Una viñeta del inigualable Joaquín Salvador Lavado, alias Quino (1932-2020), que podría titularse El Parque de la Libertad simboliza mejor que ninguna otra nuestra sociedad actual: un niño y su hermano pequeño contemplan un grupo escultórico que representa, bajo una alegoría femenina, la Libertad.
Algunos de sus símbolos son indiscutibles: por ejemplo el gorro frigio de los revolucionarios franceses y de los libertos romanos que reflejaban con dicha prenda su estatuto de libertad recientemente adquirida, las cadenas rotas de sus manos, y la antorcha que ilumina el mundo y sostiene en la diestra, como la célebre estatua neoyorquina. La libertad va acompañada de tres personajes de menor estatura: un hombre con una palma que representa la victoria, otro con un apero de labranza que recibe muchos nombres (pala de ganchos, horca, horquilla)... y una mujer con la cabeza cubierta por un pañuelo y una criatura en sus brazos: representan, sin duda, el pueblo llano que es guiado por la Libertad, cuyo tamaño duplica el del pueblo. Recuerda este grupo escultórico, salvando las distancias, al célebre cuadro de Delacroix: La libertad guiando al pueblo. La libertad de Delacroix enarbola un arma y la bandera tricolor. El pueblo también está armado. La visión de Quino es más amable: no hay banderas que simbolicen la nación y el nacionalismo ni armas. La libertad de Quino tampoco va a pecho descubierto, pero su actitud de guía del pueblo es inconfundible.
¿Qué nos sugiere Quino? Que la Libertad, uno de los valores más importantes, si no el que más, sobre los que dice asentarse nuestra sociedad, brilla paradójicamente por su ausencia.
En otra
viñeta más sarcástica con cierta dosis de
humor negro aunque siempre amable, Quino sugiere lo mismo: Los agentes están poniendo multas a diestro y siniestro. Los ciudadanos, que están haciendo cosas que pudieran estar prohibidas, no saben si lo están o no. Un rótulo les pregunta burlón: ¿A que no saben prohibido qué?