viernes, 5 de abril de 2024

MORS CERTA, HORA INCERTA

    Algunos relojes afirman en latín algo que no es verdad: Mors certa, hora incerta (La muerte es segura, la hora -se sobreentiende de la muerte, su hora- incierta). Estos relojes deberían afirmar lo contrario: Hora certa, mors incerta (La hora -en general- es segura, la muerte incierta). Pues la muerte, que es algo desconocido para nosotros, es incierta porque no tenemos ninguna experiencia propia de ella. Por lo tanto no es la hora de nuestra muerte muy cierta sino la hora que es ahora: la que nos indica el reloj. Así pues hablemos no de la hora de nuestra muerte, sino de esta misma hora que es ahora.

Reloj de Leipzig (Alemania)

    Cicerón en su monografía Sobre la vejez escribió: Moriendum enim certe est, et incertum an hoc ipso die (Hemos ciertamente de morir, y es incierto si en este mismo día). Estas palabras, escritas por M. Tulio Cicerón y puestas en boca de Catón, son quizá el origen de esta máxima que se lee por ejemplo en el reloj de Leipzig (y en muchos otros). Pero nosotros, obstinados socráticos, preguntémonos qué es la muerte. ¿Qué es la muerte? No lo sabemos. Preguntémonos sin embargo qué hora es ahora. ¿Qué hora es? La que nos marca el reloj. Pero como el poeta Virgilio cantó (y muchos relojes repiten): tempus fugit irreparabile (el tiempo huye irreparable) y la hora que era cuando la constatábamos, cuando la sabíamos, ya no es la que era, ha dejado de ser. Así pues ¿hemos de morir o de vivir?

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