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jueves, 1 de mayo de 2025

Pareceres LXXIV

361.- El origen de la guerra. Si el coño, como sugiere el cuadro de Gustave Courbet (1819-1877), es el origen del mundo, no deja de ser también y por ello mismo el origen de la guerra, que es tan vieja como el mismo mundo, y que es la madre de todas las cosas en las lenguas romances como la nuestra -o el padre en aquellas en las que la palabra es de género masculino, como el griego antiguo (ho pólemos) o el alemán moderno (der Krieg). Ya el poeta Horacio dejó escrito aquello de que antes de que Hélena se convirtiera en casus belli de la primera guerra mundial literaria occidental de la que tenemos registro escrito, la de Troya, la mujer había sido objeto de otras guerras (Nam fuit ante Helenam cunnus taeterrima belli / causa). El poeta no dice la mujer, sino el "coño", literalmente aludiendo al todo con la mención de la parte. Y no había sido un motivo de guerra cualquiera, sino uno muy sangriento y cruel. La artista francesa contestataria que se hace llamar Orlan (1947-...) ha parodiado el lienzo de Courbet al menos en dos ocasiones mostrando una verga en erección y titulando su obra, precisamente: El origen de la guerra a fin de criticar la falocracia patriarcal. No es una verga en estado de reposo, sino arrecha, la que quiere poseer ese coño que origina el mundo, y que sería el origen de la guerra. 
 
 
362.- Bancos públicos unipersonales. El viajero que ha estado en Helsinki vuelve contando que la capital danesa es una ciudad preciosa, y que ha visto cosas que no había visto hasta entonces y que lo han entristecido como los bancos individuales donde los viejecitos que se sienten no van a poder hablar con nadie más que consigo mismos, solos como están y como se sienten y se sientan, unos bancos donde no podrá echarse a dormir ningún indigente o vagabundo que no tenga techo ni catre en que yacer. No deja de ser una arquitectura hostil, cada vez más individualista. Los bancos públicos individuales te ahorran, además, tener que mirar a otra persona que se siente en ellos, porque miran en direcciones diferentes. Al parecer, ha contado el viajero, también hay bancos para parejas, donde caben dos personas, porque dos se hacen compañía, pero no tres porque ya son, como dice el refrán, una multitud. 
 
 
363.- Contenedores policiales. Se han instalado, según las noticias que me llegan, en algunos puntos de la geografía nacional contenedores de basura digitales que para abrirse y permitirnos depositar nuestros residuos reciclables nos piden al modo policial previamente que nos identifiquemos. Un paso más hacia el estado totalitario que soñó Órgüel y que personificó con la metáfora del Big Brother, Gran Hermano o Hermano Mayor. La gente que va a tirar la basura y se encuentra con estos engendros se pregunta, como es natural: ¿Por qué y para qué tengo yo qué identificarme al ir a tirar la basura, que es una cosa que suelo hacer una vez cada día? ¿Por qué voy a ceder mis datos particulares de horarios, veces que abro el contenedor al ayuntamiento o a la empresa que gestiona la recogida y procesamiento de los residuos? Estos contenedores digitales son contraproducentes porque puede suceder que al estar permanente cerrados la gente deposite los residuos fuera. La identificación debe hacerse con tarjeta física, aconsejable para los mayores (se aprieta el botón y se arrima la tarjeta al visor, se oye una señal acústica y entonces se procede a abrir el contenedor y a depositar la basura), o se puede hacer con la aplicación del móvil, aconsejable para los jóvenes, o con el código de lectura rápida QR. A partir de ahora, dice la publicidad de este vídeo en catalán, que se entiende sin mucho problema, reciclar va a ser más que fácil, va a ser refácil. 
 
 
364.- Una temporada en el infierno. Publicaba Giorgio Agamben un bello texto el pasado 8 de marzo titulado Allegoria della politica, en el que decía, entre otras cosas: Todos estamos en el infierno, pero algunos parecen pensar que no hay nada más que hacer aquí que estudiar y describir minuciosamente a los demonios, su horrible apariencia, sus comportamientos feroces, sus tramas traicioneras. Y añadía: (La verdadera política) comienza en primer lugar con saber dónde estamos y que no se nos da escapar tan fácilmente de la máquina infernal que nos rodea. Para concluir: Del bien sabemos poco y no es un tema que podamos profundizar; del mal solo sabemos que fuimos nosotros mismos los que construimos la máquina infernal con la que nos atormentamos. Tal vez una ciencia del bien y del mal nunca ha existido y de todos modos aquí y ahora no nos interesa. El verdadero conocimiento no es una ciencia, es más bien una salida. Su lectura me ha traído a la memoria aquella seguiriya gitana que escribió, creo, algún antepasado: Perdido no busco / ningún paraíso, / solo quiero, mi vida, escapar de este / infierno maldito
 
365.- El rearme o salto tecnológico en defensa. El embeleco de la Unión Europea con sus 27 Estados presuntamente soberanos, en realidad vasallos feudales, de los que muchos no son más que trocitos de territorios -estatículos, fruto del desmembramiento de antiguos estados o imperios- que partieron los ganadores de las últimas guerras, o ciudades que son paraísos fiscales (Malta, Bulgaria, Rumanía, Letonia, Lituania, Estonia, Croacia, Estonia, Eslovaquia, Chequia, Luxemburgo), votan democráticamente apoyar las decisiones de la Comisión Europea que regenta la aristócrata teutona que adquirió diez dosis para cada europeo favoreciendo en aquella ocasión a la industria farmacéutica y ahora a la armamentística, a fin de cuentas todo, tanto lo uno -vacunas- como lo otro -armas- mueve capital. La Unión Europea aprueba gastar una millonada de euros (digitales o no, da igual: euros son y son un potosí) en armamento, en el rearme o “salto tecnológico en defensa”, según terminología políticamente correcta del jefe del ejecutivo español, que ha cacareado haciendo pedagogía: “Tenemos que hablar de otra manera, dirigirnos a nuestros ciudadanos de otra manera cuando hablamos de la necesidad de mejorar la seguridad y las capacidades de defensa europeas”. España, miembro de dicha Unión, se muestra conforme y aportará sus milloncejos a la hucha común. Españolitos que venís al mundo, os guarde Dios. Preparáos para subvencionar la III Guerra Mundial y para participar en ella. En ese festín vais a ser comensales y también pitanza: Entre tanto id haciendo acopio de suministros para cuando seáis llamados a filas y para cuando se produzca el próximo apagón o blackout en la lengua del Imperio. 

viernes, 20 de mayo de 2022

Más ocurrencias ajenas expropiadas

Andrés Rábago, alias El Roto, publica en la prensa diaria una serie de viñetas titulada Los desastres de la guerra, que nos recuerdan por su temática los grabados homónimos de Goya. 

 Presenta en blanco y negro, como es habitual en él, con unas manchas de rojo de sangre en este caso en pecho y mano, un soldado muerto con casco y rifle: El texto dice: Murió por una causa que nunca entendió. Murió sin entender por qué razón moría, como nos pasa casi siempre a todos y cada uno de nosotros. 

 

Al mismo tiempo, los periódicos del régimen cuentan que la guerra de Ucrania de la que nos informan puntualmente todos los días, como la orgüeliana guerra de Eurasia de la novela 1984, que es el año de la era cristiana en el que vivimos ahora, pese a que el calendario diga que estamos en 2022, se cronifica, es decir se hace crónica, como si se tratara de una enfermedad recurrente, como una rutina, como la propia paz, que es el reverso amable y políticamente correcto de la misma moneda de la guerra. 

 Podríamos, imitando a Andrés Rábago, alias el Roto, hablar de los desastres de la paz, y colocar en la lápida de cualquier tumba, a modo de epitafio, ese mismo texto: "Murió por una causa que nunca entendió". 

La imagen del soldado muerto de El Roto, por otra parte, me trae a la memoria el soneto de Arthur Rimbaud El durmiente del valle, el verso "Cada cual con su muerto carga a cuestas" que se nos ocurrió a propósito de él, y el lienzo de Courbet en el que un hombre herido, parece que sueña y duerme plácidamente.

 

El hombre herido, Gustave Courbet (1840) 

He aquí la recreación musical y la paráfrasis que hace del poema en español el cantante Pedro Guerra: 

 

oOo 

Un fragmento de Guerra y paz de Tolstoi 

 

 El príncipe se siente a un tiempo alegre y afligido por la contradicción que experimentaba entre su anhelo de algo infinitamente grande e indeterminado y la sensación de que él era un ser limitado y corpóreo, como también Natasha, a la que oía cantar acompañándose con el clavicordio: la contradicción de algo grande e indeterminado y la sensación de ser un ser limitado.