"Esta subordinación no está necesariamente restringida a la venta de esclavos o a la fuerza de trabajo. Ocurre en toda transacción de venta, la cual inevitablemente comienza una relación competitiva, destructiva aunque la venta sea de un objeto ordinario. En todo caso, una persona trata de establecer superioridad sobre otra. La idea de que la venta puede ser un servicio es falsa; en verdad, lo único que se expresa en la transacción es un deseo de poder, un deseo de subordinar la vida al dinero. La relación de venta, además, tiene otra característica, que deriva de lo que ya hemos dicho: profana lo que es sagrado." (Jacques Ellul)
sábado, 2 de noviembre de 2024
Money, money, money (y II)
jueves, 31 de octubre de 2024
Money, money, money (I)
jueves, 11 de julio de 2024
Ensaladilla mixta
¿Qué es ser mujer? Le preguntaron a la nueva ministra de la Mujer y la Igualdad del Reino Unido y dijo que había varias definiciones, y dependía del contexto.
Qué triste que haya tantas definiciones contextuales de “mujer” y que ninguna sea válida siempre, cuando la tradicional es palmaria: "persona de sexo femenino".
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¿Votar o no votar? ¡Esa es la cuestión! Votar supone dejar que otros elijan en nuestro lugar, mientras que no votar supone dejar que otros elijan por nosotros.
Profilaxis efectiva: Si antes de cometer un delito, somos encerrados como pre-delincuentes en prisión preventiva, evitaremos que se cometa.¡Todos a la cárcel!
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Escribía san Agustín que Dios no podía morir ni pecar ni mentir ni ser engañado, porque si pudiera hacerlo, entonces -he aquí la paradoja- no sería omnipotente.
San Agustín de Hipona
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Dice literalmente el vídeo de la OMS, que vuelve a la carga, cansina como ella sola: "Si está usted en lugares abarrotados de gente con poca ventilación tales como los transportes públicos, póngase una mascarilla porque esta ayuda a mantenerlo a usted y a su comunidad a salvo de COVID-19, gripe y otras enfermedades respiratorias. Viva su vida y permanezca seguro y saludable".
Vuelve la Organización Mundial de la Salud a recomendarnos, erre que erre, el uso de mascarillas para prevenir la transmisión de la enfermedad del virus coronado cosecha del 19 (COVID19), la gripe o influenza y otras enfermedades respiratorias a pesar de que saben, lo sabemos todos, que dicho artilugio no impide la transmisión de virus. A pesar de ello la recomiendan y lo hacen porque su finalidad es fomentar y propagar la transmisión del virus terrorífico del miedo.
domingo, 23 de junio de 2024
Ricos y pobres
Escribe Agustín de Hipona, San Agustín (Ciudad de Dios contra paganos, VII, 11-12), que a Júpiter, que era el nombre que correspondería, mutatis mutandis, a nuestro Dios judeocristiano en la religión politeísta de la antigua Roma, una religión sin embargo en vías de transición al monoteísmo dado que entre los muchos dioses y diosas inmortales a los que se rendía culto él era el padre de dioses y hombres y también su rey omnipotente, a Júpiter, decía, también se le llamaba en la antigua Roma Pecunia, es decir, Dinero. Se preguntaba, no obstante, el hiponense si no hubiera sido más adecuado llamarle Pecunio, con género gramatical masculino.
Un poeta republicano Valerio Sorano había definido a Júpier como "omnipotente" y "padre y madre" (progenitor genitrixque), de reyes, cosas y dioses, y al mismo tiempo como dios único y como todos los dioses a la vez. Varron, citado por san Agustín, ha transmitido su cita: Iuppiter omnipotens, regum rerumque deumque / progenitor, genitrixque deum, deus unus, et omnes.
Horacio había ya dejado un hexámetro donde se refería al dinero no tanto como divinidad sino como rey, o más propiamente reina, del mundo: et genus et formam regina Pecunia donat, : "Dona linaje además de belleza la reina Moneda".
Ya entre los griegos Aristófanes había sacado una comedia titulada Pluto ('riqueza', de donde deriva nuestra “plutocracia”, traducida a menudo como 'Dinero'), donde se decía que era un dios ciego que repartía dinero a troche y moche sin mirar a quién se lo daba, por lo que la riqueza, y la felicidad consiguiente, estaba mal repartida. Cuando Pluto al final de la comedia recupera la vista comienza a repartirlo justamente enriqueciendo a los pobres y empobreciendo a los ricos.
Pero se rebela el santo de Hipona contra esa denominación, que le parecía de una gran bajeza y un insulto a la divinidad. Es cierto que gracias al dinero se pueden conseguir todas las cosas (eius sunt omnia, que nos recuerda al hemistiquio virgiliano y panteísta Iouis omnia plena, 'todo está lleno de Júpiter'), pero eso no le convierte en un dios bueno. Otro gallo nos cantaría, propone él, si dijéramos que el verdadero nombre de Dios es Riqueza, porque eso nos permitiría diferenciar entre riqueza y dinero, y cambiar el significado de rico, que ya no sería el que posee mucho dinero, sino el que posee sabiduría, bondad y demás virtudes.
Ricos, en efecto, llamamos a los sabios, a los justos, a los buenos, que tienen poco o ningún dinero; más bien son ricos en virtudes, las cuales, aun en las necesidades de las cosas corporales, les hacen sentirse satisfechos con lo que tienen ('nam dicimus diuites sapientes, iustos, bonos, quibus pecunia uel nulla uel parua est; magis enim sunt uirtutibus diuites, per quas eis etiam in ipsis corporalium rerum necessitatibus sat est quod adest').
Y consecuentemente también cambiamos el significado de 'pobres' que ya no son los que no tienen dinero, sino por el contrario los que lo tienen y mucho pero, por eso mismo, nadando en su misma abundancia, nunca estarán satisfechos con lo mucho que tienen, que siempre se les hará poco porque siempre querrán más. Pobres, en cambio, llamamos a los avaros, siempre ansiosos y necesitados; pues aunque pueden tener mucho dinero, en su misma abundancia, por grande que sea, no pueden por menos de estar necesitados ('pauperes uero auaros, semper inhiantes et egentes; quamlibet enim magnas pecunias habere possunt, sed in earum quantacumque abundantia non egere non possunt').
El santo de Hipona ha hecho suya la paradoja realizando un cambio semántico en que ambas palabras han pasado a significar lo contrario de lo que significaban: los ricos son pobres y los pobres son ricos. ¿Qué es lo que ha trocado el sentido de estos términos? La conformidad o sapientia con la realidad que tiene cada uno: los ricos son pobres porque no se conforman con lo mucho que tienen. Los pobres son ricos porque se conforman con lo poco que tienen. Es la religión del conformismo la que propone el obispo de Hipona.
Por todo ello propone que a Júpiter, o en nuestro caso a Dios, que para el caso viene a ser lo mismo, no le llamemos Dinero, que es su verdadero nombre, sino Sabiduría (por no recurrir al nombre de la vieja diosa Minerva) o, mejor diríamos, Conformidad o Conformismo con lo establecido, con la realidad tal como es, con Lo-que-hay (sat est quod adest), pero todos sabemos, porque lo sentimos en el fondo de nuestro corazón, que lo que hay no es lo mejor que podía haber.
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Un chiste de ricos y pobres
Iba una vez un pobre infeliz por el bosque, cuando de repente le sale un enmascarado esgrimiendo la espada y gritándole:
-¡Alto ahí! Soy Robin Hood de los bosques, el que roba a los ricos para dárselo a los pobres.
Y el mendigo le contesta:
-Ay de mi, yo soy el más pobre de todos los pobres, señor Hood.
-¿En serio? -le pregunta Robin interesándose vivamente por su caso personal- pues, si es así, ten, toma.
Y empezó a darle sacos y cofres de oro y joyas del botín recientemente expropiado a los ricos. Al poco rato, cuando se quedó solo, el mendigo empezó a dar saltos de contento gritando como un loco:
-¡Albricias! ¡Soy rico! ¡Soy inmensamente rico!.
Y en eso le asalta otra vez el enmascarado y le grita esgrimiendo la espada y cargado de razón:
-¡Alto ahí, soy Robin Hood de los bosques, el que roba a los ricos para dárselo a los pobres!
miércoles, 21 de febrero de 2024
Una nueva religión
lunes, 19 de febrero de 2024
Pareceres XLI
domingo, 1 de octubre de 2023
¿Quién ha creado a Dios?
viernes, 22 de septiembre de 2023
¿Qué y cómo es Dios?
martes, 27 de junio de 2023
Antes que dios fuera Dios
Un viejo lema heráldico castellano encapsulado en una cuarteta octosilábica reza: “Antes que dios fuera Dios, / y los peñascos peñascos, / los Quirós eran Quirós, / y los Velascos, Velascos”.
Mucho ha dado que hablar la frase, especialmente por la primera parte, ya que parece inapropiado hablar de un tiempo anterior a Dios, que es el creador del tiempo y de todas las cosas que en él se desarrollan… ¿Ante qué nos hallamos? Ante algo que no sé yo muy bien cómo pudo dejarlo pasar la Santa Inquisición. Es verdad que hay otra versión menos irreverente, que reza, sin mencionar al ser supremo: Antes que el sol fuera el sol y los peñascos peñascos, y, como figura en la oficina de correos de Ciudad Rodrigo (Salamanca), corrigiendo la blasfemia heráldica: "Después de Dios, la casa de Quirós" y "Después de Dios, antes (de) que el sol fuera el sol y los peñascos peñascos, los Quirós eran Quirós y los Velascos Velascos".
Cierto es que los nombres propios carecen de significado, a diferencia de los comunes, pero tienen una utilidad muy grande en nuestro mundo: sirven para marcar hitos tanto en el tiempo (cronónimos como enero, febrero, lunes, martes...) como en el espacio (topónimos como Murcia o Francia o Creta... ), así como para bautizar a las personas y de ese modo individualizarlas (antropónimos) y a los animales que domesticamos y que responden así a la llamada de nuestra voz de mando.
El nombre propio no deja de ser una marca comercial, y, en cierto sentido, es anterior y extraño o ajeno a los nombres comunes, que son palabras con significado, que forman parte del diccionario o vocabulario de la lengua. Los nombres propios pertenecen al acervo cultural, aunque hay interferencias entre unos y otros.
Los nombres comunes, a diferencia de los nombres propios, admiten fácilmente moción de número y género, lo que no impide el hecho de que algunos nombres propios se hayan convertido en nombres comunes y adquirido significado, como por ejemplo César, que era el sobrenombre de Gayo Julio César, y que se convirtió entre nosotros en sinónimo de emperador, y por lo tanto a raíz de eso admite la moción de número: los césares.
Y si el nombre propio se puede convertir en común, también puede suceder lo contrario, que el nombre común se convierta en propio y pasemos a escribirlo con mayúscula, aunque eso es algo trivial y propio de la escritura, no de la lengua hablada. Es lo que sugiere el verso con el que arranca la cuarteta: “Antes que dios fuera Dios”, en el que se anula la oposición nombre común/nombre propio en el monoteísmo triunfante. Anteriormente había una moción de género (dios/diosa) entrecruzada con la de número (dioses/diosas), pero desapareció con la ascensión del nombre común masculino singular a la categoría de nombre propio.
En las religiones monoteístas, en efecto, la divinidad no se distingue por tener un nombre propio, sino por un nombre común ascendido de categoría. Como dice Minucio Félix (Octauis, 18,10): No le busques un nombre propio a dios: su nombre es “dios”. Solo hay necesidad de nombre propios cuando hay que distinguir una multitud por sus individuos mediante los signos distintivos de las apelaciones; para “dios”, que es único, el nombre “dios” es el absoluto.
De ahí viene la dificultad de traducir los nombres propios, esencialmente intraducibles: La divinidad llamada por los musulmanes “Alá” es la misma que los cristianos llaman “Dios”: como nombre común puede traducirse: “el Dios”, pero como nombre propio es intraducible: “Alá”. De hecho, cuando un musulmán pronuncia el takbir como profesión de fe: Allāhu ʾakbar suele decirse que significa: Alá es (el más) grande, y no traducirse como Dios es (el más) grande. Como dice Maurizio Bettini en su “Elogio del politeísmo” (Alianza Editorial, Madrid, 2016, pág. 72): El carácter único y exclusivo de la divinidad hace que el nombre común que la designa asuma el estatus de un nombre tan “propio” que no tiene equivalentes fuera del lenguaje compartido por el grupo que la venera.
domingo, 2 de abril de 2023
Plegaria dominical
sábado, 10 de septiembre de 2022
En Dios confiamos
El billete de dólar americano les dice bien claro a los yanquis en su lengua, que es la del Imperio: in God we trust ("en Dios confiamos", o, enderezando el hipérbaton, que es la alteración del orden de palabras en el discurso para dar énfasis a lo que se cambia de sitio, "confiamos en Dios"). Por algo será. En todo caso, muy significativo que sea el propio billete de banco el que lo diga. El dinero nos recuerda a sus usuarios que ponemos nuestra confianza, nuestra fe, nuestro crédito, en el mismo dinero, es decir: en Dios.
In God we trust es el lema de los Estados Unidos de América desde que lo decretara en 1956 el presidente del país por aquel entonces, el señor Eisenhouer. En la letra de la última estrofa del himno americano, que habitualmente no se canta, ya se decía algo parecido: in God is our trust ("en Dios está nuestra confianza").
"Dios nos dio dos brazos: uno para la vacuna de la gripe y otro para la del COVID-19". |