sábado, 13 de abril de 2024

Pareceres XLV

221.- El virus de la guerra. No tiene desperdicio este párrafo editorial de El Periódico Global, alias El País (25/03/2024), propagando e inoculando el virus de la guerra en la Unión Europea en general y en los veintisiete gobiernos vasallos en particular, incluido el nuestro, cuya política de beligerancia defensiva y gasto militar justifica el diario con un lenguaje tan culto que roza el delirio y no se sabe muy bien de qué demonios está hablando: Desde sus inicios con la coordinación de la producción del acero y el carbón hasta hoy, la UE ha sido un proyecto de paz. Para seguir siéndolo, para garantizar a sus ciudadanos seguridad, hoy es necesario que cambie. ¿Qué quiere decir eso? Que la UE se convierta en un proyecto de guerra, es decir: que se vacune contra el virus de la guerra inoculándosela. No lo dice así, tan claro, pero a buen entendedor... Atención a la verborrea diarreica de este párrafo: Resulta más inteligente trabajar para convertirse en un factor de disuasión en escenarios violentos y para reducir los efectos perversos en caso de ruptura o alteración de cadenas comerciales. Está hablando del rearme o reforzamiento artificial de nuestro sistema inmunitario. Hay que armarse hasta los dientes “para convertirse en un factor de disuasión en escenarios violentos”. Si estamos armados, sinónimo de 'inoculados', disuadiremos a nuestros enemigos de usar sus armas contra nosotros. Pero no se habla de armas, ni de enemigos -¿quiénes son nuestros enemigos?- porque resultaría obsceno. Se habla de “disuasión” y de “escenarios violentos” sin olvidar los efectos perversos de la rotura o alteración "de las cadenas comerciales", expresiones que no tienen desperdicio. 


222.- De la buena voluntad. ¿Hay acaso una "mala" voluntad humana que pueda contraponerse a la buena?; ¿o se trata de la redundancia de un epíteto totalmente innecesario que da a entender que la voluntad sería siempre esencialmente buena?; ¿qué será, si la hay, eso de la mala voluntad, si no es la voluntad de hacer el mal, cosa, como sabemos desde Sócrates, radicalmente imposible, ya que nadie hace el mal a sabiendas, conscientemente, sino por ignorancia?

 

 223.- Con diez cañones por banda... Una de las primeras siderurgias destinadas a la industria armamentística que tuvo la monarquía hispánica, si no fue la primera, fue la Real Fábrica de Artillería de La Cavada (Cantabria) que a partir del siglo XVII produjo gran cantidad de munición y piezas de artillería, lo que supuso, como contrapartida, además de la creación de puestos de trabajo y de su uso destructivo de personas y de cosas en campañas militares,  la deforestación de las montañas orientales de Cantabria y de Burgos con las consiguientes quejas, molestias y revueltas de los campesinos de los alrededores que necesitaban la leña y la madera para su subsistencia. Pero la fabricación de cañones era fundamental para sostener el poderío del Imperio. Ya sabíamos que el cañón era la ultima ratio regum: la última razón, es decir, la primera del poder de los monarcas. En dos siglos sólo en esta factoría se construyeron tres mil cañones que -se dice pronto- se fundieron gracias a la madera que suministraron, se calcula, unos diez millones de árboles, lo que vino a suponer, según esos cálculos, cincuenta mil hectáreas arrasadas. 

Puerta de entrada a la Fábrica que ya no existe de Artillería de la Cavada (Cantabria)
 

224.- Génesis: No se puede decir que Dios, hablando en pasado, creó el mundo. Eso pertenece a la vieja religión. Hemos de actualizarnos y, siguiendo a Paul Lafargue, hablar de la religión del Capital, que es la que padecemos en la actualidad. Dios, es decir, Don Dinero, no ha creado el mundo de una vez por todas: lo crea en cada acto de compraventa, en cada transacción económica, en cada momento, lo está creando aquí y ahora mismo. Las cosas no tienen entidad propia hasta que no se convierten en mercadurías que son objetos de consumo, hasta que no las intercambiamos por dinero, Dios mediante, y las consumimos, y el propio proceso de producción y consumo en el que estamos inmersos nos consume a nosotros, los consumidores.

 225.- ¡Cámbialo! El funcionario, muy amable, no dudó en facilitarme un impreso para que formulara mi reclamación, y me aconsejó que hiciera mi denuncia por el mal funcionamiento del sistema señalando al propio sistema como responsable, que, reconoció y me dio la razón en ello, no funciona como debería o, lo que es lo mismo, no funciona bien, funciona mal, no a los funcionarios que colaboran en su mal funcionamiento ya que a fin de cuentas son personas de carne y hueso, como usted y como yo, con sus problemas y humanos defectos, como todo el mundo. Me parecía razonable la sugerencia, pero enseguida me surgía la pregunta: ¿Qué sentido tiene formularle al sistema una queja contra sí mismo, una reclamación que el propio sistema agradece como sugerencia para mejorar su funcionamiento? Ya lo dice el propio formulario: “Con esta reclamación o sugerencia está usted colaborando con nosotros, ya que nos permite identificar problemas y efectuar propuestas de mejora para nuestros servicios”. El sistema no funciona bien o funciona mal. Y no es un error del sistema, sino que el error es el propio sistema, que no tiene empacho en reconocerlo, y que añade: ¡Cámbialo! Haz tu propuesta. Danos tu opinión, que agradecemos. Lo dice como si nosotros no formáramos parte de él, como si estuviéramos al margen y fuera del sistema y no fuésemos su soporte esencial.

 

1 comentario:

  1. Europa siempre ha sido un proyecto mercantil en el que ha estado muy bien posicionado con su gran ampliación el industrioso sistema aleman de negocios que los griegos soportan sobre sus hombros, y el interesado imperio angloamericano, todo ello en manos de una Comisión, eso sí con el decorado y entretenimiento, inutil y vacuo de un Parlamento, por aquello de no privarse de un decorativo coro en el espectáculo ominoso, y un monstruo burocrático para que las 'interesadas' instrucciones, garantías de los negocios, consignas y obediencia se extiendan por todos los rincones del Reino; así que en caso de ruptura o alteración de cadenas comerciales, esas mentes tan preclaras, un tanto acojonadas, harían bien en solicitar asesoramiento a Putin que ante ese problema ya lleva ventaja. La Prensa y el vocerío mediático, sujetados y sostenidos, encuentran una mina en la reclutación de las mentes para la guerra y el sacrificio de las masas (lo de Grecia fué el prólogo y ahora se animan a poner en escana la gran tragedia europea), ladrando de forma tan retorticera, como lo hace ese diario progresista, al menor gesto de preocupación de su amo y señor, que inició esta contienda y no las lleva todas consigo.

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