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sábado, 21 de enero de 2023

La Ciencia, nueva religión.

    La Ciencia, con la inicial mayúscula que corresponde a todo nombre propio y especialmente al nombre de Dios, que en su origen era un nombre común, por cierto,  es el nuevo opio del pueblo, la nueva Religión. 
 
    Desempeña en pleno siglo XXI el papel que la Iglesia desempeñó durante la Edad Media. Hay unas cuantas características significativas. 
 
    La más importante es que la Ciencia exige Fe. De hecho en esta época nuestra, en la que caben todas las demás épocas, casi nadie cree ya en Dios, esa rancia creencia veterotestamentaria. La mayoría, si no la totalidad de la gente, cree en la Ciencia. 
 
    El estamento médico ocupa el lugar del clero. Los médicos son los nuevos sacerdotes del culto sanitario: sus batas blancas, asépticos guantes y mascarillas quirúrgicas, son las nuevas sotanas. Las enfermeras son sus acólitos monaguillos. 
 
    La búsqueda de la salud de los cuerpos (“salvar vidas”) sustituye a la búsqueda de la salvación del alma (“salvar almas”), de las viejas religiones. 
 
La ficción de la Ciencia, Jordan Henderson (2023)
 
     La lucha contra la enfermedad ha sustituido a la lucha contra el pecado. Se considera que si uno está enfermo es porque ha pecado, por lo tanto es culpa suya. 
 
     La vacunación juega el mismo papel iniciático que el bautismo, acompañada de las mismas amenazas y temores; si no estás bautizado, vas al limbo. Y a la vez es la comunión con la carne y la sangre de Cristo.
 
    El consumo de fármacos y ansiolíticos ha reemplazado el sacramento de la comunión del pan y el vino; en la sagrada comunión de la vieja eucaristía el pan y el vino se convertían esencialmente en el cuerpo y la sangre de Jesucristo, ahora el pan y el vino son los medicamentos. 
 
     El Virus es el mal, el pecado, que debe ser erradicado de la faz de la tierra, es Satanás, Belcebú o Lucifer. La lucha contra él por todos los medios ocupa el lugar del viejo exorcismo contra el maligno demonio que nos posee. 
 
    Ser positivo es estar poseído. No en vano en la Edad Media los "demonios" a menudo se asociaban e identificaban como fuentes de enfermedades. 
 
    La promesa de vida eterna de la vieja religión ha sido sustituida por la esperanza de la inmortalidad física a través de la clonación, ingeniería genética y aun de la vacuna antitanática, que soñó el doctor Knock, que iba a librarnos de la muerte. Esa hipotética vacuna universal y mesiánica- podría redimir a la humanidad de todas sus enfermedades, como el Salvador ha salvado al mundo de todos sus pecados.
 
    Los no creyentes o agnósticos del dogma son excomulgados y tachados de “charlatanes” y perseguidos hoy como lo fueron ayer los “herejes” por la Santa Inquisición mediática, cuyo dogmatismo no admite el menor resquicio de duda.
 
    Todos los medios están al servicio de los gobiernos y de la curia vaticana que es la Organización Mundial de la Salud. 
 
    La Ciencia ha venido en auxilio del poder político del Estado como en otros tiempos solía hacer la Iglesia. El dogma científico sustituye al religioso, pero en ambos casos nos hallamos ante un dogma, es decir, ante una creencia consagrada como ortodoxa, frente a la que no cabe ninguna heterodoxia. 
 
    Las revistas científicas y los artículos revisados por pares se han convertido en las nuevas sagradas escrituras que brindan los artículos de fe. 
 
    Como comenta Jordan Henderson en el artículo que publica OffGuardian, el Estado ya no nos impone, al menos en esto que se llama Occidente, un culto religioso obligatorio, pero sí un sistema de creencias, que es la Ciencia, cuyos seguidores, la inmensa mayoría de la población, creen ciegamente en ella. Igualmente cristianos y musulmanes justificaron la imposición de su credo porque era, decían sin ningún fundamento, la Verdad. 
 
    Cierto es que los seguidores de la Ciencia se oponen a los viejos cultos religiosos, que consideran creencias trasnochadas sin ninguna evidencia científica, pero su fanatismo es el mismo que el de las viejas religiones, un fanatismo religioso.

lunes, 2 de mayo de 2022

Lealtad a la Bandera

    Se lamentaba Jordan Henderson en el artículo que publicaba en Off-Guardian de que la Iglesia y el Estado hubieran eclipsado, dice él, el verdadero valor del cristianismo.

    Relaciona el artista en su último trabajo, que se llama precisamente Eclipsado, el Juramento de Lealtad a la Bandera, que es un ritual de sumisión al Estado y una declaración ceremonial de creencia y fe en sus autoridades, extremadamente común en los Estados Unidos, especialmente en las escuelas y en reuniones gubernamentales y comunitarias, con la sumisión de las iglesias cristianas a las mismas autoridades sanitarias del gobierno en su lucha contra la supuesta pandemia de virus coronado, por lo que el personaje que hace el juramento con la mano en el pecho lleva una mascarilla con las barras y estrellas del pendón americano, que aparece por su parte en primer plano con una calavera y dos espadas entrecruzadas.

Eclipsado, Jordan Henderson (2022)
 

    El texto del juramento es el siguiente: I pledge allegiance to the Flag of the United States of America, and to the Republic for which it stands, one Nation under God, indivisible, with liberty and justice for all: Juro lealtad a la Bandera de los Estados Unidos de América y a la República que representa, una Nación bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos.

    Con este juramento los norteamericanos prometen lealtad a la bandera, que es el símbolo del Estado, un Estado que es gobernado por el Dios de su billete de dólar: in God we trust. El Juramento de Lealtad es un acto de fe, como la Jura de Bandera de los reclutas españoles tras el período de instrucción cuando cumplían el ominoso servicio militar. Ese dios que preside su nación no puede ser otro que el viejo Mammón, que es el de la principal religión monoteísta del mundo, cuyo templo más importante se halla hoy por hoy en la ciudad santa de Nueva York, y en las Bolsas, sus principales sucursales. Mammón es, al parecer, una palabra aramea que significa ‘dios de la avaricia’, representado como un demonio que personifica uno de los siete pecados capitales, la avaricia precisamente o el deseo insaciable de más dinero  (auaritia en latín, πλεονεξία, pleonexía en griego). 

El culto a Mammón, Evelyn de Mongan (1909)
 

    Pero este Mammón, o Don Dinero, que diría Quevedo, no es sólo un poderoso caballero, sino que es el más poderoso de todos los caballeros, el único dios verdadero: Herr Kapital.

    No es extraño ver la bandera del gobierno federal de los Estados Unidos ondeando en las iglesias evangélicas, por lo que no le sorprende al pintor que cuando el gobierno ordenó a los templos que cerraran sus puertas en cumplimiento de los preceptos sanitarios, la mayoría lo hiciera al fin sin rechistar.

    Los cristianos, como se sabe, fueron perseguidos en la antigüedad por negarse a participar en el culto del Imperio Romano a sus emperadores divinizados. Sin embargo, hoy en día muchos cristianos no ven ningún conflicto de intereses en ofrecer su lealtad a la bandera del Imperio de los Estados Unidos. Las iglesias se han plegado a los dictados sanitarios, tapando las pilas de agua bendita a la entrada de los templos, advirtiendo a los fieles de que no asistieran a misa, que la vieran televisada, como aconsejó Su Santidad el Papa en la celebración de la Misa de Pascua, poniéndose todos los sacerdotes mascarilla, cerrándose los templos a cal y canto y dejando de sonar las campanas que llamaban a los feligreses; y, cuando se abrieron, se rogaba que los que asistían no se sentaran juntos, no fueran a contagiarse, o, simplemente, que no se dieran la paz como hacían antes. 

    Los primeros cristianos se daban un beso, el beso de la paz (osculum pacis). Era una práctica común de las primitivas comunidades cristianas que llegó a convertirse en un rito litúrgico. El apóstol Pablo habla del "beso santo" en varias ocasiones: un beso casto en la mejilla entre varones o entre mujeres. Salutate fratres omnes in osculo sancto: Saludad a todos los hermanos con un beso santo.  Nada impedía, por otra parte, que el beso se diera en los labios. En la misa católica, los fieles se dan la mano y de ese modo se dan la paz. Sin embargo, a causa de la contingencia del virus coronado se desaconsejaron las interacciones personales físicas (sic) en la vida cotidiana por razones sanitarias: ni abrazos, ni besos ni apretones de manos. 

Nuevos y ridículos saludos contactless de los caballeros con la mano en el pecho.

    En el nombre de la Ciencia es ahora mejor pretexto que “En el nombre de Dios”, pero los cristianos siguen siendo importantes apologistas de los poderosos. La ciencia ha superado claramente al cristianismo por lo que las élites la utilizan para hacer 'razonable' su dominio. 

Su Santidad el Papa besando la bandera azul y amarilla de Ucrania. 
 

    La Iglesia, por boca del Papa, bendijo a la industria farmacéutica afirmando que la vacuna era un acto de amor, y, para colmo, ahora que ha desaparecido la misteriosa pandemia gripalizándose, o ha pasado a un segundo plano, vemos al mismo vicario de Cristo besando la bandera de Ucrania. ¿Bendecirá también Su Santidad las armas de destrucción masiva, las famosas weapons of mass destruction, que envía la Unión Europea a ese país para defender esa sacrosantísima bandera?

jueves, 17 de febrero de 2022

Del triunfo y victoria de la Ciencia

    La ciencia progresa que es una barbaridad, como decía el otro, pero el progreso de la ciencia consiste en mejorar sus explicaciones con la pretensión de llegar a una explicación que sea definitiva y verdadera para lo que debe contradecirse constantemente, tarea inacabable. Las cosas necesitan explicaciones y de buscarlas se encarga la ciencia, pero esas explicaciones no se encuentran en las cosas mismas, sino en el lenguaje que habla de ellas. La causa -origen de nuestra palabra cosa- "es algo siempre escurridizo, que nunca deja de resbalar entre pertenecer a la esplicación (sic) de las realidades o pertenecer a las realidades que ella esplica (sic)", como dice Agustín García Calvo en los prolegómenos a su traducción de De rerum natura de Lucrecio. De ahí que se recurra a la multicausalidad, es decir, en lugar de buscar una única causa supuestamente verdadera se presentan varias causas que se saben esencialmente falsas para no dejar las cosas sin explicación. Pero el problema no reside en encontrar la causa, sino la cosa, que se da por supuesta, o sea, que suponemos que está ahí, independientemente de la palabra que la nombra y que la crea. Y eso es mucho suponer.   

  

El triunfo de la Ciencia, Jordan Henderson

      Jordan Henderson se hace eco en dos de sus obras del triunfo y de la victoria de la Ciencia, con mayúscula como corresponde a su apoteosis, ya que es la nueva Religión, sobre la libertad y la verdad respectivamente. En primer lugar, el Triunfo de la Ciencia, en el que una alegoría de la Ciencia, personificada como una mujer con bata blanca, mascarilla, guantes y gafas sanitarias y una espada ensangrentada ha cortado la cabeza a otra y la enarbola con su mano derecha recordándonos la escultura de Perseo con la cabeza de Medusa de Benvenuto Cellini. 

Perseo con la cabeza de Medusa,  Benvenuto Cellini (1545)
 

    La mujer, que yace decapitada en el suelo y que es pisoteada por la Ciencia, es, según el artista, Libertas, una vieja diosa romana que personifica la Libertad.  El aura de luz que desprende su cabeza, ese sol luminoso, subraya la idea de triunfo. Un pie de la Ciencia triunfante pisa a la Libertad, que llevaba en la mano un bastón con un gorro frigio -de color rojo, como el de los libertos en la antigüedad, y los revolucionarios franceses en la edad moderna. Con el otro pie la Ciencia pisotea una serpiente que, enroscada sobre el báculo de Asclepio o Esculapio representa la vieja medicina curativa que también ha sido derrotada, al igual que la libertad. Un gato con el lomo erizado contempla, como nosotros, el horror de la escena.


 La Victoria de la Ciencia, Jordan Henderson


    En segundo lugar, la Victoria de la Ciencia. El mismo motivo: una mujer con las mismas características que la otra, sólo que ahora levanta su espada ensangrentada, pisotea a otra, a la que ha decapitado, y que representa a VERITAS, la Verdad en latín. Si alguien se pregunta por qué estas alegorías de la ciencia, la libertad y la verdad son mujeres, se debe sin duda a que en latín los tres términos eran de género gramatical femenino SCIENTIA, LIBERTAS Y VERITAS, género gramatical arbitrario que conservan en castellano. Un papel en sus manos lleva escrita la palabra TRUTH para que no quepa duda de que lo que ha vencido la Ciencia es la verdad, por lo que podemos reinterpretar esta alegoría como el triunfo de la mentira.
La Victoria resulta más macabra y terrorífica, si cabe, que el Triunfo porque no tiene como trasfondo un paisaje natural. La sangre también abunda más tanto en el suelo como en la bata blanca. La mujer con la bata blanca no sólo representa en ambos cuadros el triunfo y la victoria de la Ciencia, como dice el título de los lienzos, sino que sugiere además que el crimen se ha cometido en nombre de la medicina y la sanidad. 

    Viene a decirnos con estos dos óleos el artista que la Ciencia no es ni liberadora ni verdadera, sino todo lo contrario: se alza sobre los cadáveres de la Libertad y de la Verdad, que han sido asesinadas y son por ella pisoteadas. No tiene ningún sentido contraponer Ciencia y Religión, porque la Religión del siglo XXI es la Ciencia, y de la nueva fe religiosa se puede decir, como de la vieja, que es el opio del pueblo, y que en nombre de ella, como dijo Lucrecio, se han cometido "scelerosa atque impia facta", acciones criminales y despiadadas.   

martes, 15 de febrero de 2022

Un presente más brillante

  De Jordan Henderson sacamos hace tiempo una entrada titulada Sonriéndole a la vida a propósito de un significativo cuadro suyo que comentábamos allí. Hoy volvemos sobre su obra pictórica para mostrar uno de sus últimos trabajos relacionado con la dictadura sanitaria también denominada eufemísticametne 'Nueva Normalidad' que llevamos padeciendo durante casi dos años. 
 
     Jordan Henderson en Brighter future ('Un futuro más brillante'), pese lo siniestro de dos imágenes laterales de este a modo de tríptico, quiere transmitirnos con la imagen central una cierta esperanza. 
 
 
Un futuro más brillante, Jordan Henderson
 
    En el centro del siniestro cuadro, un adulto y una niña, un padre y una hija, vestidos ambos con motivos alegres de gran colorido que contrastan con los cráneos descarnados laterales como la vida con la muerte, abren y dejan entrever un escenario natural que se opone a los esqueletos enmascarillados y acribillados con jeringuillas de los dos extremos. Tras ellos se entrevé un atardecer otoñal. 
 
    El motivo de la calavera sostenida por unas manos lo había desarrollado Henderson en un cuadro anterior titulado Safe and sanitized ('Seguro e higienizado'), donde unas manos esposadas que simbolizan la privación de libertad sostienen un cráneo amordazado con una mascarilla roja a guisa de mordaza. Aquí repite ese motivo añadiéndole las jeringuillas de vacunas clavadas aleatoriamente en los cráneos.  
 
 Safe and sanitized, Jordan Henderson

     El edificio que se eleva sobre la multitud a la izquierda es una de las estructuras más emblemáticas de los CDC (Centers for Disease Control and Prevention), los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades, algo así como nuestro Ministerio de Sanidad estadounidense, en su sede de Atlanta, Georgia. 
 
 Edificio de los CDD en Atlanta (Georgia)
    
     A la derecha se alza el inconfundible edificio del Capitolio de los Estados Unidos. La Estatua de la Libertad de bronce que corona su cúpula ha sido sustituida aquí por el Caduceo, en el que dos serpientes se enroscan alrededor de una vara alada, un símbolo antiguo que algunos confunden con el báculo de Asclepio, o de Esculapio en su versión latina, el dios de la medicina, pero que es atributo de Hermes, el Mercurio romano y dios del comercio, por lo que simboliza la sociedad de consumo, aunque Henderson juega con la ambigüedad que genera el símbolo: la medicina comercializada. Ironía de Henderson: la libertad ha sido desplazada por el Comercio y la Medicina prostituida a él. 
 
 
 
    También a la derecha se encuentra el antiguo símbolo de la medicina, precisamente, que todavía se utiliza ampliamente, la Vara de Asclepio (una serpiente única enroscada alrededor de un bastón). Aquí la serpiente se eleva por encima de sus "pacientes", a los que aterroriza, y el pomo de la parte superior de la vara es un cráneo humano diminuto empalado en la aguja de una gran jeringuilla. Esta interpretación de la Vara de Asclepio capta con mayor precisión el espíritu de la medicina profiláctica moderna. 
 
 
Cúpula del Capitolio en Guásinton con la estatua de la Libertad
 
    Un futuro más brillante se titula el trabajo de Henderson. Quizá nos sobra la palabra "futuro" en el título del cuadro, porque lo que se adivina no es el porvenir, sino una realidad distinta que se abre ya cuando se cierra el siniestro escenario de la Nueva Normalidad fomentada por los gobiernos del mundo y por esa serpiente que se enrosca sobre el báculo de Asclepio, el dios al que los médicos le juran que lo principal de su tarea es no hacer daño (primum non nocere), símbolo del que se ha apropiado la OMS, por lo que está aquí también representada: la Organización Mundial de la Salud, cuyas siglas forman en inglés un acrónimo significativo: WHO (World Health Organization). ¿Quién -who en la lengua del Imperio- es el responsable en última instancia de la pandemia universal? La respuesta está en dicha lengua una vez que levantamos el tono interrogativo de pregunta.
 

domingo, 27 de septiembre de 2020

Sonriéndole a la vida

Dice el refrán que una imagen vale más que mil palabras. Este dicho  puede contradecirse enseguida argumentando que una sola palabra puede sugerirnos más de mil imágenes a la vez y ser, por lo tanto, mucho más valiosa que cualquier imagen. Buscando un equilibrio entre ambos decires, diremos que el valor dependerá en todo caso de la capacidad de sugerencia de la palabra y de la imagen. 

Navegando por las aguas procelosas de la Red Informática Universal,  encuentro la página del pintor norteamericano Jordan Henderson, cuyo nombre y obra desconocía completamente. Dice en su carta de presentación que para él pintar es “una forma única de comunicación, una especie de lenguaje, un método mediante el cual podemos explorar intelectual- y espiritualmente el mundo que nos rodea y el mundo de nuestra imaginación”. Como artista gráfico que es, reconoce que “las imágenes pueden transmitir aspectos de un tema que simplemente no podrían transmitirse a través de otras formas de comunicación”. 

La imagen que más me ha llamado la atención de su obra, y la que creo que mejor refleja lo que quiere decir con la última frase,  es este óleo titulado “Sanity, Her Son, and the Credulous”, de rabiosa actualidad. 

 Sanity, Her Son and the Credulous, Jordan Henderson (2020)

Es una imagen poderosa que representa nuestra situación actual y que transmite al mismo tiempo un mensaje positivo de calma, optimismo y de “al mal tiempo, buena cara”.  El lienzo representa un universo paralelo: En un primer plano, radiante y colorido, una mujer y un niño sonrientes, felices.  En segundo plano, como trasfondo, gente gris, muy abrigada a pesar del día soleado que hace y diríase que primaveral o veraniego, con el rostro cubierto y por lo tanto inexpresivo, como si quisieran protegerse no tanto del virus exterminador como del frío emocional que se ha apoderado de sus vidas.  Las carátulas o mascarillas que portan hacen imposible que esas personas sin rostro, a las que el artista denomina "crédulas", puedan sonreír y comunicarse entre sí o con nosotros, que somos ahora los espectadores de ese cuadro. 

La mujer se llama Sanity, lo que le da al cuadro de Henderson el valor de una alegoría, porque su nombre propio es un nombre común y, por lo tanto, tiene un significado, que no es casual, sino intencionado. Pero "sanity" en la lengua del Imperio es un falso amigo, dado que no significa lo que parece en español, no es "sanidad". Sanity es una palabra de origen latino, sí, como nuestra "sanidad", procede de SANITAS, que en la lengua del Lacio significaba tanto salud física como mental, pero sobre todo esta última, con las connotaciones de razón, cordura, buen juicio, sensatez, como demuestran las expresiones ad sanitatem redire o reuerti "recuperar el sano juicio" y ad sanitatem reducere "hacer entrar en razón". Y en inglés "sanity" también significa "sensatez, sano juicio, cordura". Los compuestos españoles "insania" con el prefijo negativo in- (locura)  y "vesania" (demencia, locura, furia) con el prefijo privativo o peyorativo ue-, que tenemos en vehemente,  recuerdan el primitivo valor de sanitas y su adjetivo sanus, de donde vienen nuestro sano, sanear, saneamiento, malsano, sanatorio, insano, sanitario, etcétera. 

Surge enseguida una pregunta. ¿En qué plano de ese universo paralelo nos situamos nosotros, los espectadores del lienzo, en el de las personas tristes y descoloridas, apagadas, que viven acobardadas con miedo, porque son crédulas, es decir creyentes,  esto es, que han creído a pies juntillas enseguida ligera o fácilmente sin cuestionarse lo más mínimo lo que les han inculcado los medios de comunicación y formación manipulada de la opinión pública,  o en el de la mujer que está en su sano juicio y camina resuelta y decidida con el niño sonriente con su coche de juguete por la vida?