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miércoles, 17 de abril de 2024

Pensamiento positivo y negativo

    Del sufí Abu Madyan, nacido en Cantillana (Sevilla) en torno a 1116 y muerto en Tremecén (Argelia) en 1198, leo un aforismo a través de una traducción inglesa: No one attains true freedom as long as he remains under the influence of the slightest portion of his ego. “Nadie alcanza la verdadera libertad mientras permanezca bajo la influencia de la más mínima porción de su ego”. El texto árabe, que copio literalmente, ما وصل إلى صَرِيحِ الْحَرِّيَّةِ مَنْ بَقِيَ عَلَيْهِ مِن نَفْسِهِ بَقِيَّةٌ (ma wasal 'iilaa sarih alharriat man baqi ealayh min nafsih baqia) dice, al parecer, según el traductor electrónico que consulto, más literalmente: Una persona a la que le quede un resto (o ápice) de alma no alcanzará la verdadera libertad. 
 
 
    Por lo que averiguo, en las traducciones del Corán el término árabe nafs, que la traducción inglesa vierte como 'ego', suele traducirse, por alma, conciencia, espíritu, fondo del corazón, hombre, imaginación, interior, mente, pensamiento, persona, propia persona, etc. Este término indica, pues, el interior, el espíritu o la esencia del individuo personal, que no es una cápsula que lo encierre, sino algo que le permite identificarse con cualesquiera cosas o personas.
 
    Por lo tanto, una interpretación más sencilla y menos mística y menos anclada en la vieja religión islámica, sin necesidad de recurrir al concepto moralista del egoísmo que sugiere  la traducción inglesa, que se justifica como alusión a una “imagen ilusoria de autosuficiencia e independencia ontológica” (sic), podría ser: nadie puede ser libre mientras sea esclavo de sí mismo. Y más sencillo todavía: no puedes ser libre mientras seas tú mismo, es decir, mientras te aferres a ser tú mismo, persistiendo en estar dentro de la jaula de tu identidad personal acreditada por tu documento de identidad
 
    Y es que los gurús o gurúes que cacarean lo que se ha dado en llamar 'pensamiento positivo' del  smiley sonriente ante las desgracias de la vida repiten constantemente el mantra de ser uno mismo: sé tu mismo, sé tú mismo, cuando lo importante sería justamente lo contrario: dejar de serlo. O al menos disimular un poco como dice este gracioso vídeo de Esperpentos de Jon Viar, que califica con razón al pensamiento positivo como "la gran estafa de nuestra época". 
 
 

jueves, 30 de noviembre de 2023

Mercado de esclavos

    Según san Pablo, los esclavos no tenían por qué preocuparse de su condición porque todos los hombres somos esclavos (serui) de Dios, que es nuestro Señor (Dominus). Por eso, no debe sorprendernos que la Iglesia no abogase por la abolición de la esclavitud cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano. Al revés, la Iglesia poseía esclavos, particularmente en las tierras de los monasterios, y amenazaba con la excomunión a quien los incitara a rebelarse contra sus dueños. El cristianismo primitivo intentó mejorar las condiciones de vida de los esclavos, pero nunca propugnó la abolición de la esclavitud. 

    Igualmente el Islam, en el siglo VII, reconoció la esclavitud. El profeta Mahoma exhortaba a sus seguidores a que tuvieran un trato correcto con los esclavos, pero no ponía en cuestión la propia existencia de la esclavitud. 
Mercado romano de esclavos, Jean-Léon Gerôme (1884)

    En la Edad Media europea la esclavitud evoluciona hacia la servidumbre por la decadencia del comercio a gran escala. Los esclavos eran mano de obra no rentable. El propio lenguaje también evolucionó a medida que se reconocía la nueva realidad social. La palabra latina que significa ESCLAVO es SERVVS, que evolucionó a siervo. Pero el siervo medieval dista mucho del seruus romano, porque este último era un esclavo, mientras que el siervo medieval  era otra cosa, como veremos enseguida.

    A principios del siglo XII, se acuñó una nueva palabra para denominar a los auténticos esclavos que seguían existiendo desde la antigüedad, derivada del grupo étnico más numeroso en la trata medieval: los eslavos, víctimas del comercio esclavista en Bizancio. La palabra tiene equivalencias en todas las lenguas occidentales:

castellano
francés
portugués
italiano
rumano
alemán
inglés
esclavo
esclave
escravo
schiavo
sclav
Sklave
slave

    Otra palabra española del mismo origen es ESLABÓN, que en castellano viejo se decía esclavón, y que designaba a las anillas, a las que comparaba con los esclavos por su incapacidad para separarse de la cadena, de la que formaban parte como eslabones.

    En la misma época en que aparece la palabra esclavo, la palabra siervo, procedente del latín seruus, que significaba esclavo, pasó a querer decir campesino dependiente. 
 
 
El mercado de esclavos en Roma, Jean-Léon Gérôme, 1884
 

    La servidumbre es la situación o estado de determinadas personas, llamadas siervos. Los siervos constituían una clase de trabajadores agrícolas, y estaban legalmente vinculados a un lugar de residencia y de trabajo, y obligados a cultivar y cosechar la tierra de su señor, que podía ser un noble, un eclesiástico o un monasterio. A cambio, se les permitía labrar parcelas de esas tierras para su propio sustento y el de su familia, pagando a su señor una parte de sus ganancias (el famoso diezmo o décima parte de la cosecha) en especie y en metálico, entre otras obligaciones. Puesto que su residencia y su trabajo estaban legalmente unidos a la tierra, se les llamaba siervos de la gleba (en latín glaeba es terruño, tierra de cultivoy estaban incluidos en cualquier transferencia de la propiedad agrícola. El señor, a cambio, estaba obligado a darles protección. 

    La servidumbre era jurídicamente un estado de no libertad que implicaba una dependencia personal con respecto a un señor y que limitaba enormemente la residencia y el sustento, además de someter al siervo a unas obligaciones propias. Aunque muchos siervos eran descendientes de esclavos, la servidumbre no era idéntica a la esclavitud. Los siervos tenían ciertos derechos legales, determinada protección y no podían ser vendidos, tenían derecho a heredar y legar propiedades, mientras que los esclavos no. Seguían siendo, como los definió Varrón, “instrumentum uocale”: una cosa que habla.
 
Una esclava en venta, José Jiménez Aranda (c. 1897)
 

    En la antigüedad existieron situaciones sociales muy afines a la servidumbre (aparte de la esclavitud): la de los campesinos que trabajaban las tierras en la antigua Roma era semejante a la de los siervos medievales. Esos campesinos romanos, llamados coloni (‘colonos’) constituyen uno de los posibles precursores de los siervos medievales.

    A veces imaginamos que la esclavitud es historia y un fenómeno propio del pasado, agua pasada,  pero su derogación es bastante reciente. En España, por ejemplo, no fue abolida hasta 1872, tras la proclamación de la primera república española. En la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el artículo 4º establece que: Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidos en todas sus formas.
    Teóricamente, la esclavitud ha sido abolida de la faz de la Tierra, pero en la práctica, sustituida por el trabajo asalariado. Preguntémonos, si no lo vemos:  nosotros ¿somos libres? Os dejo con esta pregunta, con este billete con cita de Tolstoi para reflexionar...


...y con el poema de Jacques Prévert (1900-1977) Pour toi, mon amour, relacionado con este tema, cuya letra es muy sencilla. Así dice en el idioma de Molière, con su traducción correspondiente:

Je suis allé au marché aux oiseaux 
Et j'ai acheté des oiseaux 
Pour toi 
mon amour 
Je suis allé au marché aux fleurs 
Et j'ai acheté des fleurs 
Pour toi 
mon amour 
Je suis allé au marché à la ferraille 
Et j'ai acheté des chaînes 
De lourdes chaînes 
Pour toi 
mon amour 
Et puis je suis allé au marché aux esclaves 
Et je t'ai cherchée 
Mais je ne t'ai pas trouvée 
mon amour
 

Una traducción: Para ti, amor mío:

Fui al mercado de pájaros / y compré pájaros /Para ti /amor mío / Fui al mercado de flores / y compré flores /Para ti /amor mío/ Fui al mercado de chatarra / y compré cadenas /Pesadas cadenas /Para ti /amor mío /Después fui al mercado de esclavos / Y te busqué /Pero no te encontré / amor mío. 

sábado, 26 de marzo de 2022

El Parque de la Libertad

    Una viñeta del inigualable Joaquín Salvador Lavado, alias Quino (1932-2020), que podría titularse El Parque de la Libertad simboliza mejor que ninguna otra nuestra sociedad actual: un niño y su hermano pequeño contemplan un grupo escultórico que representa, bajo una alegoría femenina, la Libertad. 

 

 

    Algunos de sus símbolos son indiscutibles: por ejemplo el gorro frigio de los revolucionarios franceses y de los libertos romanos que reflejaban con dicha prenda su estatuto de libertad recientemente adquirida, las cadenas rotas de sus manos, y la antorcha que ilumina el mundo y sostiene en la diestra, como la célebre estatua neoyorquina. La libertad va acompañada de tres personajes de menor estatura: un hombre con una palma que representa la victoria, otro con un apero de labranza que recibe muchos nombres (pala de ganchos, horca, horquilla)... y una mujer con la cabeza cubierta por un pañuelo y una criatura en sus brazos: representan, sin duda, el pueblo llano que es guiado por la Libertad, cuyo tamaño duplica el del pueblo. Recuerda este grupo escultórico, salvando las distancias, al célebre cuadro de Delacroix: La libertad guiando al pueblo. La libertad de Delacroix enarbola un arma y la bandera tricolor. El pueblo también está armado. La visión de Quino es más amable: no hay banderas que simbolicen la nación y el nacionalismo ni armas. La libertad de Quino tampoco va a pecho descubierto, pero su actitud de guía del pueblo es inconfundible.

La libertad guiando al pueblo, Eugène Delacroix (1830)

     Este monumento que decora el parque representa los valores democráticos y liberales que presiden nuestra convivencia, que contrastan con la realidad del propio parque, donde hay ocho señales gráficas de distintas prohibiciones desde la de pisar el césped hasta la de jugar a la pelota. Un gendarme, además, con una porra custodia el Parque de la Libertad. Mientras que el hermano mayor contempla el grupo escultórico, el pequeño, con el chupete en la boca, repara en el vigilante distraído

    ¿Qué nos sugiere Quino? Que la Libertad, uno de los valores más importantes, si no el que más, sobre los que dice asentarse nuestra sociedad, brilla paradójicamente por su ausencia.

    En otra viñeta más sarcástica con cierta dosis de humor negro aunque siempre amable, Quino sugiere lo mismo: Los agentes están poniendo multas a diestro y siniestro. Los ciudadanos, que están haciendo cosas que pudieran estar prohibidas, no saben si lo están o no. Un rótulo les pregunta burlón: ¿A que no saben prohibido qué?


    Vuelve Quino a presentarnos esta misma idea de la Libertad como valor de nuestra sociedad que, sin embargo, no se da de hecho en otra viñeta donde el Caballo de Troya, la fatalis machina que dijo Virgilio, que destruirá la bien amurallada ciudad,  es la imagen misma de la Liberty neoyorquina, es decir la alegoría de la Libertad. Los troyanos la introducirán alborozados en su ciudadela. Ignoran que está repleta, como las prohibiciones de la viñeta del parque, de enemigos que durante la noche saldrán de su vientre y saquearán la ciudad y le prenderán fuego, acabando con la vida de los varones y esclavizando a mujeres y niños. Inmejorable paradoja: en nombre de la libertad perderán vida y libertad.
   

jueves, 17 de febrero de 2022

Del triunfo y victoria de la Ciencia

    La ciencia progresa que es una barbaridad, como decía el otro, pero el progreso de la ciencia consiste en mejorar sus explicaciones con la pretensión de llegar a una explicación que sea definitiva y verdadera para lo que debe contradecirse constantemente, tarea inacabable. Las cosas necesitan explicaciones y de buscarlas se encarga la ciencia, pero esas explicaciones no se encuentran en las cosas mismas, sino en el lenguaje que habla de ellas. La causa -origen de nuestra palabra cosa- "es algo siempre escurridizo, que nunca deja de resbalar entre pertenecer a la esplicación (sic) de las realidades o pertenecer a las realidades que ella esplica (sic)", como dice Agustín García Calvo en los prolegómenos a su traducción de De rerum natura de Lucrecio. De ahí que se recurra a la multicausalidad, es decir, en lugar de buscar una única causa supuestamente verdadera se presentan varias causas que se saben esencialmente falsas para no dejar las cosas sin explicación. Pero el problema no reside en encontrar la causa, sino la cosa, que se da por supuesta, o sea, que suponemos que está ahí, independientemente de la palabra que la nombra y que la crea. Y eso es mucho suponer.   

  

El triunfo de la Ciencia, Jordan Henderson

      Jordan Henderson se hace eco en dos de sus obras del triunfo y de la victoria de la Ciencia, con mayúscula como corresponde a su apoteosis, ya que es la nueva Religión, sobre la libertad y la verdad respectivamente. En primer lugar, el Triunfo de la Ciencia, en el que una alegoría de la Ciencia, personificada como una mujer con bata blanca, mascarilla, guantes y gafas sanitarias y una espada ensangrentada ha cortado la cabeza a otra y la enarbola con su mano derecha recordándonos la escultura de Perseo con la cabeza de Medusa de Benvenuto Cellini. 

Perseo con la cabeza de Medusa,  Benvenuto Cellini (1545)
 

    La mujer, que yace decapitada en el suelo y que es pisoteada por la Ciencia, es, según el artista, Libertas, una vieja diosa romana que personifica la Libertad.  El aura de luz que desprende su cabeza, ese sol luminoso, subraya la idea de triunfo. Un pie de la Ciencia triunfante pisa a la Libertad, que llevaba en la mano un bastón con un gorro frigio -de color rojo, como el de los libertos en la antigüedad, y los revolucionarios franceses en la edad moderna. Con el otro pie la Ciencia pisotea una serpiente que, enroscada sobre el báculo de Asclepio o Esculapio representa la vieja medicina curativa que también ha sido derrotada, al igual que la libertad. Un gato con el lomo erizado contempla, como nosotros, el horror de la escena.


 La Victoria de la Ciencia, Jordan Henderson


    En segundo lugar, la Victoria de la Ciencia. El mismo motivo: una mujer con las mismas características que la otra, sólo que ahora levanta su espada ensangrentada, pisotea a otra, a la que ha decapitado, y que representa a VERITAS, la Verdad en latín. Si alguien se pregunta por qué estas alegorías de la ciencia, la libertad y la verdad son mujeres, se debe sin duda a que en latín los tres términos eran de género gramatical femenino SCIENTIA, LIBERTAS Y VERITAS, género gramatical arbitrario que conservan en castellano. Un papel en sus manos lleva escrita la palabra TRUTH para que no quepa duda de que lo que ha vencido la Ciencia es la verdad, por lo que podemos reinterpretar esta alegoría como el triunfo de la mentira.
La Victoria resulta más macabra y terrorífica, si cabe, que el Triunfo porque no tiene como trasfondo un paisaje natural. La sangre también abunda más tanto en el suelo como en la bata blanca. La mujer con la bata blanca no sólo representa en ambos cuadros el triunfo y la victoria de la Ciencia, como dice el título de los lienzos, sino que sugiere además que el crimen se ha cometido en nombre de la medicina y la sanidad. 

    Viene a decirnos con estos dos óleos el artista que la Ciencia no es ni liberadora ni verdadera, sino todo lo contrario: se alza sobre los cadáveres de la Libertad y de la Verdad, que han sido asesinadas y son por ella pisoteadas. No tiene ningún sentido contraponer Ciencia y Religión, porque la Religión del siglo XXI es la Ciencia, y de la nueva fe religiosa se puede decir, como de la vieja, que es el opio del pueblo, y que en nombre de ella, como dijo Lucrecio, se han cometido "scelerosa atque impia facta", acciones criminales y despiadadas.   

domingo, 15 de agosto de 2021

De la servidumbre voluntaria

    Étienne de La Boétie fue amigo de Montaigne. De la Boétie murió a la edad de Cristo crucificado, a los 33 años, asistido hasta el último instante por su íntimo amigo.

 Étienne de la Boétie (1530-1563)

   Montaigne, en De l'Amitié, el más bello quizá de sus Ensayos y una de las cumbres más altas de la literatura francesa del siglo XVI, cantó su amistad. “Por lo demás, lo que nosotros llamamos ordinariamente amigos y amistad, no son más que alianzas y familiaridades trabadas por alguna conveniencia o comodidad, por medio de la que se entretienen nuestras almas. En la amistad de la que yo hablo, se mezclan y confunden la una en la otra, con una mezcolanza tan universal que borran y no encuentran ya la costura que las ha unido. Si me fuerzan a decir por qué yo le quería, siento que no puedo expresarlo más que respondiendo: porque era él, porque era yo.”

    Su concepto de la amistad va un poco más lejos que el de Cicerón en su diálogo De amicitia. En efecto, Cicerón dice allí, por boca de uno de sus personajes, Verus amicus est tamquam alter idem: un verdadero amigo es como otro igual que tú, otro idéntico a ti, donde se ha querido ver el origen de la expresión "alter ego": un verdadero amigo sería un "otro yo". Pero Montaigne va más lejos y dice que su amigo De la Boétie no era su otro yo, su alter ego, sino él mismo.

    Étienne de la Boétie a los dieciocho había escrito, además, un desconcertante y breve ensayo que lleva el título de “Discurso de la servidumbre voluntaria”. Un libro lúcido y desengañado donde los haya, donde se desmitifica el tópico del supuesto amor por la libertad que tenemos los miembros y 'miembras' de la especie humana. No hay tal cosa, concluía el compañero de Montaigne, «lo único que los hombres no desean es la libertad, y no por otra razón que ésta: porque, si la deseasen, la obtendrían». 

 El pueblo no sólo ha perdido su libertad, sino que ha ganado su servidumbre. 

    No hay, por lo tanto, pulsión más honda en los hombres y en sus mujeres que la de servidumbre, por supuesto voluntaria. Es verdad que Séneca había escrito siglos atrás algo así como “Nulla seruitus turpior est quam uoluntaria”: Ninguna servidumbre es más vergonzosa que la voluntaria, no hay ninguna esclavitud más estúpida que la que uno quiere y acepta.


    Lo que ahora el joven Étienne de la Boétie viene a decirnos es que no hay despotismo posible o dictadura sin la complicidad activa del siervo. Y pone en ello la «enfermedad mortal» del ser humano, el placer masoquista del esclavo, su embrutecimiento al que los hombres llaman vida. «¿Es eso, acaso, vivir feliz?», se pregunta irónicamente. Y, con desgarro aun más ácido, en lugar de responder, repite la pregunta para que siga viva, para que nosotros nos la hagamos, para que no nos apresuremos a buscarle una respuesta: «¿Es eso, acaso, vivir?». Y ¿qué es la libertad? La libertad es precisamente lo único que los hombres no desean. Mejor ser siervos: más fácil, más seguro. ¿Llamamos a eso vivir? Lo hacemos.

 

sábado, 3 de julio de 2021

Libertad

    La obra escultórica Freedom (Libertad) del escultor norteamericano de padres griegos Zenón Frudaquis (1951-...), tallada en bronce y situada en una calle de Filadelfia (Pensilvania) representa cuatro figuras distintas que, en realidad, son la misma figura que se mueve de izquierda a derecha en composición, como si fueran cuatro viñetas consecutivas de una tira cómica o cuatro fotogramas de una película. 


     Comienza por la izquierda con una especie de momia cautiva encajada en su tumba.  En el segundo cuadro, hay una referencia a otra obra escultórica famosa: la figura recuerda al esclavo rebelde de Miguel Ángel, en el que se inspiró el artista. El esclavo intenta escapar de su celda.  Pese a que una obra escultórica es por definición estática, esta que nos ocupa da sensación de movimiento a primera vista.  La figura del tercer cuadro se ha arrancado de la pared que la tenía cautiva y está saliendo en busca de su libertad. Finalmente, en el cuarto cuadro, la figura humana ha conseguido desgajarse del muro, y está completamente exenta del resto de la composición, victoriosa y desnuda, con los brazos extendidos y una pierna en el aire, a varios metros de la pared y de la tumba que dejó atrás, por lo que evoca no sólo la libertad, que da título a toda la obra, sino el triunfo de la vida entendida como la liberación de la muerte. De lo que se trata es de escapar como sea, y se ha conseguido.


     Zenón Frudaquis (1951-...)

    Frudaquis declara que quería que cualquier persona pudiera entender el mensaje nada más ver la obra y reconocer al instante que se trata de la lucha por liberarse de cualquier sensación opresiva. Y lo ha conseguido.

 

    El escultor ha intentado reflejar más cosas en la obra, pero son anecdóticas y hasta cierto punto triviales frente al poderoso mensaje principal libertario, como por ejemplo el proceso mismo de elaboración, por lo que incrustó la maqueta en la esquina inferior izquierda. A lo largo del muro del fondo el escultor extendió la arcilla y la presionó con los dedos dejando sus huellas dactilares por toda la obra a modo de firma. En el muro incluye a su gato, que vivió durante 20 años con él, su madre, su padre y su propio autorretrato, de cuya boca sale la palabra “freedom” escrita al revés, lo que denota que el rostro fue esculpido en un espejo. Hay muchos más detalles escondidos en el muro para el público curioso, como la fecha de nacimiento del autor (7-7-51), expresada con monedas, dando a entender la relación existente entre el mercado y el arte como objeto de ese mercado. Y también hay un espacio para que el público interactúe, cómo no, con la escultura físicamente, introduciéndose en el hueco donde pone escrito “párate aquí” y tal vez inmortalizando el instante y congelándolo en una fotografía de recuerdo.


viernes, 21 de mayo de 2021

Dos metáforas de la inyección

    La estatua de Jesucristo más famosa del mundo, el Cristo Redentor enclavado en el cerro Corcovado de 30 metros de envergadura con sus brazos abiertos a la ciudad de Río de Janeiro en actitud protectora, se iluminó el otro día como por arte de magia para hacerse eco de una vergonzosa campaña publicitaria de propaganda proyectando el lema VACINA SALVA en portugués y VACCINE SAVES en la lengua del Imperio, of course, para que lo entienda el mundo entero, a la mayor gloria de la industria farmacéutica,  que no pretende curar a la humanidad ni salvarla de ningún mal, sino asegurar que su mal sea crónico y perdure en el tiempo por los siglos de los siglos convirtiendo a los pacientes en clientes fidelizados. El mensaje era “la vacuna salva” y trataba de concienciar a la población de la virtud salvífica, más que milagrosa, de la vacunación contra la enfermedad del virus coronado. Se promovía así la idea de que la humanidad debe salvarse de una enfermedad mortal que ocasiona estadísticamente pocas muertes a través de un suero redentor utilizando la imagen icónica de Jesucristo que nos recibe con los brazos abiertos.

 


    Ya en enero dos trabajadores sanitarios recibieron las primeras dosis de la vacuna a los pies de la misma estatua como señal del inicio de la inoculación brasileña. Desde entonces el proceso de inyección del suero ha continuado imparable hasta la fecha y continuará si alguien o algo no le pone remedio y lo impide, que no parece que vaya a ser el caso. 

 


    Lo más sangrante de todo esto es cómo se utiliza la imagen de Cristo para adoctrinar a la población sobre las virtudes del suero, pero no sus palabras, que son lo más auténtico que nos ha quedado de él, más auténticas, desde luego, que cualquier utilización y manipulación de su imagen que pretenda representar al verbo encarnado. 

    Es más, las palabras que salieron de su boca, tal y como nos han llegado, contradicen, desde luego, el mensaje que nos transmiten las autoridades sanitarias. Es posible, además, que sean palabras propias del verbo encarnado, habida cuenta de que han sido recogidas por los cuatro evangelistas. Cito por la traducción que manejo de Nácar-Colunga: “El que halla su vida, la perderá, y el que la perdiere por amor de mí, la hallará” (Mateo 10;39), “Pues quien quiera salvar su vida, la perderá, y quien pierda la vida por mí y el Evangelio, ése la salvará” (Marcos 8; 35) "Porque quien quisiere salvar su vida, la perderá; pero quien perdiere su vida por amor de mí la salvará" (Lucas 9;24), y “El que ama su vida, la pierde; pero el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna” (Juan, 12;25). Cuando dice que quien pierda su vida por Él la salvará, se refiere sin duda a que Él, Nuestro Señor Jesucristo, es nuestro Salvador, y a que no hay otra salvación posible, por lo que la vacuna no puede arrogarse dicha sacrílega pretensión.


    Al otro lado del charco, la Torre del Rin de Düsseldorf
(der Rheinturm), Alemania, que es el edificio más alto de la ciudad con 240 metros de altura, con su imponente aspecto de gigantesca jeringuilla a modo de símbolo fálico que amenaza penetrarnos, se diría, por salva sea la parte, también ha proyectado una leyenda luminosa recientemente haciéndose eco de la vergonzosa campaña propagandística de la Organización Mundial de la Salud donde se establecía en la lengua de Goethe la siguiente falsa ecuación matemática: IMPFEN=FREIHEIT, o, lo que es lo mismo: VACUNA=LIBERTAD. 

    Se trata de una nueva metáfora, más laica que la brasileña, desde luego, que equiparaba la inyección a la salvación, que establece que la inoculación es la libertad, lo que nos recuerda a otra metáfora de la reciente historia alemana: A la entrada del campo de exterminio de Auschwitz figuraba el oporbioso ARBEIT MACHT FREI: El trabajo libera, que viene a ser otra falsa ecuación matemática: TRABAJO=LIBERTAD.

    Las dos metáforas alemanas que estamos analizando son dos definiciones poéticas obvia- y lógicamente falsas de lo que es la libertad. La libertad, desde luego, no consiste en el trabajo ni tampoco en una inyección experimental de vaya usted a saber qué, que todavía no lo sabemos, autorizada provisionalmente deprisa corriendo y mal por razones que no están nada claras pues ni la mortalidad del síndrome es tan grande como nos han hecho creer, sino bastante modesta, ni carecemos tampoco de tratamientos curativos, que los hay y no son pocos a estas alturas, como para justificar dicho pinchazo, por lo que parece bastante descabellada la campaña desatada. 

    La vacuna no es la salvación, como dicen los brasileños, ni la libertad tampoco como preconizan los alemanes. Esas palabras no son sinónimos como quieren hacernos creer perversamente. La vacuna ni siquiera es, más modestamente, la solución de un problema sanitario, sino la auténtica enjundia de un problema creado a propósito donde no lo había.

domingo, 16 de mayo de 2021

Confidencias de un paquidermo

    ¡Ha llegado el circo a la ciudad! ¿El mayor espectáculo del mundo? ¡Pasen y vean, señoras y señores, niños y niñas, querido público, y juzguen por sí mismos! Tigres rayados y melenudos leones atravesando aros de fuego, perritos vestidos de gitana bailando sobre las patitas traseras al son de la música, un oso peludo tocando la pandereta, una foca jugando con una pelota, caballos al galope. ¡Véanme a mí, un elefante haciendo el pino con toda su masa corporal apoyada sobre la trompa y las patas delanteras! Pasen y vean y diviértanse, pero no se crean que los animales del circo somos artistas, sino esclavos obligados a hacer cosas que la naturaleza nunca prescribió que tuviéramos que hacer.

    El otro día después de la actuación escuché una conversación entre un abuelo y un nieto que me dio mucho que pensar: "¿Por qué, le preguntó el niño al abuelo señalándome a mí, con lo grande y lo fuerte que es ese elefante, no rompe la cuerda que lo ata a la estaca?" Su abuelo le dio esta respuesta: "El elefante no se escapa porque cuando era pequeño amarraron con cadenas de hierro bien prietas una de sus patas a un árbol enorme. Entonces intentó librarse de su cadena con todas sus fuerzas. Pero no pudo. Y ahora cree que no puede librarse de ninguna atadura... Pero si quisiera, rompería la atadura en un pispás."


     Será verdad lo que dice el hombre, pero ¿a dónde iba a ir yo ahora? A mí me capturaron hace muchos años. Creo que en la India. Me encerraron en una jaula. Me metieron en un barco y luego en un camión. El viaje y el desarraigo fueron muy largos y penosos. Cuando me sacaron de la jaula estaba tan débil que casi no podía mantenerme en pie. Pero como era joven y fuerte, poco a poco fui recuperándome. Terminé creciendo en un mundo extraño, donde no me faltaba la ración de comida diaria pero sí la libertad imprescindible para poder vivir, más necesaria que el aire que respiramos y el alimento que nos nutre.

    Un día vino un hombre. Se me quedó mirando, metió un palo con un gancho metálico entre los barrotes y me pinchó con él. Me hizo daño, así que me defendí y le dí un trompazo,  y él se rió: “¡Ya te quitaré yo ese genio, maldito cabrón!”. Al día siguiente empezó lo que él llamaba mi entrenamiento: Si no le obedecía, me ataba, efectivamente, una pata delantera y una trasera con una cadena y me pegaba con el palo del pincho. Yo intentaba librarme con todas mis fueras, pero no podía. Aquel hombre era mi domador, porque se suponía que yo era un animal salvaje que debía ser domesticado. Si no me doblegaba, me amenazó, me arrancaría el marfil de los colmillos...


     A veces estoy deseando que llegue la hora de la actuación porque entonces al menos puedo salir un rato de la jaula y moverme… ¡Sin que me peguen! Delante del público y a la luz de los focos nunca me golpean porque no estaría bien visto.

    Vamos de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo. Los traslados son duros. Algunos animales mueren en los viajes. Nuestros domadores se enfadan entonces porque eso les supone perder dinero. Nosotros sólo somos para ellos dinero: su principal fuente de ingresos. Ellos también están amargados porque, como llevan esta vida errante, no pueden disfrutar de la estabilidad de un hogar. El circo tampoco es bueno para ellos. Pero ellos, al fin y al cabo, han elegido ese modo de vida, dentro de lo que cabe, mientras que nosotros no hemos tenido esa opción. 


     No se engañen, señoras y señores, niños y niñas, querido público, bajo la carpa multicolor del circo, detrás de la alegría y la magia aparente y detrás de las actuaciones de los trapecistas y malabaristas y de la risa de los payasos del mayor espectáculo del mundo no hay más que dolor y sufrimiento. No vayáis al circo, pequeños. Señoras y señores, no lleven a sus hijos al circo. Si quieren que los pequeños vean animales “salvajes”, llévenlos al zoo. Si ese espectáculo también les deprime (y sólo un circo es más deprimente que un zoo donde los animales están enjaulados), pónganles a ver documentales para que vean que hay animales en la naturaleza y para que crean en lo que ven por la televisión, que les muestra que en algún lugar del ancho mundo hay algo como lo que llaman libertad.

    A mí ya sólo me queda la esperanza de que, cuando sea un viejo paquidermo, y ya no sirva para entretener a nadie, me dejen descansar en paz. Sí, quizá podría escaparme. Tal vez podría romper la cuerda que me ata a la estaca, tiene razón ese señor, pero ¿a dónde iba a ir? La vida me ha enseñado,  mala maestra,  a aprender la lección  de la obediencia.

martes, 8 de septiembre de 2020

Libertad

 





Sur mes cahiers d’écolier / Sur mon pupitre et les arbres / Sur le sable sur la neige / J’écris ton nom

Sur toutes les pages lues / Sur toutes les pages blanches / Pierre sang papier ou cendre / J’écris ton nom

Sur les images dorées / Sur les armes des guerriers / Sur la couronne des rois / J’écris ton nom

Sur la jungle et le désert / Sur les nids sur les genêts / Sur l’écho de mon enfance / J’écris ton nom

Sur les merveilles des nuits / Sur le pain blanc des journées / Sur les saisons fiancées / J’écris ton nom

Sur tous mes chiffons d’azur / Sur l’étang soleil moisi / Sur le lac lune vivante / J’écris ton nom

Sur les champs sur l’horizon / Sur les ailes des oiseaux / Et sur le moulin des ombres / J’écris ton nom

Sur chaque bouffée d’aurore / Sur la mer sur les bateaux / Sur la montagne démente / J’écris ton nom

Sur la mousse des nuages / Sur les sueurs de l’orage / Sur la pluie épaisse et fade / J’écris ton nom

Sur les formes scintillantes / Sur les cloches des couleurs / Sur la vérité physique / J’écris ton nom

Sur les sentiers éveillés / Sur les routes déployées / Sur les places qui débordent / J’écris ton nom

Sur la lampe qui s’allume / Sur la lampe qui s’éteint / Sur mes maisons réunies / J’écris ton nom

Sur le fruit coupé en deux / Du miroir et de ma chambre / Sur mon lit coquille vide / J’écris ton nom

Sur mon chien gourmand et tendre / Sur ses oreilles dressées / Sur sa patte maladroite / J’écris ton nom

Sur le tremplin de ma porte / Sur les objets familiers / Sur le flot du feu béni / J’écris ton nom

Sur toute chair accordée / Sur le front de mes amis / Sur chaque main qui se tend / J’écris ton nom

Sur la vitre des surprises / Sur les lèvres attentives / Bien au-dessus du silence / J’écris ton nom

Sur mes refuges détruits / Sur mes phares écroulés / Sur les murs de mon ennui / J’écris ton nom

Sur l’absence sans désir / Sur la solitude nue / Sur les marches de la mort / J’écris ton nom

Sur la santé revenue / Sur le risque disparu / Sur l’espoir sans souvenir / J’écris ton nom

Et par le pouvoir d’un mot / Je recommence ma vie / Je suis né pour te connaître / Pour te nommer

Liberté.

 (Poésise et Vérité, Paul Éluard 1942)