viernes, 9 de abril de 2021

¡Trágala (la realidad)!

    El Trágala era la canción con la que los liberales españoles escarnecían a los partidarios del gobierno absolutista durante el primer tercio del siglo XIX. La docta Academia define “trágala” como, coloquialmente, un “hecho por el que se obliga a alguien a aceptar o soportar algo a la fuerza”. La copla que les cantaban repetía el imperativo “trágala”, y daba a entender a los realistas la obligación que tenían de admitir por ley tenían o soportar -tragar popularmente- aquello que rechazaban y de lo que eran enemigos declarados: la constitución de Cádiz de 1812. 

    El estribillo decía así: «Trágala, trágala, / tú, servilón, / tú que no quieres / Constitución». Lo de servilón, aumentativo de servil, era el dicterio con que los liberales calificaban justamente a los partidarios de la monarquía absoluta de Fernando VII.

    Y los realistas, que eran los partidarios del rey, por su parte respondían a aquellos con esta contrarréplica «Trágala, trágala / tú, liberal, / tú que no quieres / corona real»).

     Lo que los reaccionarios tenían que tragar era la Constitución; los liberales, por su parte, la Corona Real. ¿Qué les diríamos, en el primer tercio del siglo XXI, doscientos años después, nosotros que hemos tragado y seguimos tragando la realidad y la realeza por un tubo a los unos y a los otros? 

No puedo tragarla (la Constitución), c. 1820
 
     Ahora les cantaríamos, en primer lugar, a aquellos liberales decimonónicos, adaptando un poco la letra: Trágala, trágala, / liberalón, / tú que querías / Constitución. Vendría la copla así a decirles ¿no querías taza, o sea Carta Magna? Pues toma taza y media, o sea la de 1978 que es la que ahora padecemos! Y ¿qué les diríamos a los servilones realistas, que han visto cómo el execrable Dictador reimplantaba la monarquía borbónica en las Españas? Pues algo así: Trágala, trágala, / tú, carcamal, / tú que querías / corona real.  

    Y ¿qué nos cantaríamos a nosotros mismos, que hemos tragado tantos trágalas hasta atragantarnos -la mascarilla, la distancia social, el Estado de Alarma, el toque de queda, los cierres perimetrales, los enfermos asintomáticos, los "casos" de enfermos imaginarios de Molière que tienen que hacerse una prueba de laboratorio para saber si están enfermos porque no tienen ningún síntoma, los geles hidroalcohólicos, las estadísticas con sus curvas planas, los hospitales colapsados, el virus coronado y la televisión y la interné por un tubo, una lista interminable de mentiras y más mentiras-, tantos trágalas que básicamente pueden resumirse en uno que sería la estúpida expresión "Nueva Normalidad", que es como llaman ahora al hecho de aceptar la Realidad, porque "es lo que hay"? Trágala, trágala / ya la tragué; /  ¡las tragaderas / que yo tendré!

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