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martes, 10 de octubre de 2023

Artillería de mensajes breves y un bucle

La mayoría sólo expresa opiniones personales, mas si alguien formula algo razonable, no se oye, o, si se oye, no se escucha, asordado en el runrún mayoritario. 
 
Dijo o escribió con toda la razón del mundo Agustín García Calvo: «Si cada uno no creyera que hace lo que quiere, sería imposible que hiciera lo que le mandan».
 
Aunque disminuye el impacto de los incendios provocados, aumenta sin embargo la cobertura mediática que los vincula con el cambio climático insistentemente.
 
Mienten El Diario Montañés, La Voz de Asturias, El País, El Heraldo de Aragón, ABC... La única noticia veraz de cualquier periódico es su fecha de publicación.
 
Carpe diem: Hasta el vino de la mejor cosecha, si lo guardas demasiado tiempo en tu bodega para que envejezca y adquiera rancia solera acaba avinagrándose. 
 
En el diccionario Multa paucis “enemigo” es el contrario en la guerra, y “guerra” es rompimiento de paz entre dos o más naciones; y profesión y arte militar
 
Lo más sospechoso de algunas soluciones, escribió Ferlosio, es que se las encuentra siempre que se quiere, presentándosenos antes, añado yo, que los problemas. 
 

 
Si no ha sucedido ninguna desgracia gorda en el mundo esta mañana, experimentamos como un vacío existencial, y decimos: No trae nada interesante el periódico. 
 
Hay un hacer por hacer que no es sino hacer lo que ya está hecho y no merece la pena rehacer, que nos conduce a la hiperactividad de un activismo sin sentido. 
 
 Nuestro nombre propio, el nombre con el que nos bautizaron o nos inscribieron en el registro civil y se nos conoce no deja de ser otro más de los pseudónimos. 
 
¿Qué quiere el pueblo? El pueblo no sabe lo que quiere, sabe lo que no quiere, y, si lo sabe, no es lo que quiere, sino lo que le mandan que quiera, lo mandado. 
 
Escribe González Dávila: “El capitalismo es realmente culpable de lo que lo acusan, pero condenarlo sólo a él garantiza la impunidad del verdadero delincuente”. 
 
¿Quién será el verdadero delincuente que se esconde impunemente detrás del capitalismo? Tras el sufijo -ismo con que se reviste la palabra se oculta el Capital. 
 
La vulgaridad colonizó la tierra, escribe González Dávila. Sus armas han sido la televisión, la radio, la prensa: y ahora, además, en nuestra época, internet. 
 
 En esta sociedad cada cual repite siempre la misma acción como Sísifo, condenados a acarrear nuestra cruz en bucle sin fin una y otra vez. En esta sociedad...

 

Loop significa “bucle” en inglés y to loop the loop “rizar el rizo”. Si enlazamos las dos oes, formamos el símbolo matemático de infinito que John Wallis acuñó.

lunes, 2 de octubre de 2023

El valor de la derrota

    El cineasta italiano Pier Paoloo Pasolini declaró en una entrevista en la revista Vie Nuove, en octubre de 1961, bajo el título “Conversaciones con Pasolini”, lo siguiente:  “Pero soy un hombre que prefiere perder antes que ganar de maneras desleales y despiadadas. Una falta grave por mi parte, lo sé. Y lo bueno es que tengo la audacia de defender tal culpa, de considerarla casi una virtud.” (Ma io sono un uomo che preferisce perdere piuttosto che vincere con modi sleali e spietati. Grave colpa da parte mia, lo so! E il bello è che ho la sfacciataggine di difendere tale colpa, di considerarla quasi una virtù… en su lengua, que es la lengua del Dante y de Petrarca).
 
 
    Pero la cita que se atribuye ahora por doquier en las redes sociales es la siguiente, inspirada libremente en la susodicha declaración, pero que no consta que haya sido escrita ni dicha literalmente con esas palabras nunca por Pasolini, lo que no desmerece en absoluto la argumentación y la belleza del razonamiento: "Creo que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados. En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar primero. Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de hacedores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador, de lejos prefiero al que pierde. (En versión original italiana: Penso che sia necessario educare le nuove generazioni al valore della sconfitta. Alla sua gestione. All’umanità che ne scaturisce. A costruire un’identità capace di avvertire una comunanza di destino, dove si può fallire e ricominciare senza che il valore e la dignità ne siano intaccati. A non divenire uno sgomitatore sociale, a non passare sul corpo degli altri per arrivare primo. In questo mondo di vincitori volgari e disonesti, di prevaricatori falsi e opportunisti, della gente che conta, che occupa il potere, che scippa il presente, figuriamoci il futuro, a tutti i nevrotici del successo, dell’apparire, del diventare… A questa antropologia del vincente preferisco di gran lunga chi perde)
 
    El hecho de que sea una cita espuria no hace que demerezca en absoluto su valor. Se non è vero, è ben trovato: Si no es verdad que lo dijo, está bien pensado y, a juzgar por su declaración, está seguramente inspirado en ella. 
 
    Me ha recordado enseguida el soneto teológico número 1 de Agustín García Calvo, Enorgullécte de tu fracaso, que cantaba Chicho Sánchez Ferlosio en 1982 en el Teatro Español, y el núm. 2 que recitaba el propio poeta. 
 
 
 
 


    Y quizá hay que traer también aquí aquellas palabras de Samuel Beckett, tomadas de Rumbo a peor, no siempre bien entendidas por los emprendedores como Elon Musk, que las han hecho suyas y repiten a menudo como si fueran mantras tibetanos de autorrealización: Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better. (Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor). Creen algunos que lo que quiso decir Beckett es que el fracaso no es más que un aprendizaje en el camino del éxito, pero esto no tiene nada que ver con la intención original del texto ni con un vitalismo optimista del que hacen gala los emprendedores que muy poco o nada tiene que ver con Samuel Beckett, quien parte de la aceptación del fracaso sin esperar a cambio ningún éxito futuro.
 
 
      El hashtag #fracasamejor, aceptado sin ironía como frase motivadora, tanto en la lengua del Imperio como en la nuestra, aparece reflejado en camisetas, tazas, fundas de móviles, tatuajes, imanes de nevera y demás panoplia de objetos de consumo...

lunes, 22 de mayo de 2023

Retahíla de jaicus o jaicús

Están de moda los jaicus (o jaicús) japoneses. Se aprecia en estas composiciones poéticas la concisión de su brevedad, la alusión a una de las cuatro estaciones del año, la belleza de las imágenes y muchas otras pinturerías por el estilo. Su poética, dicen, se basa en la emoción que produce en el poeta la contemplación de la naturaleza. Pero ¿qué es formalmente un jaicu? 

Según la inevitable Güiquipedia, consiste en un poema breve de diecisiete sílabas, escrito en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. Según esto, se trataría de una métrica “a sílabas cuntadas”, lo que no es exacto en absoluto, porque los ejemplos japoneses del género a veces no suman diecisiete sílabas, sino algunas más o algunas menos. 

A poco que se profundice, se descubre que el japonés cuenta con sílabas de dos moras, por lo que una de esas sílabas "largas" puede contar como dos elementos rítmicos. 

Entre nosotros, se han hecho imitaciones manteniendo este esquema de 5-7-5 sílabas, como en este ejemplo de Octavio Paz: Hecho de aire / entre pinos y rocas, / brota el poema, o este otro de Jorge Luis Borges: ¿Es un imperio / esa luz que se apaga / o una luciérnaga?, donde el último verso, que tiene seis sílabas, al acabar en palabra esdrújula cuenta como pentasílabo. 

Octavio Paz, precisamente, y Eikichi Hayashiya tradujeron al poeta japonés Matsuo Basho, considerado el padre del jaicu, ofreciéndonos de él esta bellísima perla: Este camino / nadie ya lo recorre, / salvo el crepúsculo

Muchos poetas actuales optan por aproximarse al jaicu japonés con una estrofa de tres versecillos con el esquema “corto, largo, corto” sin más atención al cómputo de sílabas. Y algunos ni siquiera se atienen al número tres, y entregándose al “verso libre” escriben como dice García Calvo “unos reguerillos de prosa tipográficamente separados”. 

La definición del jaicu no dice nada sobre su condición prosódica, como anota Agustín García Calvo en su monumental “Tratado de rítmica y prosodia y de métrica y versificación”, publicado por editorial Lucina en 2006, que propone como modelo rítmico japonés originario un esquema que podríamos llamar trocaico cataléctico, lo que conlleva un final yámbico o con marca rítmica en la sílaba final del verso, por lo que estos versos, según el cómputo silábico de la métrica castellana serían 6/8/6,  y ofrece este ejemplo propio: Al primer temblor / del Otoño, el frío ¡qué / dulce por la piel! 

Siguiendo este esquema propuesto por el maestro, ofrezco algunos humildes intentos propios en este sentido para devolver a los jaicus el esquema rítmico originario japonés, que no suelen seguir las traducciones a nuestra lengua que prefieren el esquema tópico de 5/7/5, o españolizarlos con nuestra seguidilla o la soleá de nuestra tradición. 


De aquí para allá, / cual rosal de Jericó, /sin echar raíz
 
Canta el ruiseñor /enjaulado su canción / que echa así a volar.
 
Margaritas mil / se abren por doquier en flor / despuntando abril.
 
Peino canas ya / pero qué me importa a mí, / viejo dizque soy.
 
Se acabó el pastel. / Picotea aquí y allá / migas el gorrión.
 
Una jaula y un / pajarito dentro, allí / sin poder volar.
 
 Un espejo, en él / veo a otro como yo / que me mira a mí.
 
Ambidiestro que es, / no se queda manco, no, / jamás el Poder.  
 

  ¡Mira, el abedul / de oro viejo amaneció / revestido aún!
 
El cerezo se ha / desprendido de otra más / hoja seca ya.
 
Mi imposible amor, / nunca haremos el amor / de verdad tú y yo.
 
Otra que arranqué / hoja de almanaque, el mes / concluyó otra vez.
 
Llueve, el vendaval / como un lobo aúlla, y yo / tomo solo el té. 
 
Sin ningún valor / las pesetas que ahorré / para el porvenir.
 
Grillo cantarín, / escuchando su cricrí / vuelvo a la niñez.  

Canta el ruiseñor, / el galán primaveral, / y enmudezco yo.


 

miércoles, 12 de octubre de 2022

"Carabelas de Colón, todavía estáis a tiempo".

    Agustín García Calvo es el autor de la letra de la canción "Atrás, a contratiempo", que compuso basándose en una ocurrencia de su amigo el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, que le ofreció los dos primeros versos (Carabelas de Colón, / todavía estáis a tiempo) y que canta Chicho Sánchez Ferlosio,  animando a las carabelas de Cristóbal Colón a que como monjitas arrepentidas den marcha atrás y vuelvan al puerto del que partieron sin descubrir América, un alegato contra la Historia, y contra lo que se pretende celebrar el día 12 de octubre, que se ha convertido entre nosotros en el Día de la Hispanidad (o de la españolez, como decía don Rafael) y en la Fiesta Nacional.

       

       He aquí la letra de la canción que interpreta Chicho: Carabelas de Colón, / todavía estáis a tiempo. / Antes que el día os coja, / virad en redondo presto, / presto. / Tirad de escotas y velas, / pegadle al timón un vuelco, / y de cara a la mañana / desandad el derrotero. / Atrás, ¡a contratiempo! / Mirad que ya os lo aviso, / mirad que os lo prevengo: / que vais a dar con un mundo / que se llama el Mundo Nuevo, / nuevo; / que va a hacer redondo el mundo, / como manda Tolomeo, / para que girando siga / desde lo mismo a lo mesmo. / Atrás, ¡a contratiempo! / Por delante de la costa / cuelga un muro de silencio; / si lo rompéis, chocaréis / con terremotos de hierro, / hierro. / Agua irisada de grasas / y rompeolas de huesos, / de fruta, de cabecitas / veréis los árboles llenos. / Atrás, ¡a contratiempo! / ¡A orza, a orza, palomas!, / huid a vela y a remo. / El mundo que vais a hacer, / más os valiera no verlo, / verlo. / Hay montes de cartón-piedra, / ríos calientes de sebo, / arañas de veinte codos, / sierpes que vomitan fuego. / Atrás, ¡a contratiempo! / Llueve azufre y llueve tinta, / sobre selvas de cemento, / chillan colgadas en jaulas / crías de monos sin pelo, / pelo. / 

                                            Los indios pata-de-goma, / acorazados de acero, / por caminos de betún / ruedan rápidos y serios. / Atrás, ¡a contratiempo! / Por las calles trepidantes / ruge el león del desierto. / Por bóvedas de luz blanca / revuelan pájaros ciegos, / ciegos. / Hay un plátano gigante / en medio del cementerio / que echa por hojas papeles / marcados de cifra y sello. / Atrás, ¡a contratiempo! / Sobre pirámides rotas / alzan altares de hielo / y adoran a un dios de plomo / con dientes de oro negros, / negros. / Con sacrificios humanos / aplacan al dios del miedo, / corazoncitos azules / sacan vivos de los pechos. / Atrás, ¡a contratiempo! / Trazan a tiros los barrios, / a escuadra parten los pueblos. / Se juntan para estar solos, / se mueven para estar quietos, / quietos. / Al avanzar a la muerte / allí lo llaman progreso. / Por túneles y cañones / sopla enloquecido el Tiempo. / Atrás, ¡a contratiempo! /


                                                                            Por eso, carabelitas, / oíd, si podéis, consejo: / No hagáis historia, que sólo / lo que está escrito está hecho, / hecho. / Con rumbo al sol que os nace, / id el mapa recogiendo, / por el Mar de los Sargazos / tornad a Palos, el puerto. / Atrás, ¡a contratiempo! / Monjitas arrepentidas, / entrad en el astillero. / Os desguacen armadores, / os coman salitre y muergos, / muergos. / Dormid de velas caídas / al son de los salineros / y un día de peregrinas, / id a la sierra subiendo. / Atrás, ¡a contratiempo! / Volved en Sierra de Gata / a crecer pinos y abetos,  / criar hojas y resina / y hacerles burla a los vientos, vientos. / Allí el aire huele a vida, / se siente rodar el cielo, / y en las noches de verano / cantan grillos y jilgueros. /
Atrás, ¡a contratiempo!


        Pero no sólo es el día de la Fiesta Nacional, la Iglesia celebra el día de la Virgen del Pilar, en el que la virgen María se le apareció al apóstol Santiago a la orilluca del Ebro a su paso por Zaragoza.

    Y es también el día de las Fuerzas Armadas, "un día de orgullo, de satisfacción, de sentirnos más unidos que nunca, teniendo en cuenta que somos miembros de un gran país como es España", según la ministra de la Guerra, que en su alocución envía un recuerdo cariñoso "a las familias que han perdido a sus familiares este año. Siempre estarán en nuestros corazones. Su acto de servicio no lo olvidaremos nunca". Considera significativamente la señora ministra que la muerte es un acto de servicio. Y, más adelante, en su breve y atropellada alocución afirma que "es un día muy importante para España y es un día importante para las fuerzas armadas, esas fuerzas armadas generosas, esas fuerzas armadas que están siempre en todos los lugares más difíciles y más complicados en el extranjero y en España; (...) los hombres y mujeres de las fuerzas armadas están siempre presentes con voluntad de servicio y de amor a España".

"Su acto de servicio no lo olvidaremos nunca"
    
     La ministra, delante de la bandera rojigualda española, se encuentra flanqueada por la de la Unión Europea, azul con sus doce estrellas marianas, y la de la OTAN, aquella organización a la que de entrada le habíamos dicho que no y en la que acabamos entrando de cabeza con todas las consecuencias, de color también azul marino como el Océano Atlántico y con la rosa de los vientos que es la brújula que nos marca el Norte.   
 
    La ministra de la Guerra, en otras recientes declaraciones, afirmaba que había que "trabajar pensando en la industria de Defensa" porque esa industria creaba "puestos de trabajo".  Y citaba a modo de ejemplo las fragatas F-110, los submarinos S-80, los vehículos 8 por 8 y un largo etcétera que es clave para la modernidad de las Fuerzas Armadas y la modernización de la industria de Defensa "porque crea muchos puestos de trabajo".  Ese mismo argumento podría llevarnos a la defensa de la prostitución porque, al igual que la industria de Defensa, genera muchos puestos de trabajo. 

martes, 23 de agosto de 2022

Formación de masas

    El concepto "formación de masas" resulta familiar a los lectores de Agustín García Calvo, que se refería habitualmente a los medios de comunicación, mass media en la lengua del Imperio, como «medios de formación de masas», añadiendo a veces «de individuos personales».

    El profesor Mattias Desmet, por su parte, de la Universidad de Gante ha publicado un libro en neerlandés De Psychologie van Totalitarisme (2022), traducido ya al inglés The psychology of totalitarianism, en el que aplica la teoría de formación de masas a la pandemia de COVID-19, y utiliza el término «mass formation», y eventualmente «mass formation psychosis». Ya Gustave Le Bon y el propio Freud ocasionalmente hablaron de la formación de masas, pero fue Elias Canetti quien acuñó el concepto, del que Desmet hace ahora un uso sistemático aplicándoselo a la pandemia.

 

    

    Señala cuatro características en la formación de masas. La primera condición es la soledad o asilamiento social generalizados, que son fundamentales para que surja una masa de individuos, cosa que favoreció la pandemia. Se requiere que haya desconexión con el entorno, y atomización individual. Cita Desmet, en este sentido, la creación en el Reino Unido del Ministerio de la Soledad, y en los Estados Unidos de América la epidemia de soledad que se produjo en 2017. Es curioso que cuanto mayor es esta soledad más se vuelca, a falta de calor humano, en la tecnología y en los medios y retículas sociales. La segunda es la pérdida del sentido de la vida. La tercera es la ansiedad y el malestar psicológico. La frustración y la ansiedad son el caldo de cultivo, así como el descontento con el trabajo y lo que uno hace en la vida cotidiana. La cuarta, la irritabilidad y la agresividad que generan mucha tensión.

    Los afectados no pueden distanciarse críticamente de lo que la masa cree aunque sea algo totalmente irracional. Lo más notable de todo es que no importa si lo que se cree es verdad o no lo es. Incluso parece que cuanto más absurdo es más se cree en ello, más entusiasmo despierta la creencia en las masas. Es la vieja doctrina medieval, digo yo, del Credo quia absurdum: Lo creo por lo absurdo que es, o como lo formuló Tertuliano «credibile quia ineptum est» o sea, resulta creíble o digno de crédito porque es ilógico.

    Un ejemplo puede ser este cartel del Ayuntamiento de Almería que decía: «Te concedo que salgas a la calle sin mascarilla, a cambio de la vida de tu abuelo. El covid-19 provoca la muerte. No juegues con él». Lo absurdo de la creencia es que la mascarilla protegía contra el cóvid así como que los nietos podían contagiar y matar a los abuelos si no se ponían el dichoso símbolo de sumisión islámica -islam, por cierto, significa «sumisión» en árabe. Se ha visto igualmente a mucha gente conducir su automóvil personal con mascarilla cuando iban solos, convirtiéndose el embozo en un elemento simbólico de sometimiento incondicional al relato dominante y de pertenencia a la masa.

    Los individuos masificados están dispuestos a sacrificarse y a sacrificar todo lo que para ellos era importante, y demuestran una gran intolerancia frente a los que no están de acuerdo con sus planteamientos, a los que a menudo estigmatizan y a los que insultan, denuncian y acosan tanto en público como en privado, destruyéndolos en los casos más extremos. 


 "No-vacunados a las cámaras de gas"

    A lo largo de la historia de la humanidad se han producido muchos fenómenos de formación de masas: las cruzadas medievales, las cazas de brujas, la revolución francesa, la rusa, el nazismo, el estalinismo... Para que se produzca la formación de una masa, tiene que haber una disposición por parte de la gente, y curiosamente, contra lo que pudiera parecer a primera vista, cuanto mayor es el nivel educativo, más fácil es caer en la formación. Sería interesante profundizar en este tema, que nos lleva a cuestionar el papel de la educación a la hora de formar masas y aniquilar el "escepticismo popular". 

    Y en medio de este caldo de cultivo la función de los medios informativos es crucial, ya que ellos son los encargados de ofrecer una narrativa que los individuos personales consumen y con la que se identifican. La masa cree en un relato no porque sea verosímil sino porque la creencia, por muy demencial que sea, crea un nuevo vínculo social. La masa pueden convertir cualquier grupo humano en un motivo de ansiedad y de persecución: los musulmanes, los judíos, los antivacunas, los rusos... Los afectados se embarcan en una lucha heroica que los ha de conectar con otros como ellos y darle un sentido a su vida, emparanoiándose, a lo que contribuyen los medios de comunicación con sus informaciones, que son en realidad propaganda y adoctrinamiento. 

    Cada cual aislado en su hogar forma parte de la masa sin conexión física con el resto, no como en un estadio donde las masas al unísono gritan «gol» o corean la canción del grupo musical. La formación de masas es similar a la hipnosis, y se caracteriza por la pérdida de la racionalidad: la masa oye, pero no escucha. Se acepta la narrativa que difunden los medios porque establece un vínculo social: la gente se asomaba a ventanas y balcones a las ocho a aplaudir a los sanitarios porque lo mandaba la televisión instalada en la intimidad de sus hogares unifamiliares. En el mismo sentido, cuanto más absurdas son las medidas que toma la masa, más conforman y cumplen la función de un ritual. 

    La gente, dispuesta a sacrificarse, encuentra al fin un sentido a su vida y a su muerte, haciéndose sinónimas las expresones «vale la pena vivir por algo» y «vale la pena morir por algo». Esto explica, por ejemplo, la autoflagelación en los monasterios medievales, y cómo la tortura del cilicio acercaba dolorosa- y placenteramente a la vez a los monjes a Dios. Y explica los empleos históricos de los cruzados «Deus lo volt (Dios lo quiere)» y el «Gott mit uns (Dios con nosotros)» de los nazis. 

    Si la pandemia ha sido el primer gran fenómeno de formación de masas en la época moderna, el segundo está siendo en la actualidad la guerra de Ucrania. Y suma y sigue.

  "Mata al ruso"

   "Mata al ruso"

     Algo que se vio durante la pandemia fue el aislamiento para que no hablásemos, frente a lo que sólo puede oponerse, propone Desmet, la formación de un grupo por muy minúsuclo que sea que no se convierta nunca en una masa, y que se disponga a hablar, dejarse hablar porque hablando se entiende la gente y puede denunciar la deriva de la formación de masas al estado totalitario, el totalitarismo 'democrático' que padecemos.

martes, 22 de febrero de 2022

¡Alegrémonos!

    El gaudeamus igitur (Alegrémonos, pues) es una vieja cantilena estudiantil europea anónima de la Edad Media que se ha convertido en la actualidad en un himno universitario y que suele interpretarse en casi todas las ceremonias de graduación y actos oficiales académicos del universo mundo que se precien. 

     La primera estrofa reza así en latín: Gaudeamus igitur, iuuenes dum sumus; post iucundam iuuentutem, post molestam senectutem nos habebit humus. Cuya traducción sería más o menos: Disfrutemos jóvenes hoy de nuestra suerte. Tras la juventud gozosa y vejera enojosa nos tendrá la muerte

    En la segunda estrofa aparece el tópico tema inevitable en la poesía medieval del ubi sunt: ¿Dónde están los que antes que nosotros vivieron en el mundo? Vete a los infiernos, dirígete al cielo si quieres verlos. Ubi sunt qui ante nos / in mundo fuere?/ Adeas ad inferos, / transeas ad superos / hos si uis uidere. 

    Y en la última estrofa se entona el inevitable panegírico del mundo académico: Viva la academia y vivan los profesores... Viuat Academia, / uiuant professores!/ Viuat membrum quodlibet, / uiuant membra quaelibet, / semper sint in flore. 

    He aquí una versión moderna del himno a cargo del grupo Kundala para la Universitat Oberta de Catalunya: 

 

    Agustín García Calvo compuso en latín una versión peculiar a la contra en una de las numerosas reclusiones que padeció en las celdas de la Dirección General de Seguridad, los célebres calabozos de la Puerta del Sol, por apoyar el pronunciamiento estudiantil madrileño desde su estallido en febrero de 1965, adelantándose al mayo del 68 francés hasta su reintegración al orden en 1969, lo que motivó su expulsión de la cátedra y su posterior exilio a París en plena dictadura franquista. 

    Escribió en Actualidades (Editorial Lucina, 1980), donde publicó su versión del clásico Gaudeamus, que "repetirse a sí mismo interminablemente ritmos y tonadas era uno de los modos más placenteros que podía tomar el Tiempo", y así compuso este antihimno, cuyo lenguaje es similar al de la versión tradicional estudiantil, que es el latín medieval de los clerici uagantes, siguiendo su esquema rítmico y métrico. 

    La letra arranca de una leve modificación de la primera estrofa, que en la versión original viene a decir que debemos alegrarnos mientras seamos jóvenes porque después de los gozos placenteros de la juventud y de los molestos achaques de la vejez nos tendrá la tierra, es decir, la huesa, o sea, la fosa del cementerio. 

 



    Gaudeamus igitur, / iuvenes dum sumus; / post iucundam iuventutem,/ post molestam senectutem, /nos habebit humus. La última palabra de la estrofa, humus, no tiene nada que ver con el humo (que se dice fumus en latín), ya que significa tierra, suelo, terruño, de donde nos vienen a nosotros las palabras cultas y con hache intercalada inhumar y exhumar, que valen por enterrar y desenterrar respectivamente, y también la tra(n)shumacia, que viene a ser el pastoreo itinerante, pero también el adjetivo humilis -e, origen de nuestro humilde, y el verbo humiliare, de donde nuestro humillar, proviene de ese árbol genealógico con el significado original de "a ras de tierra", y también tiene relación con esta palabra, qué le vamos a hacer, el género humano característico del animal rationale, toda una lección de humildad etimológica. 

 

 

    La versión de García Calvo de esta primera estrofa sólo modifica los adjetivos que se aplican a la juventud ("rebellem" en vez de "iucundam") y a la vejez, ("pacatam" en lugar de "molestam"). A continuación hace una parodia de las demás estrofas, con unas cuantas proclamaciones "críticas y ardorosas" de lo que representó aquel movimiento estudiantil para que queden como recuerdo vivo. 

     Ofrezco una traducción al castellano un tanto libre, si no libérrima, de su versión que permite sin embargo que pueda cantarse según se hace comúnmente. La letra es por cierto, muy apropiada, como se verá si se lee, para entonar a contracorriente en todas las graduaciones y ceremonias de aperturas y cierres de cursos académicos y escolares. 

I. Gaudeamus igitur, / iuvenes dum sumus. / Post rebellem iuventutem, / post pacatam senectutem, /nos habebit humus. 

 1. Disfrutemos jóvenes / hoy de nuestra suerte. / Tras la juventud guerrera / y resignada vejera, /nos tendrá la muerte. 

 II. Vbi sunt qui ante nos / in mundo fuerunt? / Ossa sub terra crepant, miseri nos increpant, / quod numquam vixerunt. 

2. ¿Dónde están los que anteayer / en el mundo fueron? / Bajo la tierra sus huesos / se revuelven cual posesos / porque no vivieron.

 III. Nos autem iam nolumus / obsequi isti legi, / neque argentum pro labore, / nec laborem pro amore, / neque regere nec regi. 

3. Pero no queremos ya / esa penitencia, / ni dinero por labores, / ni trabajo por amores, / mando ni obediencia. 

 

 IV. Si nescimus forsitan / quae fieri velimus, / at ea quae nos premunt, / at ea quae falsa sunt, / ea satis scimus. 

4. Si no sabemos quizá / qué es lo que queremos, / lo que no queremos que haya, / lo que es falso de esa laya / sí que lo sabemos.

 V. Cui prodest ista iam / negotiorum rota, / tot consortia fabricarum, / tot commercia catenarum? / Ipsamet sibi tota. 

 5. ¿Para qué nos sirve ya / que gire la rueda / del progreso y sus promesas, / del comercio y sus empresas, / sin parar que pueda? 

VI. Cui prosunt, quaesumus, / saecla gubernantum, / et imperia militaria / et officia statutaria? / Ipsamet sibi tantum. 

6. Preguntamos el porqué / de tantos gobiernos, / los imperios y su gloria, /y los siglos de la historia. / ¡Que ardan en los infiernos! 

 

Vivat Academia, Hans Crepaz (1938-...) 

 VII. Pereat ergo Dominus / nummorum et fascium, / et rex qui mortificat / et lex quae iustificat, / et qui colunt mendacium. 

7. Muera, por tanto, el Señor / Capital y Estado, / muera el rey que mortifica, / y la ley que justifica / y nos ha engañado. 

VIII. Pereat Accademia, / pereant professores, / et cathedrae quaelibet / et decani quilibet, / simul ac rectores. 

8. Muera la Universidad / y los profesores, / los exámenes, abajo, / los diplomas, al carajo, / rector y doctores. 

 IX. Sed et scholae pereant / ingeniariorum, / pereat technica fatalis, pereat scientia venalis, / opium populorum. 

9. No haya escuela nunca más / ni reloj que cuente, / muera la tecnología, / y la ciencia que la guía, / opio de la gente. 

X. Vivat liber amor et / fratrum et sororum, / vivat et inmunitas, / libertas, communitas / omnium conservorum. 

 10. Viva libre el libre amor / de hermanas y hermanos. / Viva la comunidad, / y la amable libertad / en libertas manos. 

XI. Vivat ars dialectica, / mors religionis; / nam quae ratio construit, / ratio ipsa destruit. / Vivat ius negationis! 

11. Viva la dialéctica / negación tozuda; / lo que la razón construye, / ella misma lo destruye / al sembrar la duda. 

XII. Vivat vita hominum, / si quid erit tale; / sin minus, vel pereat / et ad umbras transeat / animal rationale. 

12. Viva la vida si la hay / y se da tal cosa; / pero si no, que perezca, / y el ser racional fallezca / en sombría fosa. 

 

    En la segunda estrofa, donde aparece el tema del "ubi sunt?", se pregunta la cantilena dónde están los que vivieron, y se responde que unos han ido a los infiernos y al cielo. García Calvo, por su parte, la modifica prescindiendo del cielo y del infierno metafísicos: sus huesos yacen bajo tierra, donde los muertos se revuelven porque constatan que nunca han vivido, porque han muerto sin haber vivido, recordándonos el contrahimno del maestro zamorano el dicho atribuido a Marcello Marchesi "L' importante è che la morte ci trovi vivi" (Lo importante es que la muerte nos encuentre vivos). 

    A propósito de la cuarta estrofa, escribía García Calvo en su quinceava entrega de "Para internet destinado a alumnos de istituto y a sus profesores" que lo que dice allí más o menos de si tal vez no sabemos qué queremos que suceda, en cambio, lo que nos oprime, en cambio, lo que es falso, eso lo sabemos bastante bien, es lo que poco después escribió algún estudiante en alguno de los muros de París: "Nous ne savons pas ce que nous voulons, mais nous savons bien ce que nous ne voulons pas", o sea: no sabemos lo que queremos, pero sabemos muy bien lo que no queremos

    Encuentro, por otra, parte, un paralelo entre el comienzo de la octava estrofa de García Calvo con lo que escribió el escritor y filósofo ruso Alexander Herzen (1812-1870), recién graduado por la Universidad de Moscú en 1833: Pereat Academia! Pereant Professores! (¡Muera la Academia! ¡Mueran los profesores!) parodiando y contradiciendo los canturreados versos del Gaudeamus donde se lanzan vivas pelotilleros al infame al mundo académico. 

miércoles, 26 de enero de 2022

Morir por las Ideas

    ¿Hay alguna idea por la que merezca la pena matar o morir, o simplemente vivir? No pocos jóvenes se hacen esta pregunta. ¿Hay algo por lo que merezca la pena sacrificarse en esta vida? Yo, que ya no soy joven, creo, sinceramente, que no. Si soy sabio, que no lo soy, y tengo alguans briznas de sabiduría no será por mis años, que no son pocos, sino por mis desengaños, que son muchos.

    Preguntémonos en primer lugar: ¿Quién ha inventado esas ideas o ideales por los que supuestamente merece la pena morir o vivir, que para el caso viene a ser lo mismo? Los inventores de ideas e ideales suelen ser pederastas muy longevos, filósofos de luengas barbas blancas fundadores de sectas religiosas, que se rodean de jovenzuelos incautos a los que incitan a matar y a morir, pero ellos no suelen matar, no vaya a ser que los metan en la cárcel, ni morir por ideas tampoco, desde luego.

    Decía Gandhi que por las ideas no se debía matar nunca, en todo caso se debía morir por ellas. Pero los verdaderos idealistas no suelen sacrificarse, sino incitar a los demás al sacrificio. Ellos alimentan las ideas vivas para que otros hagan el trabajo sucio de matar y morir por ellas.

  

    Están también, además de las ideas, las religiones: el cristianismo, por ejemplo. Cierto que ya lleva dos mil años de rodadura por el mundo, pero si ha durado tanto no es porque sus fieles hayan dado la vida por él en santo martirio, ya que si lo hubieran hecho no habría cristianos ni Cristo que lo fundó a estas alturas, sino porque han matado por él organizando cruzadas y guerras santas en nombre de la sacrosanta Cruz. Lo mismo vale para el islam.

    Si vemos al enemigo no como alguien a quien se puede matar, sino como alguien con quien se puede vivir, convivir,  no habría guerras. Recordemos que la palabra “enemigo” procede del latín “inimicus”, que quería decir “in-” no y “-amicus” amigo, o sea que enemigo es el que no es amigo. Y recordemos también que “amigo” viene de “amor”. Pues eso, no habría guerras en el mundo, como decíamos, ni siquiera guerras santas, perdón, guerras justas o intervenciones humanitarias, como dicen ahora con moderno eufemismo para disimualr la sangre del campo de Marte. No las habría si no tenemos enemigos. Si no tuviéramos enemigos, haríamos el amor y no la guerra.

 

    Sirva este lugar de modesto homenaje a Georges Brassens, el François Villon de la canción francesa, trovador genial donde los haya habido, que cantaba aquello de ¿morir por las ideas para dar sentido a nuestra existencia? Sí, pero poco a poco, sin prisa, con una muerte lenta que dure... toda la vida. 

    En esta canción se lanza Brassens contra lo que es la forma de dominación más abstracta, y a la vez, por eso mismo, la más mortífera, que tiene el Poder, que es la Idea adoptada como idea personal, que se identifica con la muerte, como sucede en la vida cotidiana, donde se reduce la vida a la idea de la vida, o sea a muerte, dado que la idea es la muerte de la cosa.

    Ofrezco la versión para cantar que hizo Agustín García Calvo de la canción de Brassens:

¡Morir por una idea!: idea interesante; / por no tenerla, yo por poco fallecí: / pues los que la tenían, mayoría aplastante, / aullando "¡Muera, muera!" se echaron sobre mí. / En fin, me han convencido; mi Musa desatenta / reniega de su error, y vota su moción; / con una leve enmienda a la formulación: / por la idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta.

Visto que nada va a perderse con la espera, / vamos al otro barrio sin prisa por llegar; / pues, si aprieta uno el paso, puede ocurrir que muera / por ideas que ya han mandado retirar. / Pues bien, si hay algo amargo y triste, es darse cuenta, / al rendir uno a Dios el alma, de que no / cogió la buena idea, de que se equivocó. / Por la Idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta.


 Los que con más ardor predican el espicho / casi siempre acá abajo se suelen demorar: / "Morir por una idea" es (nunca mejor dicho) / la razón de su vida, y la han de aprovechar. / Los hay que, con el noble ideal que los alienta, / si se descuidan, viven más que Matusalén; / deduzco que se dicen aparte ellos también / "Por la Idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta".

De ideas que den pie para estirar la pata / sectas de mil colores ofrecen arsenal; / así que si pregunta la víctima novata / "Morir por una idea, muy bien, pero ¿por cuál?"; / y, como se parecen una y otra y cuarenta, / al verlas con sus mil pendones avanzar / el listo en torno al hoyo da vueltas sin parar. / Por la Idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta. 

Y al menos, si bastara un par de escabechinas / para que todo al fin cambiara y fuera bien, / después de tantos siglos de ilustres sarracinas / tendríamos acá que estar ya en el Edén; / mas la Edad de Oro siempre mañana se presenta: / el Dios del Ideal jamás calma su sed; / y es siempre muerte y muerte, muerte una y otra vez. / Por la Idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta.

Ustedes, los que animan a pasar por el tajo, / mueran delante; el paso les cedemos, y ya; / pero dejen vivir a los otros, ¡carajo!: / la vida es todo el lujo que en vida se les da. / Porque, al fin, la Pelona nunca pierde la cuenta: / no hace falta que nadie le ayude en su misión. / ¡Basta de fantochadas al pie del paredón! / Por la Idea morir, sí, pero a muerte lenta, / sí, pero a muerte lenta.

       

Antonio Selfa canta la versión que hizo Agustín García Calvo de la canción de Brassens en el minuto 21,49. 

sábado, 11 de septiembre de 2021

In memoriam 11-S

    El “Cantar de las Dos Torres” (2008) es un largo poema en diecisiete tiradas de hexámetros asonantados, “una breve epopeya entre risueña y tremebunda” en palabras de su autor,  Agustín García Calvo, que dedicó al “resonante derrumbamiento de las torres gemelas de Nueva York”, cuyo vigésimo aniversario se cumple hoy 11 de septiembre de 2021, marcando un hito en la retransmisión televisiva de unas imágenes mil veces repetidas en todos los rincones del planeta, y un hito por la declaración de guerra al terror que supuso.

Fotografía desmitificadora de Thomas Hoekper (2001)
 

    El primer verso es, por cierto, un remedo del primero de la Ilíada, con su invocación a la musa para que asista al poeta, en el que se ha sustituido la ira de Aquiles por la fe de los hombres: “Canta, diosa, la Fe de los hombres hijos de muerte, / Fe que alzaba a los cielos altivas torres a veces / y a veces las arrumbaba por tierra, y di de qué suerte, / siendo una y la misma la Fe, guerreaban como si fuesen / una con otra.” Ya se ve aquí el tema del cantar: cómo es la misma fe la que construye los rascacielos que la que los destruye, y cómo ambas están, sin embargo, en guerra como si fueran distintas.

    En todo poema épico la guerra es el tema central: “...la guerra. Siempre al Estado la guerra sirvió a tales fines; / y es guerra, por falsa que sea, lo que el momento nos pide”.

    El hexámetro asonantado que practica García Calvo es el mismo que utilizó en su traducción de la Ilíada de Homero y del poema didáctico de Lucrecio De rerum natura o De la Realidad, y que cultivó en la endecha de su propia cosecha Relato de amor (1980): seis tiempos marcados rítmicamente seguidos de uno o dos no marcados, con la posibilidad de añadir una sílaba no marcada (o dos a veces) al comienzo de algunos versos.

    Lo más original, desde mi punto de vista, de esta tremebunda epopeya, son los reproches de las tres mujeres que se hallan en el canto XVI y XVII, a las que da voz el poeta para recriminar a sus esposos y novio. Así empieza, por ejemplo, el reproche de Aixa: “¿Adónde te has ido, cruel, dejándome moribunda / a mí, que sin ti nada soy? Por ti me vestía y desnuda / era tan solo por ti. Eras tú mi espejo y mi luna: / ¿qué voy a ver en mi espejo si no es mi falta y la tuya?” Más desgarrado es el reproche de Fátima: “...Ah perro, ah hijo de puta / por muerto te llamo. Ah, nada te importa: el caso es que huyas / de mí y de mi amor (…) / (…) ¡Ah, vuela y trïunfa / con tu gran muerte! Yo lo que quiero es volverme una bruja / que arranque los ojos a quien en tu alma sembró esta locura”. / Calló, y rabïosa hincaba en los blancos pechos las uñas.”

    Pero de las quejas de las tres es sin duda la de Marïén, que era novia y no esposa, en el último canto la más significativa: “ (...) Ven, que te ajuste / las cuentas, amor: no es tu muerte lo que en miseria me hunde: / es el que tú la quisieras, que tú la quieras y busques / y que por ella me dejes a mí. ¿Qué aroma o deslumbre / tenía tu muerte que así te arrastró a su coño, a su túnel / sin fondo? Ah, no: ella no es nada: era solo el negro mejunje / de nombres de patria y destino y Alá que reine y trïunfe: / ¡quemáralos todos, si no fueran viento, en fuego de azufre!

martes, 24 de agosto de 2021

¿Quemar una bandera, agravio u homenaje?

Recojo aquí y me hago eco de la propuesta de homenaje a la bandera que hizo el llorado Rafael Sánchez Ferlosio a propósito de la creación ex nihilo de la Comunidad Autónoma de Madrid en 1983, cuyo himno compuso Agustín García Calvo, con música del maestro Pablo Sorozábal Serrano,  por encargo de su primer presidente Joaquín Leguina por el módico precio de una peseta, y cuya bandera definió Santiago Amón Hortelano con diseño de José María Cruz Novillo, según leo en la inevitable Güiquipedia: un fondo rojo carmesí según unos, pero según otros que no se ponen de acuerdo en esto, rojo vivo o encendido con siete estrellas blancas de cinco puntas cada una situadas en el centro en dos filas, cuatro arriba y tres debajo.




Con el objeto de dar mayor vivacidad y color festivo al fervor ceremonial que siempre debe rodear el merecido culto a la bandera de esta comunidad, la comisión de protocolo de la Autonomía de Madrid se complace en anunciar al público que, entre las prácticas rituales oficialmente reconocidas y prescritas para mejor honrar y celebrar dicha bandera, queda incluida la de su propia combustión, no teniéndola en adelante por agravio, sino por acendrada expresión del más devoto acatamiento, y con la sola reserva de que la limitación de las disponibilidades presupuestarias asignadas por la comunidad al capítulo de banderas pudiese eventualmente recomendar alguna siempre momentánea restricción en el legítimo ejercicio de esta específica forma de culto a la bandera consistente en el homenaje incineratorio.

No estaría mal que este “homenaje incineratorio” que propone Ferlosio, y que en el caso de la Comunidad de Madrid podría acompañarse con la ejecución cantada del himno correspondiente,  se hiciera extensivo a las banderas de las restantes comunidades y a la de toda la nación y a la europea, y a las de todos los Estados y nacionalidades del orbe de las tierras, sin que su combustión se considerara un agravio o un ultraje, sino, por el contrario, el más acendrado homenaje, nunca mejor dicho, que pudiera hacérseles. 


Yo estaba en el medio: / giraban las otras en corro / y yo era el centro. / Ya el corro se rompe, / ya se hacen estado los pueblos, / y aquí de vacío girando / sola me quedo. / Cada cual quiere ser cada una: / no voy a ser menos: / ¡Madrid, uno, libre, redondo, / autónomo, entero! / Mire el sujeto / las vueltas que da el mundo / para estarse quieto.

Yo tengo mi cuerpo: / un triángulo roto en el mapa / por ley o decreto, / entre Ávila y Guadalajara, / Segovia y Toledo: / provincia de toda provincia, / flor del desierto. / Somosierra me guarda del Norte y / Guadarrama con Gredos; / Jarama y Henares al Tajo / se llevan el resto. / Y a costa de esto, / yo soy el Ente Autónomo Último, / el puro y sincero. / ¡Viva mi dueño, / que, sólo por ser algo / soy madrileño!

Y en medio del medio, / capital de la esencia y potencia, / garajes, museos, / estadios, semáforos, bancos, / y vivan los muertos: / ¡Madrid, Metropol, ideal / del Dios del Progreso! / Lo que pasa por ahí, todo pasa / en mí, y por eso / funcionarios en mí y proletarios / y números, almas y masas / caen por su peso; / y yo soy todos y nadie, / político ensueño. / Y ése es mi anhelo, / que por algo se dice: "De Madrid, al cielo".

 Ceremonia de incineración de bandera mexicana.

En México existe un protocolo para la ejecución de la ceremonia de incineración de la bandera nacional, previsto sólo en caso de que esta haya sufrido algún deterioro, lo que conlleva que el paño descolorido o estropeado, una vez reducido a cenizas tras rociarlo, supongo, con alcohol o gasolina para una rápida y segura combustión, sea sustituido por otro nuevo, previa autorización de las autoridades correspondientes, lo que, como puede verse, guarda cierta relación de semejanza con el mito del renacimiento del ave Fénix.

Según lo que estipula La Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales de aquel país: “Las cenizas de esta bandera deberán ser resguardadas o enterradas como un simbolismo de regreso a las entrañas de la Patria. La Bandera Nacional es un objeto sagrado, que incinerado y transformado en polvo vuelve a sus orígenes.” Se identifica así la Patria con la propia tierra, es decir se hace que el adjetivo suplante al sustantivo, pues, como se sabe “patria” es la forma femenina del adjetivo patrio, que significa concerniente al padre, que determinaba al sustantivo “tierra” en la expresión “tierra patria”, y se oculta el sustantivo “tierra” a la vez que se procede a la sustantivación del adjetivo al que, para mayor gloria de Dios, se le impone la mayúscula honorífica, por lo que se dice que las cenizas de ese “objeto sagrado” que es el pendón nacional, al ser enterradas, simbolizan el “regreso a las entrañas de la Patria”, lo que no deja de recordarnos por otra parte lo que le dijo Jehová a Adán en la Biblia: con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado, ya que polvo eres y al polvo volverás (puluis es et in puluerem reuerteris), (Génesis, 3, 19), sobre todo cuando se le imprime carácter sacrosanto a dicho emblema que “transformado en polvo vuelve a sus orígenes”.


Así continúa la susodicha ley: “El emblema nacional al ondear libre nos recuerda lo más hermoso de nuestra patria, superior, excelsa, que nos unifica y obliga por igual y a la cual todos nos debemos. Al unísono decimos adiós a las cenizas que regresan a la tierra, quien con amor las toma en su regazo. Así piensa el pueblo de México de sus símbolos patrios”.


Es cierto que la imagen de una bandera es bella cuando ondea libremente al viento, pero es hermosa porque flamea y porque cuando lo hace sugiere precisamente su propia combustión, la suya propia y la de todas las demás banderas, reales y falsas como son; reales en cuanto que símbolos de las patrias existentes, pero falsas en cuanto que todas y cada una de ellas pretenden ser la única y verdadera, arrogándose la supremacía y exclusividad de encarnar a la Patria, cuando lo que hay no son más que “patrias chicas”, por así decirlo, que simbolizan la división aleatoria y arbitraria de la humanidad, basada en criterios geográficos e históricos como el lugar en que hemos nacido y la lengua que hemos aprendido a hablar, sujetos a cambios como están ya que ninguna patria es idéntica a sí misma siempre. No hay pues ultrajes a la patria ni a la bandera; el ultraje es que haya patrias y banderas, da igual que grandes o chicas,  municipales, autonómicas, nacionales o europeas.

A la pregunta de qué es la Patria, podrían responderle bien aquellos versos: -Una idea, nada más, / como cualquiera otra, falsa, impuesta. / Nuestra patria es el amor, / perdido paraíso sin fronteras. / Otra patria no es verdad / ni digna de que nadie la defienda: / patria no hay que valga más,  / ni noble patriotismo a fin de cuentas. 

Flamear según la RAE de la Lengua deriva del latín “flamma” que origina nuestra palabra patrimonial “llama”, y los cultismos "flamante" y "flamear". Se define en primer lugar en su acepción culinaria como “rociar un alimento con alcohol y prenderle fuego”, también “despedir llamas” y, finalmente, y dicho de una bandera, “ondear movida por el viento, sin llegar a desplegarse enteramente”, porque sus ondulaciones, acompasadas del crepitar del paño batido por el viento, sugieren las llamaradas del fuego fulgurante. No hay espectáculo más bello que una bandera al viento, porque simboliza la disolución de sus colores y su propia indefinición y deflagración, la ecpirosis o purificación por el fuego que arrastra al cosmos al cabo del Gran Año destruyéndolo para su renacimiento o palingenesia, que, a su vez, será destruido de nuevo según los estoicos,  que se consideraban seguidores de Heraclito,  al final del nuevo ciclo. 


¿Llegará alguna vez el día feliz en que asistamos a la ceremonia, simbólica o real, de arriado y, acto seguido, incineración solemne de todas las banderas,  deterioradas y desgastadas por el uso y el abuso que de ellas se ha hecho a lo largo de la historia universal, y no sean sustituidas por otras nuevas ni repuestas, o, lo que sería lo mismo, el día en que estandartes, lábaros y pendones no sean más que lo que son, paños o trapos o retazos de tela que, izados en el mástil, ondean al viento sin  representar nada ni a nadie, carentes de cualquier significación y simbolismo, como las cometas multicolores de jirones de tela o cintas de papel que, sujetas por un cordel muy largo, se arrojan al aire para que el viento las vuele y sirvan de diversión a niños y muchachos?  

jueves, 19 de agosto de 2021

Cerebros pirateados

    Leo con interés el artículo del historiador y escritor israelí Yuval Noah Harari Los cerebros “hackeados” votan, publicado en El País el 6 de enero de 2019, que me decepciona al final bastante porque, después de hacer unos descubrimientos que ponen en tela de juicio la democracia liberal, hace una defensa a ultranza de dicho régimen que “ha demostrado que es una forma de gobierno más benigna que cualquier otra alternativa”. Me recuerda mucho a la célebre impostura de Winston Churchill: “la democracia es el peor sistema de gobierno posible, con excepción de todos los demás”. Lo que sí ha demostrado la democracia es que, buena o mala, es la forma de gobierno más eficaz hoy por hoy en todo el mundo, porque es la que se ha impuesto y consolidado, la que se acepta con más resignación y la que nos toca padecer. 
 

    No obstante, el artículo hace algunos descubrimientos que hay que tener en cuenta, como el que se desprende de su título, donde aparece el concepto de cerebro “hackeado”, con terminología informática sajona, -jaqueado, escribiría yo, a riesgo de interpretar el término en la jerga ajedrecística como jaque al rey, o pirateado, mejor con vocablo griego más nuestro. Viene a decirnos Yuval Noah Harari que las nuevas tecnologías pueden “corroer la libertad humana desde dentro” (cursiva mía), más que los viejos regímenes autoritarios que lo hacían desde fuera.

    El libre albedrío, que caracterizaría al homo sapiens, no es una realidad científica, escribe, sino un mito “que el liberalismo heredó de la teología cristiana”, según la cual Dios premia y castiga las buenas y malas acciones de los seres humanos, fruto como serían de su libre arbitrio. Niega Yuval Noah Harari el libre albedrío de los seres humanos afirmando que efectivamente tomamos decisiones “libremente” pero que estas no son verdaderamente libres, porque nuestra mente no es libre. No somos, por lo tanto, seres libres como pretenden la tradición cristiana y la Ilustración, sino que somos “animales pirateables”. Nuestras decisiones dependen de muchísimos factores que las condicionan y nos condicionan a nosotros, ya que no controlamos nuestros pensamientos e ideas sino que son ellos los que nos controlan a nosotros. 
 
 
     
    No hace falta recurrir a ninguna suerte de teoría de la conspiración como hace el autor cuando menciona para asustarnos a los hackers informáticos, que se limitan, según él, por ahora “a analizar los productos que compramos, los lugares que visitamos, las palabras que buscamos en Internet”, pero dentro de unos pocos años “podrían correlacionar el ritmo cardiaco con los datos de la tarjeta de crédito y la presión sanguínea con el historial de búsquedas”. 

    Si nos empeñamos en conocernos a nosotros mismos, siguiendo el viejo adagio del templo de Delfos, nos daremos cuenta de la imposibilidad de la tarea: No es posible que el conocedor sea objeto de su propio conocimiento.  Conócete a ti mismo debería significar: reconoce tu ignorancia. No sabes quién eres. Sin embargo, nuestros piratas, esos peligrosos hackers que cita el autor, sí lo saben, pueden saber lo que nosotros no sabemos, porque tienen nuestros datos, como si dijéramos nuestra alma, porque pueden hacer que se nos antoje cualquier cosa, es decir, cualquier idea, y vendérnosla. Cuando descubren lo que nos interesa, lo que amamos y lo que odiamos, nuestros gustos personales, opiniones y prejuicios, pueden ya manipularnos, nos conocen mejor que nosotros mismos y que la madre que nos parió, por lo que pueden apretar nuestras tuercas. No es que descubran nuestros intereses ocultos, sino que fomentan que desarrollemos unos gustos personales, opiniones particulares, nuestras propias ideas, una personalidad propia, en definitiva, que ellos acaban diseñando y controlando mejor que nosotros. Nos han inculcado unas ideas que no son propias, sino comunes, pero de las que nosotros nos apropiamos como si fueran carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre, y las defendemos a capa y espada, idiotas que somos,  como nuestra más íntima posesión. Cuando uno se da cuenta de que “estos pensamientos no son míos, no son más que ciertas vibraciones bioquímicas”, comprende también que no tiene ni idea de quién ni de qué es. Uno se conoce a sí mismo, cuando reconoce que no sabe quién es.
 
  
    El autor, después de hacer estas clarividentes revelaciones y formularnos la inquietante pregunta retórica de “¿Cómo vivir cuando comprendemos que somos animales pirateables, que nuestro corazón puede ser un agente del Gobierno, que nuestra amígdala puede estar trabajando para Putin y la próxima idea que se nos ocurra perfectamente puede no ser consecuencia del libre albedrío sino de un algoritmo que nos conoce mejor que nosotros mismos?”,  se muestra sin embargo no poco ingenuo considerando que se puede hacer un uso positivo de la tecnología y crear un poderoso antivirus contra el pirateo de nuestros datos.

    Yuval Noah Harari se pregunta: “¿Qué hacer?” Y se responde diciendo que hay que defender la democracia liberal porque, como decíamos al principio, es un mal menor, pero al mismo tiempo hay que “desarrollar un nuevo proyecto político más acorde con las realidades científicas y las capacidades tecnológicas del siglo XXI”. No sé cómo se entiende eso. ¿En qué quedamos entonces? Yo diría que lo que hay que hacer es mucho más sencillo que todo eso: Ya lo sugiere el propio autor, basta con dejar de creer en el libre albedrío, y, reconocer, con Agustín García Calvo entre nosotros, que cuando creemos que hacemos lo que queremos estamos haciendo en realidad lo que nos mandan: «Si cada uno no creyera que hace lo que quiere, sería imposible que hiciera lo que le mandan.».