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miércoles, 27 de marzo de 2024

Del derecho a la educación universal y el fracaso escolar

 


Fracaso escolar: ¿Fracasa el niño que va a la escuela o fracasa la escuela a la que va a la fuerza por obligación y muchas veces con lágrimas en los ojos y no por devoción, no se olvide nunca esto, el niño? El fracaso escolar no es el fracaso de los niños, sino de la institución, que les priva de libertad en una etapa fundamental de su vida so pretexto de educarlos y de formarlos "integralmente". Resulta sarcástico que a esto lo llamen algunos pedagogos "éxito educativo".




Educación universal de 0 a 3 años: Parece que todos los partidos políticos del arco parlamentario (e ignoro si del extraparlamentario, si hay alguno) están de acuerdo en la extensión de lo que llaman “educación universal” por abajo desde el momento en que el recién nacido recién salido del claustro materno abre los ojos a la luz del mundo y rompe a llorar. La franja de edad de 0 a 3 años ya se considera una etapa más que forma parte del ciclo educativo para la que se pretende tejer “una red de recursos integrada pública y gratuita” (perdón por la jerga político-económica que empleo y que no es mía, sino propia de los que mandan, que son los más mandados como se sabe). Hasta ahora este tramo no se consideraba ni siquiera un tramo donde tuviera que intervenir el Estado como auxiliar de la familia, y, desde luego, no era gratuito sino de pago para las familias que se desprendían unas horas al día de sus criaturas, a diferencia de la enseñanza de 3 a 6 años y el Bachillerato, que son fases no obligatorias pero gratuitas del sistema de enseñanza, un sistema cuya obligatoriedad “solamente” va de los 6 hasta los 16 años, por lo que las familias no tienen que abonar directamente nada si sus hijos las cursan en un centro público o privado concertado, aunque, que nadie se llame a engaño con esto, que muchas veces no se reconoce y se oculta, sí lo hacen indirectamente  a través de sus impuestos. 


Los apologetas del invento no ven más que virtudes en él que yo no acierto a ver por más que lo intento: creen que será positivo para la conciliación familiar, la igualdad y la corresponsabilidad de varones y mujeres en el hogar. Aseguran que terminará con la precariedad laboral femenina y mejorará hasta eso que les preocupa tanto de las pensiones... La justificación pedagógica no reconoce que se van a crear abiertamente guarderías con dinero público para cambiar a los niños los pañales y adoctrinarlos desde bien pequeñitos, sino para “construir en estas edades tan tempranas un armazón muy potente (sic, por la terminología pedodemagógica) para la elaboración del lenguaje a través del aprendizaje lector, escritor o de conceptos sencillos construidos a partir de la manipulación, experimentación u observación”. ¡Como si hiciera falta que nos enseñaran a hablar para que sepamos decir que no, que es lo primero que decimos sin que ningún experto en educación infantil  nos lo enseñe!

viernes, 23 de septiembre de 2022

Sócrates visto por Quino

 


 
Sócrates: Sólo sé que no sé nada.

Hoplita: ¡¡Queriendo desprestigiar nuestro sistema educativo, eéeeh? 
 
    Según la historieta de Quino, a Sócrates lo mataron por desprestigiar el sistema educativo tras haber pronunciado su famosa frase, “sólo sé que no sé nada”, que nunca pronunció, como veremos enseguida.
 
    Sabemos que su muerte no fue exactamente como la pinta el inconfundible dibujante argentino, aunque en cierto sentido no vaya muy descaminado. A Sócrates, en efecto, no lo mataron a flechazos los hoplitas, sino que murió condenado a beber una pócima de veneno letal después de un juicio democrático, en el que fue acusado de los cargos de corromper a la juventud y de no creer en los dioses en los que creía la ciudad, o sea, el Estado. 
 
    No obstante, decía, Quino no iba muy descaminado: Sócrates corrompe a la juventud haciendo que someta a la crítica de la razón las creencias en las que sus conciudadanos depositaban su fe y que a los jóvenes les habían inculcado, es decir, haciendo que la juventud descrea de la educación o ideas recibidas. En ese sentido se oponía a la pretensión de cualquier sistema educativo de creer que se sabe lo que no se sabe. 
 
    Que se sepa, Sócrates nunca dijo “Sólo sé que no sé nada”, según los testimonios de Platón y de Jenofonte, sino que él, a diferencia de la mayoría, que no sabe pero cree saber, no creía saber lo que ignoraba. Fue el oráculo de Delfos, consultado por su amigo Querefonte, el que dijo que Sócrates era el hombre más sabio del mundo, como él mismo nos cuenta en su discurso de defensa ante el jurado ateniense, pero el primer sorprendido fue el propio Sócrates, que nunca había alardeado de su supuesta sabiduría.
 
    οὗτος μὲν οἴεταί τι εἰδέναι οὐκ εἰδώς, ἐγὼ δέ, ὥσπερ οὖν οὐκ οἶδα, οὐδὲ οἴομαι· ese cree saber algo que no sabe, mientras que yo lo que no sé no creo que lo sé.

sábado, 26 de marzo de 2022

El Parque de la Libertad

    Una viñeta del inigualable Joaquín Salvador Lavado, alias Quino (1932-2020), que podría titularse El Parque de la Libertad simboliza mejor que ninguna otra nuestra sociedad actual: un niño y su hermano pequeño contemplan un grupo escultórico que representa, bajo una alegoría femenina, la Libertad. 

 

 

    Algunos de sus símbolos son indiscutibles: por ejemplo el gorro frigio de los revolucionarios franceses y de los libertos romanos que reflejaban con dicha prenda su estatuto de libertad recientemente adquirida, las cadenas rotas de sus manos, y la antorcha que ilumina el mundo y sostiene en la diestra, como la célebre estatua neoyorquina. La libertad va acompañada de tres personajes de menor estatura: un hombre con una palma que representa la victoria, otro con un apero de labranza que recibe muchos nombres (pala de ganchos, horca, horquilla)... y una mujer con la cabeza cubierta por un pañuelo y una criatura en sus brazos: representan, sin duda, el pueblo llano que es guiado por la Libertad, cuyo tamaño duplica el del pueblo. Recuerda este grupo escultórico, salvando las distancias, al célebre cuadro de Delacroix: La libertad guiando al pueblo. La libertad de Delacroix enarbola un arma y la bandera tricolor. El pueblo también está armado. La visión de Quino es más amable: no hay banderas que simbolicen la nación y el nacionalismo ni armas. La libertad de Quino tampoco va a pecho descubierto, pero su actitud de guía del pueblo es inconfundible.

La libertad guiando al pueblo, Eugène Delacroix (1830)

     Este monumento que decora el parque representa los valores democráticos y liberales que presiden nuestra convivencia, que contrastan con la realidad del propio parque, donde hay ocho señales gráficas de distintas prohibiciones desde la de pisar el césped hasta la de jugar a la pelota. Un gendarme, además, con una porra custodia el Parque de la Libertad. Mientras que el hermano mayor contempla el grupo escultórico, el pequeño, con el chupete en la boca, repara en el vigilante distraído

    ¿Qué nos sugiere Quino? Que la Libertad, uno de los valores más importantes, si no el que más, sobre los que dice asentarse nuestra sociedad, brilla paradójicamente por su ausencia.

    En otra viñeta más sarcástica con cierta dosis de humor negro aunque siempre amable, Quino sugiere lo mismo: Los agentes están poniendo multas a diestro y siniestro. Los ciudadanos, que están haciendo cosas que pudieran estar prohibidas, no saben si lo están o no. Un rótulo les pregunta burlón: ¿A que no saben prohibido qué?


    Vuelve Quino a presentarnos esta misma idea de la Libertad como valor de nuestra sociedad que, sin embargo, no se da de hecho en otra viñeta donde el Caballo de Troya, la fatalis machina que dijo Virgilio, que destruirá la bien amurallada ciudad,  es la imagen misma de la Liberty neoyorquina, es decir la alegoría de la Libertad. Los troyanos la introducirán alborozados en su ciudadela. Ignoran que está repleta, como las prohibiciones de la viñeta del parque, de enemigos que durante la noche saldrán de su vientre y saquearán la ciudad y le prenderán fuego, acabando con la vida de los varones y esclavizando a mujeres y niños. Inmejorable paradoja: en nombre de la libertad perderán vida y libertad.
   

viernes, 17 de diciembre de 2021

Guarda las distancias

 

Aprende utilizando las nuevas tecnologías. 
Navega, aunque nunca llegues a buen puerto, ni a puerto siquiera. 
Fórmate online. 
Lee e-books y olvídate de las bibliotecas y los polvorientos libros de papel, 
auténticas antiguallas. 
Escolariza a tus retoños en una guardería nada más nacer. 
La educación comienza a los cero años y no acaba nunca. 
Edúcalos en el bilingüismo de la lengua del imperio, please, y en valores.
 Interna a tus viejos en un geriátrico para que se mueran de asco. Ahora que no se nace en casa como antaño, tampoco conviene morirse en casa, sino en un hospital o residencia, que es mucho más aséptico.
Sé aséptico tú también.. 
Ponte mascarilla.
Usa preservativos.
Esterilízate.
No toques a nadie de pasada por la calle. 
Denuncia a quien te toque.
Denuncia a quien toque a tu hijo o hija. 
Guerra a muerte a los pedófilos y a la pedofilia. 
No juegues con esto ni con aquello. No te la juegues.
Sé creativo y original, que ya te diré yo en qué consiste.
No pienses, limítate a repetir lo que te dictan y a consumir lo que te imponen. 
El consumo compulsivo es el mejor antidepresivo que hay. 
Vete de compras, y adiós depresión.
Preocúpate por el futuro. 
Haz un plan de pensiones. 
Paga tus impuestos y deudas.
 Declara(te) a Hacienda. 
 Haz, en definitiva suma, lo que Dios manda.
Sé un hombre como Dios manda,
aunque no sepas si hay Dios
ni qué es lo que Dios manda.
Cuídate. No te descuides por nada del mundo. 
Ve al gimnasio. 
Haz pesas.
 Ve a la piscina. 
No fumes. 
No bebas.
 Si bebes, no conduzcas. 
Ponte el cinturón de seguridad. 
Cuida el colesterol y el azúcar y la tensión arterial.
Hazte un chequeo periódico general. 
Preocúpate por tu salud. 
La salud es profilaxis. 
Controla tu próstata.
Hazte el test del SIDA ahora que lo venden en farmacias.
Hazte el test del COVID.
No salgas de casa sin tu móvil, tu portátil, tu pen drive, tu MP4, tu tableta, tu último modelo de automóvil, tu documento nacional de identidad, tu pasaporte sanitario.
En cuanto a mí: Noli me tangere.
 No me toques. 
No me beses.
 No me des la mano.
Dime hola. 
Pero no me lo digas al oído: hay gérmenes y virus. 
Mantén las distancias. 
No me contagies.
Dímelo por el móvil o mándame un mensaje o un e-mail diciéndome: ¡Hola!
Ya sabes: hay que guardar enormes distancias, 
 para que tanto tú como yo,
lejos el uno del otro
 nos muramos no sólo virtual sino verdaderamente de asco y soledad.

lunes, 4 de octubre de 2021

Camino arriba, camino abajo

Maurits Cornelis Escher (1898-1972) fue un artista auténticamente original cuyos diseños logran que nos replanteemos algunos de nuestros conceptos más básicos, como delante/detrás, arriba/abajo, cóncavo/convexo, dentro/fuera, izquierda/derecha, haciéndonos ver su relatividad. 

Ante la visión de algunos cuadros de M. C. Escher la lógica dominante, la que dominamos y la que nos domina al mismo tiempo a nosotros, se tambalea y derrumba por momentos. 


Ante un cuadro como este “Relatividad (1953)” uno no puede dejar de recordar aquella formulación del libro de Heráclito, o Heraclito, como propone manteniendo la acentuación latina Agustín García Calvo, que lo editó, tradujo y comentó en su magistral “Razón común” Editorial Lucina, 1985, que decía: CAMINO ARRIBA, CAMINO ABAJO, UNO SOLO Y EL MISMO (fragmento 60 de la edición citada).


Imaginemos un camino de doble sentido: para aquél que va el camino es de ida y para el que viene de venida, pero el camino en sí es uno solo, y en él coinciden los dos sentidos contrapuestos y relativos: esa “coincidentia oppositorum” es lo que configura el camino. Imaginemos ahora una escalera normal y corriente: lo mismo sirve para subir -de abajo arriba- que para bajar -de arriba abajo. La acción en sí "subir" o "bajar" es relativa, depende de nuestro punto de vista: lo que para el que sube es subida para el que baja es bajada. Todo depende de saber si tomamos el camino en su sentido ascendente o descendente.

 Subir y bajar, M. C. Escher (1960)

Cuando nos miramos en un espejo, nos damos cuenta de la relatividad de nuestras convenciones de “izquierda” y “derecha”: pues nuestra mano izquierda se convierte en la derecha de nuestro reflejo en el espejo y nuestra diestra en su zurda. Y viceversa.

Si damos el salto ahora del espacio, donde se dan estas contraposiciones de “arriba”, “abajo”, “izquierda” y “derecha”, que son seguramente el origen de los puntos cardinales de la brújula con la que nos orientamos, al tiempo, aparecen las correlaciones paralelas “adelante/antes” y “atrás/después”, y la coincidencia de que ir adelante, de lo pasado a lo futuro, como suponemos que va la flecha del tiempo ordinariamente, es lo mismo que ir de lo futuro a lo pasado.

Sobre la coincidencia de los opuestos “arriba” y “abajo”, más sólida y primitiva, según García Calvo, que "izquierda” y “derecha”, viene muy a cuento esta viñeta de Quino y su impagable Mafalda.


Otro cuadro de Escher que nos recuerda al presocrático de Éfeso  es el célebre Día y noche (pintado en 1938):


En el fragmento 31 de la citada edición, Heraclito critica a Hesíodo, quien, siendo como era considerado maestro de casi todas las cosas, uno de los mayores sabios de Grecia: NO CONOCÍA "DÍA Y NOCHE":  QUE ES QUE SON UNA Y LA MISMA COSA. Comenta a propósito García Calvo que "la diferencia es al mismo tiempo la identidad, en cuanto que no hay identidad de cada uno de los términos más que en su oposición al otro, ni hay diferencia entre uno y otro que no implique la identidad de ambos en aquello común sobre lo que se oponen uno y otro".

En el fragmento 48, Heraclito añade nuevos ejemplos de antítesis que se contraponen: EL DIOS, DÍA/NOCHE, INVIERNO/VERANO, GUERRA/PAZ, HARTURA/HAMBRE: TODOS LOS CONTRARIOS JUNTOS, ÉSE ES EL PENSAMIENTO.       

sábado, 1 de mayo de 2021

En el día del trabajo

    En las calendas de mayo los sindicatos prosistémicos  y subvencionados por el binomio Estado/Capital del Régimen celebran, meras gestorías laborales que son, la fiesta que llaman del trabajo, como si esto del trabajo fuera algo bueno, algo que hubiera que festejar saliendo a las calles a reclamar incremento salarial, menos paro y mejores condiciones laborales, pero nunca el fin de la explotación laboral misma y del trabajo asalariado, nuestra moderna esclavitud. 

    
    La palabra “trabajo” procede, como se sabe, del latín “tripalium”, nombre de un instrumento de tortura,  consistente en tres palos o estacas cruzadas, a las que se sujetaba la víctima del suplicio: de ahí proceden también “travail”, en francés, “trabalho” en portugués y “treball” en catalán, pero también en inglés, vía normanda, “travel”, tal vez por la fatiga que conllevan los viajes organizados y el descubrimiento de que ya no existe el viaje propiamente dicho, sino el turismo de masas, y que el viajero de verdad, a diferencia del moderno turista, es el que no sabe a dónde va.
 
    Trabajar, en la lengua de Cervantes, significa en primer lugar “sufrir, padecer,  esforzarse por conseguir algo”,  de donde más tarde derivaría su significado actual de “laborar, obrar, hacer algo a cambio de un salario, actividad remunerada”. 


Pintada etimológicamente didáctica, que ha sido borrada, en el muro de un colegio.

    Ese primer significado, lo hallamos en plural en el título del Persiles cervantino: Los trabajos de Persiles y Sigismunda, o también cuando hablamos de los doce trabajos de Hércules, aunque el Diccionario de la Academia lo ha relegado a su novena acepción:  «Penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz». 

    Había en latín también otra palabra “labor”, que es la que ha conservado el italiano “lavoro”,  de donde salió el “laburo” argentino, y el cultismo castellano, la labor. De ahí procede el verbo “laborare” y de él nuestro cultismo “laborar” (como en aquella divisa de ora et labora -reza y trabaja-, de san Benito y sus monjes benedictinos) y la palabra patrimonial “labrar”, que se especializó en el trabajo agrícola de la labranza.



    Sucede que el trabajo en su origen era ‘sufrimiento’. Y es que desde que abrimos la Biblia por el Génesis sabemos que, lejos de ser una bendición, como pontificó un papa, el trabajo era un castigo divino, una maldición bíblica. Dios, con la expulsión del paraíso, condena a nuestros primeros padres, a Eva a parir con dolor y a Adán a ganar el pan -la vida, que no es un don gratuito- con el sudor de su frente. 

    Resulta también significativa por lo sarcástica que es a este respecto la inscripción que figuraba a la entrada de los campos de exterminio nazis Arbeit macht frei: el trabajo libera. Pero ¿qué o quién nos libera del trabajo? No parece que la tecnología vaya a hacerlo. En todo caso, ¿quién nos libera de la tecnología?

 

    ¡Y cuánta razón tenían los ludditas, que destruían las máquinas, siguiendo el ejemplo del joven Ned Ludd,  que rompió el telar del taller de confección a martillazos!
 
    Y cuantísima razón el entrañable Quino que ante la constatación, manda güebos, de que había que trabajar para ganarse la vida se preguntaba: "¿Pero por qué esa vida que uno se gana tiene que desperdiciarla en trabajar para ganarse la vida?".  

    No estaría mal que un día como hoy se hiciera un profundo silencio, un silencio de verdad en el que dejaran de oírse las vuvuzelas sindicales en los mítines y procesiones al efecto y los cacareados gritos de "¡viva la clase obrera!" que nos ensordecen. Si un grito debiera oírse hoy, primero de mayo, en conmemoración de los mártires anarquistas de Chicago de 1886, sería este otro: "¡Muera el trabajo asalariado! ¡Abajo el trabajo!", y esta oportuna canción de Chicho Sánchez Ferlosio, por ejemplo, que viene más a cuento que nunca: "Hoy no me levanto yo".


viernes, 15 de enero de 2021

Mafalda aprende el significado de "democracia"


La palabra democracia une dos cosas contrapuestas: ‘pueblo’, demo, y ‘poder’, kratos en griego. ¿Cómo hay que entenderlo? Hay dos posibilidades: poder, fuerza o soberanía que se ejerce sobre el pueblo, tomando a este como objeto, como súbdito gobernado, o poder, fuerza o soberanía ejercida por el pueblo, tomándolo como sujeto, esto es, como gobernante. 
 
El problema de esta última interpretación, que es la políticamente correcta, es que si el pueblo está compuesto exclusivamente de gobernantes... ya no hay gobernados, lo que significaría que tampoco hay gobierno y viviríamos en la más perfecta edad de oro de la acracia y en la república de la anarquía, lo que salta a la vista enseguida que no es en modo alguno cierto porque no es el caso, y es lo que produce sin duda no ya la sonrisa irónica, sino la franca carcajada de Mafalda. 

Nada más lejos de la realidad, porque lo cierto es que en las democracias modernas hay gobierno, no puede faltar,  y no deja de haberlo, lo que quiere decir que hay gobernantes y gobernados. ¿Quiénes son los gobernantes? Al no poder serlo efectivamente todos los ciudadanos que entran en la definición de “pueblo”, estos eligen a sus representantes mediante el sufragio universal, no a los representantes de todos, porque eso es imposible, sino a los de la mayoría, una mayoría que hará valer su elección imponiéndosela a todos. 

¿Quiénes son los gobernados? El pueblo. “Pueblo”, en efecto, sólo puede definirse como ‘gobernado’ (súbditos, o, más insidiosamente, ciudadanos, contribuyentes o votantes, objetos, en definitiva, de la administración del gobierno y sus ministerios). 
 
El engaño que entraña la palabra democracia consiste en definir al pueblo como “gobernante” también, como si así pudiera anularse la contraposición gobernante/gobernado y disimularse el hecho de que hay gobierno, y no un gobierno Dei gratia, impuesto por la gracia soberana de Dios, sino, digamos, populi gratia, por la gracia aquiescente, resignada y sumisa, del pueblo. El pueblo sería el gobernante/gobernado, desdoblado esquizofrénicamente a la vez en sujeto y objeto del gobierno.

Y aquí es donde reside el éxito del engaño de la palabra: hay una tercera forma de entender el significado de "democracia", que en principio habíamos descartado por la contradicción lógica que entrañaba, pero es la que se ha impuesto y es la políticamente correcta: sería el poder o fuerza ejercida por el pueblo, tomado como sujeto, sobre el propio pueblo tomado al mismo tiempo  como objeto.
 
Es lo que reza la cacareada definición de Abraham Lincoln (democracy is "government of, by and for the people"), en su primera parte: "el gobierno del pueblo". Como gramáticos debemos preguntarnos si people's government o, lo que es lo mismo government of the people es un genitivo objetivo o subjetivo,  y llegaremos a la perplejidad de que pretende ser ambas cosas a la vez  estableciéndose una escandalosa anfibología o ambigüedad pretendida de doble sentido o disemia: gobierno por el pueblo (genitivo subjetivo, el pueblo gobierna) y gobierno para el pueblo (genitivo objetivo, el pueblo es objeto de gobierno y gobernado).

Lo que nos lleva al credo quia absurdum, a creerlo porque es ilógico y carece de sentido. La democracia se ha cargado al pueblo: ya no hay pueblo que valga: ya no hay gobernados: sólo gobernantes, sólo gobierno, sólo cracia. Estamos, pues, ante el régimen más dictatorial y totalitario, y en ese sentido el más "perfecto", que se ha podido inventar y que nos ha tocado padecer. 

Supongamos que  todos somos soberanos: todo hombre es un rey y toda mujer una reina: todos reyes y reinas. ¿Sobre quiénes gobernaríamos? ¿De qué reino seríamos monarcas? ¿Quién sería el pueblo sobre el que ejerceríamos nuestro reinado y monarquía? ¿Sobre nosotros mismos? Bien, pues hagámoslo, pero eso significaría que nadie más que yo mismo podría gobernar sobre mí mismo, por ponerme como ejemplo y por no pasar al plural, y por supuesto, yo no podría pretender gobernar a nadie más (“De nadie soy siervo, de nadie señor” como cantaba Zorrilla, a lo que añadiríamos: "ni de mí tampoco"). ¿Qué necesidad tengo de elegir entonces a un representante para que me gobierne a mí en mi nombre y a todos en nombre de una mayoría totalitaria introduciendo una papeleta en una urna electoral que acabará yendo tras el recuento a la papelera?