viernes, 3 de noviembre de 2023
La Enfermedad "X"
martes, 15 de febrero de 2022
Un presente más brillante
viernes, 9 de abril de 2021
¡Trágala (la realidad)!
El Trágala era la canción con la que los liberales españoles escarnecían a los partidarios del gobierno absolutista durante el primer tercio del siglo XIX. La docta Academia define “trágala” como, coloquialmente, un “hecho por el que se obliga a alguien a aceptar o soportar algo a la fuerza”. La copla que les cantaban repetía el imperativo “trágala”, y daba a entender a los realistas la obligación que tenían de admitir por ley tenían o soportar -tragar popularmente- aquello que rechazaban y de lo que eran enemigos declarados: la constitución de Cádiz de 1812.
El estribillo decía así: «Trágala, trágala, / tú, servilón, / tú que no quieres / Constitución». Lo de servilón, aumentativo de servil, era el dicterio con que los liberales calificaban justamente a los partidarios de la monarquía absoluta de Fernando VII.
Y los realistas, que eran los partidarios del rey, por su parte respondían a aquellos con esta contrarréplica «Trágala, trágala / tú, liberal, / tú que no quieres / corona real»).
Lo que los reaccionarios tenían que tragar era la Constitución; los
liberales, por su parte, la Corona Real. ¿Qué
les diríamos, en el primer tercio del siglo XXI, doscientos años después, nosotros que hemos tragado y seguimos tragando la realidad y la realeza por un tubo a los unos y a los otros?
Y ¿qué nos cantaríamos a nosotros mismos, que hemos tragado tantos trágalas hasta atragantarnos -la mascarilla, la distancia social, el Estado de Alarma, el toque de queda, los cierres perimetrales, los enfermos asintomáticos, los "casos" de enfermos imaginarios de Molière que tienen que hacerse una prueba de laboratorio para saber si están enfermos porque no tienen ningún síntoma, los geles hidroalcohólicos, las estadísticas con sus curvas planas, los hospitales colapsados, el virus coronado y la televisión y la interné por un tubo, una lista interminable de mentiras y más mentiras-, tantos trágalas que básicamente pueden resumirse en uno que sería la estúpida expresión "Nueva Normalidad", que es como llaman ahora al hecho de aceptar la Realidad, porque "es lo que hay"? Trágala, trágala / ya la tragué; / ¡las tragaderas / que yo tendré!
sábado, 20 de febrero de 2021
Nueva normalidad militar
El enemigo perfecto que necesitamos, en cualquier caso, es el invisible, el virus -veneno, en latín- que puede, agazapado, matarnos a todos y cada uno, el invisible que, sin embargo, pueden ver los expertos con sus potentes microscopios electrónicos, y fotografiarlo con sus potentes cámaras para mostrarnos su imagen y que así podamos verla todos, hombres que somos de poca fe, y comprobemos que, como Dios, existe, porque necesitamos ver para creer. Pero suele ser al revés la cosa, no nos engañemos, no necesitamos ver para creer, es lo contrario: necesitamos creer antes, lo primero de todo, creer que hay un enemigo, para poder verlo luego acechándonos por todas partes.
domingo, 11 de octubre de 2020
Mensajes contra la nueva normalidad
El 61% de los enfermos de virus coronado en Cantabria son asintomáticos, según el consejero de sanidad de la taifa. Pero ¿hay enfermedad que sea asintomática?
Invisible a ojos vista, el virus, igual que el infierno de Sartre, son los otros, vectores del agente patógeno, que siempre inspiran paranoica desconfianza.
No hay que pedir al gobierno que rebaje el IVA de las mascarillas, ni siquiera que sean gratuitas, sino que levante la obligación irracional de utilizarlas.
Triunfa en el mundo la versión sanitaria, higiénica y laica de la ciega fe religiosa que encendió la hoguera infernal de las vanidades del fanático Savonarola.
Ahorcado Girolamo Savonarola, su cadáver fue quemado en una hoguera de las vanidades en la Plaza de la Señoría de Florencia, y arrojadas al Arno sus cenizas.
Obsesionados con el aséptico puritanismo de la salud... pero la salud, la buena de verdad, no consiste en cuidarse, sino en todo lo contrario: en el descuido.
A las autoridades sanitarias no les interesa el tratamiento médico que cura las dolencias de hoy, sino la prevención de inexistentes enfermedades del futuro.
Si el hombre es desde Aristóteles politikòn zóon, un animal social ¿por qué se decretan desde las altas esferas seis pies de distanciamiento físico o social?
Una epidemia sostenida por los media sirve de muy burda coartada puritana para legitimar el golpe de estado contra el pueblo que impone la dictadura sanitaria.
Cuanto más se saltan los jóvenes irresponsablemente el distanciamiento social y demás normas sanitarias, más se propaga el virus, resurrección laica del pecado.
Síndrome de Estocolmo perfecto: No hay un secuestrador y un secuestrado distintos, sino que son uno mismo el raptor y el rehén de sí mismo, víctima y verdugo.
Izquierda y derecha son un trampantojo del Estado impuesto mediante el sufragio universal al pueblo convertido en electorado de una u otra opción indiferente.
Izquierda y derecha son dos caras contrapuestas, no contrarias sino complementarias de la misma y falsa moneda de los de arriba para engañar a los de abajo.
Truecan tácitamente el lema plautino de Hobbes de homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre, por homo homini virus: ...un virus para el hombre.
El Leviatán hobbesiano, Estado omnipotente, porta en la diestra la espada y en la siniestra el báculo, símbolos respectivos de su poder terrenal y espiritual.
Retransmiten por todos los medios la danza de la Muerte, y la gente, que tiene el pavor incrustado en cuerpo y alma, renuncia a la vida para poder sobrevivir.
La inflación informativa de propaganda gubernamental sanitaria produce tal empacho que acaba desembocando en una histérica alucinación colectiva y delirante.
Frente a la creencia de que el contacto humano propaga enfermedades y muerte, la creencia contraria de que hace la vida más llevadera y más, acaso, vividera.
¿Preservas, protegiendo tus vías respiratorias en la soledad del bosque, a este de tu contagio, o defiendes tus pulmones de su aire que pueda estar contaminado?