sábado, 5 de septiembre de 2020

Dinero sucio e higiene

 

No sé si lo que dice en francés este cartel de una conocida corporación multinacional sueca se ha generalizado o no a otras superficies de macrotiendas  y centros comerciales, pero no deja de ser significativo y sintomático. Dice así en nuestra lengua: Querido cliente, por razones de higiene  únicamente aceptamos pagos con tarjeta bancaria (no en efectivo). Gracias por su comprensión.  (Hay que decir que previamente no se podían hacer en efectivo, por ley, los pagos superiores a 3.000 euros, que deben realizarse siempre por mediación bancaria a fin de control fiscal).

No se acepta dinero corriente y moliente, en billetes y monedas, por razones de higiene, con lo que se está sugiriendo que el dinero que habitualmente manejamos es dinero sucio, está sucio en acto o en potencia, contaminado por virus y bacterias que corren de mano en mano. 

Es como si esas monedas y billetes estuvieran, según salen de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre idealmente inmaculados y al contacto carnal con nuestras sucias e impuras manos se mancharan y se convirtieran en fuente de contagio y contaminación, lo que no deja de ser significativo, no porque sea falso, que no lo es, sino porque no sólo es verdad, sino que además es una verdad extensiva a todas las formas que pueda adquirir el dinero, incluidas las más puras, abstractas,  ideales o inmateriales y numéricas.

La fórmula que propone en francés la corporación sueca de utilizar tarjetas bancarias no deja de ser contaminante, no lo olvidemos,  siempre que se manipulen con el roce de nuestras manos.

Pero es que lo que cuenta al fin y al cabo no es la tarjeta plástica en sí, sino el número de cuenta al que está asociada: ese número es un código digital que como tal resulta más higiénico que el "cash", porque es algo abstracto como son los números y no concreto como la calderilla que llevamos en el bolsillo o en la cartera.

 


Pero hay que decir que el dinero, en todas y cada una de sus formas, es contrario a Higía (Ὑγιεία), la hija o a veces esposa del dios griego Asclepio, el Esculapio de los romanos, asociada a menudo a su culto, que era la diosa de la salud porque el dinero suele ser la fuente de nuestros mayores problemas, preocupaciones y quebraderos de cabeza. Todas las formas de dinero, tanto materiales como inmateriales, son dinero sucio, o dinero negro que es preciso blanquear. (La simbología de los colores "negro"/"blanco" sugiere inmediatamente las categorías morales contrapuestas "malo"/"bueno" pasando por las higiénicas de "sucio"/"limpio").

El dinero negro (también denominado ocasiones dinero sucio) es el que procede de actividades ilegales como el tráfico de armas, tráfico de drogas, tráfico de personas, prostitución, juego de apuestas ilegales, contrabando, extorsión, etc., y no es declarado a hacienda.

El lavado o blanqueo de dinero, de hecho,  es la operación consistente en hacer que el vil metal obtenido a través de tráficos ilícitos circule sin problemas en el sistema financiero a través de actividades legales, lo que demuestra que en sí el dinero no es blanco ni negro, bueno ni malo, sucio ni limpio, sino las actividades a las que se destina y que están relacionadas con él.

Pero llegamos a la cuestión fundamental y lógica, el dinero, que es real, el ens realissimus (o, mejor, realissimum, si queremos otorgarle género neutro, tomando el término de Tomás de Aquino, para quien el ser más real, el ser en su plenitud y creador del mundo, como causa primera del ser, es Dios, y el objeto de la metafísica y de la teología), el ens entium o ser de los seres,  ¿es verdadero o falso? Todos los billetes de banco y todas las monedas son falsas porque sólo circulan como verdaderos en un determinado momento histórico, cuando son de curso legal y son de curso legal cuando les otorgamos credibilidad, o, dicho en términos económicos, crédito. 

Téngase presente que el patrón oro (o gold standard), que comenzó en el siglo XIX como base del sistema financiero internacional, dejó de usarse a raíz de la Primera Guerra Mundial, cuando los gobiernos beligerantes necesitaron dinero fiduciario (del latín fiducia 'confianza' y, a su vez, de fides 'fe'), basado en la fe y la confianza comunitaria y no respaldado por vil metal alguno, sino por la promesa de pago de la entidad emisora,  para financiar el esfuerzo bélico.

Del nombre propio de la diosa y común de la salud (ὑγιεία) se formó el adjetivo ὑγιεινός saludable, sano, de donde procede el francés hygiène que leemos en el cartel que apela a las "raisons d'hygiène" (razones higiénicas) y que está atestiguado en la lengua de Molière desde 1575 con la forma hygiaine, como el conjunto de principios y de prácticas que tienden a preservar y a mejorar la salud, de donde pasó a nuestra lengua hacia 1843.

No hay comentarios:

Publicar un comentario