejor que no nos los quiten, que los dejen donde están por el bien de nuestra (des-)memoria histórica: a ver si así caemos en la cuenta de que en realidad nada ha cambiado, si se exceptúa la simbología y nomenclatura. ¿Qué más da que en las monedas aparezca la faz del caudillo que la de su sucedáneo el monarca borbónico? ¿Qué más da incluso que a la vieja moneda, la peseta aquella, se le haya cambiado el nombre, si lo fundamental es que sigue habiendo monedas y que el dinero sigue contando y sonando?
214.- No somos nadie. Tenemos un nombre propio y unos apellidos, títulos académicos, un empleo, un “curriculum uitae”, es decir una historia, o una biografía detrás, una propiedad o una cuenta bancaria (o, si no lo tenemos, aspiramos a ello porque nos han metido en la cabeza que eso es importante, cifrando en ello el status de nuestro grado de felicidad), pero, a pesar de todo eso y por debajo de esa máscara, sentimos lo que late en lo más hondo (y el pueblo a veces lo reconoce y lo dice cuando se muere alguien), ay, que no somos nada, no somos nadie.