A la pregunta de qué opinaba de tener que volver al cole con la mascarilla puesta, la niña de la foto declaraba hace un año por estas mismas fechas (pero sus palabras siguen estando de rabiosa actualidad) : Es un poquito peor porque no puedes respirar del todo, pero no pasa nada, es mejor eso que morirte. El brazo de un adulto, quizá de su padre, apoyado en su hombro, parece darle cuerda a la niña adoctrinada por todos los medios para que recite como un papagayo la lección bien aprendida y salga por la tele y por las redes sociales, y sea protagonista por un día del evento de la vuelta al cole. Hay, evidentemente, detrás de esas declaraciones una enorme tarea pedagógica del Ministerio de Sanidad.
Padres y maestros pueden sentirse orgullosos de haber
logrado que sus vástagos sean más responsables que muchos adultos,
como revela esta niña adoctrinada, que para muchos es la expresión
lúcida del sentido común. Pero nada más lejos de la razón que un sentido que se pretende común a fuerza de inculcárselo desde arriba a las masas de individuos,
porque lo que expresa la encantadora niña por su boquita amordazada es una opinión personal que sólo conecta bien
con las inquietudes de alguien previamente anestesiado, hipnotizado e
idiotizado, como la mayoría democrática del país, con la creencia de que si contrae el virus va a morirse ipsofacto.
Quizá los padres de esta niña tengan miedo de que pueda pasarle algo, como suele decirse, pero
no deberían en todo caso habérselo trasmitido a esta tierna criaturita.
Que veamos en declaraciones como la de esta niña adoctrinada un modelo de ciudadanía responsable dice mucho del grado de infantilización que hemos alcanzado, carentes de sentido crítico, dispuestos a acatar cualquier medida restrictiva y a comulgar con cualquier piedra de molino que se nos ofrezca como si fuera una salvífica hostia consagrada.
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