Escribe Lucio Anneo Séneca en De clementia, 1, 1, 6: «Nemo enim potest personam diu ferre, ficta cito in naturam suam recidunt.» Nadie en efecto puede llevar una máscara durante mucho tiempo, las cosas fingidas vuelven pronto a su estado natural.
Viene a decirnos el sabio cordobés que nadie puede desempeñar un mismo papel en la vida durante mucho tiempo, porque cualquier papel que se desempeñe no deja de ser una ficción que representa uno en su puesta en escena cotidiana.
Pero la propia palabra 'máscara' no procede del latín ni del griego, sino que viene probablemente del árabe máshara, según Corominas, que significaba 'bufón, payaso, personaje risible', y de máscara derivan mascarada, enmascararse como se hace en carnaval, el mascarón de proa y la mascarilla que nuestras autoridades sanitarias, tan desautorizadas ellas, nos obligan a imponernos en lugares cerrados y en los abiertos cuando no podamos mantener la distancia de seguridad (sic) por nuestro propio bien, que suele ser la disculpa que se esgrime cuando se nos está haciendo daño.
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