Mostrando entradas con la etiqueta El Roto. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta El Roto. Mostrar todas las entradas

sábado, 17 de mayo de 2025

Teleseries y telediarios

    
Publica Anónimo García en Letras libres un artículo de obligada lectura: El sesgo de telenovela de la prensa en el que analiza el fenómeno del amarillismo sensacionalista de los medios de comunicación creadores de bulos y falsas noticias. Comienza analizando el caso de Alvise Pérez, un influencer que consiguió con casi un millón de votos tres escaños en los comicios al Parlamento Europeo de junio de 2024 con su engendro SALF, siglas de Se Acabó La Fiesta, un movimiento con el que pretendía combatir la corrupción esencial del Estado Profundo. Este influencer fue calificado enseguida por periodistas y políticos de “difusor de bulos”, lo que resulta gracioso porque eso mismo es lo que hacen los medios de comunicación y los partidos políticos, máquinas que son de generar y de difundir bulos, o como dice también Anónimo: La única ética, la única ideología, el único mensaje de la prensa (es decir: de los medios en general de ahormación) es el ruido. 
 
    Distingue Anónimo entre los bulos del sistema (propaganda gubernamental o de partidos políticos, documentos oficiales, prensa, publicidad…)  y los de un individuo influyente, más fáciles de detectar y de combatir. Los primeros pasan más desapercibidos porque quienes controlan los 'medios de producción narrativa', feliz hallazgo terminológico,  crean fácilmente la hiperrealidad que se nos impone. Pero distingue García entre los bulos sistémicos comunes a toda la población y los que solo afectan a una parte de ella, que son fáciles de detectar porque suelen ser ideológicos y los descubrimos fácilmente cuando no los compartimos porque nos resultan ajenos, mientras que los primeros nos rodean y estamos inmersos en ellos como el pez en el agua.
 
 
 
    Analicemos, por ejemplo, la protesta por el genocidio palestino. ¿Nos indignaríamos como hacemos y saldríamos a la calle a manifestarnos si la prensa no informara de ello? No evalúa Anónimo García la gravedad de la situación del pueblo palestino, sino que sugiere que prestamos atención a los temas que pasan, como ese, el filtro de los medios y desconocemos los que no lo superan, como por ejemplo el drama del pueblo saharaui. 
 
    “Para prosperar en el debate público, escribe García, un tema ha de tener los ingredientes propios de una telenovela: emocionalidad, maniqueísmo, superficialidad e intrascendencia, además de estar acompañados de buenas imágenes. Si a la audiencia le gusta y lo hace suyo, habrá más temporadas”. 
 
    La idea del filtro de telenovela de la prensa no es ninguna novedad. Comparte la esencia de los conocidos “culebrones del verano”, historias alargadas en época estival para rellenar espacios informativos que acaban convirtiéndose en espacios publicitarios que tienen una excelente acogida entre el público. No hay muchas diferencias entre las teleseries de las plataformas televisuales alargadas interminablemente hasta la extenuación y los informativos de los medios. Los sucesos se alargan porque dan audiencia y esta da dinero a patrocinadores y anunciantes. Viendo los telediarios u oyendo los partes radiofónicos, por ejemplo, da la sensación de que hay más violaciones y más asesinatos de mujeres que nunca, y no es verdad si se analizan fríamente los datos, pero al poner el énfasis narrativo en ellos da la sensación contraria.
 
     
    Lo que hay detrás del sesgo de telenovela de los medios de comunicación es el viejo arquetipo del dragón que ataca a la princesa y un caballero acude a salvarla. Los medios aplauden al caballero y denuestan al dragón.  Los políticos rápidamente se montan en el corcel y prometen salvar a la princesa. La princesa puede ser cualquier cosa que sirva para encandilar al público, y permite bulos globales cuando se trata de casos en los que hay consenso social, como el rechazo a la violencia, las agresiones sexuales o la protección a las personas vulnerables. En otros la princesa se identifica con corrientes ideológicas, como la unidad de España (o la de Ucrania), la clase obrera o nuestras tradiciones. Una tercera categoría híbrida conforma elementos sobre los que existe consenso pero que son apropiados por corrientes ideológicas, como las mujeres, la privatización de la sanidad o la libertad de expresión. 
 
    Para salir del sesgo de telenovela de la prensa que determinan los algoritmos ('por un perro que maté, me llaman mataperros'), habría que prestar interés a los temas que no pasan el filtro, y abordar con recelo los que sí, y en todo caso, dudar de nuestras propias convicciones y adoptar imaginariamente posturas contrarias a las inicialmente nuestras. Y muy buen consejo, que recuerda a mí un poco a Gorgias que aconsejaba combatir la seriedad con la risa y la risa con la seriedad: "Tratar con pasión los temas sosegados y con sosiego los temas apasionados. Y no darle demasiada importancia a nada".
 

viernes, 9 de mayo de 2025

El asunto de las balas

    ¿Qué son quince milloncejos de balas comparadas con la infinitud de los granos de arena de las playas y desiertos? El contrato del Ministerio del Interior del Gobierno de las Españas con una empresa balística israelí no es nada en comparación con las diez mil cuatrocientas setenta millonadas de euros que quiere invertir en Defensa para cumplir con el requisito militar que nos impone la OTAN de destinar el 2% de nuestro PIB durante este mismo año del Señor de 2025, y que nuestro querido presi espera sacar de la chistera de no se sabe dónde, pese a no haber dinero, según dicen, para viviendas y servicios sociales, ni para sanidad, ni para educación, ni para la discapacidad, ni para la pobreza extrema, ni para la desigualdad territorial, ni para la conciliación familiar y las familias ni para nada de nada, pero sí, según parece, para la guerra, que es lo que importa y lo que está mandado.
 
    La escandalera que se ha organizado a cuenta no tanto de las balas como de que nos las suministre una empresa de Israel para surtir de munición a la Benemérita Guardia Civil no tiene mucho sentido, porque lo único que se pone en cuestión no es la mercancía en sí sino el carácter criminal del vendedor. 
 
     Al parecer la Abogacía del Estado, pragmática ella, no era partidaria de rescindir el contrato esgrimiendo como argumento que su anulación conllevaría tener que abonar el importe a la empresa sin recibir a cambio el material contratado “necesario para que la Guardia Civil pudiera prestar los servicios que tiene encomendados”. Pero según dicen los papeles que leo, el Gobierno progresista, presionado por sus socios, ha decidido rescindirlo.
 
    Cuando uno descubre, como hemos ido haciendo modestamente en El arcón... durante estos cinco años de andadura que llevamos que los negocios más rentables son la enfermedad aquella del virus coronado, que llegó a calificarse incluso de 'asintomática' durante la pandemia universal que decretó la WHO, o sea, la OMS, y la guerra, cuya amenaza ha venido a sustituirla como espada de Damoclés que pende sobre nuestras testas, se entiende fácilmente lo que está sucediendo en el mundo. Se comprende bien por qué se nos dijo que sólo con una inyección milagrosa salvábamos la vida, la nuestra en particular y la de los demás en general, por lo que había que invertir en los sueros farmacológicos para toda la población, y por qué se nos dice ahora que solo con el rearme, camuflado con el eufemismo gubernativo de “salto tecnológico”, se defiende uno de la guerra y nos ponemos todos a salvo, bien resguardados y protegidos con nuestro kit de supervivencia para las próximas setenta y dos horas, por lo que hay que invertir en moderna tecnología defensiva.  
 
 
    Pero volvamos a las balas: ¿Para qué servicios encomendados a la Benemérita institución del tricornio son necesarias, y por lo tanto, imprescindibles los quince millones de proyectiles? ¿Son meramente postas disuasorias o de fogueo, cuya presencia basta por sí misma en los cargadores y en las pistolas, para evitar que los malhechores lleven a cabo sus fechorías, o son más bien efectivas para herirlos o, llegado el caso, neutralizarlos incluso como suele decirse, o sea, matarlos si fuera preciso y no hubiera más remedio?  
 
    Parece que el único problema político que han visto los socios del gobierno ha sido el surtidor, que es una empresa israelí, de un Estado que está perpetrando una masacre genocida en la franja de Gaza, pero no habría problema si hubiera sido otro Estado menos democida, es decir, el problema no está en las balas mismas, sino en quién las fabrica y las suministra, que es, a fin de cuentas, una empresa de un estado terrorista en extremo, un extremo al que puede llegar cualquier otro Estado. 
 

     Podría haberse seguido el consejo de la Abogacía del Estado, adquiriendo el material que nuestro gobierno había comprometido para después reciclarlo o, directamente, destruirlo, pues el suministrador no puede reprocharnos nada por el uso que hagamos de su mercancía después de haberle pagado. No perdamos de vista, precisamente, la etimología del término 'pagar', que pone de relieve la guerra comercial no declarada en la que estamos inmersos, palabra que procede del latín 'pacare' que significa 'hacer la paz', verbo que está relacionado con el sustantivo 'pax, pacis'. Cuando hacemos el pago, apaciguamos al vendedor con el que habíamos llegado a un trato comercial. Él nos proporciona su producto y nosotros le damos a cambio nuestro dinero, con el que le pagamos, pero si rescindimos el contrato como al parecer ha acabado haciendo nuestro gobierno por presión de sus socios y contra el dictamen de la Abogacía del Estado, estamos incumpliéndolo, lo que va a enemistarnos con la empresa israelí y el estado sionista que la ampara.
 
 
    Lo que parece evidente a todas luces es que si colocamos esas balas, u otras adquiridas a otro suministrador cualquiera de conducta más irreprochable, en los cargadores de las pistolas, ya sabemos lo que puede y va a pasar: Cuando la pistola está cargada con un cartucho en la recámara, cualquier dedo puede apretar el gatillo y dispararla.

sábado, 3 de mayo de 2025

Nomofobia

Dependemos tanto de nuestro dispositivo electrónico que dispone de nosotros a su antojo, el móvil o celular, al que permanecemos constatemente conectados, que ya se ha inventado un terminacho, nomofobia , acuñado al parecer en el Reino Unido en el año del Señor de 2009 e importado como anglicismo: “nomophobia” (“no-mobile-phone-phobia”): es decir la fobia o miedo irracional a perder o que nos roben el teléfono móvil, fijado a nosotros ya como un apéndice de nuestras manos y dedos. Cuando uno no tiene su esmarfon a mano, tiene nomofobia, y se siente como si estuviera en pelotas, aislado del mundo y de los demás. 

Marshall McLuhan  sostuvo en “Las herramientas de la comunicación” que toda tecnología representa esencialmente una extensión de las facultades humanas, ya sean físicas o psíquicas. Cada dispositivo tecnológico amplificaría una capacidad humana: la rueda sería una extensión del pie, el teléfono del oído, la tele del ojo, la ropa de la piel, los ordenadores del sistema nervioso central, etc.  

Libertad encadenada, Bob Moran (2025) 
 

Pero los dispositivos tecnológicos ya no son herramientas externas que utilizamos, sino verdaderas extensiones de nuestro ser, que modifican nuestra forma de percibir e interactuar con el mundo, por lo que puede decirse sin empacho ninguno que disponen de nosotros tanto como nosotros disponemos de ellos.

Los teléfonos inteligentes se han convertido en extensiones no solo de nuestra memoria, sino de nuestra alma, pero no hemos de llevarnos a engaño: si la realidad virtual, que es el fruto más granado de la inteligencia artificial, amplía nuestras percepciones sensoriales, no lo hace sin reducir simultáneamente nuestras capacidades cognitivas.

Hay una frase atribuida generalmente a Marshall McLuhan, que no es de él, sino de su amigo John M. Culkin, SJ, quien era profesor de comunicación y amigo cercano de McLuhan, que aparece en su artículo Culkin, J.M. (1967) A schoolman’s guide to Marshall McLuhan. Saturday Review, pp. 51–53, 71–72, donde expone y sintetiza el pensamiento de McLuhan, que dice en versión original: “We become what we behold. We shape our tools and then our tools shape us (Nos convertimos en lo que contemplamos. Damos forma a nuestras herramientas y luego nuestras herramientas nos dan forma a nosotros). 

 

Aunque la autoría literal es de Culkin, la idea sí pertenece al universo conceptual de McLuhan, lo que explica la atribución del dicho, muy en línea con su noción de que los medios son “extensiones del hombre” y de que toda tecnología modifica no solo nuestras acciones, sino también nuestras percepciones y estructuras sociales. Este enunciado resume uno de los principios fundamentales de su pensamiento: la idea de que los medios y las tecnologías no son solo instrumentos pasivos, sino que tienen un impacto activo y estructural sobre nuestras percepciones, comportamientos y formas de organización social.

Los dispositivos tecnológicos no serían simples herramientas a nuestro servicio, sino auténticas prótesis que modifican nuestra manera de percibir y relacionarnos con el mundo. El problema viene porque estas extensiones o prolongaciones de nuestro cuerpo conllevan paradójicamente una reducción: Cuando adoptamos una nueva tecnología, delegamos en ella algunas de nuestras funciones con el riesgo de atrofiarlas. Es lo que sucedió con la adopción de la escritura, que vino a atrofiar nuestra memoria. Es lo que sucedió con el automóvil que vino a atrofiar la movilidad de nuestras extremidades inferiores, algo que hemos formulado muchas veces aquí bajo la forma de que el utilitario, que es como se denomina a veces al coche, nos utiliza y nos convierte en sus chóferes.

Viene muy bien, como ilustración de lo que estamos diciendo, la viñeta de José Luis Rábago, alias El Roto, en El Periódico Global(ista), que representa  un moribundo en su lecho de muerte, y un esmarfon que está ascendiendo a los cielos -o a la Nube, con más precisión- y reza "En el momento de la muerte el móvil se desprende del cuerpo". Sugiere gráficamente que el móvil es la moderna versión de nuestra alma, nuestra personalidad.

  

jueves, 24 de abril de 2025

Habemus papam?

Una viñeta de mi admirado José Luis Rábago, alias El Roto, en el Periódico Global(ista), publicada a poco de la muerte del Papa el día 23 de abril de 2025, que lleva por título No podéis cambiar los dioses presenta un ángel a juzgar por el par de alas en sus hombros y la aureola de santidad sobre su cabeza que se columpia de espaldas a los lectores y un texto que dice: Podéis cambiar a los papas, pero a los dioses, no.
 

Hace alusión, obviamente, a la muerte del santo hacedor de puentes que es el papa entre los hombres y los ideales, especialmente, el supremo ideal, que es Dios. Conviene recordarlo ahora que la izquierda, como viuda desconsolada, lamenta tanto, más papista que el papa, el hecho de que el santísimo patriarca haya pasado a mejor vida, y ahora que se habla tanto de la sucesión de la sede apostólica, que ha quedado vacante, hecho que sume a la iglesia en la incertidumbre ante la ola ultra que nos sacude, como dicen los periodistas progresistas recurriendo a la manida metáfora marina de las olas.  
 
La mención de los dioses y del cambio de la viñeta me ha traído a la memoria uno de los textos que más he leído y valoro del llorado Rafael Sánchez Ferlosio: Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado (Alianza Editorial, Madrid, 1986), escrito a raíz del incidente del Challenger, ocurrido el 28 de enero de 1986, cuando el transbordador espacial estadounidense desafiante explotó poco después de despegar, causando la muerte de sus siete tripulantes, entre los que viajaba una maestra que iba a ser la primera civil en el espacio, como parte del programa "Teacher in Space" de la NASA, que buscaba acercar el espacio al público en general y al mundo educativo en particular. 
 
Explosión del Challenger (1986)

 Su muerte conmovió profundamente a la sociedad estadounidense, ya que muchos niños y maestros seguían el lanzamiento en vivo desde las escuelas. Su figura se convirtió en un símbolo de la tragedia y del idealismo que representaba la misión. Y llegó a decirse que su sacrificio no había sido en vano, lo que le revolvió las entrañas a Ferlosio, que escribió no sin indignación: Pero el respeto a los muertos no es respeto a sus muertes y a sus Causas, sino respeto a las vidas que perdieron; hacer que sus muertes sirvan para algo es negarles a las vidas que han perdido el derecho a no haber servido para nada, el privilegio de ser fin en sí mismas.
 
Dice Rafael (pág. 23): La Historia, el Progreso y el Futuro, lejos de suscitar recelo alguno, se vuelven dioses en quienes se puede confiar en cuanto exigen tributo de sangre, y justamente gracias a exigirlo. Esos dioses, que escribe con inicial mayúscula, son, obviamente, los ideales, unos ideales que “exigen tributo de sangre”, nuestro sacrificio. Ya lo intuía Homero en La Odisea, al que cita oportunamente Ferlosio: Los dioses traman y cumplen la perdición de los mortales, para que los venideros tengan que contar (VIII, 579-580). 
 
 
 
Buscando información sobre accidentes espaciales encuentro esta página pedagógica Molasaber.org donde se dice que ha habido otros accidentes mortales en misiones espaciales "que recuerdan que viajar al espacio y el sueño de la exploración más allá de la Tierra es una empresa difícil y costosa" (¡e innecesaria!). Y, en lugar de lamentar la pérdida absurda de vidas humanas en nombre de ese ideal, se agradece su sacrificio: "A todos aquellos pioneros que dieron su vida para llevar a la humanidad a las estrellas (¡sic!)... gracias".  
 
Escribe Ferlosio más adelante: En el principio no fueron, ciertamente, los dioses de los cielos los que impusieron sacrificios a los hombres en la tierra, sino los sacrificios de los hombres de la tierra los que pusieron dioses en el cielo. Y a continuación razona: La Historia Universal no es sino el nombre, el disfraz y el maquillaje, tan pudorosa como fraudulentamente laicos, con que el arcaico y sangriento Yahvé-Señor-de-los-Ejércitos, iam senex sed deo uiridisque senectus, circula y se las bandea hoy en día impunemente, como un viejo verde, por los salones de moda del agnosticismo.(Pág. 35.) 
 
Y concluye que no es el dios el que demanda el sacrificio, sino que es, por el contrario, el sacrificio el que postula al dios, ya que nunca es la Causa lo que se esgrime para justificar el sacrificio y la sangre derramada, sino siempre, por el contrario, el sacrificio, la sangre derramada, lo que se esgrime para legitimar la Causa. 

lunes, 21 de abril de 2025

Se retrasa la parusía: disculpen las molestias.

Se usa el término de factura griego parusía (παρουσία; su equivalente latino sería 'praesentia' o 'aduentus', presencia o llegada) con el significado religioso, según la docta Academia, de "advenimiento glorioso de Jesucristo al fin de los tiempos". Con este vocablo se alude a la segunda y definitiva llegada de Jesucristo tras la resurrección de la primera (...y al tercer día resucitó), que implicaría el fin del mundo tal como lo conocemos y la instauración del Reino de los Cielos de Dios que él deseaba, como refleja la oración que enseñó a sus discípulos (Venga a nosotros tu reino): que venga tu reino porque no está aquí. 
 

Una viñeta de Andrés Rábago, alias El Roto, publicada en El Periódico Global(ista), lleva por título: "Resucito y vuelvo en unos eones". Presenta dos imágenes muy significativas en este Lunes de Pascua: la cruz como trasfondo lejano y, en primer término, el sepulcro vacío. Dos potentes símbolos: el primero de muerte que se convertirá gracias a la coincidencia de los opuestos en el emblema de la vida... eterna, y el segundo: la tumba vacía, alusión a la resurrección. 
 
El cartel "Vuelvo en unos eones" alude a la parusía o segunda venida de Jesús, que conllevaría la instauración del Reino, que, obviamente, no se ha producido todavía. El aviso es, por lo tanto, irónico. Esos eones no son minutos, ni horas siquiera, son miles de millones de años. 
 
Define, en efecto, la docta Academia el término eón, del gr. αἰών aiṓn, emparentado con el latín clásico aeuom, que conservamos en castellano 'evo', utilizado en lenguaje poético como “duración de tiempo sin término”  y en el lenguaje religioso como “duración de las cosas eternas”, por lo que vendría a ser un sinónimo de 'eternidad'. En el ámbito científico se emplea como una unidad de tiempo geológico, equivalente a mil millones de años, pero también como periodo de tiempo indefinido de larga duración, es decir, una duración tan larga que se hace prácticamente imposible definir. 
 
Es curioso cómo el latín y el griego antiguos, como han subrayado muchas veces los filólogos clásicos tenían dos palabras para lo que nosotros solo tenemos una: tiempo. En latín, efecto, se distinguían tempus y aeuom, y en griego χρόνος (chrónos) y la comentada αἰών (aiṓn). La primera se refiere a uno o varios de los momentos en los que dividimos el tiempo para domesticarlo y cronometrarlo y decir cosas como decían los clásicos, por ejemplo 'tempus fugit', por lo tanto a la discontinuidad,  y la segunda se refiere a la duración, es decir, a la continuidad.

En las lenguas modernas disponemos de una sola palabra para dos cosas radicalmente contrarias y contrapuestas, para contar algo que no puede contarse, para medir algo que es inconmensurable.
 
Volviendo a la viñeta de El Roto, el lema "Vuelvo en unos eones", sería como decir: Vuelvo en unos miles de millones de años, es decir: nunca, porque la parusía y el advenimiento del Reino no se ha producido.
 
Las tres Marías ante el sepulcro vacío.
 
Ante esta constatación empírica, y frente a la desesperación que se apoderó de los discípulos y seguidores de Jesús por su muerte, se extendió enseguida el relato de la tumba vacía, la resurrección y las milagrosas apariciones posteriores, unos sucesos tan sobrenaturales que no caben en el ámbito racional de la historiografía, sino, en todo caso, en el irracional de la fe y mitología. Pero sin la creencia en la resurrección de Jesús es imposible entender el nacimiento del cristianismo, cuya predicación se centraba en el anuncio de la venida del Reino de Dios, esencialmente futuro, cuyo establecimiento incluía la idea de un juicio escatológico que implicaba la salvación de unos y la condenación de otros. 

El evangelio de Lucas, ante el retraso inexplicable de la llegada del Reino, pone en boca de Jesús a posteriori las siguientes palabras (17:20-21): "Los fariseos le preguntaron cuándo vendrá el Reino de Dios. Jesús les respondió: El Reino de Dios no viene de manera que se pueda observar, ni se dirá: Aquí está, o Allí está. Porque el Reino de Dios ya está entre ustedes". Resulta que, por arte de la magia del relato, no hay que esperar la materialización del Reino de Dios, ese desesperado Venga a nosotros tu Reino, sino que ya está aquí, aunque a ojos vistas brille por su ausencia. 
 
En lugar de la llegada del Reino, lo que se ha producido, a medida de que se retrasaba la Venida y el fin del mundo consiguiente, es la creación e institucionalización de la Iglesia, una institución como otra cualquiera, como el Estado, por ejemplo.
 
Del mismo modo, no habría que esperar que se produzca la parusía de Jesús, sino que, podríamos decir, ya se ha producido, como todos los años por estas mismas fechas pascuales, que vuelven año tras año, periódicamente, en que se celebra la pasión, muerte, resurrección y ascensión a los cielos, aunque, como decía aquel villancico inolvidable hay algo que vuelve pero también algo que no vuelve: "La nochebuena se viene, / la nochebuena se va; / y nosotros nos iremos / y no volveremos más".

sábado, 22 de marzo de 2025

El rearme

Ya tuvimos un ensayo general de cómo utilizar el miedo para la manipulación de las almas hace cinco años con la crisis pandémica, que resultó enormemente exitosa a escala planetaria. Los gobiernos quieren ahora, siguiendo por la misma senda, que la población civil -eufemismo de 'el pueblo'- se prepare para responder con resiliencia, maldita sea, a una crisis indefinida. 
 
Podría adoptar la forma de un accidente industrial, una fuga radiactiva, por ejemplo, o de un evento climático grave como una inundación (de hecho el calentamiento global, afirman, ha elevado el mar al nivel más alto desde que hay registros históricos), o de una nueva actualización de la pandemia universal, que sería una reedición remasterizada de la gripe aviar de 2004, cepa H5N1,  sin olvidar un conflicto armado, que parece que va a ser la situación crítica más probable e inminente, por lo que ahora pretenden el rearme -perdón por tan obsoleto vocablo- de la vieja Europa abogando por “una nueva comunidad europea de defensa”. La Comisión Europea, en efecto, ha decidido recientemente en este sentido que la UE invertiría hasta 800.000 millones de euros en militarización, o en seguridad, como prefieren camuflarla.  
 
 

Como si dos guerras mundiales sufridas el siglo pasado no hubieran sido suficientes, una Europa cada vez más dividida, pese al nombre de European Union, busca la unidad a través de la designación de un enemigo común, que sería Rusia, y a través de la movilización y la guerra como vía para lograr el dominio, lo que, en su versión más reciente, se denomina «paz», y a través del miedo exacerbado a  la Federación Rusa, olvidando que Rusia es parte, y no poco importante, de este viejo continente, que tras la Segunda Guerra Mundial promovió la cooperación y la paz.
 
Para impedir una paz real, se silencian las voces críticas en los grandes medios de comunicación. En cambio, los estadistas europeos conducen al continente, a ciegas y con gran alboroto, hacia la guerra en defensa de sus valores. Este es el camino claramente seguido por los Halcones guerreros europeos, que afirman, sin ningún rebozo, que Rusia amenaza nuestra convivencia.
 
¡Que vienen los rusos!... Y Europa se prepara para la guerra aquejada de furor militaris. La histeria se ha apoderado del continente. 
 
En este sentido, según el barómetro carpetovetónico del CISco o (Centro de Investigaciones Sociológicas) el 75% es decir casi ocho de cada diez españoles y españolas, exactamente siete y medio o media, ve necesario el rearme europeo, y dos de cada tres verían con buenos ojos la creación de un ejército común para hacer frente a los desafíos (y blablablá...) que el continente va a tener que afrontar en los próximos años. 

El CISco no sondea la opinión pública, sino que la conforma con sus datos estadísticos, creándola. Sus encuestas no revelan lo que la gente piensa, sino lo que debería pensar para ser políticamente correcta y saber cada cual a qué atenerse.  Manipulan la opinión pública con preguntas capciosas del tipo "¿Cree usted que ante una inminente invasión alienígena extraterrestre deberíamos disponer los europeos de efectivos militares comunes que nos defiendan de sus armas de destrucción masiva lanzadas indiscriminadamente contra la población civil?" Y, claro, cualquiera ante una pregunta así, responde que sí, que por supuesto, que no faltaba más, porque la pregunta tiene un sesgo que determina la respuesta. 
 
En su momento, y a propósito de la intrínseca perversidad de las encuestas, escribimos lo siguiente: Si se hace una encuesta es porque se pretende interpretar la realidad según las respuestas que se obtengan de los encuestados. Pero las preguntas encierran una trampa: modifican la realidad que pretendían interpretar. Supongamos que alguien nos pregunta: ¿Es usted partidario de dar un trato humanitario a los esclavos? Imaginemos una casilla que pone SÍ y otra que pone NO. Marcaremos una cruz bienintencionada en la casilla que pone SÍ. Hemos votado como buenas personas que somos por un trato humanitario, lo que en sí es éticamente irreprochable, pero hemos legitimado con nuestro voto la existencia misma de la esclavitud, lo que es bastante inhumano e inmoral. El problema es que la pregunta daba por sentado que hay esclavitud, que existe, que es una realidad física -y es verdad que la hay-, frente a la cual se puede adoptar una actitud u otra. Encuestas como ésta, sin querer tal vez o tal vez queriendo, justifican la esclavitud e inflan el globo del autobombo; de nuestros buenos propósitos de buenos samaritanos.
 

En vez de la palabra "rearme", que es un término que no le gusta mucho y que, por lo tanto, no comparte mucho,  el presi del ejecutivo prefiere camuflarlo como “salto tecnológico para reforzar la autonomía estratégica y para mejorar las capacidades de defensa”. Ahí queda eso. El mismo perro viejo, sarnoso y pulgoso con reluciente nuevo collar retórico. Y lo justifica pedagógicamente recurriendo al infame eufemismo: sustituye una palabra que entiende todo el mundo -rearme- por una frase incomprensible:  "Tenemos que hablar de otra manera y dirigirnos a los ciudadanos (se le olvidaron 'las ciudadanas', error imperdonable en su pulcra corrección política)  de otra manera cuando hablamos de la necesidad de mejorar la seguridad y las capacidades de defensa". Semejante sandez me recordaba a mí a aquella otra cuando decidió llamar al "toque de queda" que impuso en las Españas "restricción de movilidad nocturna". 

Rearme no, nada de rearme, por favor, porque implica forzosamente gastar en armas, y eso, como da a entender la docta Academia (rearmar: equipar nuevamente con armamento militar o reforzar el que ya existía) implica dinero. Por eso nuestra clase política gobernante justifica el dispendio como gasto en seguridad so pretexto de defender el país, y lo hace con el dinero de las arcas públicas de todos los contribuyentes, unos dineros como los de aquellas mascarillas que nos poníamos velis nolis que acabarán dilapidados en burdeles y en farlopa.

martes, 28 de enero de 2025

La partícula de Dios

    Publicaba Alberto Montt una simpática viñeta sobre el bosón de Higgs, la llamada partícula de Dios, en su página electrónica, una viñeta que quiere hacernos reflexionar provocándonos a la vez una escéptica sonrisa, como es costumbre en el dibujante chileno. Se puede ver al demonio a la izquierda preguntando a unos cuantos dioses a la derecha con un significativo y gracioso juego de palabras, de quién de ellos, particularmente, es la susodicha partícula.

 

    Vemos, empezando por la izquierda, a Dios, el dios cristiano con el triángulo en la cabeza que representa la sagrada trinidad, el dios por antonomasia, cuyo nombre propio es el nombre común "dios" escrito con mayúscula "Dios",  seguido de Mercurio (Hermes para los griegos), que es el mensajero de los dioses olímpicos;  detrás de él distinguimos a Ganesha, el dios de cabeza de elefante, maestro de la inteligencia y patrón de los artistas y escritores del panteón hindú, seguido de Anubis, el dios con cabeza de chacal o de perro, el conductor de las almas, el intermediario y el mensajero entre el mundo de los vivos y el más allá dentro de la religión del antiguo Egipto, y finalmente al dios nórdico Odín a la derecha, maestro de la sabiduría y las ciencias ocultas, si no es su propio hijo Thor. 

    Nos bombardearon durante aquellos ya lejanos días con noticias de divulgación científica acerca del bosón de Higgs, la partícula divina, y de cómo la Ciencia, esa nueva religión, estaba a punto de descubrir el origen del universo y la verdad definitiva. Pues bien, estamos como estábamos después del costosísimo experimento en términos económicos del acelerador de partículas que tanto ha dado que hablar a los medios de masificación: al fin y a la postre, sólo sabemos, more Socratico, que no sabemos nada.

    El dibujante El Roto caricaturizaba la "partícula divina" como si fuera una hostia consagrada para la comunión de los fieles de esa nueva religión que es la ciencia -que si no nos exige fe, como la vieja religión,  lo que sonaría muy arcaico, precisa, sin embargo,  y mucho, de nuestra "credibilidad"- , con la aureola de santidad de lo divino,   en esta impagable viñeta titulada "La consagración",  que el diario independiente de la mañana  publicaba el 23 de julio de 2012.


    Seamos "de letras" o "de ciencias" -distingo bastante inepto que nos colgamos a veces como si de un sambenito se tratara para clasificarnos-, esto es algo que nos concierne a todos, que afecta a todo el mundo, de vital importancia, algo que todos nos hemos cuestionado alguna vez: estamos hablando del origen del universo y de la falsedad de la realidad del mundo. Si no nos preocupa esto, ¿qué nos preocupa?

    A este propósito merece la pena reproducir aquí el artículo, cuyo recorte conservo, de Agustín García Calvo,  publicaba en El Periódico Global, alias El País,  el 14 de julio de 2012, que quiere hacernos pensar sobre todo ello en contra de la communis doctrina, mainstream o pensamiento único  dominante, que se titulaba: Tampoco el bosón de Higgs era verdad.  

Tampoco el bosón de Higgs era verdad.

   Y sin embargo las mayorías de los fieles se lo han creído, que la Ciencia venía por fin a darles la solución del problema del Universo que tanto los angustiaba, o por lo menos han estado a punto de creérselo.

   No es nada del otro mundo: la necesidad de fe y de diversión es siempre mucha; pero es cada vez más notable que, después de tantos desengaños, algo tan simple y consabido como esta noticia pueda servir para el caso: porque ello es que el problema sigue tan vivo como nunca, y basta con que algunos ignorantes nos asomemos a la Red (mejor que a los libros y desde luego a las aulas) para darnos cuenta de lo vivas que siguen las discusiones entre físicos y matemáticos más o menos en ciernes o jubilados acerca de las cuestiones y los términos fundamentales de la teoría y cálculos físicos (esto es, lógicos acerca de universos o realidades), y sorprende así que tenga todavía ese relativo éxito la presentación de ideas como ‘corpúsculo’, ‘masa’ y demás que llevan ya unos cuantos siglos de desmentimiento: es como si se contara cada vez más con una infantilidad en la gente que se ha sometido a la Enseñanza y los Medios del Progreso.

   No han faltado tampoco a lo largo de estos siglos algunos sabios, y, lo que más importa, honrados, que, liberados ya de temores por su promoción, se han atrevido a declarar para la gente la verdad de las mentiras de la Ciencia; así habréis leído más de una vez cómo el propio Einstein declaraba una vez que las ideas o teorías que se refieren a la realidad no son ciertas (sicher), y, si son ciertas, no se refieren a la realidad. Claro que para decir cosas cono ésas, si uno está todavía preparando su Tesis Doctoral o su subida a las Cátedras del mundo…

   Pero era inevitable: hacía ya muchos años que se había montado el acelerador más largo y más caro del mundo para que, tras tantas incertidumbres y falta de noticias, no se nos ofreciera al fin una información de luz y de esperanza correspondiente a los enormes gastos y trabajos de miles de empleados del que había de ser acelerador, si no de partículas, de informaciones; y así se ha sacado de entre los restos de especulación física algo que pudiera servir para entretener un rato la espera del personal.

   Pues bien, amables lectores, dejaos oír (no hace falta que creáis a cambio nada) lo que los restos de sentido común de los menos creyentes os dicen bien claro: no era tampoco verdad, no ha habido tal cosa como un acercamiento a la solución definitiva: el problema está tan vivo y floreciente como desde que se inventaron las teorías sobre el Mundo. No puede ser que se descubra una solución, teoría, filosofía o ciencia dentro de la realidad, que, valiéndose de términos del vocabulario real, trate de dar con la esplicación de todo; porque,  entonces, la esplicación misma entraría a formar parte de la realidad y no podría decir nada nuevo y desmentidor acerca de ella. 

   He ahí lo más sencillo que tendríamos que haber descubierto: que la realidad no es todo lo que hay; que es una guerra o contradicción entre la pretensión de imposición de ideales o de un lenguaje matemático cerrado, y la resistencia siempre viva contra esa imposición; la de las cosas nunca del todo terminadas contra los números y el fin: por ejemplo ‘masa’, cuando más, sería esa resistencia, siempre espesa, que, no habiendo ‘todo’, no puede ser 4% de nada.

   Pero eso al Poder no le importa: Él tiene que ofrecer soluciones, es decir, evitar descubrimientos que puedan entorpecer la marcha del Capital, y así, entre otras mil historias, os ofrecen un bosón para calmar la impaciencia, matar el Tiempo.

    Claro que  no os dirán que ahí ha terminado todo, que eso es la solución definitiva: quedan siempre algunos pormenores que aclarar, algunos cálculos que mejorar; porque eso, si no, sería justamente libraros del Futuro, que es arma esencial del Poder, y que ya no tenéis nada que hacer, ni trabajar, ni buscaros un título en las universidades; y, sin Futuro, os encontraríais en un mundo vacío y muerto.

   Sería como si a algún financiero malaconsejado se le ocurriera montar sus teorías proclamando que con ellas se va a terminar con la Crisis Económica de una vez y para siempre.

Agustín García Calvo es catedrático emérito de Filología Clásica de la Universidad Complutense de Madrid.

lunes, 6 de enero de 2025

Regalos de sus majestades inexistentes, los Reyes Magos de Oriente

La corrupción es el régimen: un titular impecable de un artículo periodístico cuya lectura resulta penosa al fin y a la postre porque el periodista, después de haber hecho el descubrimiento que revela la fórmula que ha utilizado para título, nos distrae de ese hallazgo especificando que el régimen del gobierno actual es la corrupción, ignorando que el régimen actual, independientemente del partido o coalición política que lo regente, es la manifestación concreta del Régimen general abstracto del Dinero.

Tomado de Off-Guardian

 Escribía Byung-Chul Han en su libro 'La Sociedad del Cansancio': En el futuro habrá, posiblemente, una profesión que se llamará oyente. A cambio de pago, el oyente escuchará a otro atendiendo a lo que dice. Acudiremos al oyente porque, a parte de él, apenas quedará nadie más que nos escuche. Pero no solo estaba retratando el futuro, sino el pasado, cuando tenía prestigio la figura del confesor, que escuchaba nuestra confesión y la guardaba bajo secreto, y retratando el presente con la figura del psicoanalista, el psicólogo o el psicoterapeuta, que nos escuchan y facturan por hacerlo.

Tomado de El Mundo Today

Cuanto más desciende el consumo familiar y tradicional de televisión, más pugnan las emisoras y cadenas tanto públicas como privadas por competir entre sí tratando de aumentar los índices de audiencia haciendo lo que sea a fin de conseguirlo, lo que se debe sin duda al viejo prestigio del electrodoméstico. Ya profetizó Alain Touraine: "La televisión será la base de la opinión pública". Por eso le interesa tanto al Estado -la televisión pública- como al Mercado -las cadenas privadas- configurar la opinión de la mayoría.

Escribe Gabriel Pérez-Juana en sus redes sociales: El descubrimiento de la mentira de la Realidad es la única alegría verdadera. Y esa alegría se manifiesta de muchas maneras. Se da en los abrazos, en los razonamientos desmandados, en la duda, en la contradicción, en el humor inteligente, en la ausencia de objetivos... y en definitiva, en lo que no está dicho y hecho, que es a lo que nos dedicamos la mayor parte de lo que llamamos "vida"

Vuelve a sorprendernos con una viñeta EL ROTO-OPS publicada en El Periódico Global de referencia que muestra una cara humana tatuada con logos de distintas marcas o etiquetas económicas, y la declaración de ese busto parlante que dice: "No acepto que me pongan ninguna etiqueta política". No ve que las etiquetas políticas las tiene bien impresas en su rostro. Es una declaración muy similar a la del idiota aquel que decía que él no quería saber nada de política, que se desentendía de ella, no acertando a ver que la tenía bien metida dentro. Distinguir política de economía no tiene ningún sentido, igual que Estado y Mercado, que son las dos caras de la misma moneda.

Escribe Félix de Azúa en su columna El sol crece, publicada en The objective el 4 de enero de 2025 a propósito de las celebraciones de fin de año al son de las doce campanadas y los fuegos artificiales que llenan el mundo, aludiendo a diversos personajes nacionales sin citar sus nombres propios que desde la televisión pública y la privada han celebrado las doce campanadas: "Eso en Madrid, pero en el mundo entero lo propio de la festividad es llenar el cielo de fuegos artificiales. Fíjense en el nombre, son fuegos, pero artificiales, como la madre semidesnuda, la obesa chistosa o el bufón del gobierno. Todo es artificio y la fiesta misma es otro artificio del Estado para obligarnos a ser felices y divertirnos en horario fijo". 

viernes, 3 de enero de 2025

Cada año, mismo engaño

Andrés Rábago, alias El Roto, que antaño firmaba como OPS, nombre artístico que ahora recupera firmando El ROTO-OPS nos brinda en su espacio diario de El Periódico Global el día posterior a las calendas del mes de Jano que abre el nuevo calendario, una viñeta en la que un caballo se dice a sí mismo: Año nuevo, brida nueva
 
 
Un juego de palabras, sin duda, en el que “brida” sustituye a “vida”, y a la paremia universal: "Año nuevo, vida nueva", cosa que se dice en la creencia de que el simple cambio de año conlleva mejores expectativas y con el deseo de que así sea, manifestando el propósito, casi nunca sostenido, de cambiar de hábitos de vida,  tras hacer balance del anterior. 
 
Se diría que el caballo se ha confundido a la hora de citar el refrán y le ha traicionado el subconsciente equiparando el término "vida" con "brida", revelándole gracias al lapsus linguae,  una verdad, es decir, la denuncia de la mentira subyacente. 
 
Lo cual, gracias a la homonimia de la rima consonante, nos hace pensar que la vida nueva es una brida nueva: un seguir embridados al tiempo cronometrado del reloj y el calendario con sus horas y minutos, y con sus días, meses, años y semanas. 
 
Montaje de Gabriel Pérez-Juana
 
Es, en efecto, la brida el conjunto de correas y correajes que se colocan en la cabeza del caballo, ajustado tanto a su cuello como a su boca, lo que hace posible el control al jinete mediante las riendas cuando lo monta o a través de una soga al caminar a pie con él. 
 
Se denuncian así que ni el año ni la vida van a ser realmente nuevos. Es la inercia del cómputo la que crea la ilusión al establecer un nuevo número como si fuera un nombre propio.  El cronónimo, en este caso 2025 (Dos Mil Veinticinco), se presta, además, a la rima fácil e infantil: “por el culo te la hinco”, como en el rótulo luminoso que apareció en la Barceloneta.
 
 
Igualmente podríamos hacer con la frase que tanto se oye en boca de mucha gente a primeros del mes de enero: “¡Feliz Año Nuevo! ¡Chúpate ese huevo!, o más ofensiva y vulgar, ¡Chúpame un huevo!) burlándonos así de la falsa sensación de que estamos ante algo nuevo y no ante una nueva constatación de lo mismo, del engaño. 
 
Los buenos propósitos de Año Nuevo de iniciar una vida nueva se ven así fatalmente truncados por la propia subordinación de la vida al cómputo del tiempo: tanto antaño como hogaño, cada año, no es extraño, el mismo engaño

domingo, 8 de septiembre de 2024

El sesgo de la noticia

    Publicaba el diario Público el viernes pasado la siguiente noticia: "La crisis climática se acelera: el verano de 2024 ya es el más caluroso de la historia". El verano de 2024 aún no ha llegado a su fin, pero, según la citada fuente, ya se puede afirmar que es el más tórrido de la historia universal, lo que dicho así, en general, suena muy grandilocuente y algo que quizá no sea muy certero. La noticia es, cuando menos, confusa. Porque más abajo se dice que es el verano más caluroso desde que hay registros, es decir, desde que hay constancia escrita de los datos.  Pero ¿desde cuándo hay registros de las temperaturas? Según la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) desde 1961. Para la citada fuente, la historia comienza con los registros escritos, que datan del año 1961 después de Cristo, lo que resulta por lo menos irrisorio, pero a partir de esa referencia se permite decir "el más caluroso de la historia". 
 
 
    Si leemos un poco más, comprobamos la intención de la noticia: "El calentamiento global se acelera día tras día". Se trata de una información sin duda alarmista. No solo da por sentado que hay calentamiento global, sino que este se acelera día a día. El pánico subyacente a esta noticia es que la aceleración cotidiana del calentamiento global provoca muertos, que se ceban sobre todo en las clases más bajas de la sociedad, que no tienen piscinas ni aire acondicionado para combatirlo.

    En realidad, eran varios los periódicos los que compartían la misma noticia y prácticamente el mismo titular el jueves pasado. Esto es lo que decía, a guisa de ejemplo, el Periódico Global:
   
    El diario El Mundo, que también publicaba la noticia, por su parte, la acompañaba de una encuesta a sus lectores sobre si estaban de acuerdo con el titular, cuyo resultado fue, según esta captura, que sólo un 22% decía que sí, mientras que el 78% restante se mostraba en disconformidad. Dicha encuesta ya no está disponible. Quizá porque el resultado contradecía el titular de la noticia que servía el periódico. 

    Europapress, por su parte,  precisa: "Agosto de 2024 fue el más cálido en España desde 1961 con una temperatura media de 25ºC". Más adelante se utiliza la expresión "desde el comienzo de la serie en 1961", que es a partir de cuando se empieza a contar. Pero podríamos preguntarnos ¿no hay datos anteriores? 
 
    Sí que los hay. Por ejemplo los de la estación meteorológica Saga, que nos ofrece información climática de todos los países del mundo con datos históricos que en algunos casos se remontan al año 1929, permitiéndonos incluso conocer el estado del tiempo de una fecha anterior en alguna de las mas de 9.000 estaciones de las que disponen información con datos históricos de las medias anuales, medias mensuales y la información histórica día a día, que nos permite ver, por ejemplo, cuál fue la temperatura media del mes de agosto en  España en 1960, un año antes de que empezara la serie, los registros o, si se quiere, la historia universal, que fue tres grados centígrados superior a la de este año:  28.2ºC.
 
 
    Podríamos eliminar el sesgo alarmista de la información, dándola de esta otra forma: "El mes de agosto de 1960 fue más cálido que el actual de 2024". O de esta otra: "Las temperaturas del mes de agosto de este año no han superado las que se alcanzaron en España en 1960 durante el mismo mes".  De hecho, según la citada fuente, la temperatura máxima alcanzada en aquel año fue de una media de 33,5ºC  y la mínima de 23,6ºC.
 
    Una  aguda viñeta de Andrés Rábago, El Roto, ilustra muy bien el sesgo alarmista que ha adquirido la omnipresente información meteorológica. De tener que protegernos de las inclemencias del clima, del frío en invierno y del calor en verano, un clima que casi siempre era 'variable' en las predicciones, ahora tenemos que protegerlo a él de nosotros, que somos los causantes del calentamiento global y del cambio climático: