Loop significa “bucle” en inglés y to loop the loop “rizar el rizo”. Si enlazamos las dos oes, formamos el símbolo matemático de infinito que John Wallis acuñó.
Loop significa “bucle” en inglés y to loop the loop “rizar el rizo”. Si enlazamos las dos oes, formamos el símbolo matemático de infinito que John Wallis acuñó.
Agustín García Calvo es el autor de la letra de la canción "Atrás, a contratiempo", que compuso basándose en una ocurrencia de su amigo el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, que le ofreció los dos primeros versos (Carabelas de Colón, / todavía estáis a tiempo) y que canta Chicho Sánchez Ferlosio, animando a las carabelas de Cristóbal Colón a que como monjitas arrepentidas den marcha atrás y vuelvan al puerto del que partieron sin descubrir América, un alegato contra la Historia, y contra lo que se pretende celebrar el día 12 de octubre, que se ha convertido entre nosotros en el Día de la Hispanidad (o de la españolez, como decía don Rafael) y en la Fiesta Nacional.
He aquí la letra de la canción que interpreta Chicho: Carabelas de Colón, / todavía estáis a tiempo. / Antes que el día os coja, / virad en redondo presto, / presto. / Tirad de escotas y velas, / pegadle al timón un vuelco, / y de cara a la mañana / desandad el derrotero. / Atrás, ¡a contratiempo! / Mirad que ya os lo aviso, / mirad que os lo prevengo: / que vais a dar con un mundo / que se llama el Mundo Nuevo, / nuevo; / que va a hacer redondo el mundo, / como manda Tolomeo, / para que girando siga / desde lo mismo a lo mesmo. / Atrás, ¡a contratiempo! / Por delante de la costa / cuelga un muro de silencio; / si lo rompéis, chocaréis / con terremotos de hierro, / hierro. / Agua irisada de grasas / y rompeolas de huesos, / de fruta, de cabecitas / veréis los árboles llenos. / Atrás, ¡a contratiempo! / ¡A orza, a orza, palomas!, / huid a vela y a remo. / El mundo que vais a hacer, / más os valiera no verlo, / verlo. / Hay montes de cartón-piedra, / ríos calientes de sebo, / arañas de veinte codos, / sierpes que vomitan fuego. / Atrás, ¡a contratiempo! / Llueve azufre y llueve tinta, / sobre selvas de cemento, / chillan colgadas en jaulas / crías de monos sin pelo, / pelo. /
Los indios pata-de-goma, / acorazados de acero, / por caminos de betún / ruedan rápidos y serios. / Atrás, ¡a contratiempo! / Por las calles trepidantes / ruge el león del desierto. / Por bóvedas de luz blanca / revuelan pájaros ciegos, / ciegos. / Hay un plátano gigante / en medio del cementerio / que echa por hojas papeles / marcados de cifra y sello. / Atrás, ¡a contratiempo! / Sobre pirámides rotas / alzan altares de hielo / y adoran a un dios de plomo / con dientes de oro negros, / negros. / Con sacrificios humanos / aplacan al dios del miedo, / corazoncitos azules / sacan vivos de los pechos. / Atrás, ¡a contratiempo! / Trazan a tiros los barrios, / a escuadra parten los pueblos. / Se juntan para estar solos, / se mueven para estar quietos, / quietos. / Al avanzar a la muerte / allí lo llaman progreso. / Por túneles y cañones / sopla enloquecido el Tiempo. / Atrás, ¡a contratiempo! /
Pero no sólo es el día de la Fiesta Nacional, la Iglesia celebra el día de la Virgen del Pilar, en el que la virgen María se le apareció al apóstol Santiago a la orilluca del Ebro a su paso por Zaragoza.
Y es también el día de las Fuerzas Armadas, "un día de orgullo, de satisfacción, de sentirnos más unidos que nunca, teniendo en cuenta que somos miembros de un gran país como es España", según la ministra de la Guerra, que en su alocución envía un recuerdo cariñoso "a las familias que han perdido a sus familiares este año. Siempre estarán en nuestros corazones. Su acto de servicio no lo olvidaremos nunca". Considera significativamente la señora ministra que la muerte es un acto de servicio. Y, más adelante, en su breve y atropellada alocución afirma que "es un día muy importante para España y es un día importante para las fuerzas armadas, esas fuerzas armadas generosas, esas fuerzas armadas que están siempre en todos los lugares más difíciles y más complicados en el extranjero y en España; (...) los hombres y mujeres de las fuerzas armadas están siempre presentes con voluntad de servicio y de amor a España".
"Su acto de servicio no lo olvidaremos nunca" |
El concepto "formación de masas" resulta familiar a los lectores de Agustín García Calvo, que se refería habitualmente a los medios de comunicación, mass media en la lengua del Imperio, como «medios de formación de masas», añadiendo a veces «de individuos personales».
El profesor Mattias Desmet, por su parte, de la Universidad de Gante ha publicado un libro en neerlandés De Psychologie van Totalitarisme (2022), traducido ya al inglés The psychology of totalitarianism, en el que aplica la teoría de formación de masas a la pandemia de COVID-19, y utiliza el término «mass formation», y eventualmente «mass formation psychosis». Ya Gustave Le Bon y el propio Freud ocasionalmente hablaron de la formación de masas, pero fue Elias Canetti quien acuñó el concepto, del que Desmet hace ahora un uso sistemático aplicándoselo a la pandemia.
Señala cuatro características en la formación de masas. La primera condición es la soledad o asilamiento social generalizados, que son fundamentales para que surja una masa de individuos, cosa que favoreció la pandemia. Se requiere que haya desconexión con el entorno, y atomización individual. Cita Desmet, en este sentido, la creación en el Reino Unido del Ministerio de la Soledad, y en los Estados Unidos de América la epidemia de soledad que se produjo en 2017. Es curioso que cuanto mayor es esta soledad más se vuelca, a falta de calor humano, en la tecnología y en los medios y retículas sociales. La segunda es la pérdida del sentido de la vida. La tercera es la ansiedad y el malestar psicológico. La frustración y la ansiedad son el caldo de cultivo, así como el descontento con el trabajo y lo que uno hace en la vida cotidiana. La cuarta, la irritabilidad y la agresividad que generan mucha tensión.
Los afectados no pueden distanciarse críticamente de lo que la masa cree aunque sea algo totalmente irracional. Lo más notable de todo es que no importa si lo que se cree es verdad o no lo es. Incluso parece que cuanto más absurdo es más se cree en ello, más entusiasmo despierta la creencia en las masas. Es la vieja doctrina medieval, digo yo, del Credo quia absurdum: Lo creo por lo absurdo que es, o como lo formuló Tertuliano «credibile quia ineptum est» o sea, resulta creíble o digno de crédito porque es ilógico.
Un ejemplo puede ser este cartel del Ayuntamiento de Almería que decía: «Te concedo que salgas a la calle sin mascarilla, a cambio de la vida de tu abuelo. El covid-19 provoca la muerte. No juegues con él». Lo absurdo de la creencia es que la mascarilla protegía contra el cóvid así como que los nietos podían contagiar y matar a los abuelos si no se ponían el dichoso símbolo de sumisión islámica -islam, por cierto, significa «sumisión» en árabe. Se ha visto igualmente a mucha gente conducir su automóvil personal con mascarilla cuando iban solos, convirtiéndose el embozo en un elemento simbólico de sometimiento incondicional al relato dominante y de pertenencia a la masa.
Los individuos masificados están dispuestos a sacrificarse y a sacrificar todo lo que para ellos era importante, y demuestran una gran intolerancia frente a los que no están de acuerdo con sus planteamientos, a los que a menudo estigmatizan y a los que insultan, denuncian y acosan tanto en público como en privado, destruyéndolos en los casos más extremos.
"No-vacunados a las cámaras de gas"
A lo largo de la historia de la humanidad se han producido muchos fenómenos de formación de masas: las cruzadas medievales, las cazas de brujas, la revolución francesa, la rusa, el nazismo, el estalinismo... Para que se produzca la formación de una masa, tiene que haber una disposición por parte de la gente, y curiosamente, contra lo que pudiera parecer a primera vista, cuanto mayor es el nivel educativo, más fácil es caer en la formación. Sería interesante profundizar en este tema, que nos lleva a cuestionar el papel de la educación a la hora de formar masas y aniquilar el "escepticismo popular".
Y en medio de este caldo de cultivo la función de los medios informativos es crucial, ya que ellos son los encargados de ofrecer una narrativa que los individuos personales consumen y con la que se identifican. La masa cree en un relato no porque sea verosímil sino porque la creencia, por muy demencial que sea, crea un nuevo vínculo social. La masa pueden convertir cualquier grupo humano en un motivo de ansiedad y de persecución: los musulmanes, los judíos, los antivacunas, los rusos... Los afectados se embarcan en una lucha heroica que los ha de conectar con otros como ellos y darle un sentido a su vida, emparanoiándose, a lo que contribuyen los medios de comunicación con sus informaciones, que son en realidad propaganda y adoctrinamiento.
Cada cual aislado en su hogar forma parte de la masa sin conexión física con el resto, no como en un estadio donde las masas al unísono gritan «gol» o corean la canción del grupo musical. La formación de masas es similar a la hipnosis, y se caracteriza por la pérdida de la racionalidad: la masa oye, pero no escucha. Se acepta la narrativa que difunden los medios porque establece un vínculo social: la gente se asomaba a ventanas y balcones a las ocho a aplaudir a los sanitarios porque lo mandaba la televisión instalada en la intimidad de sus hogares unifamiliares. En el mismo sentido, cuanto más absurdas son las medidas que toma la masa, más conforman y cumplen la función de un ritual.
La gente, dispuesta a sacrificarse, encuentra al fin un sentido a su vida y a su muerte, haciéndose sinónimas las expresones «vale la pena vivir por algo» y «vale la pena morir por algo». Esto explica, por ejemplo, la autoflagelación en los monasterios medievales, y cómo la tortura del cilicio acercaba dolorosa- y placenteramente a la vez a los monjes a Dios. Y explica los empleos históricos de los cruzados «Deus lo volt (Dios lo quiere)» y el «Gott mit uns (Dios con nosotros)» de los nazis.
Si la pandemia ha sido el primer gran fenómeno de formación de masas en la época moderna, el segundo está siendo en la actualidad la guerra de Ucrania. Y suma y sigue.
"Mata al ruso"
Algo que se vio durante la pandemia
fue el aislamiento para que no hablásemos, frente a lo que sólo
puede oponerse, propone Desmet, la formación de un grupo por muy
minúsuclo que sea que no se convierta nunca en una masa, y que se
disponga a hablar, dejarse hablar porque hablando se entiende la
gente y puede denunciar la deriva de la formación de masas al estado
totalitario, el totalitarismo 'democrático' que padecemos.
La primera estrofa reza así en latín: Gaudeamus igitur, iuuenes dum sumus; post iucundam iuuentutem, post molestam senectutem nos habebit humus. Cuya traducción sería más o menos: Disfrutemos jóvenes hoy de nuestra suerte. Tras la juventud gozosa y vejera enojosa nos tendrá la muerte.
En la segunda estrofa aparece el tópico tema inevitable en la poesía medieval del ubi sunt: ¿Dónde están los que antes que nosotros vivieron en el mundo? Vete a los infiernos, dirígete al cielo si quieres verlos. Ubi sunt qui ante nos / in mundo fuere?/ Adeas ad inferos, / transeas ad superos / hos si uis uidere.
Y en la última estrofa se entona el inevitable panegírico del mundo académico: Viva la academia y vivan los profesores... Viuat Academia, / uiuant professores!/ Viuat membrum quodlibet, / uiuant membra quaelibet, / semper sint in flore.
He aquí una versión moderna del himno a cargo del grupo Kundala para la Universitat Oberta de Catalunya:
Agustín García Calvo compuso en latín una versión peculiar a la contra en una de las numerosas reclusiones que padeció en las celdas de la Dirección General de Seguridad, los célebres calabozos de la Puerta del Sol, por apoyar el pronunciamiento estudiantil madrileño desde su estallido en febrero de 1965, adelantándose al mayo del 68 francés hasta su reintegración al orden en 1969, lo que motivó su expulsión de la cátedra y su posterior exilio a París en plena dictadura franquista.
Escribió en Actualidades (Editorial Lucina, 1980), donde publicó su versión del clásico Gaudeamus, que "repetirse a sí mismo interminablemente ritmos y tonadas era uno de los modos más placenteros que podía tomar el Tiempo", y así compuso este antihimno, cuyo lenguaje es similar al de la versión tradicional estudiantil, que es el latín medieval de los clerici uagantes, siguiendo su esquema rítmico y métrico.
La letra arranca de una leve modificación de la primera estrofa, que en la versión original viene a decir que debemos alegrarnos mientras seamos jóvenes porque después de los gozos placenteros de la juventud y de los molestos achaques de la vejez nos tendrá la tierra, es decir, la huesa, o sea, la fosa del cementerio.
Gaudeamus igitur, / iuvenes dum sumus; / post iucundam iuventutem,/ post molestam senectutem, /nos habebit humus. La última palabra de la estrofa, humus, no tiene nada que ver con el humo (que se dice fumus en latín), ya que significa tierra, suelo, terruño, de donde nos vienen a nosotros las palabras cultas y con hache intercalada inhumar y exhumar, que valen por enterrar y desenterrar respectivamente, y también la tra(n)shumacia, que viene a ser el pastoreo itinerante, pero también el adjetivo humilis -e, origen de nuestro humilde, y el verbo humiliare, de donde nuestro humillar, proviene de ese árbol genealógico con el significado original de "a ras de tierra", y también tiene relación con esta palabra, qué le vamos a hacer, el género humano característico del animal rationale, toda una lección de humildad etimológica.
La versión de García Calvo de esta primera estrofa sólo modifica los adjetivos que se aplican a la juventud ("rebellem" en vez de "iucundam") y a la vejez, ("pacatam" en lugar de "molestam"). A continuación hace una parodia de las demás estrofas, con unas cuantas proclamaciones "críticas y ardorosas" de lo que representó aquel movimiento estudiantil para que queden como recuerdo vivo.
Ofrezco una traducción al castellano un tanto libre, si no libérrima, de su versión que permite sin embargo que pueda cantarse según se hace comúnmente. La letra es por cierto, muy apropiada, como se verá si se lee, para entonar a contracorriente en todas las graduaciones y ceremonias de aperturas y cierres de cursos académicos y escolares.
I. Gaudeamus igitur, / iuvenes dum sumus. / Post rebellem iuventutem, / post pacatam senectutem, /nos habebit humus.
1. Disfrutemos jóvenes / hoy de nuestra suerte. / Tras la juventud guerrera / y resignada vejera, /nos tendrá la muerte.
II. Vbi sunt qui ante nos / in mundo fuerunt? / Ossa sub terra crepant, miseri nos increpant, / quod numquam vixerunt.
2. ¿Dónde están los que anteayer / en el mundo fueron? / Bajo la tierra sus huesos / se revuelven cual posesos / porque no vivieron.
III. Nos autem iam nolumus / obsequi isti legi, / neque argentum pro labore, / nec laborem pro amore, / neque regere nec regi.
3. Pero no queremos ya / esa penitencia, / ni dinero por labores, / ni trabajo por amores, / mando ni obediencia.
IV. Si nescimus forsitan / quae fieri velimus, / at ea quae nos premunt, / at ea quae falsa sunt, / ea satis scimus.
4. Si no sabemos quizá / qué es lo que queremos, / lo que no queremos que haya, / lo que es falso de esa laya / sí que lo sabemos.
V. Cui prodest ista iam / negotiorum rota, / tot consortia fabricarum, / tot commercia catenarum? / Ipsamet sibi tota.
5. ¿Para qué nos sirve ya / que gire la rueda / del progreso y sus promesas, / del comercio y sus empresas, / sin parar que pueda?
VI. Cui prosunt, quaesumus, / saecla gubernantum, / et imperia militaria / et officia statutaria? / Ipsamet sibi tantum.
6. Preguntamos el porqué / de tantos gobiernos, / los imperios y su gloria, /y los siglos de la historia. / ¡Que ardan en los infiernos!
Vivat Academia, Hans Crepaz (1938-...)
VII. Pereat ergo Dominus / nummorum et fascium, / et rex qui mortificat / et lex quae iustificat, / et qui colunt mendacium.
7. Muera, por tanto, el Señor / Capital y Estado, / muera el rey que mortifica, / y la ley que justifica / y nos ha engañado.
VIII. Pereat Accademia, / pereant professores, / et cathedrae quaelibet / et decani quilibet, / simul ac rectores.
8. Muera la Universidad / y los profesores, / los exámenes, abajo, / los diplomas, al carajo, / rector y doctores.
IX. Sed et scholae pereant / ingeniariorum, / pereat technica fatalis, pereat scientia venalis, / opium populorum.
9. No haya escuela nunca más / ni reloj que cuente, / muera la tecnología, / y la ciencia que la guía, / opio de la gente.
X. Vivat liber amor et / fratrum et sororum, / vivat et inmunitas, / libertas, communitas / omnium conservorum.
10. Viva libre el libre amor / de hermanas y hermanos. / Viva la comunidad, / y la amable libertad / en libertas manos.
XI. Vivat ars dialectica, / mors religionis; / nam quae ratio construit, / ratio ipsa destruit. / Vivat ius negationis!
11. Viva la dialéctica / negación tozuda; / lo que la razón construye, / ella misma lo destruye / al sembrar la duda.
XII. Vivat vita hominum, / si quid erit tale; / sin minus, vel pereat / et ad umbras transeat / animal rationale.
12. Viva la vida si la hay / y se da tal cosa; / pero si no, que perezca, / y el ser racional fallezca / en sombría fosa.
En la segunda estrofa, donde aparece el tema del "ubi sunt?", se pregunta la cantilena dónde están los que vivieron, y se responde que unos han ido a los infiernos y al cielo. García Calvo, por su parte, la modifica prescindiendo del cielo y del infierno metafísicos: sus huesos yacen bajo tierra, donde los muertos se revuelven porque constatan que nunca han vivido, porque han muerto sin haber vivido, recordándonos el contrahimno del maestro zamorano el dicho atribuido a Marcello Marchesi "L' importante è che la morte ci trovi vivi" (Lo importante es que la muerte nos encuentre vivos).
A propósito de la cuarta estrofa, escribía García Calvo en su quinceava entrega de "Para internet destinado a alumnos de istituto y a sus profesores" que lo que dice allí más o menos de si tal vez no sabemos qué queremos que suceda, en cambio, lo que nos oprime, en cambio, lo que es falso, eso lo sabemos bastante bien, es lo que poco después escribió algún estudiante en alguno de los muros de París: "Nous ne savons pas ce que nous voulons, mais nous savons bien ce que nous ne voulons pas", o sea: no sabemos lo que queremos, pero sabemos muy bien lo que no queremos.
Encuentro,
por otra, parte, un paralelo entre el comienzo de la octava estrofa de
García Calvo con lo que escribió el escritor y filósofo ruso Alexander
Herzen (1812-1870), recién graduado por la Universidad de Moscú en 1833:
Pereat Academia! Pereant Professores! (¡Muera la Academia! ¡Mueran los profesores!)
parodiando y contradiciendo los canturreados versos del Gaudeamus donde
se lanzan vivas pelotilleros al infame al mundo académico.
¿Hay alguna idea por la que merezca la pena matar o morir, o simplemente vivir? No pocos jóvenes se hacen esta pregunta. ¿Hay algo por lo que merezca la pena sacrificarse en esta vida? Yo, que ya no soy joven, creo, sinceramente, que no. Si soy sabio, que no lo soy, y tengo alguans briznas de sabiduría no será por mis años, que no son pocos, sino por mis desengaños, que son muchos.
Preguntémonos en primer lugar: ¿Quién ha inventado esas ideas o ideales por los que supuestamente merece la pena morir o vivir, que para el caso viene a ser lo mismo? Los inventores de ideas e ideales suelen ser pederastas muy longevos, filósofos de luengas barbas blancas fundadores de sectas religiosas, que se rodean de jovenzuelos incautos a los que incitan a matar y a morir, pero ellos no suelen matar, no vaya a ser que los metan en la cárcel, ni morir por ideas tampoco, desde luego.
Decía Gandhi que por las ideas no se debía matar nunca, en todo caso se debía morir por ellas. Pero los verdaderos idealistas no suelen sacrificarse, sino incitar a los demás al sacrificio. Ellos alimentan las ideas vivas para que otros hagan el trabajo sucio de matar y morir por ellas.
Están también, además de las ideas, las religiones: el cristianismo, por ejemplo. Cierto que ya lleva dos mil años de rodadura por el mundo, pero si ha durado tanto no es porque sus fieles hayan dado la vida por él en santo martirio, ya que si lo hubieran hecho no habría cristianos ni Cristo que lo fundó a estas alturas, sino porque han matado por él organizando cruzadas y guerras santas en nombre de la sacrosanta Cruz. Lo mismo vale para el islam.
Si vemos al enemigo no como alguien a quien se puede matar, sino como alguien con quien se puede vivir, convivir, no habría guerras. Recordemos que la palabra “enemigo” procede del latín “inimicus”, que quería decir “in-” no y “-amicus” amigo, o sea que enemigo es el que no es amigo. Y recordemos también que “amigo” viene de “amor”. Pues eso, no habría guerras en el mundo, como decíamos, ni siquiera guerras santas, perdón, guerras justas o intervenciones humanitarias, como dicen ahora con moderno eufemismo para disimualr la sangre del campo de Marte. No las habría si no tenemos enemigos. Si no tuviéramos enemigos, haríamos el amor y no la guerra.
Sirva este lugar de modesto homenaje a Georges Brassens, el François Villon de la canción francesa, trovador genial donde los haya habido, que cantaba aquello de ¿morir por las ideas para dar sentido a nuestra existencia? Sí, pero poco a poco, sin prisa, con una muerte lenta que dure... toda la vida.
En esta canción se lanza Brassens contra lo que es la forma de dominación más abstracta, y a la vez, por eso mismo, la más mortífera, que tiene el Poder, que es la Idea adoptada como idea personal, que se identifica con la muerte, como sucede en la vida cotidiana, donde se reduce la vida a la idea de la vida, o sea a muerte, dado que la idea es la muerte de la cosa.
Ofrezco la versión para cantar que hizo Agustín García Calvo de la canción de Brassens:
¡Morir por una idea!: idea interesante; / por no tenerla, yo por poco fallecí: / pues los que la tenían, mayoría aplastante, / aullando "¡Muera, muera!" se echaron sobre mí. / En fin, me han convencido; mi Musa desatenta / reniega de su error, y vota su moción; / con una leve enmienda a la formulación: / por la idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta.
Visto que nada va a perderse con la espera, / vamos al otro barrio sin prisa por llegar; / pues, si aprieta uno el paso, puede ocurrir que muera / por ideas que ya han mandado retirar. / Pues bien, si hay algo amargo y triste, es darse cuenta, / al rendir uno a Dios el alma, de que no / cogió la buena idea, de que se equivocó. / Por la Idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta.
De ideas que den pie para estirar la pata / sectas de mil colores ofrecen arsenal; / así que si pregunta la víctima novata / "Morir por una idea, muy bien, pero ¿por cuál?"; / y, como se parecen una y otra y cuarenta, / al verlas con sus mil pendones avanzar / el listo en torno al hoyo da vueltas sin parar. / Por la Idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta.
Y al menos, si bastara un par de escabechinas / para que todo al fin cambiara y fuera bien, / después de tantos siglos de ilustres sarracinas / tendríamos acá que estar ya en el Edén; / mas la Edad de Oro siempre mañana se presenta: / el Dios del Ideal jamás calma su sed; / y es siempre muerte y muerte, muerte una y otra vez. / Por la Idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta.
Ustedes, los que animan a pasar por el tajo, / mueran delante; el paso les cedemos, y ya; / pero dejen vivir a los otros, ¡carajo!: / la vida es todo el lujo que en vida se les da. / Porque, al fin, la Pelona nunca pierde la cuenta: / no hace falta que nadie le ayude en su misión. / ¡Basta de fantochadas al pie del paredón! / Por la Idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta.
El “Cantar de las Dos Torres” (2008) es un largo poema en diecisiete tiradas de hexámetros asonantados, “una breve epopeya entre risueña y tremebunda” en palabras de su autor, Agustín García Calvo, que dedicó al “resonante derrumbamiento de las torres gemelas de Nueva York”, cuyo vigésimo aniversario se cumple hoy 11 de septiembre de 2021, marcando un hito en la retransmisión televisiva de unas imágenes mil veces repetidas en todos los rincones del planeta, y un hito por la declaración de guerra al terror que supuso.
El primer verso es, por cierto, un remedo del primero de la Ilíada, con su invocación a la musa para que asista al poeta, en el que se ha sustituido la ira de Aquiles por la fe de los hombres: “Canta, diosa, la Fe de los hombres hijos de muerte, / Fe que alzaba a los cielos altivas torres a veces / y a veces las arrumbaba por tierra, y di de qué suerte, / siendo una y la misma la Fe, guerreaban como si fuesen / una con otra.” Ya se ve aquí el tema del cantar: cómo es la misma fe la que construye los rascacielos que la que los destruye, y cómo ambas están, sin embargo, en guerra como si fueran distintas.
En todo poema épico la guerra es el tema central: “...la guerra. Siempre al Estado la guerra sirvió a tales fines; / y es guerra, por falsa que sea, lo que el momento nos pide”.
El hexámetro asonantado que practica García Calvo es el mismo que utilizó en su traducción de la Ilíada de Homero y del poema didáctico de Lucrecio De rerum natura o De la Realidad, y que cultivó en la endecha de su propia cosecha Relato de amor (1980): seis tiempos marcados rítmicamente seguidos de uno o dos no marcados, con la posibilidad de añadir una sílaba no marcada (o dos a veces) al comienzo de algunos versos.
Lo más original, desde mi punto de vista, de esta tremebunda epopeya, son los reproches de las tres mujeres que se hallan en el canto XVI y XVII, a las que da voz el poeta para recriminar a sus esposos y novio. Así empieza, por ejemplo, el reproche de Aixa: “¿Adónde te has ido, cruel, dejándome moribunda / a mí, que sin ti nada soy? Por ti me vestía y desnuda / era tan solo por ti. Eras tú mi espejo y mi luna: / ¿qué voy a ver en mi espejo si no es mi falta y la tuya?” Más desgarrado es el reproche de Fátima: “...Ah perro, ah hijo de puta / por muerto te llamo. Ah, nada te importa: el caso es que huyas / de mí y de mi amor (…) / (…) ¡Ah, vuela y trïunfa / con tu gran muerte! Yo lo que quiero es volverme una bruja / que arranque los ojos a quien en tu alma sembró esta locura”. / Calló, y rabïosa hincaba en los blancos pechos las uñas.”
Pero de las quejas de las tres es sin duda la de Marïén, que era novia y no esposa, en el último canto la más significativa: “ (...) Ven, que te ajuste / las cuentas, amor: no es tu muerte lo que en miseria me hunde: / es el que tú la quisieras, que tú la quieras y busques / y que por ella me dejes a mí. ¿Qué aroma o deslumbre / tenía tu muerte que así te arrastró a su coño, a su túnel / sin fondo? Ah, no: ella no es nada: era solo el negro mejunje / de nombres de patria y destino y Alá que reine y trïunfe: / ¡quemáralos todos, si no fueran viento, en fuego de azufre!”
Recojo
aquí y me hago eco de la propuesta de homenaje a la bandera que hizo el
llorado Rafael Sánchez Ferlosio a propósito de la creación ex nihilo de la Comunidad Autónoma de Madrid en 1983, cuyo himno compuso Agustín García Calvo, con música del maestro Pablo Sorozábal Serrano, por
encargo de su primer presidente Joaquín Leguina por el módico precio de
una peseta, y cuya bandera definió Santiago Amón Hortelano con diseño
de José María Cruz Novillo, según leo en la inevitable Güiquipedia: un
fondo rojo carmesí según unos, pero según otros que no se ponen de
acuerdo en esto, rojo vivo o encendido con siete estrellas blancas de
cinco puntas cada una situadas en el centro en dos filas, cuatro arriba y
tres debajo.