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domingo, 8 de septiembre de 2024

El sesgo de la noticia

    Publicaba el diario Público el viernes pasado la siguiente noticia: "La crisis climática se acelera: el verano de 2024 ya es el más caluroso de la historia". El verano de 2024 aún no ha llegado a su fin, pero, según la citada fuente, ya se puede afirmar que es el más tórrido de la historia universal, lo que dicho así, en general, suena muy grandilocuente y algo que quizá no sea muy certero. La noticia es, cuando menos, confusa. Porque más abajo se dice que es el verano más caluroso desde que hay registros, es decir, desde que hay constancia escrita de los datos.  Pero ¿desde cuándo hay registros de las temperaturas? Según la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) desde 1961. Para la citada fuente, la historia comienza con los registros escritos, que datan del año 1961 después de Cristo, lo que resulta por lo menos irrisorio, pero a partir de esa referencia se permite decir "el más caluroso de la historia". 
 
 
    Si leemos un poco más, comprobamos la intención de la noticia: "El calentamiento global se acelera día tras día". Se trata de una información sin duda alarmista. No solo da por sentado que hay calentamiento global, sino que este se acelera día a día. El pánico subyacente a esta noticia es que la aceleración cotidiana del calentamiento global provoca muertos, que se ceban sobre todo en las clases más bajas de la sociedad, que no tienen piscinas ni aire acondicionado para combatirlo.

    En realidad, eran varios los periódicos los que compartían la misma noticia y prácticamente el mismo titular el jueves pasado. Esto es lo que decía, a guisa de ejemplo, el Periódico Global:
   
    El diario El Mundo, que también publicaba la noticia, por su parte, la acompañaba de una encuesta a sus lectores sobre si estaban de acuerdo con el titular, cuyo resultado fue, según esta captura, que sólo un 22% decía que sí, mientras que el 78% restante se mostraba en disconformidad. Dicha encuesta ya no está disponible. Quizá porque el resultado contradecía el titular de la noticia que servía el periódico. 

    Europapress, por su parte,  precisa: "Agosto de 2024 fue el más cálido en España desde 1961 con una temperatura media de 25ºC". Más adelante se utiliza la expresión "desde el comienzo de la serie en 1961", que es a partir de cuando se empieza a contar. Pero podríamos preguntarnos ¿no hay datos anteriores? 
 
    Sí que los hay. Por ejemplo los de la estación meteorológica Saga, que nos ofrece información climática de todos los países del mundo con datos históricos que en algunos casos se remontan al año 1929, permitiéndonos incluso conocer el estado del tiempo de una fecha anterior en alguna de las mas de 9.000 estaciones de las que disponen información con datos históricos de las medias anuales, medias mensuales y la información histórica día a día, que nos permite ver, por ejemplo, cuál fue la temperatura media del mes de agosto en  España en 1960, un año antes de que empezara la serie, los registros o, si se quiere, la historia universal, que fue tres grados centígrados superior a la de este año:  28.2ºC.
 
 
    Podríamos eliminar el sesgo alarmista de la información, dándola de esta otra forma: "El mes de agosto de 1960 fue más cálido que el actual de 2024". O de esta otra: "Las temperaturas del mes de agosto de este año no han superado las que se alcanzaron en España en 1960 durante el mismo mes".  De hecho, según la citada fuente, la temperatura máxima alcanzada en aquel año fue de una media de 33,5ºC  y la mínima de 23,6ºC.
 
    Una  aguda viñeta de Andrés Rábago, El Roto, ilustra muy bien el sesgo alarmista que ha adquirido la omnipresente información meteorológica. De tener que protegernos de las inclemencias del clima, del frío en invierno y del calor en verano, un clima que casi siempre era 'variable' en las predicciones, ahora tenemos que protegerlo a él de nosotros, que somos los causantes del calentamiento global y del cambio climático:
 
     

viernes, 5 de julio de 2024

Más mixtura

Tras el eurofestival y el europarlamento, viene ya la eurocopa a distraernos de la euroguerra mientras el Banco Central lanza, entre bambalinas, el eurodigital.
 
 

 El ejército es como el perro guardián de la casa que, de tanto guardarla, acaba apoderándose de ella y volviéndose hasta para sus dueños un auténtico peligro.
 
Se les llena la boca con el consenso científico, ignorando que la ciencia a lo largo de toda su historia se fundamenta en el disenso, que es todo lo contrario.
 
Un titular referido a cirugía estética dice más verdad de lo que parece: “Las pacientes (que en su mayoría son mujeres) somos dinero”. Y la belleza, femenina.
 
El hombre (incluida la mujer) es el único animal que, año tras año, se sorprende con perplejidad del hecho de que haga calor en el verano y frío en el invierno.
 
No se deje engañar por sus sensaciones a la hora de saber la temperatura que hay y decidir si hace frío o calor; consulte previamente su termómetro climático.
 
Un climatólogo afirma que el mes de mayo ha sido el más caluroso de la historia desde que hay registros; no nos percatamos porque era un calor asintomático.
 
 El próximo primer ministro británico declara: El cambio empieza ahora, pero no va a ser fácil. Sospecha que imposible, y él, no más que mera pieza de recambio.
 
El sentido más importante: ni vista ni oído ni olfato ni tacto ni gusto: el sentido del humor, la capacidad de reírse de uno mismo y también de todo lo demás.
 
Soy antimilitarista, ya que ningún ejército defiende la paz, sino el orden previamente establecido, o, lo que es lo mismo, la guerra, lo contrario de la paz.
 
Evitar de dos males el mayor es mejor que elegir de dos males el menor, porque un mal, por mínimo que sea, es sustancialmente un mal, sin adjetivos paliativos.
 
El dinero solo sirve para el incierto día de mañana, para satisfacer una necesidad futura, por lo que crea la propia necesidad perentoria de dinero y el futuro. 
 
 El matrimonio, aprobado el himeneo igualitario o connubio homosexual en España, siguió siendo lo que siempre había sido y nunca dejó de ser: la tumba del amor. 
El crecimiento económico del que tanto alardean los políticos, mientras los pobres viven en la miseria, acrecienta las grandes fortunas y no elimina la pobreza.
 
 Una creencia errónea, y todas las creencias lo son de algún modo, aunque refrendada por una inmensa mayoría, no deja de ser una errónea creencia sin embargo.
 
El cambio prometido fue tan tranquilo y sin sobresaltos (sosegado, era, si no recuerdo mal la palabra-talismán) que nadie se ha enterado, pasando inadvertido.
 
La Presidenta de la Comisión de Eutanasia de Euskadi dice que “En tres años hemos hecho ciento seis eutanasias; estamos muy lejos de Países Bajos y de Canadá”.
Me informo para no estar desinformado de lo que sucede en el mundo, pero lo que consigo así es no enterarme de lo que está pasando a mi alrededor en absoluto.
 
Todos los políticos del arco parlamentario se rasgan las vestiduras y condenan el golpe de estado ignorando que el coup d'état es la esencia misma del Estado.
 
Cuando se aplican la estadística y los números a fin de captar el significado de la vida, la descripción se hace prescripción, el mapa pasa a ser el territorio.
 
Lejos de nosotros la funesta manía de pensar, la peligrosa novedad de discurrir o arriesgada afición de razonar, cosas que no nos dejan las ideas que tenemos.
 
Se quejaba el profeta Isaías con más razón que un santo de aquellos que llamaban bien al mal y al bien mal, haciendo luz de las tinieblas y tinieblas de la luz.

jueves, 20 de junio de 2024

El jefe Montaña de Orgullo

    Si bien es verdad que los nombres propios de las personas son especialmente odiosos (nomina sunt odiosa, según el clásico adagio latino), no lo son sólo porque los denominados no quieran ser mencionados, sino también porque en el fondo sus antropónimos no dejan de ser indiferentes, irrelevantes y fácilmente intercambiables. 
 
    Pero también es cierto, según otro latinajo, que el nombre propio puede ser un presagio (nomen est omen) que caracterice, es decir, que imprima carácter a la persona que lo lleva, por ejemplo el nombre parlante del jefe siux 'Caballo Loco'. Cuando el nombre propio es un nombre parlante es ominoso y abominable por el significado que le confiere al que lo porta, como si se tratara de un destino fatal e inevitable. 
 
    Pues bien, ese es el caso del señor Jens Stoltenberg (cuyo apellido noruego 'stolten berg' significa 'Montaña de Orgullo' en román paladino), el secretario general de la OTAN/NATO, el cual está considerando desplegar más armas nucleares sin especificar si serán de las malas o de las buenas, es decir, de las democráticas, pacíficas y bien intencionadas y estrictamente defensivas, o de las otras... Es de agradecer que se ahorre la narrativa, es decir, el cuento, dicho más claramente, de que las armas que Occidente suministra a Ucrania son para su legítima defensa del invasor, porque no se sostiene en modo alguno. 
 
 
    Ha afirmado (y aquí vienen a cuento otros latines más claros que el agua: excusatio non petita, accusatio manifesta) que la organización cuyos secretos custodia y que regenta no es parte del conflicto, pero reforzará su apoyo a Ucrania para que se respete su legítimo derecho a la autodefensa desplegando más armas nucleares en medio de la creciente amenaza de Rusia y China. 
 
    No ha revelado, sin embargo, cuántas ojivas nucleares iba a exhibir tras desabrocharse la bragueta para enviar un mensaje directo a sus enemigos mostrando el arsenal  testicular. Quieren sacar los misiles, inequívocos símbolos fálicos, de donde los guarda y mostrarlos como medio disuasorio, prestos para el combate, emulando al bravucón perdonavidas que reta al enemigo -¿quién es el enemigo del pueblo, de los pueblos, si no son los gobiernos?- a ver quién la tiene más larga, y no se trata precisamente de la vergüenza, sino de la chorra, con una arrogancia y una fanfarronería que son imperdonables.
 
    «El objetivo de la OTAN, por supuesto, es un mundo sin armas nucleares, pero mientras existan armas nucleares, seguiremos siendo una alianza nuclear porque un mundo en el que Rusia, China y Corea del Norte tienen armas nucleares, la OTAN no es la más peligrosa», afirmó el jefe Montaña de Orgullo contradiciendo las palabras con los hechos y los fines con los medios. 
 
    En este conflicto hay un tercer elemento que no es ni el invasor ni el invadido, y que está detrás de la organización que el señor Stoltenberg regenta, que es Guásinton, cuyo fanatismo guerrerista se manifiesta descaradamente detrás de todo esto. ¿Quién quiere la guerra? ¿Quién representa un peligro para la humanidad? ¿A quién hay que detener lo antes posible? ¿Quién está arrastrando al mundo al báratro del abismo? 
 
 
    Si respondemos, siguiendo al jefe Montaña de Orgullo, que Rusia, y no el tío Sam, que está el pobre con demencia senil cognitiva, se debe a que la manipulación diaria y periódica llevada a cabo por los medios de (in)formación de la opinión pública, que no del pueblo, ha logrado, con su propaganda militar, trafulcar las cosas haciéndonos ver a los amigos como enemigos y a los enemigos como amigos, y más aún, haciéndonos creer que los problemas son las soluciones. 
 
    Stoltenberg casi ha superado a Órgüel diciendo que cuanto más nos preparemos para la guerra -guerra preventiva o profiláctica-, antes acabará, o sea, que la guerra es la paz, y que debemos prepararnos para la guerra -otro latinajo aborrecible: si uis pacem, para bellum- para que dure lo menos posible y acabe cuanto antes, lo que no parece tener mucho o ningún fundamento lógico, pero hay que creerlo por lo absurdo que es (credo quia absurdum, y se me acabó el repertorio de latinajos culteranos). 
 
    Si todavía alguien duda de que ésta no es la guerra de Rusia contra Ucrania, sino la guerra sucia -y todas lo son porque no hay ninguna limpia- que Guásinton está librando contra Moscú (utilizando a Ucrania y a Zelensky, el actor Nato, con mayúscula, como meros títeres de los que en un determinado momento no tiene ningún empacho en prescindir porque le importan un bledo), es que es un “caput insanabile” o cabeza loca que, como decía Horacio, no lograrían curar ni una triple dosis de Antíciras, evocando la isla griega donde abundaba el eléboro “prouechoso para purgaçión de la cabeça”, la planta medicinal cuya raíz se suministraba a los dementes como remedio contra la locura. 
 

miércoles, 15 de mayo de 2024

Armados hasta los dientes (I)

    "El riesgo de guerra no es inminente, pero no es imposible", alertaba en febrero la regenta de la Comisión Europea, cuyo nombre propio no vamos a mencionar aquí. Y, siguiendo su estela, la ministra de la Guerra española, cuyo nombre tampoco mencionaremos, todos los nombres propios son intercambiables, cacareaba en marzo que la amenaza de guerra era “total y absoluta”. 
 
    Dos años después de la guerra en Ucrania y con Oriente Medio incendiado por la guerra de Israel en Gaza y la amenaza de un estallido de onda más amplia, los mandamases europeos han desenterrado el hacha de la guerra. No solo hablan a las claras y sin tapujos de “guerra”, sino que han aumentado el gasto militar a unos niveles “sin precedentes”, según el informe que publica anualmente el Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (Sipri), según informaba The Guardian.
 
     Por primera vez, el gasto militar del gobierno ha aumentado considerablemente en los cinco continentes del globo terráqueo según el grupo de expertos Sipri, alcanzado un nivel récord de 2.440.000 millones de dólares, lo que supone el mayor aumento anual del gasto gubernamental en armas en más de una década. 
 
    A nadie se le escapa que hay un riesgo de conflagración porque las armas llevan escritos en ellas sus fines, y su fin es la guerra, y el fin de la guerra no es la paz, sino la victoria. 
 
    En contra de que se pueda hacer un buen uso de las armas, sacaba Rafael Sánchez Ferlosio en su Campo de retamas el refrán "puestos a reñir, el cuchillo es el que manda" y añadía sutilmente: "pero lo que vengo yo preguntándome hace tiempo es si no podría ser, en cambio, que fuese el cuchillo el que mandase ponerse a reñir". Y aducía en su apoyo el verso de Homero: El hierro por sí solo atrae al hombre, donde 'hierro' es metonimia de armamento en general, como en el dicho "el que a hierro mata, a hierro muere".
 
 
    No cabe duda de que las armas ejercen una fascinación en los seres humanos que es el aliciente que los empuja a manejarlas: el hierro de por sí arrastra al hombre a la guerra, independientemente del empleo bueno o perverso que quiera hacerse de él. No es el hombre el que tira del hierro, sino al revés: Es el hierro quien tira del hombre, como tradujo acertadamente don José Manuel Pabón al castellano el refrán homérico, lo que contradice el único argumento de los defensores del uso de las armas: no las usamos los hombres, sino que nos usan ellas a nosotros.  
 
    No somos, pues, los hombres los que hacemos un uso bueno o malo de las armas; el único uso bueno que cabe hacer de ellas es no usarlas; son las armas las que nos usan a nosotros y nos  convierten en carne de cañón, y ya se sabe para qué sirven, para nada bueno. Una pistola lleva escrito en sí misma el fin para el que ha sido fabricada. El gatillo llama al dedo urgentemente para que lo apriete. 
 
 
   El aumento sin precedentes del gasto militar es una respuesta directa al deterioro global evidente de la paz y la seguridad. Los dos Estados que más gastan (o mejor dicho invierten) en armamento son los Estados Unidos y la China, que vienen a sumar la mitad del gasto militar mundial según la citada fuente de información. 
 
    Lógicamente este dinero público es una inversión que general capital. La esencia del Estado es la guerra, como se ve a las claras, pero es también la esencia del Capital, que encuentra en ella actualmente su mejor inversión, con obsolescencia programada incluida. No se busca la paz, sino la victoria. Hemos pasado del capitalismo vírico al bélico en la búsqueda constante de nuevos mercados e inversiones.

martes, 16 de abril de 2024

La guerra de la razón contra la razón de la guerra

   Como dijo Cicerón, belli neruus pecunia: "el dinero es el motor -el nervio, literalmente- de la guerra", y es lo que a uno se le ocurre cuando se entera de cómo la guerra, a la que  nos llevan de cabeza, está reactivando la economía europea en lo que toca a la industria armamentista, y hace que esta incluso supere a la competencia norteamericana, como puede leerse en La Información, donde se da cuenta cumplida de la subida del gasto en defensa, es decir, en material de guerra. Algunos datos sacados de allí:   

    La guerra en Ucrania, que acaba de cumplir su segundo año en todas las pantallas, ha puesto en órbita a todo el sector aeroespacial y de defensa en Europa. Basta con mirar a Rheinmetall. El principal fabricante mundial de municiones de artillería y fabricante del famoso tanque Leopard, dijo recientemente que espera que sus ventas en 2024 crezcan un 40% hasta un récord de 10.000 millones de euros, lo que no es moco de pavo. Sus acciones llevan una subida del 69% en 2024 y del 85% en un año. 

    Otras empresas que se suman a esta fuerte tendencia del sector en 2024 incluyen a Kongsberg Gruppen (53%), Saab (51%), Leonardo (48%), Safran (29%), BAE Systems (21%), Airbus (20%) y Thales (15%). Todas ellas se benefician de la expansión de los presupuestos militares europeos.

      

    La española Indra se beneficia por partida doble. A su favor cuenta su presencia en los dos segmentos más alcistas en bolsa este año: la tecnología y el negocio de defensa. La compañía, que acaba de aprobar la segregación de su unidad de negocio espacial, acumula una subida del 51% en doce meses. Indra, que también lidera las subidas del Ibex este año con un alza entorno al 30%, tiene más margen para seguir subiendo, lo que supone todo un orgullo para esta sucursal nuestra del ofensivo patrioterismo europeo.

    

 Tras las fuertes ganancias acumuladas, las acciones europeas de defensa -en realidad, de la guerra- superan claramente a sus competidoras estadounidenses como Lockhedd Martin, Boeing, Northrop Grumman, General Dynamics, RTX y Leidos Holdings, después de más de dos décadas de ir siempre por detrás de los americanos. La relación causa-efecto entre guerra y beneficios no admite discusión. El índice europeo que agrupa a las principales empresas aeroespaciales y armamentísticas STOXX Europe Total Market Aerospace sube un 50,3% en un año.

jueves, 22 de febrero de 2024

¡Vivan las caenas!

    Sacaba El Roto el otro día en El Diario Global(ista), o sea en El País, una viñeta que representaba unas cadenas y cuyo texto decía: "Liberados de las cadenas, acudieron a las ferreterías a comprar otras". 

    ¿Quiénes eran esos que habían sido liberados de las cadenas pero que, como no sabían o no podían vivir sin ellas, acudieron voluntariamente enseguida a las ferreterías a comprar otras? No se dice que éramos, o mejor dicho, somos nosotros mismos, como aquellos españoles antepasados nuestros, partidarios del antiguo régimen del absolutismo monárquico borbónico, que frente al grito de los liberales de ¡Viva la Pepa!, que era la constitución democrática que había sido proclamada el 19 de marzo de 1812, día de san José y de todos los pepes y pepas o Padres Putativos, cacareaban ¡Vivan las caenas!    

 
    Contraponían así los unos y los otros la Pepa a las Caenas, sin percatarse de que aquella Pepa, igual que esta otra que se proclamó en 1978, tampoco era la libertad, sino todo lo contrario.
 
    Sucede lo mismo con los gobiernos. Muchos electores votan no a favor de un nuevo gobierno, sino en contra del que tenían después de haber comprobado y sufrido en sus propias carnes la acción del gobierno. Es lo que se llama un voto de castigo. El problema es que una vez que han castigado al anterior gobierno no otorgándole su voto de confianza, se han librado de sus cadenas, sí, pero acuden enseguida a la ferretería de las urnas a proclamar otro nuevo, más de lo mismo. Y es que no sabemos vivir sin las cadenas, desencadenados, y enseguida sustituimos unas por otras más modernas, menos roñosas, más bonitas, más último modelo...  

sábado, 10 de febrero de 2024

Es-pa-ñas (I)

    La España autonómica del patriotismo constitucional: Ha quedado obsoleta aquella sandez de la España (nombre propio que debería conservar la hache inicial latina de Hispania) que se quería Una, Grande y Libre, formada por cuarentaysiete provincias peninsulares y tres insulares, más cuatro restos coloniales de allá por el Imperio hacia Dios en África, que empezaba, según los europeos ilustrados, aquende los Pirineos. La identidad española actual, legítima heredera del rancio nacionalcatolicismo franquista, se vertebra ahora en torno a los 17 ejes de sus respectivas autonomías o sucursales financieras estatales: como si dijéramos en 17 Españitas, cada cual con su parlamento autonómico y sus virreyes elegidos democráticamente y sus transferencias -curiosa palabra, muy reveladora-, cada una con su historia y su idiosincrasia y su himno, y hasta su gastronomía, lengua vernácula y folclore -tradiciones ancestrales y traje regional restaurados antaño por mor del populismo de los coros y danzas de la Sección Femenina- y televisión autonómica propia. Es la misma España de siempre, la del españolismo eterno, golfo, cutre, paleto, palurdo y pazguato de toda la vida, la de la españolería y el españoleo, redivivo ahora en 17 entidades financieras vicarias, que dan vida a los nuevos tópicos hispánicos de siempre: catalanismo, galleguismo, vasquismo, andalucismo... y hasta madrileñismo, para que nadie se sienta discriminado en la villa y en la corte.


    La España plural y uniformemente multicolor: Ondea, desplegada al viento, la bandera rojigualda a lo largo y ancho de la sufrida piel de toro ahora junto al estrellado estandarte azul europeo, y ondean simultáneamente los diecisiete pendones de los virreinatos autonómicos. Resulta inevitable que estas diecisiete pequeños reynos de taifas desarrollen, a poco que se dejen llevar por el prurito anal o furor uterinus del patriotismo estatal, su propio nacionalismo que, en los casos más beligerantes, aspirará a sacudirse de encima el yugo nacional español opresor para sustituirlo rápidamente por otro yugo, al fin y a la postre, no menos nacionalista y opresor. Por eso los indepe(ndestista)s quieren sacudirse el yugo de la realidad ideal de España, para sustituirla por otra de la que algún día querrán tal vez independizarse al comprobar que, pese a todo, nada cambia y todo sigue igual. 

    

    Viva España. Los gritos viscerales y supuestamente bienintencionados de Visca Catalunya y Gora Euskadi, por ejemplo, son la versión remozada del viejo, falangista y no menos visceral y supuestamente bienintencionado Viva (o Arriba) España: se grita lo mismo con otros nombres propios, que en el fondo son lo mismo, e incluso en otras lenguas, algunas fundadas o refundadas ad hoc, impuestas desde los medios de adoctrinamiento de masas, entre los que, además de la prensa y la televisión, que es el más educativo en valores (de bolsa) de todos ellos, no hay que olvidar a las instituciones académicas.   

sábado, 30 de diciembre de 2023

Parpadeos

    Acaba de publicar Andrés Rábago, cuyos heterónimos son OPS y El Roto, un libro de paremias titulado "Parpadeos", dedicado a la pintura, que contiene en la mejor tradición aforística de Machado o de Bergamín unas preciosas reflexiones sobre los pintores que más son de su agrado y el mundo y la vida en general. Lo he leído con deleite, porque no dejo de admirar casi todos los días su viñeta de El Periódico Global(ista) y de apreciar la agudeza de su lenguaje sentencioso, que es el que nos hace pensar. En fin, todo un ramillete de parpadeos ilustrados con algunos de sus dibujos, como el de la portada, que para mí son lo menos valioso de su obra, pero reconozco que es un juicio mío muy personal.

    Como muestra algunos de estos parpadeos entremezclados con algunas de las viñetas de El Roto publicadas en los últimos meses: 

    -"Los ojos son ratones inquietos que caen en las trampas que les tienden las pantallas; también los míos".

    -"Compadecemos a los ciegos porque no pueden ver y supongo que ellos nos compadecerán porque pueden intuir que nosotros tampoco podemos".

 

    -"Cuando era joven me preocupaba no saber ganarme la vida; ahora, ya viejo, me preocupa no saber ganarme la otra vida".

      -"He tenido que llegar a viejo para saber un poco, pero ya no me queda tiempo para que eso poco que sé me sirva de algo".

 

     -"La seguridad no es fiable, sólo la duda lo es".

    -"Cuando me olvido de mí mismo es cuando más cerca estoy de mí, ¡y yo sin enterarme!"


    Y, desde luego: "Haber alcanzado lo que pretendíamos es generalmente prueba de nuestro fracaso o de nuestra insuficiente ambición". 

 

     -"OPS, El Roto y Rábago son mis tres estaciones: primavera, verano y otoño. Ya no me queda tiempo para llegar al invierno".

        -"En la Castilla de mi infancia, la profundidad estaba en lo llano; y en la Cantabria de mi vejez, la profundidad está en lo alto."

lunes, 30 de octubre de 2023

La Iglesia de la Ciencia de la Climatología

    En el tercer milenio de la era cristiana, Occidente entroniza una nueva religión bajo el amparo de la Ciencia: la Iglesia de la Climatología.  Gracias a los boletines meteorológicos de las noticias televisivas y radiofónicas, así como a los titulares de la prensa escrita y a las aplicaciones predictoras de la meteorología de los móviles, algo tan inocuo como el tiempo que hace o que va a hacer, motivo baladí de tantas conversaciones anodinas en los ascensores, se vuelve un fenómeno ideológico de índole religiosa que es incontestable porque es un artículo dogmático de fe.
 
       Las instrucciones nos vienen de arriba y son transmitidas por las mismas  tres o cuatro agencias de prensa internacionales, que difunden una retórica religiosa que poco a poco justifica el control general de la sociedad en nombre de una amenaza superior, y que nos impele a todos a un sentido moral y a una responsabilidad que nos exige algún que otro pequeño sacrificio para salvar el planeta como evitar una ducha de agua caliente, bajar el termostato de la calefacción en invierno, o no  montarnos en un coche alimentado por gasoil o gasolina.
 
     Inicialmente se denominó al fenómeno Calentamiento Global, pero cuando se fue viendo que las olas de calor extremo y torrencial no eran eternas y se sucedían tras ellas olas periódicas de frío glacial, se cambió el nombre a Cambio Climático, que explica tanto las sequías pertinaces como las inundaciones.  
 
 
    Al igual que la enfermedad del virus coronado, el fenómeno del Cambio Climático no es local, sino pandémico, y tiene un alcance mundial, global o planetario, que de las tres maneras puede decirse. 
 
     Cada cual debe controlarse a sí mismo, y podrá, por supuesto, controlar al vecino, como hacía la policía de los balcones durante la pandemia, porque si no actuamos todos a una nuestros esfuerzos serán poco menos que baldíos.
 
     La salvación del grupo tiene prioridad sobre la salvación individual. Esta nueva fe debe impregnar todos los aspectos de nuestra existencia, e invita a la contrición, a la culpa y a la misión apostólica evangelizadora que consiste en predicar que hay que descarbonizar el planeta a toda costa, y este evangelio o buena palabra de Dios debe difundirse por doquier.
 
 
       El IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change, en la lengua del Imperio, y en la nuestra  Grupo Intergubernamental -nótese la connivencia cada vez mayor entre los gobiernos del mundo- de Expertos sobre el Cambio Climático) es según nuestro Ministerio de la Transición Ecológica (y el Reto Demográfico -atención a la coletilla semántica-) "el principal órgano internacional encargado de evaluar el conocimiento sobre el cambio climático". 
 
    Este panel de expertos, que está en el centro de esta ola de terrorismo global, ha puesto en la picota al anhídrido carbónico, CO2 o dióxido de carbono, en particular. Este gas es el chivo expiatorio que hay que sacrificar. Si bien es solo uno de los múltiples gases de efecto invernadero y solo representa un porcentaje mínimo de este fenómeno físico, se ha demonizado como si sus emisiones fueran las ventosidades sulfurosas del mismo Satanás.
 
  El caso es que nos encontramos con una inversión de significado orgüeliana bastante significativa, valga la redundancia, ya que el CO2, dióxido de carbono o anhídrido carbónico, como se llamaba antaño, que era fuente de vida, se convierte ahora por arte de magia negra en fuente de muerte, según el clero del IPCC. 
 
     
      Pero ¿a quién debemos creer? Ni siquiera los propios científicos se ponen de acuerdo en la proporción de CO2 que hay en la atmósfera. Unos dicen que hay entre un 5 y un 8%, otros que hay un 0,04%, y que en los últimos veinte años ha aumentado una centésima, pasando del 0,03 al 0,04. ¿Hemos de reducir el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera o hemos de aumentarlo? ¿A quiénes creemos, a los primeros o a los segundos? ¿Debemos creer a alguien?
 
    La gran ventaja de este enemigo es que, como el virus, es invisible y omnipresente en su ubicuidad, está en el aire, en el agua, en los árboles. Es un demonio pernicioso que podemos cuantificar como queramos, según criterios incontrolables, donde una simple regla de tres permite definir el número de viajes en avión que cada ciudadano podrá realizar todavía durante su vida.
 
    El clero del IPCC no escatima esfuerzos para que el catastrofismo climático entre poco a poco en nuestra vida cotidiana. Lo que antes se llamaba simplemente veranillo de san Miguel, a finales de septiembre, es hoy un fenómeno meteorológico excepcional de calor extremo que nos trae un tórrido octubre como no se ha conocido en la historia universal. 
 
    Estas palabras repetidas por los medios cambian nuestra percepción de la realidad. Lo que era antes un momento de felicidad y de gozo, porque hace buen tiempo, es ahora motivo de preocupación. Lo que antes era bueno ahora resulta que es malo. 
 
 
El caminante sobre el mar de nubes, C. D. Friedrich (1818)

    Sin embargo, lo fascinante de este nuevo discurso apocalíptico y que induce a la culpa tanto personal como colectiva es que de ninguna manera pone en duda ni cuestiona el modelo capitalista que lo ha producido. Al contrario, incluso le sirve, ya que permite obtener beneficios comprando el derecho a contaminar o a calentar... e indirectamente, incluso empuja a la gente a ganar la mayor cantidad de dinero posible para poder beneficiarse en el futuro de ventajas. que la mayoría ya no tendrá. 
 
    Los informes meteorológicos destacan constantemente las catástrofes naturales, incendios forestales, inundaciones, temperaturas extremas... Hay que actuar en nombre de nuestros hijos, de las generaciones futuras venideras a las que vamos a dejarles este planeta... La retórica apocalíptica climática sobre la que navegan ahora todos los medios de comunicación y todos los gobiernos responsables de la toma de decisiones en el mundo tiene, sin embargo, varias ventajas importantes: en primer lugar, es una amenaza que puede alargarse durante mucho tiempo,  en segundo lugar, afecta a casi todos los aspectos de la vida de las personas, ciudadanos y consumidores y, finalmente, da sentido a muchas personas para las que la realidad ya no lo tenía, que de repente, se encuentran, como Greta Thunberg, con una misión que dé un significado a su vida que, de lo contrario, carecería de sentido. 
 
    De un tirón, lo sagrado vuelve a la realidad y el hecho de darse una ducha fría cobra sentido, el hecho de quedarse sin vacaciones cobra sentido, el hecho de no salir nunca de casa cobra sentido… el hecho de estar neurótico, incómodo, infeliz, tiene sentido. La Iglesia del Cambio Climático es una religión como otra cualquiera, con sus artículos dogmáticos de fe, sus feligreses y creyentes, y también con sus herejes. 

domingo, 22 de octubre de 2023

Ofensiva de paz

    Gracias a la viñeta de Andrés Rábago El Roto que publicó El País el pasado 20 de octubre, que presenta una silla sobre la que se abre un periódico con un titular que reza en letras mayúsculas “TEMOR ANTE UNA POSIBLE OFENSIVA DE PAZ”, dedicada como está a Ben Shahn , he conocido la obra de este artista lituano que se afincó en los Estados Unidos (1898-1969), y el cuadro original en el que está basada la viñeta. 
 
 
 
 
    Se trata de una témpera o pintura al temple sobre papel pintada en la primavera de 1940 y actualmente en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago, en la que se ven dos hombres sentados en una silla, uno a la izquierda, con sobrero y mirando al frente, y otro a la derecha, de perfil y con las piernas cruzadas, sosteniendo entre ellas un ejemplar de un periódico, con una silla vacía en medio sobre la que reposa otro ejemplar del mismo periódico abierto con el curioso titular en letras mayúsculas: DEMOCRACIES FEAR NEW PEACE OFFENSIVE! (Las democracias temen una nueva ofensiva de paz). 
 
 
 Las democracias temen una nueva ofensiva de paz, Ben Shahn, (1940)
  
    La pintura, de índole realista, está basada en una fotografía neoyorquina tomada por el propio pintor en la que se inspiró, retratando el clima que se respiraba durante la Depresión en la ciudad norteamericana. Solía Ben Shahn utilizar sus fotografías -también era fotógrafo- como material para sus pinturas. 
 
 
 
    Esta foto, tomada a mitad de los años 30, de dos hombres sentados en una calle de la ciudad de Nueva York con un periódico entre ellos sirvió de base para su cuadro Las democracias temen una nueva ofensiva de paz (1940), en la que Shahn altera sutilmente el titular del periódico que entrevemos que era DEMOCRACIES FEAR NEW WAR OFFENSIVE (Las democracias temen una nueva ofensiva de guerra). Estamos en el período de entreguerras, y este detalle, aparentemente insignificante de sustituir la palabra WAR (guerra) por PEACE (paz), es quizá lo más significativo de toda la composición: Lo que temen las democracias, que son los regímenes de gobierno que comenzaban a imponerse en Occidente por aquel entonces, no era una “ofensiva de paz”, expresión que se contradice y que aparentemente resulta un oximoro, sino una ofensiva de guerra. Pero no se trata de un lapsus linguae, sino de aplicación de la dialéctica heraclitana de la coincidentia oppositorum: Lo que temían las democracias occidentales es que se descubriera que la guerra era la paz, y que la paz era la guerra. 
 
Detalle central de "...nueva ofensiva de paz", Ben Shahn, (1940)
 
    No en vano el sabio de Éfeso, que nos dijo que la realidad gustaba de ocultarse, había escrito que Guerra era el padre de todas las cosas. Llamar paz a la guerra (o guerra a la paz) es como llamar vida a la muerte (o viceversa), es ver cómo los contrarios no sólo se complementan, sino que no son tan contrarios.
 
    Viene la viñeta de Andrés Rábago El Roto, reproduciendo el motivo central del cuadro de Shahn, a atacar la creencia de que disfrutamos de paz al decirnos “TEMOR ANTE UNA NUEVA OFENSIVA DE PAZ”, porque lo que temen los regímenes actuales -las democracias, que decía Shahn, en las que se confunde ya el Estado que intenta la globalización con el Capital globalizado- es la ofensiva de paz, porque estamos, aunque no lo parezca, en guerra constantemente, en guerra permanente, en una guerra que se alimenta de señalar a unos amigos y a otros enemigos, configurando, como dicen los periodistas para minimizar su alcance, conflictos generacionales, sexuales, de clases sociales, nacionales... que habitual- e irónicamente pasan desapercibidos como guerras porque consideramos que forman parte de la paz. Y las guerritas que hay ahora, como la de Ucrania o la de Israel y tantas otras, que no son nada todavía en tanto que llega y no llega la tan temida como deseada III Guerra Mundial, sólo sirven para mantener el engaño de que esto que llamamos paz no puede ser una guerra de verdad porque esa sería la otra, la de la "realidad", la que nos echan por la tele y nos venden como tal.
 
    Lo mismo que la existencia de las cárceles sirve para que creamos los que estamos por ahora fuera de ellas que gozamos de libertad, la existencia de estas guerras sirve para que creamos que esta falsa paz que tenemos es la paz verdadera de verdad. 
   

domingo, 29 de enero de 2023

Escalada armamentista

    Sugerir que la escalada de armamento provoca la muerte, como hace la viñeta de Eneko publicada en el diario Público es algo tan evidente que mencionarlo resulta trivial, superficial. En las cuatro viñetas de la izquierda vemos a dos escaladores que trepan por las dos laderas de lo que parece una montaña, pero son algo más que dos meros escaladores más que una montaña, como vemos a continuación en la viñeta más grande de la derecha. Los escaladores serían los países empeñados en incrementar sus presupuestos de "defensa". Y la montaña, como comprobamos enseguida, no era tal montaña, sino la silueta de la mismísima Señora Inmortal de la Guadaña, es decir la Muerte, como se ve por su calavera descarnada, su negro manto y la cuchilla afilada de la guadaña que porta con la que cercena las vidas a su paso. 
 
 
    Cuando se va a cumplir pronto el año de la guerra espectacular de Ucrania, asistimos a una nueva fase del conflicto, como dicen los pedantes: La guerra ya no va a ser meramente defensiva, la defensa de un pequeño país invadido por otro mucho más poderoso. El presidente ucraniano pretende pasar a la ofensiva, y por eso codicia carros de combate y aviones y misiles, que les pidió a los Reyes Magos no para defenderse ya sino para atacar al invasor en su propio territorio. La Unión Europea, y el eje británico-estadounidense de la OTAN van a facilitarle el armamento, con lo cual la guerra alcanzará sin duda mayores dimensiones
 
    El gobierno español, el más progresista de nuestra historia nacional, el gobierno de la Gente, como se autodefine,  no va a ser menos que sus homólogos europeos, por lo que se apresta a participar en esta santa cruzada de Dios enviando también armamento pesado de última generación al frente de combate. 
 
    En lugar de rebajar la tensión y generar situaciones que favorezcan el alto el fuego, los países de la órbita británico-estadounidense y europea han decidido echar más leña a la fogata. 
 
    Pero la guerra, antes que provocar la muerte, que también la provoca, claro está, genera mucha "vida": artículos en la prensa, debates a favor y en contra, informaciones varias, miles de telediarios y programas televisivos de tertulianos, desfile de opiniones, viñetas como estas de Eneko, o la de El Roto, que sacaba el otro día en el Periódico Global...
 
 
    Y esa "vida" que provoca la guerra mueve dinero, mucho dinero, porque, al fin y al cabo, como sentenció lapidariamente Cicerón "el dinero es el nervio de la guerra", y donde él dice "nervio" nosotros podemos entender "móvil" y "motor". 
 
    De la pandemia, igual que de la guerra que vino a sustituir a la primera en los informativos, lo que importa es que dure, que dure mucho, que mueva mucho dinero a la mayor gloria de la industria farmacéutica y armamentista respectivamente, y sobre todo de la industria de la información, que es tan poderosa o más que las mencionadas, y cubre a ambas oportunamente. La pandemia va a cumplir tres años de edad, y la guerra está a punto de cumplir su primer aniversario.
 
    La industria armamentista o armamentística, que de las dos maneras parece que se puede decir, es, no cabe duda, la auténtica gran beneficiada e interesada en esta nueva fase del conflicto, como dicen los pedantes, de Ucrania. Se frota, por ello, las manos este sector industrial que,  según la impresentable ministra del ramo del Gobierno de España “genera muchos puestos de trabajo”. En sus propias palabras: La industria española de Defensa crea muchos puestos de trabajo. Camufla hábilmente con esa frase tan demagógica la mención del armamento denominando a la industria de las armas “industria de Defensa”, y nacionalizándola además como “española” para que veamos que la pasta queda en casa, por así decir. La prostitución también, señora ministra, crea muchos puestos de trabajo sin ningún género de duda, pero eso no la dignifica.

viernes, 2 de diciembre de 2022

Un poco más de miedo, si cabe, todavía

    Un fantasma recorre Europa. El espectro prenavideño de una novena ola se cierne sobre el país galo y de rebote sobre todo el viejo continente.
 


     Una inmunóloga francesa, de cuyo nombre propio no quisiera hacer mención, pero voy a mencionarlo para que no se diga que me invento la noticia: la señora Brigitte Autran, desde la cadena de televisión BFM, una emisora privada de (in)formación continua y masiva, advirtió en calidad de presidenta de la Comisión para la Vigilancia y Predicción de Riesgos Sanitarios (COVARS,según sus siglas en la lengua de Molière) que la subvariante BQ.1.1 del virus coronado y todavía no destronado prevalecía ya en el país vecino sobre la subvariante BA.5 de la mutación Ómicron del susodicho virus que se propagaba en Francia durante esta temporada, que se ha visto ahora barrida, según ha dicho la inmunóloga para que la gente lo entienda, por su “bebé” BQ.1.1, algo así como que parió la abuela por si fuéramos pocos, lo que podría explicar el aumento reciente de casos de enfermedad de virus coronado cosecha 2019, que “todavía no es notable”, pero curiosamente ya se nota, y que podría suponer el comienzo de una nueva ola que sería la novena que se rompe contra las costas francesas. 
 
    Ya hablamos no hace mucho de ello aquí mismo de este avatar amenazante del virus, BQ.1.1 que fue bautizado popularmente Höllehund en la lengua de Goethe, o sea el Perro del Infierno, también Can Cérbero o Cancerbero, todo junto, el perro de tres cabezas que representan la triplandemia que se cierne sobre nosotros de virus coronado, gripe de toda la vida y resfriado común durante esta temporada otoño-invierno.  
 
 
    Y ¿qué ha dicho la señora Autran sobre la subvariante de la subvariante de la mutación? Pues esto: "Esta subvariante en particular es más contagiosa y justifica el aumento actual en el número de nuevas infecciones". No se sabe si es más peligrosa, pero sí más contagiosa. Conclusión: Por eso, dijo, es absolutamente necesario que los ciudadanos tomen medidas de precaución enmascarándose y distanciándose y se vacunen si pertenecen a grupos de riesgo, por supuesto.
 
    Subrayó además que las vacunas, aunque protegen menos frente a la infección y a la transmisión -lo reconoció- debido a la variación permanente del virus con sus variantes y subvariantes, garantizan protección frente a formas graves y la muerte por complicaciones de la Covid-19, cosa que, como se sabe, es, si no incierta, al menos muy dudosa, pues el virus no era tan letal como dijeron en un primer momento para meternos miedo,  promover la vacunación de todo quisque y tenernos así bajo control.

 

  Y, como no podía ser menos, reiteró la necesidad de usar mascarilla al menos en los transportes públicos y en lugares concurridos, para recordarnos a todos el estado terapéutico terrorista en el que vivimos y revivir el clima de pánico total. 
 
Nueva temporada de la serie: novena ola.