Del sufí Abu Madyan, nacido en Cantillana (Sevilla) en torno a 1116 y muerto en Tremecén (Argelia) en 1198, leo un aforismo a través de una traducción inglesa: No one attains true freedom as long as he remains under the influence of the slightest portion of his ego. “Nadie alcanza la verdadera libertad mientras permanezca bajo la influencia de la más mínima porción de su ego”. El texto árabe, que copio literalmente, ما وصل إلى صَرِيحِ الْحَرِّيَّةِ مَنْ بَقِيَ عَلَيْهِ مِن نَفْسِهِ بَقِيَّةٌ (ma wasal 'iilaa sarih alharriat man baqi ealayh min nafsih baqia) dice, al parecer, según el traductor electrónico que consulto, más literalmente: Una persona a la que le quede un resto (o ápice) de alma no alcanzará la verdadera libertad.
Por lo que averiguo, en las traducciones del Corán el término árabe nafs, que la traducción inglesa vierte como 'ego', suele traducirse, por alma, conciencia, espíritu, fondo del corazón, hombre, imaginación, interior, mente, pensamiento, persona, propia persona, etc. Este término indica, pues, el interior, el espíritu o la esencia del individuo personal, que no es una cápsula que lo encierre, sino algo que le permite identificarse con cualesquiera cosas o personas.
Por lo tanto, una interpretación más sencilla y menos mística y menos anclada en la vieja religión islámica, sin necesidad de recurrir al concepto moralista del egoísmo que sugiere la traducción inglesa, que se justifica como alusión a una “imagen ilusoria de autosuficiencia e independencia ontológica” (sic), podría ser: nadie puede ser libre mientras sea esclavo de sí mismo. Y más sencillo todavía: no puedes ser libre mientras seas tú mismo, es decir, mientras te aferres a ser tú mismo, persistiendo en estar dentro de la jaula de tu identidad personal acreditada por tu documento de identidad.
Y es que los gurús o gurúes que cacarean lo que se ha dado en llamar 'pensamiento positivo' del smiley sonriente ante las desgracias de la vida repiten constantemente el mantra de ser uno mismo: sé tu mismo, sé tú mismo, cuando lo importante sería justamente lo contrario: dejar de serlo. O al menos disimular un poco como dice este gracioso vídeo de Esperpentos de Jon Viar, que califica con razón al pensamiento positivo como "la gran estafa de nuestra época".
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