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jueves, 24 de octubre de 2024

La banalidad de la gripe

    El Servicio Cántabro de Salud ha desplegado una indecente campaña vacunatoria bajo el desafortunado lema “La gripe no es banal”, infundiendo miedo y asustando a los cántabros con la enfermedad, que este año, a juzgar por lo que ha sucedido en el hemisferio sur del planeta donde ya ha pasado el invierno, no ha sido nada grave, haciendo el juego a los laboratorios farmacéuticos que venden las vacunas a los gobiernos; una campaña enfocada básicamente a los sanitarios, a los mayores y a los más pequeños. De seis meses a dos años la inoculación es intramuscular y a partir de los dos años intranasal, es decir, esnifada. Se pretende además que se lleve a cabo en los centros escolares, lo que no deja de ser una aberración, porque si los progenitores quisieran vacunar a sus hijos lo propio sería que los llevaran al centro de salud, pero si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. 
 
    Se presenta la gripe como una amenaza terrible de la que hay que protegerse a toda costa y proteger a los demás, como si fuera un castigo, un crimen o un pecado del que uno tiene que arrepentirse y avergonzarse. Y claro la protección que nos venden es el caramelo de la vacuna, lo que es radicalmente falso, dado que dicho "remedio" no impide ni la enfermedad ni el contagio, y, por lo tanto, no hace que disminuyan las hospitalizaciones ni la mortalidad ni produce inmunidad de grupo tampoco, además de poder causar efectos adversos como cualquier medicamento.
 
 
    A los mayores se les dice que se vacunen cada año frente a la gripe y el COVID, especificando que no se trata de una dosis más, sino de actualizar la protección. Y la anciana, como denotan sus canas, gafas y arrugas, contacta enseguida sonriente con su centro de salud y pide cita para vacunarse.
 
    A los profesionales sanitarios les dicen que se vacunen para proteger a los más vulnerables y para reducir complicaciones, lo que puede resultar bastante contraproducente, dado que si la vacuna no impide la transmisión de la enfermedad (y aun más: hace que contagien más los vacunados que los no vacunados) los propios profesionales sanitarios podrían estar contribuyendo a su difusión. 
 
    Y lo más insólito hasta la fecha, a los niños no se les dice nada, pero sí a sus progenitores: “Dales superpoderes y protege a los más vulnerables”, anunciando que la vacunación se realizará en los centros escolares, lo que no parece muy ético ni muy adecuado desde el punto de vista sanitario, aunque se presente como un caramelo que se aspira por la nariz como si fuera una raya de coca.
 
     La citada campaña incluye este vídeo: en el que se dice que los niños no paran, corren y corren y la gripe corre con ellos, y el mensaje: A partir de los seis meses protégelos con la vacuna de la gripe y entre todos estaremos evitando contagios en casa y en el cole. Vacunarse contra la gripe previene la enfermedad y evita complicaciones y hospitalizaciones.
 
 
 

viernes, 11 de octubre de 2024

¿Dos pinchacitos de nada, uno en cada brazo?

 


    Queda inaugurada la campaña, mentirosa como ella sola, de la  temporada otoño-invierno 2024-2025 de inoculación simultánea de gripe y covid-19. Estos pinchazos no van a salvar a nadie de nada. Las afirmaciones que se hacen desde el Ministerio de Sanidad del Gobierno de las Españas son falsas y carecen de fundamento ético y científico. Responden solo, como reconoce la Ministra del ramo, a las recomendaciones interesadas de la OMS y de la UE, y a lo que está detrás de ambas instituciones supranacionales: la poderosa industria farmacéutica.
 
    Dice la Ministra de Sanidad con su verborrea habitual irracional que no podemos volver a normalizar "que nuestra sanidad se colapse en la época de gripe estacional". Y uno, cuando oye lo de 'colapso' y 'saturación' de los hospitales, se acuerda de la pandemia y se echa a temblar por la pésima gestión. 
 
    La gripe saturará los hospitales este año, una vez más, como cada invierno, igual que siempre, pero un poco peor, si cabe, porque contamos con menos personal y con el poco que hay más quemado. ¿Tiene alguna solución la señora Ministra, médica y madre ella misma, como se autodefine, que no sea la inyección de dos sueros fallidos? Durante las navidades, la mitad de la plantilla de sanitarios está de baja o de vacaciones. Si se intentara paliar esto fomentando nuevas contrataciones de personal sanitario, a lo mejor se arreglaba un poco lo del colapso y la saturación, y, de paso, evitaríamos que los jóvenes médicos, enfermeros y auxiliares se fueran al extranjero a trabajar.
 
    ¿No sería esa una buena solución? Desde luego, pero parece que abrir más hospitales, ampliar el número de camas y plazas para médicos y enfermeros, no está entre las prioridades del ministerio ni el gobierno, sino la dichosa y consabida vacunación, que es la mejor estrategia para perpetuar la enfermedad y para que la industria farmacéutica siga haciendo caja a costa de los virus inoculados.
 
    Todos los años por esta época la misma monserga: todos los años a pincharse los mayores -y ahora los menores también y embarazadas, cuánto despropósito- y a colapsarse los servicios de urgencias de los hospitales. Ha pasado siempre. No hay más que consultar la hemeroteca. Bueno, siempre no. Durante la ominosa pandemia no pasó. Los hospitales permanecieron semivacíos y los quirófanos y consultas prácticamente cerrados. Recuerden que había que salvar vidas y para ello quedarse uno en casa. Y la solución que proponen ahora desde arriba es seguir pinchándose y cometiendo los mismos errores. No aprenden nada. 
 
 
    La vacuna de la gripe no evita que contraigas la gripe. De hecho la propaganda del sistema sanitario británico ha cambiado su estrategia: ya no dicen que la vacunación nos protege de la influenza y del virus coronado, sino, más honestamente, que tendremos menos síntomas o más leves y que nos recuperaremos antes. 
 
    La propuesta del ministerio, además, es bastante inaceptable porque lo que se espera este año es que las inyecciones sean más ineficaces que nunca, a juzgar por lo que ha sucedido en el hemisferio sur del planeta, donde ya ha ya pasado el invierno y la gripe apenas ha tenido incidencia, como se informa por ejemplo aquí mismo.
 
 
    Todavía hay quienes atribuyen el fin de la pandemia a los pinchazos, pero eso es como decir que el fin de la gripe cíclica de todos los años es obra de la vacuna y no de la llegada del buen tiempo. Es una manera, como dice Juan Gérvas, de desentenderse de los daños causados y  de evitar compensar por los efectos adversos. A fin de cuentas, nadie te puso la pistola en el pecho ni te obligó, te dicen, a hacerlo. Si te vacunaste fue porque quisiste.  Pero, las cosas como son, no es cierto que el fin de la pandemia se deba a la vacunación, sino a lo que llaman el efecto cosecha (ya mató a los que tenía que matar), al desarrollo de la inmunidad natural de los que no se murieron, a la aparición de nuevas variantes mucho menos letales, lo que explica que dejara de matar en países que no se vacunaron tanto. Pero la Ministra del ramo sigue erre que erre, terca como ella sola cacareando que hay que adelantarse a futuras epidemias y futuras pandemias con la mejor estrategia que tenemos para reducir los riesgos, que es la vacunación, "segura y eficaz" para prevenir -en realidad atraer- ambas enfermedades y disminuir, mentira, hospitalizaciones y fallecimientos. 

domingo, 12 de mayo de 2024

AstraZeneca se retira

    La empresa farmacéutica británico-sueca AstraZeneca ha detenido la producción y suministro de su producto estrella contra la enfermedad del virus coronado cosecha 2019, que deja de comercializar. La propia empresa, según informó Telegraph, había reconocido una semana antes que su vacuna podía causar trombocitopenia trombótica en algunos casos. 

     Pero esto que se nos dice ahora no es ninguna novedad. Ya se sabía en 2021, cuando más de veinte gobiernos nacionales abandonaron dicho producto debido a los coágulos de sangre que provocaba. Ya entonces se decía que esta vacuna era la “mala”, -la que se suministró en España a trabajadores "esenciales" menores de cincuenta y cinco años -profesores, sanitarios, policías, funcionarios...- frente a la “buena”, que era la otra, la de  Pfizer. Es verdad que España dejó de inyectarla, aunque, desgraciadamente, siguió inyectando las otras, las que empleaban la técnica de ARN mensajero, no menos tóxicas y peligrosas.
 
    Lo que viene a decirnos la Agencia Europea de Medicamentos y la propia AstraZéneca es que las vacunas de vectores virales (como Janssen y AstraZeneca) se han quedado obsoletas, por lo que deben ser reemplazadas por las homólogas de ARNm (como eran Pfizer y Moderna). Tanto las unas como las otras desencadenan una respuesta inmunitaria muy aparatosa, y que, en opinión de algunos científicos tachados enseguida de heterodoxos por decirlo suavemente, es básicamente tóxica, dado que en lugar de destruir el virus lo generan.

    Una de las primeras víctimas mortales, como ya informamos en su momento en La mejor de las vacunas, fue un cabo del ejército español de 35 años de edad, cuya muerte fue reconocida por la Ministra de Defensa, que sin embargo, siguió empecinada en animar a  la vacunación: “Desde el punto de vista médico hay que seguir vacunándose, hay que animarse y que todo el mundo se vacune”. Con la mención de la “vacuna” se refería a lo que algún periódico del ruedo ibérico como era el Periódico Global, alias El País, denominó “el fármaco anglosueco”, el preparado de los laboratorios AstraZeneca. 

    Nuestra ministra guerrera se refería con lo de "todo el mundo" a las personas jóvenes que no tienen riesgo porque están fuera de peligro. Esto es lo que dijo en el funeral del cabo: “Queríamos estar hoy aquí para transmitir nuestro agradecimiento, nuestro cariño, y, al mismo tiempo, pues para dar ese toque (sic) de que al virus lo tenemos que vencer y que la mejor manera de vencerlo, aunque haya momentos duros y dolorosos, es, precisamente, vacunarse.” Eso decía la Ministra, como si el suero de AstraZeneca fuera el Santo Grial o el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.

    El cabo se había inoculado voluntariamente, pero no nos engañemos con lo de “voluntariamente”. Como escribimos en su momento, voluntariamente  no es sinónimo de libremente, sino todo lo contrario. La voluntad es una de las altas instancias del alma humana, da igual que sea propia que ajena, y someterse a sus dictados merma nuestra libertad.

    Pero AstraZeneca se retira con la satisfacción de la misión cumplida y la conciencia más que tranquila, porque según sus propias estimaciones ha "salvado" más de seis millones y medio de vidas en el primer año de su uso, habiéndose suministrado más de tres mil millones de dosis en todo el mundo. 

Viñeta de Antón, publicada en El Correo el 29 de marzo de 2021.

      Cierto es que la vacuna se ha inoculado a miles de millones de personas en todo el mundo, y no se puede negar que se ha terminado la pandemia, pero ambos hechos no conllevan una relación de causa a efecto, sino que nos hallamos ante lo que se llama la falacia lógica del “post hoc ergo propter hoc” -después de esto, por causa de esto”-, consistente en que cuando se produce un suceso después de otro, se considera que el segundo es consecuencia del primero: el gallo suele cantar antes de que amanezca, ergo: el canto del gallo es el causante de que salga el astro rey y que alboree.

    El hecho de que se aplicara en las Españas en una franja de edad donde no había mayor peligro de morir a causa de esa enfermedad, entre los 18 y los 55 años ayudó a que se considerara que había salvado esas vidas que, por otra parte, no corrían ningún peligro, salvo la del citado cabo del ejército, que murió a causa de ella. 

martes, 23 de abril de 2024

Cuidado, porque Sanidad...

    Resulta conmovedor que una cadena de televisión como “La Secsta”, que te llamaba idiota en 2021 si no ponías el brazo para que te pincharan inyectándote algo, no se sabía muy bien qué, se retracte de alguna forma ahora dando una información como la que sigue a propósito del pasaporte y de la vacuna del virus coronado. 
 
    Pero no deja de ser lamentable cómo lo hacen: deprisa, corriendo y mal en un par de minutos escasos. A la vez que te están diciendo lo que estás oyendo, estás viendo que el Real Madrid no sé qué y no se cuánto, una mosca superior te informa de que a las 22,30 echan no sé qué película, que si La Real Sociedad y el Getafe... Y las imágenes de los que hablan se mezclan con escenas de hospitales y vacunaciones. Y encima a veces ni se entiende lo que dicen, hablan deprisa, se atropellan, se interrumpen, como deseando pasar página y a otra cosa mariposa... Pero lo dicho, dicho queda, y por si acaso lo transcribo yo ahora aquí, para que quede constancia escrita, salvo error u omisión. 
 
 
    -Cuidado porque Sanidad admite ahora que sí, que más de treinta y cinco mil vacunados se murieron a causa del coronavirus. 
    -Sí, esto se ha sabido durante el fin de semana. La primera noticia es que el Ministerio de Sanidad contestaba a la Asociación Liberum, que llevan desde 2020 denunciando que el pasaporte cóvid y la obligación de ponernos la vacuna era un engaño y una imposición, y lo estaba denunciado. Bueno, finalmente el Ministerio de Sanidad reconoce que siete millones y medio de personas vacunadas se terminaron contagiando del cóvid y fallecieron más de treinta y un mil personas. Y estamos hablando solo de personas fallecidas. Pero la novedad del día de hoy es que, además, el Ministerio de Sanidad hace una segunda respuesta que exigía que tuviera responsabilidades. Y esto es lo que dicen. Lo escuchamos en un comunicado del Ministerio de Sanidad: “El ciudadano que recibe voluntariamente una asistencia sanitaria debe asumir los efectos adversos derivados de la misma, si prestó su consentimiento informado”. Lo que viene a ser que si nosotros nos metíamos en la página de Sanidad, ya se nos advertía de que había riesgos asociados a la vacuna. Lo que dicen los abogados es que esto es una auténtica vergüenza porque la gente de a pie no se está todo el día metiendo en la página del Ministerio de Sanidad para ver qué efectos adversos tiene una vacuna que en su día fue prácticamente obligatoria. 
    -Pero si es que, aparte, es igual: o sea, ya te abocaban a que te tenías que vacunar sí o sí. 
    -Es que no podías escoger. 
 
 
    -O esta o esta. No podías escoger. Esto no es verdad. No es una cuestión de que te metías en la página. Es que por narices te tenías que vacunar. 
    -Claro porque había, no era una obligación, porque es ilegal, pero sí que es verdad que si no nos vacunábamos, no teníamos certificado cóvid, y por tanto no nos podíamos mover en ocasiones de la ciudad.
    -No podías moverte ni podías hacer nada... 
  -De entrada, si no te vacunabas, ni viajabas ni tenías la consideración de nadie, porque eras un apestado .
    -Claro, la libertad de movimientos se daba con ese pasaporte cóvid y el pasaporte te lo daban con la vacuna. 
    -Es que ahora, claro, es “haberte metido a la página”, pero ¿cómo que en la página? 
     -¡Si no podías entrar ni a un restaurante...! 
    -Nada, no podías hacer absolutamente nada, no podías salir de casa.
 oOo 
 
La vacuna ya estaba preparada antes que el virus.       
 
    ¿Qué cara se les pondrá cuando se enteren de que la vacuna que se pusieron había comenzado a elaborarse en mayo de 2019, antes de que surgiera el virus coronado a finales de ese mismo año, a tenor de un documento desclasificado ahora según informa Reseau International?

domingo, 21 de abril de 2024

"Se la pusieron voluntariamente"

    Ha salido a la luz una reclamación particular presentada contra el Ministerio de Sanidad del Gobierno de las Españas por una miocarditis o inflamación grave del músculo del corazón derivada de la vacunación contra el virus coronado, que ha sido desestimada por este, que se desentiende así, como antes hicieron los laboratorios de dichos productos, de las víctimas argumentando que la vacunación no es obligatoria en España y que, por lo tanto, los que se sometieron a ella lo hicieron voluntariamente.
 
    No se discute la relación entre la causa y el efecto, bastante más que probable, habida cuenta del dictamen específico de la AEMPS (Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios) que certifica, por primera vez, la relación de causalidad entre la vacuna de ARN mensajero y la inflamación grave del miocardio o músculo cardíaco. 
En letra pequeña: Gobierno de España. Ministerio de Sanidad. Financiado por la Unión Europea. NextGenerationEU.
 
    El Ministerio se despacha y se queda tan ancho en los siguientes términos: El ciudadano que recibe voluntariamente una asistencia sanitaria debe asumir los efectos adversos derivados de la misma si prestó su consentimiento informado (…). Dado que la posibilidad de que se produjese el daño del que deriva la reclamación había sido divulgada por la AEMPS cuando se le administró la vacuna y que dicha vacuna fue recibida voluntariamente, el daño aducido no puede ser considerado antijurídico y, en consecuencia, no puede imputarse responsabilidad patrimonial a las administraciones públicas a raíz de esta reclamación. 
 
    No nos interesa aquí mucho el caso particular del ciudadano que se vacunó tras la imposición del Certificado Covid-19 de la Unión Europea que motiva la demanda, que puede leerse en The Objective, no tanto como la argumentación ministerial: Es cierto que la vacunación no es obligatoria en España, y que, por lo tanto, quien se vacuna lo hace voluntariamente, pero eso no significa que lo haga libremente. La mayoría lo hizo porque fue convencida -engañada- de que así salvaba vidas, incluida la suya, como se repetía hasta la saciedad, o que era un acto de amor, como cacareó el Papa de Roma, que la bendijo como si fuera la mismísima hostia consagrada del cuerpo de Cristo redentor. Todavía hay algunos creyentes que creen que aquellos pinchazos han salvado muchas vidas, cosa que es indemostrable, una cuestión de fe a todas luces falsa por lo tanto.
 
    La mayoría democrática se dejó pinchar porque se le decía desde el propio sistema sanitario que había que hacerlo, y a nadie se le ocurría pensar que el Ministerio de Sanidad quisiera inyectarnos una sustancia perjudicial para nuestra salud. Que no nos forzaron es seguro, pero que nos coaccionaron también. 
 
 
    El problema es que confunden maliciosamente el hecho de que la vacunación no fuera legalmente obligatoria, y la libertad de elección de hacerlo. Para que una elección sea libre no debe estar condicionada por extorsiones o chantajes como la de no poder viajar en avión, o la de no acceder a establecimientos públicos, con toda la presión mediática y social que se ejerció desde los medios de (in)formación de masas insultándonos a los que no nos sometíamos al proceso. Fue voluntaria, sí, pero la voluntad individual fue moldeada masivamente con la opinión pública de la conveniencia moral y con el certificado sanitario, green pass, salvoconducto o pasaporte covid que se sacaron de la manga.
 
    Hay muchas formas de obligarte a hacer lo que quieren sin que parezca que te han obligado, pero la más eficaz es convencerte de que lo que quieren es lo mejor para ti, de forma que tú lo solicites vivamente.
 
    Recordemos la propuesta de un preboste de una taifa autonómica española que proponía multas de hasta 60.000 euros para quien no se vacunara, y argumentaba con toda la maldad del mundo: "No se está obligando a vacunar, sino sancionando al que no lo haga".
 
    Si nos atraca alguien por la calle a punta de navaja o de pistola poniendo así en peligro nuestra integridad física, como suele decirse, y nos pide que le entreguemos el dinero que llevamos encima, la mayoría vamos a elegir voluntariamente darle la pasta, so pena de que nos hiera o nos mate, pero eso no quiere decir que hayamos elegido libremente hacerlo, nada más lejos de la realidad. En ese sentido, la vacunación fue voluntaria, pero no libre. No son adjetivos sinónimos.
 
    Me gustaría detenerme particularmente y profundizar un poco en esta cuestión, porque parece que lo que quiere decir el citado Ministerio es que si hemos elegido voluntariamente lo hemos hecho libremente, como si no hubiera habido una campaña institucional descomunal desde ese propio ente por todos los medios aconsejándonos día y noche que lo hiciéramos por nuestro propio bien y por el bien de todos, y diciéndonos que iba a ser mayor el beneficio -evitar una enfermedad grave y la propia muerte- que el perjuicio. 
 
    Aquí se ve muy bien aquello que decía Agustín García Calvo de que si «si cada uno no creyera que hace lo que quiere, sería imposible que hiciera lo que le mandan».  La voluntad, tanto la ajena como la propia, al fin y al cabo, también es ley, y obedecerla -o hacer uno lo que le da la gana, como se dice normalmente, que viene a ser lo mismo- no deja de ser sumisión a las altas instancias del gobierno de las almas. Aquí se ve bien cómo la voluntad personal le sirve a uno para hacer lo que está mandado, en este caso someterse a un experimento bajo amenaza de muerte si no lo hace,  interiorizándolo como si fuera la expresión de su propia libertad.    A fin de cuentas, cuando decimos "quiero" estamos diciendo "creo que debo".

miércoles, 8 de marzo de 2023

¿Cuándo lanzamos la nueva variante?

     Matthew John David Hancock, más conocido como Matt Hancock, miembro del partido conservador británico y Secretario de Estado de Salud y Asistencia Social del Reino Unido desde el año 2018 hasta junio de 2021 en que dimitió por haber violado los protocolos del virus coronado que su propio gabinete de Gobierno y Ministerio habían decretado, habiendo mantenido un tórrido encuentro sexual en su despacho con su asesora y amante que no pasó desapercibido al ojo indiscreto de la cámara de seguridad, deseoso de amedrentar a la población (frighten the pants off everyone, literalmente asustar los pantalones de todo el mundo acudiendo apresuradamente al retrete para no hacérselo encima) con el fin de que cumpliera los protocolos que él mismo no cumplió y se olvidara de los quebraderos de cabeza que estaba trayendo a su país el dichoso Brexit  o salida exitosa que al final resultó un chasco de la Unión Europea, escribió un guasap bastante significativo de lo que ha sido todo esto del virus coronado que todavía algunos se empeñan en mantener vivito y coleando, que decía “¿Cuándo lanzamos la nueva variante?” (When we do deploy the new variant).



    Otras revelaciones como la del CEO de Moderna Stéphane Bancel, declarando que su empresa fabricó 100.000 dosis de la vacuna contra el COVID-19 en 2019, antes de que la OMS hubiera declarado la pandemia universal, vendrían a demostrar que la presunta no se hizo apresuradamente y se aprobó por vía de urgencia para curar la pandemia, sino, al revés, se implementó la pandemia para justificar la imposición de los pinchazos, o sea que fue antes la tirita que la herida.

    Cada vez resulta más evidente, ahora que pronto se cumplirá el tercer aniversario del confinamiento, para el que no esté ciego y lo quiera ver, que todo el tinglado pandemencial este de la pandemia no fue más que una operación de guerra psicológica destinada a controlar y a gobernar a la gente, por si hiciera falta, que parece que sí lo hacía, más aún de lo que estábamos.


martes, 17 de enero de 2023

¿Cómo nos vendieron la moto?

    ¿Cómo nos vendieron la moto de la “vacunación”? Pues con el cuento de la ciencia y de un modo muy grosero, con una propaganda que apelaba más a las vísceras que a la razón. Nos decían con todo tipo de métodos pedagógicos -adoctrinadores- audiovisuales y mareándonos con datos estadísticos que si queríamos volver a la normalidad que previamente nos habían secuestrado en nombre del fetiche del Bien Común teníamos que prestar el músculo deltoides del brazo a un pinchacito de nada como el de un diminuto mosquito insignificante... Que no nos preocupáramos porque no íbamos a enterarnos. 
 
    Como consecuencia del mágico pinchazo que dura lo que un abrir y cerrar de ojos, se abría como por arte de magia, gracias al "ábrete, sésamo" todo lo que previamente había sido clausurado por razones sanitarias: una boutique de ropa cerrada durante el confinamiento decretado por la emergencia sanitaria, un restaurante también clausurado donde no se podía comer sin el certificado de inoculación, un cine, un teatro, una sala de conciertos, un viaje a París... La oficina, que había estado cerrada, se abría también como consecuencia de la inyección y los oficinistas, que habían estado trabajando en línea desde su casa, podían volver a tomar el café de la máquina y a relacionarse con sus compañeros como antes de la pandemia como si no hubiera pasado nada... 
 
 
 Mediojuego médico, Yulia Napolskaya (1973-...)
 
    Se abrían la noria de la feria, la bolera y el estadio de fútbol, que habían estado cerrados a cal y canto por razones supuestamente sanitarias para evitar los contagios que hubiera sido mejor no haber evitado, porque de esa manera, exponiéndonos al peligro, habríamos desarrollado nuestro sistema inmunitario... Pero se trataba de lo contrario: acabando con la inmunidad natural tendríamos que recurrir a la artificial farmacopeica.  
 
    A continuación nos recitaban el siguiente mantra: “Con cada 'vacuna', la vida se retoma”. Salta a la vista que la vida que se retoma es la que previamente se ha negado esgrimiendo la razón sanitaria del bien común, de lo que se deduce fácilmente que nos han negado la vida -la vieja normalidad- para vendernos la moto de la vacuna con el cuento de la ciencia y de los expertos de los platós televisivos... 
 
    Da la sensación de que la razón de tanto cerrojazo ha sido el sometimiento de la gente a las restricciones del Ministerio de Sanidad que como la madrastra de Blancanieves nos ofrece ahora una manzana envenenada que nos sumirá en un profundo sueño... 
 
    Ha logrado imponerse la iatrocracia o iatrarquía, que viene a ser lo mismo con distinto sufijo griego: el gobierno de la clase sanitaria, no de los médicos que curan a los pacientes, sino de las autoridades sanitarias, es decir, de los políticos profesionales que se ampara bajo el fetiche de la Sanidad, que no es lo mismo, y la ortodoxia de una supuesta Ciencia vendida a la copa de Higía y a la serpiente enrollada en ella, que es a la vez la causa y el remedio, el veneno y el antídoto de la enfermedad imaginaria, a la gloria mayor de la industria farmacopeica. 
 

 
   Hay quien piensa que la mascarilla persistente en los transportes públicos españoles nos hace parecer más atractivos de lo que somos, porque deja a la imaginación de los demás nuestras facciones que ocultan so pretexto de impedir la entrada y la salida de víruses patógenos, y la imaginación lo que hace es idealizar esas facciones, suponiendo la proporción y la simetría en unos rasgos que posiblemente no tengan esas cualidades. Y a los adolescentes les permite, además, ocultar el acné juvenil que a esa edad tanto suele acomplejarles. Quizá por eso, y por el miedo al recíproco contagio del síndrome, mejor que la enfermedad, del virus coronado, algunas personas adoctrinadas prefieren ocultarse detrás de ese parapeto, aun cuando como ahora no sea obligatoria fuera de los transportes públicos y recintos hospitalarios, que, además, nos permite pasar desapercibidos cuando no queremos saludar a alguien.
 
    (Entre paréntesis, he llegado a leer en un periódico supuestamente serio cuyo nombre no voy a mencionar porque me produce cierta vergüenza ajena un artículo donde una psicóloga clínica afirmaba que la mascarilla nos aporta un encanto especial que no tenemos, un atractivo sexual, diríase, semejante al de la lencería, como si fuera una prenda erótica íntima de fetichismo y fantasía). 
 
    La grosera propaganda acaba diciendo: “Estamos todos vacunados, todos protegidos.” Pero después de tan reconfortante mensaje aparece un letrero que nos advierte de que eso no significa que las cosas vuelvan a ser como eran antes de la declaración de alarma sanitaria, pese a la redención que iba a aportarnos la sacrosanta eucaristía vacunal. No nos hagamos ilusiones. Hay que convivir con el virus y habrá que vacunarse todos los años, como se hacía con la gripe, lo recuerdan. Por el momento, aunque vacunados, sigamos aplicando los gestos de barrera y llevando mascarilla en interiores concurridos, no vaya a ser que, como es más que probable, acabemos contagiándonos. Y la gente se pregunta como siempre desde que el mundo es mundo que por qué.

jueves, 1 de diciembre de 2022

Miniconfinamientos en Viena

    El consistorio de la capital imperial de Austria está promoviendo una campaña de propaganda terrorista a favor de la (re)inoculación contra el virus coronado llamada: “Eine Minute Lockdown”, un minuto de encierro o confinamiento, financiada con fondos municipales. Viene a decir que si no quieres más encierros y arrestos domiciliarios como los vividos, ponte al día con tus vacunas contra el presunto SARS-Cov-2, que es el nombre técnico del Bicho, Coco o Sacamantecas con el que nos acojonaron.
 
    Cuando parecía que estábamos volviendo o habíamos vuelto a algo parecido a la vieja normalidad de toda la vida y la sombra de la pandemia casi se había desvanecido de nuestras vidas, resulta que en una de las dos capitales del rancio imperio austrohúngaro la cosa no es así, sino todo lo contrario. 
 
    En Viena, en efecto, y a día de hoy mismo, se sigue aplicando la obligación de llevar mascarilla en el transporte público y en las estaciones y paradas, y no un cubrebocas cualquiera de factura casera o quirúrgica, sino la irrespirable FFP2, que es la que más hipoxia produce. Además a los trabajadores de los servicios municipales se les exige la inoculación obligatoriamente. Recuérdese para más recochineo que este país fue el único de la vieja Europa que decidió hacer obligatoria la vacunación para toda la población, aunque finalmente suspendió dicha obligatoriedad.

Interrumpimos la programación durante unos instantes para...
 
    Y por si esto fuera poco todavía, si uno ha estado últimamente, ayer mismo, en una discoteca, un cine o un gimnasio vienés, habrá comprobado que en mitad del baile, de la película o de la actividad física se interrumpe la sesión durante un minuto, y acto seguido aparece un mensaje del Gran Hermano. 
 
    Nadie sabe cuándo se  va a producir esa alocución que interrumpirá durante un minuto la actividad lúdica o deportiva que se esté desarrollando. Los espectadores, por ejemplo, están viendo una película de acción y comiendo sus palomitas embelesados cuando de pronto, en el momento más inesperado, en una escena de máxima tensión, se interrumpe la proyección sin previo aviso y la pantalla gigante se funde en negro y aparece en letras blancas el mensaje Eine Minute Lockdown de que se va a producir un minuto de lockdown en la lengua del Imperio, que se tradujo por confinamiento o, más popularmente, encierro, arresto o bloqueo en la nuestra.. 
 
    El público, mayoritariamente juvenil, incrédulo y estupefacto, no sabe a qué atenerse. La mayoría sonríe nerviosa. A continuación, tras los sesenta segundos de rigor, el fondo se ilumina intensamente y aparece otro mensaje breve esta vez en letras negras en la pantalla sobre fondo blanco: Keine weitere Minute Lockdow (Ningún minuto más de confinamiento), y acto seguido un mensaje precedido de una almohadilla informática tuitera: Wien impft weiter (Viena se vacuna de nuevo o sigue vacunándose) y, debajo: Jetzt Impftermin ausmachen!  (¡Solicite ya cita de vacunación!) finalmente, otro mensaje precedido de la almohadilla: Wien schaut weiter (Viena sigue buscando o sigue cuidándose), equiparando los cuidados con la inoculación. Y amenazando con otro confinamiento si la gente no sigue vacunándose. Como puede comprobarse, no dan puntada sin hilo terrorista.
 


      Ahora precisamente, cuando se ha confirmado que esta vacuna nunca protegió contra la infección, que se han violado derechos humanos a cuenta de las medidas de contención, un alcalde enloquecido es el responsable de unas medidas que sólo imperan en una de las dos capitales del viejo imperio austrohúngaro, y no en el resto del país ni de la vieja Europa raptada por el toro del capitalismo neoliberal. 
 
    El Gran Hermano, elegido democráticamente, no podrá ser depuesto hasta las elecciones de 2025, en que podrán elegir a otro alcalde para que lo sustituya, porque el trono de la alcaldía no puede quedar vacante ni el bastón de mando huérfano de mano que lo empuñe. 
 
    ¿Cuándo entenderán los mandamases que cualquiera que quiera vacunarse debe hacerlo y pagárselo de su propio bolsillo, y dejarnos a los demás en paz? Ya han hecho bastante daño, un daño irreparable, con la promoción de esta puta, y no solo puta, sino, mejor dicho, putísima vacuna.

martes, 15 de noviembre de 2022

El peso de la humanidad: ocho mil millones.

    Conservamos unos versos de los Cipria o cantos chipriotas del ciclo épico griego que con mucha seguridad constituían el comienzo del poema de la guerra que inaugura la literatura occidental. En ellos el poeta busca la causa remota de la Guerra de Troya, que no es simplemente el Juicio de Paris, sino la voluntad divina de Zeus: un motivo literario cuyos paralelos pueden encontrarse en otras literaturas. Este mito pretende explicar, ante todo, el origen de la muerte, pues se supone que en un principio los hombres eran inmortales, es decir que no eran conscientes de su mortalidad, por lo que el crecimiento y la multiplicación de la especie originó una superpoblación que abrumaba a la Tierra. 

    En la literatura de la antigua India, en la épica védica, en concreto en el Mahābhārata se narra que una vez la Tierra se quejó a Brahmā, que es el equivalente indio del Zeus griego, del peso cada vez mayor de la humanidad, y Brahmā creó la Muerte para aliviar el problema, pues hasta entonces los hombres eran inmortales, la fuerza maligna bajo forma de mujer  que aporta el equilibrio al universo y que se encarga de que no haya superpoblación.

    La solución que puede resolver tajantemente el problema de la superpoblación es la muerte, que se presenta en los Cipria por medio de la guerra que hace que los héroes se maten entre sí. Zeus, pues, tramó la Guerra de Troya, que es nuestra primera guerra mundial, a fin de que los guerreros se dieran la muerte y liberaran así al planeta de su pesada carga. En otros mitos griegos aparece una gran catástrofe destructiva como el diluvio, por ejemplo en el de Deucalión y Pirra, que puede compararse con el de Noé. 

   

La Caída de Troya, Francisco Collantes (1635)

    Así dicen los citados hexámetros griegos:  Hubo un tiempo en el mundo en que tribus sin número errantes / de hombres pisaban la faz del planeta de hondas entrañas. / Viéndolo Zeus se apiadó, y en sus sabias entendederas / dio en aliviar de personas la Tierra de todos nodriza, / soliviantando la gran cuestión de la guerra troyana, / para librarla mediante la muerte del peso. Y en Troya / héroes se iban matando, y de Zeus el plan se cumplía.

ἦν ὅτε μυρία φῦλα κατὰ χθόνα πλαζομένων <αἰεὶ / ἀνθρώπων ἐ>βάρυ<νε βαθυ>στέρνου πλάτος αἴης. / Ζεὺς δὲ ἰδὼν ἐλέησε, καὶ ἐν πυκιναῖς πραπίδεσσιν / σύνθετο κουφίσαι ἀνθρώπων παμβώτορα γαῖαν, / ῥιπίσσας πολέμου μεγάλην ἔριν Ἰλιακοῖο, / ὄφρα κενώσειεν θανάτῳ βάρος. οἱ δ' ἐνὶ Τροίῃ / ἥρωες κτείνοντο, Διὸς δ' ἐτελείετο βουλή.

    La coincidencia entre las dos literaturas, la griega y la india, ha hecho pensar en un posible origen común indoeuropeo, pero al parecer un mito similar está atestiguado más de mil años antes en Mesopotamia. Y, fuera del ámbito indoeuropeo, leo que pueden documentarse leyendas parecidas entre los indígenas de América del Norte en concreto entre los cheroquis y los navajos.

   

Gaseados, John Singer Sargent (1918)

    Vengamos del mito a la realidad: El caso es que ese momento, la vez del 'érase una vez', no puede ser otra más que ahora mismo: el planeta ha alcanzado ya, según dicen, la cifra de ocho mil millones de seres humanos, por lo que el Dinero, que es la encarnación de Dios, Zeus y Brahmā, no puede consentir esa sobrecarga que se juzga excesiva y amenazante para la supervivencia de la Tierra o, como le dicen ahora, del Planeta. Uno de los procedimientos más viejos y exitosos de reducción de la población es, viene siendo desde el principio, como hemos visto, la Guerra. Pero no es el único.

    Las piedras guía de Georgia (EE.UU), conocidas como el Stonehenge norteamericano, eran un monumento de granito de casi seis metros de altura que contenía diez objetivos escritos en ocho idiomas, que había sido tachado de satánico por los conservadores. Fueron sin embargo erigidas por un tal señor Christian, que era un pseudónimo que representaba a un grupo de 'leales americanos que creían en Dios'. Este verano sufrieron un atentado con explosivos, y a raíz de eso fueron derribadas por razones de seguridad por las autoridades.

    Se podía ver la estrella polar a través de una ranura en la piedra central, que señalaba el Norte, es decir, el rumbo que debería tomar la humanidad según ellas. El primer objetivo era «mantener la población (del planeta) por debajo de quinientos millones de habitantes en perpetuo equilibrio con la naturaleza» El décimo rezaba: «No seas un cáncer para la Tierra, deja espacio para la naturaleza». Habían sido considerados como los diez mandamientos del globalismo del Nuevo Orden Mundial. Cuando se inauguró el monumento, en 1980, la población mundial ascendía a 4.500 millones. Ahora estamos en casi el doble : 8.000 millones, muy lejos de los quinientos que proponían las 'satánicas' piedras.

  

     Piedras guía de Georgia (EEUU.) antes de su demolición.

    Bill Gates en una conferencia que pronunció en 2010 ya decía: El mundo actual tiene 6.800 millones de personas. Se dirige a unos nueve mil millones. Ahora, si hacemos un gran trabajo en nuevas vacunas, atención médica, servicios de salud reproductiva, podríamos reducir eso, quizás, en un 10 o 15 por ciento.

    La Guerra, como decíamos, es el procedimiento tradicional para controlar el exceso de población, pero hay otro, que es la esterilización de la población, que se consigue, si es voluntaria, con la promoción de métodos anticonceptivos, fruto de una adecuada educación sexual, y también, si no lo es, mediante otros métodos coercitivos que intentan frenar la tendencia de algunas culturas y religiones de traer al mundo todos los hijos "que Dios nos dé".

    Resultaba curiosa, a este respecto, la relación que establecía Gates entre las 'nuevas vacunas' y la reducción maltusiana de la población en un 10 ó 15 por ciento. No sé si con lo de 'nuevas vacunas' se refería a las inoculaciones génicas que se han experimentado contra la enfermedad del virus coronado estos dos últimos años. Si así fuera, podría entenderse tal vez la relación que establecía el milmillonario, ya que entre sus efectos adversos se han producido numerosos abortos en mujeres embarazadas, y es posible que hayan dejado estériles a muchas por los trastornos ocasionados en las menstruaciones. No es, por otra parte, ningún secreto ya que muchas personas han muerto a raíz de la inoculación de esos tratamientos génicos, y no precisamente a causa de la enfermedad que pretendían combatir. 

    ¿Hay una conspiración para reducir la población? Yo no lo sé, desde luego, pero es una creencia muy extendida, como muy extendido está también, sobre todo en Occidente, y es fruto principalmente de la educación, la idea de “salvar el planeta”, que hace que muchas personas renuncien a reproducirse y no quieran tener hijos en defensa del medio ambiente, y que prefieran algunos padres la adopción a la procreación. Resulta curioso cómo se combina esta tendencia perfectamente por otra parte con una hipersexualización desconectada totalmente de la reproducción.


    Y uno de los procedimientos empleados, según el 'filántropo' informático responsable de la digitalización del Estado y el Capital, son las insidiosamente denominadas 'vacunas', que cumplen a la perfección esa doble función: hacer que no nazcan más seres humanos y hacer que los vivos vayan enfermando y muriendo repentinamente antes del tiempo que la Parca les haya concedido. El Planeta es la nueva divinidad que exige humanos sacrificios que en última instancia son por el bien de la Humanidad. Nuestro peso ya se le hace al mundo intolerable.

domingo, 13 de noviembre de 2022

Breve memoria histórica (tercera y última parte)

    Hemos visto que el salvífico suero no protege al individuo contra la enfermedad y no previene su transmisión comunitaria tampoco, no cumpliendo por lo tanto ninguna de las dos funciones esenciales asignadas tradicionalmente a una vacuna. 

    Si la inutilidad o falta de necesidad fuera su único defecto, no sería algo demasiado dramático ni trágico. Sin embargo, a esta inutilidad hay que añadir, lamentablemente, numerosos y graves efectos indeseables, que se han dado en llamar 'secundarios' dando a entender que no son 'primarios' o deseados. También se han denominado 'colaterales', con expresión tomada del periodismo bélico, y 'marginales' en lugar de 'directos', minimizando su importancia. Entre estos efectos se encuentran no solo numerosas enfermedades, sino también la muerte, hasta el punto de que el riesgo de morir en caso de aparición de uno de ellos es mayor que el de morir por la enfermedad del virus coronado en caso de haber contraído los síntomas del síndrome. 


    El reconocido cardiólogo británico Assem Malhotra, basándose en estudios israelíes y estadounidenses con datos claros y precisos, afirma que hay un aumento del 25% en ataques y paros cardíacos asociados a la inoculación y no a la enfermedad del virus coronado, por lo que aquella provoca más daño que protección no solo a los jóvenes sino también a los mayores de 60 años, y propone que se suspenda el proceso de inmediato. La primera parte del estudio puede consultarse aquí y la segunda parte aquí.

    En conclusión, estamos en presencia de unos productos que no protegen de la enfermedad, no evitan su transmisión y que, además, provocan efectos adversos graves, incluida la muerte. No es inocente el hecho de que hayan sido denomiandos 'vacunas', cuando pueden llamarse con mayor razón 'quimioterapia'.

    Y si sabemos que  la terapia en cuestión es una nueva terapia génica (ARNm) diferente de las vacunas ordinarias, que se comercializó precipitadamente, sin pasar por todas las fases ordinarias de ensayo y control, que se autorizó sobre la base de estudios chapuceros realizados únicamente por los fabricantes del producto, estaba al alcance de cualquier persona sensata considerar que la sustancia en cuestión podría tener efectos secundarios nocivos, cuando no peligrosos como enfermedad, discapacidad e incluso la muerte.


     Aunque las autoridades sanitarias reconocieran socráticamente ahora en un arrebato de sinceridad que no sabían nada sobre las consecuencias de los pinchazos a medio y largo plazo que se están viendo ahora, y que actuaron por la urgencia que exigía la gravedad de la situación, no dejarían de ser responsables en el mejor caso de lo que se llama en derecho un “dolus eventualis”, porque deberían haber actuado con la cautela de no recomendarlas precisamente por eso. 
      La Organización Mundial de la Salud, que tiene como objetivo que no oculta vacunar a todo el mundo, cuyos financiadores privados son la Fundación Bill y Melinda Gates y GAVI, sigue presionando mucho para que la gente se ponga las vacunas contra la enfermedad del virus coronado. Preguntémonos, al modo de los detectives, a quién beneficia el crimen. 

       No olvidemos a la señora Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que tomó la iniciativa de realizar pedidos con la mayor opacidad de 4.500 millones de dosis de “vacunas Cóvid” para los súbditos de la Unión, cuando somos cuatrocientos cincuenta millones los habitantes de la Comunidad Europea, lo que implica que compró diez dosis para cada súbdito, y lo hizo por la suma colosal de 71.000 millones de euros de dinero público. El precio inicial de cada dosis pasó de repente de 4,50 euros a 19,50 euros que cuesta ahora. 

 

  ¿Nos libraremos algún día de la esclavitud impuesta por la codicia de los poderosos cuyo único objetivo es maximizar sus ganancias a costa de humanos sacrificios? 

    Tres imágenes para el recuerdo y una reflexión final:

 
 

Si mantenemos en la vida real el distanciamiento social que nos exigían las autoridades y dejamos los besos y los abrazos para nuestra "outra vida", ¿cuándo accederemos a ella?, ¿una vez inoculados y muertos? ¿En el futuro, inalcanzable por esencia y siempre postergado y fugitivo? ¿dónde está esa otra vida, que no es esta, la real, la única que tenemos? ¿Qué clase de vida es esa? ¿Virtual, digital, numérica, ideal? Eso es lo que nos han vendido, que hay otra vida y que para acceder a ella hay que renunciar a esta, hay que confinarse en la caverna de Platón, definirse como trogloditas y protegerse con medidas de barrera e inocularse, porque fuera hay muchos virus muy peligrosos y letales, y encender las pantallas que nos dan el cambiazo de las cosas por las ideas, de los bienes por los valores, igual que nos decían en la Edad Media, de la que todavía no hemos acabado de salir, aunque parezca mentira, que la vida verdadera y la verdadera vida  comenzaba después de la muerte, no era esta vida terrenal y miserable, la única que tenemos, sino la otra, la eterna y celestial.

sábado, 12 de noviembre de 2022

Breve memoria histórica (segunda parte)

    Se deastó una frenética campaña de inoculación masiva sin precedentes, realizada con fondos públicos, en última instancia, en beneficio de ganancias astronómicas para las compañías farmacéuticas  y sus accionistas. Desde las altas esferas se propagaban bulos como que la vacuna era, nada más falso, lo dijo entre nosotros el doctor en economía Sánchez Pérez-Castejón: “Libertad, libertad y libertad”. Si queríamos salir del callejón sin salida de la caverna en la que nos habían confinado, tendríamos que someternos a la inyección.  Se promovió el jeringuillazo incluso entre la juventud del país, que no se había visto afectada por la enfermedad, acusándola de contagiar irresponsablemente a sus mayores y llevándola a aceptar una terapia de cuyas consecuencias a medio y largo plazo nada se sabía. 


     Estos productos experimentales, fabricados a toda prisa y sin haber pasado todas las pruebas de control exigidas, fueron autorizados bajo el argumento de que no había medicamentos contra la 'nueva' enfermedad que causaba el 'nuevo' virus. Se presentaban como lo que no eran: sustancias que protegerían al individuo y prevendrían la propagación de la enfermedad. Y aquí es donde adquiere proporciones considerables la negación de la realidad, que se lleva a cabo en la caverna platónica, donde estaba incrustado el virus y no en el exterior, como en el cuento de Poe 'La máscara de la Muerte Roja'. 

    Las llamadas insidiosamente 'vacunas cóvid' no protegen al individuo. Todos hemos visto en nuestro entorno personas vacunadas que han contraído la enfermedad. Dijeron, para justificar la anomalía, que protegían de las formas graves de la enfermedad. Es curioso cómo, con estas palabras, reconocían sin querer expresamente que no protegían de la enfermedad, sino solo de su forma grave. Pero esta afirmación también se viene abajo y se revela completamente falsa porque no hay ningún estudio científico serio que la avale, y, porque ¿cómo podemos, lógicamente, afirmar que una persona vacunada que enferma hubiera padecido una forma más grave de la enfermedad si no se hubiera inoculado cuando no es posible deshacer lo que está hecho para ver cuál hubiera sido el efecto? 


    Pero es que además, la literatura científica independiente de la industria farmacéutica, pese al estigma negacionista que recae sobre ella constantemente, muestra exactamente lo contrario, que las personas triplemente vacunadas se exponen a formas graves de la enfermedad e incluso a la muerte más que las no vacunadas. ¡Paradójico mundo en el que vacunamos -inmunizamos, decían- a personas que así se vuelven más susceptibles de contraer la enfermedad y morir que las personas que no habían sido vacunadas!

    Ya en julio de 2021 se podía ver que los países que más habían inoculado, como por ejemplo Israel, no solo no detuvieron la enfermedad, sino que fue allí donde se registraron los mayores picos, más graves que los registrados antes de las inyecciones génicas, de personas infectadas. Y también se podía ver que la situación era mucho mejor en los países que menos acceso habían tenido a la supuestamente salvífica vacuna. 

    La segunda cualidad esencial de una vacuna en condiciones es la de evitar la propagación del virus y por tanto romper las cadenas de transmisión. Divulgaron el lema: “todos vacunados, todos protegidos”. Usaban la palabra 'inmunizar' como sinónimo de 'vacunar' y denominaban 'vacunar' a lo que era inyectar una sustancia experimental. Esta mentira permitió a los Estados establecer el certificado cóvid, un salvoconducto o pasaporte que privó a los ciudadanos no vacunados de algunos derechos fundamentales. Los parias no vacunados, ciudadanos irresponsables, tenían que quedarse en casa. No merecían acceso a restaurantes, cines, conciertos, ocio nocturno, etcétera. 

    Por otro lado, era justo reservar estas comodidades para ciudadanos dóciles engañados y sumisos. ¡Qué gran acierto de un gobierno promover un certificado que discrimina a parte de su población! Ya lo dice el latinajo: diuide et impera: divide y domina. Se propagó que los vacunados eran ciudadanos responsables, solidarios y altruistas, a diferencia de los no vacunados que eran egoístas, creándose una división entre "buenos" y "malos" ciudadanos. Se rompieron algunas relaciones. Se apoderó de la gente el miedo al otro. Incluso llegó a decirse que una persona no vacunada no debería ser tratada si enfermaba porque se lo había buscado.