Ha salido a la luz una reclamación particular presentada contra el Ministerio de Sanidad del Gobierno de las Españas por una miocarditis o inflamación grave del músculo del corazón derivada de la vacunación contra el virus coronado, que ha sido desestimada por este, que se desentiende así, como antes hicieron los laboratorios de dichos productos, de las víctimas argumentando que la vacunación no es obligatoria en España y que, por lo tanto, los que se sometieron a ella lo hicieron voluntariamente.
No se discute la relación entre la causa y el efecto, bastante más que probable, habida cuenta del dictamen específico de la AEMPS (Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios) que certifica, por primera vez, la relación de causalidad entre la vacuna de ARN mensajero y la inflamación grave del miocardio o músculo cardíaco.
En letra pequeña: Gobierno de España. Ministerio de Sanidad. Financiado por la Unión Europea. NextGenerationEU.
El Ministerio se despacha y se queda tan ancho en los siguientes términos: El ciudadano que recibe voluntariamente una asistencia sanitaria debe asumir los efectos adversos derivados de la misma si prestó su consentimiento informado (…). Dado que la posibilidad de que se produjese el daño del que deriva la reclamación había sido divulgada por la AEMPS cuando se le administró la vacuna y que dicha vacuna fue recibida voluntariamente, el daño aducido no puede ser considerado antijurídico y, en consecuencia, no puede imputarse responsabilidad patrimonial a las administraciones públicas a raíz de esta reclamación.
No nos interesa aquí mucho el caso particular del ciudadano que se vacunó tras la imposición del Certificado Covid-19 de la Unión Europea que motiva la demanda, que puede leerse en The Objective, no tanto como la argumentación ministerial: Es cierto que la vacunación no es obligatoria en España, y que, por lo tanto, quien se vacuna lo hace voluntariamente, pero eso no significa que lo haga libremente. La mayoría lo hizo porque fue convencida -engañada- de que así salvaba vidas, incluida la suya, como se repetía hasta la saciedad, o que era un acto de amor, como cacareó el Papa de Roma, que la bendijo como si fuera la mismísima hostia consagrada del cuerpo de Cristo redentor. Todavía hay algunos creyentes que creen que aquellos pinchazos han salvado muchas vidas, cosa que es indemostrable, una cuestión de fe a todas luces falsa por lo tanto.
La mayoría democrática se dejó pinchar porque se le decía desde el propio sistema sanitario que había que hacerlo, y a nadie se le ocurría pensar que el Ministerio de Sanidad quisiera inyectarnos una sustancia perjudicial para nuestra salud. Que no nos forzaron es seguro, pero que nos coaccionaron también.
El problema es que confunden maliciosamente el hecho de que la vacunación no fuera legalmente obligatoria, y la libertad de elección de hacerlo. Para que una elección sea libre no debe estar condicionada por extorsiones o chantajes como la de no poder viajar en avión, o la de no acceder a establecimientos públicos, con toda la presión mediática y social que se ejerció desde los medios de (in)formación de masas insultándonos a los que no nos sometíamos al proceso. Fue voluntaria, sí, pero la voluntad individual fue moldeada masivamente con la opinión pública de la conveniencia moral y con el certificado sanitario, green pass, salvoconducto o pasaporte covid que se sacaron de la manga.
Hay muchas formas de obligarte a hacer lo que quieren sin que parezca que te han obligado, pero la más eficaz es convencerte de que lo que quieren es lo mejor para ti, de forma que tú lo solicites vivamente.
Recordemos la propuesta de un preboste de una taifa autonómica española que proponía multas de hasta 60.000 euros para quien no se vacunara, y argumentaba con toda la maldad del mundo: "No se está obligando a vacunar, sino sancionando al que no lo haga".
Si nos atraca alguien por la calle a punta de navaja o de pistola poniendo así en peligro nuestra integridad física, como suele decirse, y nos pide que le entreguemos el dinero que llevamos encima, la mayoría vamos a elegir voluntariamente darle la pasta, so pena de que nos hiera o nos mate, pero eso no quiere decir que hayamos elegido libremente hacerlo, nada más lejos de la realidad. En ese sentido, la vacunación fue voluntaria, pero no libre. No son adjetivos sinónimos.
Me gustaría detenerme particularmente y profundizar un poco en esta cuestión, porque parece que lo que quiere decir el citado Ministerio es que si hemos elegido voluntariamente lo hemos hecho libremente, como si no hubiera habido una campaña institucional descomunal desde ese propio ente por todos los medios aconsejándonos día y noche que lo hiciéramos por nuestro propio bien y por el bien de todos, y diciéndonos que iba a ser mayor el beneficio -evitar una enfermedad grave y la propia muerte- que el perjuicio.
Aquí se ve muy bien aquello que decía Agustín García Calvo de que si «si cada uno no creyera que hace lo que quiere,
sería imposible que hiciera lo que le mandan». La voluntad, tanto la ajena como la propia, al fin y al cabo, también es ley, y obedecerla -o hacer uno lo que le da la gana, como se dice normalmente, que viene a ser lo mismo- no deja de ser sumisión a las altas instancias del gobierno de las almas. Aquí se ve bien cómo la voluntad personal le sirve a uno para hacer lo que está mandado, en este caso someterse a un experimento bajo amenaza de muerte si no lo hace, interiorizándolo como si fuera la expresión de su propia libertad. A fin de cuentas, cuando decimos "quiero" estamos diciendo "creo que debo".
"Nos acosaron, criminalizaron, insultaron, nos confinaron, nos multaron, nos prohibieron viajar, visitar a nuestros seres queridos, nos obligaron a guardar ridículas distancias de seguridad y a usar mascarillas sin fundamento científico únicamente para forrarse. Usaron todos los recursos del Estado y medios de comunicación para obligarnos a pincharnos un experimento génico en uno de los mayores negocios del siglo. Y hasta Sanidad reconoce ahora que se contagiaron más los vacunados que los no vacunados.
ResponderEliminarNos llamaron conspiranoicos, bebelejías, negacionistas, nos responsabilizaron de las muertes producidas por su propia negligencia. Los profesionales de la comunidad científica que pusieron en duda esas terapias experimentales fueron censurados y cancelados. Mientras tanto dejaban morir a los ancianos en vez de tratarlos como siempre se han tratado las neumonías para aumentar así el número de muertos por el bicho y seguir aterrorizándonos a todos.
Ahora tienen los santos cojonazos de negarlo todo y decir que los que se vacunaron lo hicieron voluntariamente. Manda güebos."
El bien no puede ser profetizado porque es hijo del albedrío; el mal, sí, porque es hijo de la inercia.
ResponderEliminarSi cada uno no creyera que hace lo que quiere, sería imposible que hiciera lo que le mandan.
La única responsabilidad de las administraciones públicas es con el incremento patrimonial que las mismas procuran a los líderes demócratas que saben que a través de ellas es más facil hacerse con lo que ambicionan, ya sea con mayorías contabilizadas o alianzas interesadas, incluso ese demócrata miserable e imbécil al que se le ocurrió la multa de 60.000 euros es alternativa o cambio de tercio en este toreo con la suma mayoritaria de voluntades que lo mismo sirve para un roto que para el próximo descosido.
ResponderEliminarhttps://childrenshealthdefense-org.translate.goog/defender/biden-white-house-gates-funded-pandemic-surveillance-plan-kim-iversen/?_x_tr_sl=auto&_x_tr_tl=en&_x_tr_hl=es-419
ResponderEliminarGracias a todos por los comentarios y por el enlace. Un saludo.
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