La vacuna ya estaba preparada antes que el virus. |
martes, 23 de abril de 2024
Cuidado, porque Sanidad...
jueves, 7 de marzo de 2024
Teletipos
El Periódico Global publica la noticia en primera plana: Europa se prepara ya para un escenario de guerra, listo el atrezo y utillaje teatral del espectáculo.
Se preguntaba Friedrich Nietzsche qué diferencia había entre un convencido y un engañado, y se respondía con toda razón: Ninguna, si se engaña bien al engañado.
El Gran Padre Blanco, senil y demenciado como está, desentierra el hacha de la guerra y como buen halcón guerrero azuza las tropas de sus vasallos contra Rusia.
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La edición ucraniana de una indecente revista norteamericana de moda y tendencias publica una fotografía idílica de tres muchachas cadetes de un liceo militar.
Ya es hora de que saquen la vacuna de la Enfermedad X aún no identificada, no vaya a ser que luego sea demasiado tarde y no pueda frenarse la próxima pandemia.
oOo
Hay que fabricar un suero seguro y eficaz que contrarreste la amenaza mortal de la Enfermedad X a punto de provocar una crisis sanitaria global sin precedente.
viernes, 10 de marzo de 2023
Vacuna contra la vejez
Acaba de salir al mercado -tatachín, tatachán- la piedra filosofal de la eterna juventud que tanto tiempo soñaron y buscaron desesperadamente los alquimistas medievales. Se trata de la vacuna antivejez. Según la propaganda publicitaria, la inyección frena el proceso natural de envejecimiento del organismo humano, y, aunque no se dice explícitamente, nos proporciona, se sobreentiende, la inmortalidad. ¡A nosotros, que ya éramos inmortales como las ideas de Platón!
martes, 27 de septiembre de 2022
¿Eso es lo que te enseñan en la escuela?
viernes, 8 de octubre de 2021
El Nenuco está malito
El año pasado por estas fechas salieron algunas muñecas al mercado, las famosas Barbies entre otras, si no recuerdo mal, que llevaban mascarillas de diversos diseños y colores, para que las niñas fueran acostumbrándose a esta nueva prenda de su vestuario que la dictadura sanitaria que padecemos nos había impuesto como lo más natural del mundo de la noche a la mañana. No dejaba de ser un método de adoctrinamiento sutil para las futuras generaciones que, desde muy pequeñas, se iban así acostumbrando a estos ridículos embozos que sólo sirven para taparnos la boca.
Habrá a quienes les parezcan educativos y responsables estos juguetes políticamente correctos, sobre todo si a las Barbies enmascarilladas les acompañan los Kens, sus novios, igualmente enmascarillados, cosa que ignoro, porque a fin de cuentas lo que se considera bueno de las obligaciones no es que sean constricciones que nos fuerzan a hacer algo que no queremos, sino que no discriminen por razón de sexo a nadie.
Recuerdo -porque uno tiene su particular memoria histórica- cómo algunas feministas abogaban por la imposición del servicio militar obligatorio, la vieja mili, también a las féminas, porque era discriminatorio que estuvieran excluidas de ella, en vez de oponerse sin más a la conscripción obligatoria de los mozos y luchar por la desaparición del alistamiento militar y del Ejército. Lo único “bueno” del embozo, en este caso, es la igualdad de su imposición sexual a todo titirimundi, no como el nicab islámico, que sólo lo llevan las mujeres.
Pues tienen algo de razón los que piensan que estas muñecas son educativas. Son educativas en el sentido de adoctrinamiento que tiene hoy la palabra educación. A los niños y a las niñas, ojo, se los forma hoy precisamente como soldados, desde que desapareció el servicio militar obligatorio y se sustituyó por la educación secundaria igualmente obligatoria, con una duración más larga que la antigua mili y sin discriminación sexual, y desde que los colegios e institutos dejaron de ser lugares de enseñanza para convertirse en focos de ideologización, adoctrinamiento e imposición de lo que llaman protocolos. Este adiestramiento de los pequeños, aunque siempre lo hubo, ya es declaradamente descarado.
En España, según datos oficiales, han muerto "oficialmente" de covid-19, sin entrar en si ha sido 'de' coronavirus o 'con' coronavirus, que eso es otro cantar, desde marzo del año pasado hasta ahora, es decir, durante la pandemia, a lo largo ya de dieciocho meses, 36 niños y adolescentes menores de edad. Se pretende ahora inocular a algo más de nueve millones de españolitos que hay en esa franja de edad cuando el riesgo que corren de contraer la enfermedad -si la contraen es en forma tan leve que ni se enteran, como el muñeco de Nenuco- y de morir a consecuencia de ella es prácticamente nulo, y cuando se sabe que no son contagiosos y se sabe, además, porque ya hay bastantes estudios científicos que lo corroboran, que la vacuna no evita el contagio y que los efectos adversos o daños colaterales que están produciendo las inoculaciones en toda la población a corto plazo -no sabemos a medio y largo- son bastante ya preocupantes.
No sé si debería, en fin, preocuparnos más la mente retorcida que ideó este anuncio de pésimo y repugnante gusto o los enfermos mentales que puedan llegar a adquirirlo, que no dejará de haber algunos, para que Papá Noel o los Reyes Magos se lo regalen a sus vástagos.
sábado, 21 de agosto de 2021
La falacia de Macron
«Le vaccin sauve des vies, le virus tue, c’est
simple». E.M.
“La vacuna salva vidas, el virus mata, es simple”. Demasiado simplón, señor Macron como para ser cierto. Al eslogan triplemente mentiroso que cacarean los gobiernos y traficantes de drogas de las altas esferas, que dice en la lengua del Imperio que las sedicentes 'vacunas' anticovidianas son tested, safe y effective, el presidente de la V República Francesa, o sea usted no contento con eso, saca a relucir el fetiche y dogma nacional en el país de Pasteur de que las vacunas en general salvan vidas, y de que esto, sea lo que sea, es una 'vacuna' como las de toda la vida, por lo que como aquellas es un chaleco salvavidas que va a impedir que nos ahoguemos y que hará que vivamos eternamente sanos y salvos, y el otro fetiche de que el virus mata, por lo que le ponen el epíteto muy a menudo de 'asesino'.
"Obedece, vacúnate" LREM (La République En Marche, partido que sostiene a Macron, caracterizado aquí como Hitler por el cartelero Michel-Ange Flori)
Yendo más lejos todavía, el señor Emmanuel Macron, ha culpado de irresponsabilidad y de egoísmo, a quien, haciendo uso de su libertad, ha decidido no 'vacunarse': Si mañana usted contamina a su padre, a su madre o a mí mismo, yo soy víctima de su libertad porque usted tenía la posibilidad de tener algo para protegerse y protegerme. Eso no es la libertad. Eso se llama irresponsabilidad, eso se llama egoísmo.
Parte el señor Macron de una hipótesis futura, situada en el incierto día de mañana. Se supone que el interlocutor no va a contaminar hoy ni a su padre ni a su madre ni al Presidente de la República Francesa, porque hoy, aquí y ahora, se encuentra en perfecto estado de salud, y, por lo tanto, no puede contagiar una enfermedad que no tiene todavía. Por eso hay que situarse en un hipotético futuro en que el interlocutor estuviera contaminado, como dice Emmanuel Macron, y convertirse en agente contaminador para contaminar a los demás... Olvida que si uno está enfermo no va por ahí contagiando alegremente a la gente, procura tratarse y aislarse si es preciso. Pero no entremos ahora en la función curativa de la medicina, tan olvidada y menospreciada en estos tiempos profilácticos.
El presidente de la República, con un tono de sermón de vicario aficionado que se ha puesto como ejemplo, se considera contaminado por su interlocutor en el futuro, y eso le lleva a considerarse víctima -qué abuso hacen de esta palabra y del victimismo todos los políticos- de la libertad de su interlocutor, con lo que está culpabilizándolo y responsabilizándolo de su contaminación. Algo que a todas luces sería imposible si él mismo hubiera tomado las medidas individuales de protección que acusa de no haber tomado a su intercolutor, y estuviera protegido al cien por cien. El problema es que la protección -metáfora de la vacuna y, antes, de la mascarilla- no es segura del todo, es decir, no era verdad que estuviera tan tested, ni era tan safe ni efficient como predicaban para que la gente se arrepintiera de sus pecados y se redimiera, o sea que la 'vacuna' no salva vidas al cien por cien, sino que se lleva algunas, y no pocas por delante.
Los dirigentes políticos no quieren la libertad. Si lo hicieran, no serían lo que son. Es el nudo del problema desde el comienzo. Nadie puede responsabilizar a los demás y culpabilizarlos porque nadie tiene el derecho de exigir a los demás que no le contaminen, en primer lugar porque hay medidas de supuesta protección individual que pueden adoptarse y evitarlo como el aislamiento antisocial y anacoreta, y, en segundo y no menos importante lugar porque una hipotética contaminación, de producirse, no supone una ofensa ni una afrenta de los demás, que han querido ponernos en peligro, sino una consecuencia indirecta del mero hecho de vivir y convivir. Y además no es tan peligrosa como nos han hecho creer como para que corramos despavoridos al vacunódromo.
Pero analicemos la finalidad de esa supuesta doble protección. ¿Qué pretende el que tiene la 'protección'? Pretende protegerse en primer lugar a sí mismo. No haría falta justificar lo que es un gesto de egoísmo -querer salvaguardarse uno a sí mismo, querer salvar su alma como se decía antes evitando el purgatorio y las llamas del infierno de la condenación eterna- como si fuera un símbolo de altruismo. La 'protección' me protege a mí, si es el caso, y punto. Hace que al estar yo protegido no esté contaminado, y por lo tanto no pueda contaminar ni a mi padre, ni a la madre que me parió ni a monsieur Macron. Decir que lo hago para proteger a los demás es hipocresía, es camuflar mi amor propio como si fuera amor ajeno, algo que queda muy bien de cara a la galería, pero que resulta mentiroso.
¿Qué sucedería si como resultado de ese contagio muriese el Presidente de la República Francesa? Pues que sería, como suele decirse, una pérdida irreparable humanamente hablando en lo que concierne a la persona que ostenta el cargo. Pero ojalá muriera el cargo que ostenta la persona y no tanto la persona, por más que se identifique la una con lo otro, a fin de liberarse a sí mismo y a los demás de la carga de su cargo. Si muriese como víctima de mi contagio, no sería penalmente un asesinato, que ese es el miedo que tiene en el fondo el señor Macron, sino un homicidio fortuito y accidental, nunca un crimen cabal premeditado.
viernes, 21 de mayo de 2021
Dos metáforas de la inyección
La estatua de Jesucristo más famosa del mundo, el Cristo Redentor enclavado en el cerro Corcovado de 30 metros de envergadura con sus brazos abiertos a la ciudad de Río de Janeiro en actitud protectora, se iluminó el otro día como por arte de magia para hacerse eco de una vergonzosa campaña publicitaria de propaganda proyectando el lema VACINA SALVA en portugués y VACCINE SAVES en la lengua del Imperio, of course, para que lo entienda el mundo entero, a la mayor gloria de la industria farmacéutica, que no pretende curar a la humanidad ni salvarla de ningún mal, sino asegurar que su mal sea crónico y perdure en el tiempo por los siglos de los siglos convirtiendo a los pacientes en clientes fidelizados. El mensaje era “la vacuna salva” y trataba de concienciar a la población de la virtud salvífica, más que milagrosa, de la vacunación contra la enfermedad del virus coronado. Se promovía así la idea de que la humanidad debe salvarse de una enfermedad mortal que ocasiona estadísticamente pocas muertes a través de un suero redentor utilizando la imagen icónica de Jesucristo que nos recibe con los brazos abiertos.
Ya en enero dos trabajadores sanitarios recibieron las primeras dosis de la vacuna a los pies de la misma estatua como señal del inicio de la inoculación brasileña. Desde entonces el proceso de inyección del suero ha continuado imparable hasta la fecha y continuará si alguien o algo no le pone remedio y lo impide, que no parece que vaya a ser el caso.
Lo más sangrante de todo esto es cómo se utiliza la imagen de Cristo para adoctrinar a la población sobre las virtudes del suero, pero no sus palabras, que son lo más auténtico que nos ha quedado de él, más auténticas, desde luego, que cualquier utilización y manipulación de su imagen que pretenda representar al verbo encarnado.
Es más, las palabras que salieron de su
boca, tal y como nos han llegado, contradicen, desde luego, el mensaje que nos transmiten
las autoridades sanitarias. Es posible, además, que sean palabras
propias del verbo encarnado, habida cuenta de que han sido recogidas por los cuatro
evangelistas. Cito por la traducción que manejo de Nácar-Colunga:
“El que halla su vida, la perderá, y el que la perdiere por amor
de mí, la hallará” (Mateo 10;39), “Pues quien quiera salvar su
vida, la perderá, y quien pierda la vida por mí y el Evangelio, ése
la salvará” (Marcos 8; 35) "Porque quien
quisiere salvar su vida, la perderá; pero quien perdiere su vida por
amor de mí la salvará" (Lucas 9;24), y “El que ama su vida,
la pierde; pero el que aborrece su vida en este mundo, la guardará
para la vida eterna” (Juan, 12;25). Cuando dice que quien pierda su
vida por Él la salvará, se refiere sin duda a que Él, Nuestro Señor Jesucristo, es nuestro
Salvador, y a que no hay otra salvación posible, por lo que la vacuna no puede arrogarse dicha sacrílega pretensión.
Al otro lado del charco, la Torre del Rin de Düsseldorf (der Rheinturm),
Alemania, que es el edificio más alto de la ciudad con 240 metros de
altura, con su imponente aspecto de gigantesca jeringuilla a modo de símbolo fálico que amenaza penetrarnos, se diría, por salva sea la parte, también ha proyectado una leyenda luminosa recientemente
haciéndose eco de la vergonzosa campaña propagandística de la Organización Mundial de la Salud donde se establecía en la lengua de Goethe la siguiente falsa ecuación
matemática: IMPFEN=FREIHEIT, o, lo que es lo mismo:
VACUNA=LIBERTAD.
Se trata de una nueva metáfora, más laica que la
brasileña, desde luego, que equiparaba la inyección a la salvación,
que establece que la inoculación es la libertad, lo que nos recuerda
a otra metáfora de la reciente historia alemana: A la entrada del
campo de exterminio de Auschwitz figuraba el oporbioso ARBEIT MACHT FREI:
El trabajo libera, que viene a ser otra falsa ecuación matemática: TRABAJO=LIBERTAD.
Las dos metáforas alemanas que estamos analizando son dos definiciones poéticas obvia- y lógicamente falsas de lo que es la libertad. La libertad, desde luego, no consiste en el trabajo ni tampoco en una inyección experimental de vaya usted a saber qué, que todavía no lo sabemos, autorizada provisionalmente deprisa corriendo y mal por razones que no están nada claras pues ni la mortalidad del síndrome es tan grande como nos han hecho creer, sino bastante modesta, ni carecemos tampoco de tratamientos curativos, que los hay y no son pocos a estas alturas, como para justificar dicho pinchazo, por lo que parece bastante descabellada la campaña desatada.
La vacuna no es la salvación, como dicen los brasileños, ni la libertad tampoco como preconizan los alemanes. Esas palabras no son sinónimos como quieren hacernos creer perversamente. La vacuna ni siquiera es, más modestamente, la solución de un problema sanitario, sino la auténtica enjundia de un problema creado a propósito donde no lo había.