miércoles, 22 de septiembre de 2021

El durmiente del valle

    Un soneto de Rimbaud me fascinó desde la primera vez que lo leí. He intentado varias veces traducirlo al español y tratado de reproducir su ritmo, su música. En cuanto a la letra, me he separado a veces mucho del original (ya se sabe: traduttore, traditore: 'traductor, traidor'); por ejemplo, en el verso 12, donde el poeta de Charleville dice: Les parfums ne font pas frisonner sa narine ("los perfumes no hacen estremecerse la ventana de su nariz"), yo, obligado por el alejandrino partido en sus dos hemistiquios y la rima en "ío" que me había impuesto hice este hallazgo: "No le dan los perfumes ningún escalofrío". 


Manuscrito de "Le dormeur du val" Octubre 1870. Arthur Rimbaud.


 De verdor hay un hoyo donde un riachuelo canta

Añadiendo a las hierbas locamente desmayos

De plata; donde el Sol, de la montaña tanta,

Brilla; es un vallecito que hace espuma de rayos.



Boquiabierto, un soldado joven, casco caído,

Y bañándose en fresco berro azul su testuz,

Duerme; en la hierba, al aire libre, está tendido,

Blanco en su lecho verde, donde llueve la luz.



Los pies entre los lirios, duerme. Está risueño

Cual sonreiría un niño enfermo, echa un sueño:

Naturaleza, mécelo cálida; tiene frío.



No le dan los perfumes ningún escalofrío;

Está durmiendo al sol, la mano sobre el pecho

manso. Dos hoyos rojos tiene en costal derecho.


El hombre herido, Gustave Courbet (1840)

    La traducción, a veces, nos obliga a crear, o, mejor dicho, a recrear lo que otros han creado antes. En este caso se trata de un espléndido poema con un final inesperado: En el último verso del soneto descubrimos que el soldado que creíamos vivo, durmiendo plácidamente al sol tal vez una siesta en mitad de una naturaleza idílica con la mano sobre el pecho, está en realidad muerto, como el hombre herido que pintó Courbet treinta años antes de que Rimbaud escribiera este espléndido soneto a los dieciséis años, como cualquiera de nosotros mismos, muertos en vida. 

3 comentarios:

  1. Cada cual carga con el muerto/
    En esta fantasmagoría/
    Sin que haya ojos para la luz/
    Ni voces confiadas y amigas/
    El otro es un enmascarado/
    Y los amenazantes porfían/
    Si tanto porfiar necesitan/
    Es que aún se resiste, la vida.

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  2. "Cada cual con su muerto carga a cuestas".

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  3. Mucho mejor y más propicio con ese: "cada cual con su muerto a cuestas'

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