domingo, 27 de septiembre de 2020

Sonriéndole a la vida

Dice el refrán que una imagen vale más que mil palabras. Este dicho  puede contradecirse enseguida argumentando que una sola palabra puede sugerirnos más de mil imágenes a la vez y ser, por lo tanto, mucho más valiosa que cualquier imagen. Buscando un equilibrio entre ambos decires, diremos que el valor dependerá en todo caso de la capacidad de sugerencia de la palabra y de la imagen. 

Navegando por las aguas procelosas de la Red Informática Universal,  encuentro la página del pintor norteamericano Jordan Henderson, cuyo nombre y obra desconocía completamente. Dice en su carta de presentación que para él pintar es “una forma única de comunicación, una especie de lenguaje, un método mediante el cual podemos explorar intelectual- y espiritualmente el mundo que nos rodea y el mundo de nuestra imaginación”. Como artista gráfico que es, reconoce que “las imágenes pueden transmitir aspectos de un tema que simplemente no podrían transmitirse a través de otras formas de comunicación”. 

La imagen que más me ha llamado la atención de su obra, y la que creo que mejor refleja lo que quiere decir con la última frase,  es este óleo titulado “Sanity, Her Son, and the Credulous”, de rabiosa actualidad. 

 Sanity, Her Son and the Credulous, Jordan Henderson (2020)

Es una imagen poderosa que representa nuestra situación actual y que transmite al mismo tiempo un mensaje positivo de calma, optimismo y de “al mal tiempo, buena cara”.  El lienzo representa un universo paralelo: En un primer plano, radiante y colorido, una mujer y un niño sonrientes, felices.  En segundo plano, como trasfondo, gente gris, muy abrigada a pesar del día soleado que hace y diríase que primaveral o veraniego, con el rostro cubierto y por lo tanto inexpresivo, como si quisieran protegerse no tanto del virus exterminador como del frío emocional que se ha apoderado de sus vidas.  Las carátulas o mascarillas que portan hacen imposible que esas personas sin rostro, a las que el artista denomina "crédulas", puedan sonreír y comunicarse entre sí o con nosotros, que somos ahora los espectadores de ese cuadro. 

La mujer se llama Sanity, lo que le da al cuadro de Henderson el valor de una alegoría, porque su nombre propio es un nombre común y, por lo tanto, tiene un significado, que no es casual, sino intencionado. Pero "sanity" en la lengua del Imperio es un falso amigo, dado que no significa lo que parece en español, no es "sanidad". Sanity es una palabra de origen latino, sí, como nuestra "sanidad", procede de SANITAS, que en la lengua del Lacio significaba tanto salud física como mental, pero sobre todo esta última, con las connotaciones de razón, cordura, buen juicio, sensatez, como demuestran las expresiones ad sanitatem redire o reuerti "recuperar el sano juicio" y ad sanitatem reducere "hacer entrar en razón". Y en inglés "sanity" también significa "sensatez, sano juicio, cordura". Los compuestos españoles "insania" con el prefijo negativo in- (locura)  y "vesania" (demencia, locura, furia) con el prefijo privativo o peyorativo ue-, que tenemos en vehemente,  recuerdan el primitivo valor de sanitas y su adjetivo sanus, de donde vienen nuestro sano, sanear, saneamiento, malsano, sanatorio, insano, sanitario, etcétera. 

Surge enseguida una pregunta. ¿En qué plano de ese universo paralelo nos situamos nosotros, los espectadores del lienzo, en el de las personas tristes y descoloridas, apagadas, que viven acobardadas con miedo, porque son crédulas, es decir creyentes,  esto es, que han creído a pies juntillas enseguida ligera o fácilmente sin cuestionarse lo más mínimo lo que les han inculcado los medios de comunicación y formación manipulada de la opinión pública,  o en el de la mujer que está en su sano juicio y camina resuelta y decidida con el niño sonriente con su coche de juguete por la vida?

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