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lunes, 19 de febrero de 2024

Pareceres XLI

201.- Un Dios esquizofrénico. Leemos en el Antiguo Testamento el episodio aquel del castigo que recibió el hombre que quebrantó la ley del sábado (Números 15:32-36).  Sucedió, cuando estaban los hijos de Israel en el desierto, que encontraron a un hombre recogiendo leña en sábado; y los que le encontraron le denunciaron a Moisés y a Aarón y a toda la asamblea; y le encarcelaron porque no había sido todavía declarado lo que había de hacerse con él. Yavé dijo a Moisés: «Sin remisión, muera ese hombre. Que lo lapide el pueblo todo fuera del campamento». Y lo sacaron toda la asamblea fuera del campamento y lo lapidaron, muriendo, como se lo había mandado Yavé a Moisés. Los israelitas apedrearon al pobre hombre hasta la muerte, porque  lo había ordenado Dios. El incumplimiento de esa orden habría atraído sobre la nación de Israel la cólera del Señor, un Dios esquizofrénico que por un lado le dicta a Moisés el mandamiento de “No matarás” y, por el otro, le ordena que mate al hombre que había sido sorprendido recogiendo leña un sábado, el séptimo día de la sacrosanta semana que recrea el mundo cada siete días. 
 
 
202.- Teleseries en serie. Hoy día no existes si no ves series. Estás demodé, como se decía antaño en vez de 'pasado de moda', o bien old fashioned, out, offside como se prefiere ahora; y lo sabes… piensa en cuántas conversaciones te pierdes cuando no puedes comentar con los demás el último episodio de la nueva temporada de la serie de nunca acabar, esa que nadie quiere dejar de lado. Está claro: ver series mola más que leer, aunque uno tenga a veces la sensación de que estamos perdiendo mucha vida en la caverna del hogar dulceamargo hogar delante de la tele. No lo olvides, cuando ves la tele, tú no la ves tanto como ella Te Ve a ti. 
203.- Durante la impostada pandemia global (2020-2023) el Corte Inglés, especialista en tutearnos, comercializó un descargador eléctrico, extensible, con el objeto de mantener al prójimo a una distancia segura mínima de cinco pies, metro y medio aproximadamente, a nuestro alrededor a fin de guardar la separación social recomendada. Este artefacto propinaba una leve descarga de 4,5 voltios al que osaba acercársenos más de la cuenta. Si algún invasor del espacio seguro atraviesa nuestra burbuja personal, este nuevo y genial artilugio le envía un mensaje contundente con una pequeña sacudida electrizante, porque es lo que se merece todo el que viola nuestro espacio y no respeta la regla de oro de la distancia social, que es lo mejor que nos ha traído la pandemia. ¿Te acercas demasiado a mí? ¡Zas! ¿Te pones la mascarilla debajo de la nariz? ¡Zas! ¿Te quitas la mascarilla para estornudar? ¡Zas! ¿Quieres que choquen nuestros puños o que nos demos un codazo? ¡Zas! El artículo perfecto para devolver la sonrisa a los rostros enmascarados adecuadamente por supuesto. Todo es violación en la vida cotidiana: la mirada de los transeúntes, su andar sospechoso, su mentalidad, el aire que respiramos, que puede estar viciado por el virus hasta el punto de no saber si somos nosotros los contagiadores o los contagiados, o ambas cosas a la vez: el contagiador contagiado.
 
 
204.- Información y propaganda. No tiene mucho sentido separar las páginas de publicidad propiamente dichas de las restantes de un periódico ordinario. La noticia de que el papa visita España, por ejemplo, es publicidad del máximo capitoste de la iglesia católica S. A., lo mismo que el anuncio del último modelo de automóvil eléctrico aparecido en el mercado es una noticia de interés para muchos lectores. Cualquier noticia no deja de ser un montaje publicitario, en la misma medida en que cualquier montaje publicitario no deja de ser una noticia también. El periódico es propaganda y publicidad del establecimiento, de la realidad y de lo que existe: es uno de los pilares fundamentales del Régimen y del edificio insostenible de la realidad, ese producto de nuestra imaginación enfermiza. 
 
 205.- Estobeo. Cuenta el doxógrafo neoplatónico Estobeo, que vivió a caballo entre los siglos V y VI, que Sócrates solía decir que si en el teatro se pidiera a los zapateros que se pusieran en pie, ellos y solo ellos lo harían, y lo mismo sucedería con los demás gremios profesionales, pero si se pidiera que se levantaran los inteligentes o los justos que estuvieran presentes todo el público del teatro se pondría de pie, y concluye con una reflexión: Es especialmente hiriente en la vida que la mayoría de los hombres crean que son inteligentes sin serlo.