martes, 13 de abril de 2021

Desahucio de las entidades bancarias

    Las entidades bancarias, como gustan de denominarse los bancos con expresión rimbombante,  se percatan del peligro de que sus clientes pudieran acostumbrarse a vivir con menos, y de que descubrieran de paso que menos pufede ser a la larga más y mejor.

    Puede que lo peor de la crisis no sea el aumento del paro, ni el declive del P.I.B. ni el hundimiento de las bolsas nacionales e internacionales. Según la Asociación de la Banca Española (A.B.E.) , lo peor que podría pasar “sería que la gente se diera cuenta de que puede vivir con menos dinero, menos bienes y menos servicios, y de que no pasa absolutamente nada. Si los ciudadanos se acostumbran a estar igual de bien gastando ahora 20 cuando antes gastaban 80, entonces apaga y vámonos”.

 

    El miedo que subyace por debajo del miedo que tienen los banqueros es que la gente descubra que se puede vivir no ya "con menos dinero", sino sin dinero.

     Los tiempos de incertidumbre económica han provocado que la gente ahorre en el supermercado, use la ropa que se compra durante unos meses más y posponga sine die decisiones como la de cambiar de coche o de televisión o adquirir una segunda residencia. Si descubrimos que realmente no necesitamos un pack de televisión por cable y ADSL de alta velocidad que cuesta 90 euros al mes, pues se acaba el negocio de la televisión por cable y del ADSL. No digamos ya si descubrimos que se puede vivir sin televisión sin más... Si reciclamos la ropa, regalándosela a familiares y amigos, se acaba el negocio de la moda.

    Mucha gente que durante el fin de semana se encerraba en los centros comerciales, y siempre acababa comprándose lo que menos necesitaba, ahora se va a dar un paseo por el campo, que es más barato y, además, más saludable para los pulmones y la faldriquera. Mucha gente, que antes se gastaba un dineral en unas vacaciones, ahora se queda en casa y descubre que no necesitaba irse de vacaciones a ningún destino turístico para descubrir que no existe el viaje y pasárselo igual de bien o mejor.

 

Al fuego, Stanislav Plutenko (2009)
 

    El portavoz de la A.B.E. reconoció a micrófono cerrado: “si la gente deja de gastar más de lo que puede permitirse, a ver qué cojones inventamos los Bancos para no hundirnos en la miseria, viviendo como vivimos de la usura de los préstamos”. Ahí se ve clara la estrategia bancaria: Hay que hacer que la gente gaste "más de lo que pueda permitirse", porque la Banca vive de la deuda que contraemos con ella.

    Está claro, si no volvemos a consumir masivamente productos que luego no usaremos ni gastaremos, la Banca pierde mucho dinero, tanto que podría acabar perdiendo la Banca, contra el adagio de que siempre gana la Banca. Y si pierde la Banca, se declara la bancarrota. 

    ¿Quien le dará al banco el dinero y los intereses del préstamo del coche del hijo si ese hijo aguanta con el popó de papá o se compra uno de segunda mano en vez de un flamante último modelo, o prefiere, más sensato todavía, prescindir del coche y utilizar el transporte público, los pies  y la bicicleta?

Al mar, Stanislav Plutenko (2018)
  
    Está cundiendo el deshaucio etimológico, es decir, la falta del depósito de confianza -crédito fiduciario- de la gente en las entidades bancarias, esos usureros, que viven de la usura, es decir, de vendernos el trampantojo del  futuro.
 
     Si gastas más de lo que tienes, algo raro hay en lo que adquieres, y en esa rareza reside el misterio que Ciencia, Capital y Estado desarrollan e implementan, como dicen los seminaristas que en las Escuelas de Negocios se catequizan; de la santísima Trinidad a este trío calaveras,'verdadera-mente' una sola religión por el mundo se propaga y ensalza acogiendo en su seno las viejas por toscas y poco evolucionadas, ésta tiene la ventaja de que unifica como factores productivos todo lo que en el mundo vive, y hasta las desgracias inevitablemente producidas sabe integrar para reactivar su modelo de negocio ofreciendo redención a la feligresía ésta se debate entre la salvación como factor (que optimiza el Capital) o la condena como desecho (que administra el Estado) en la producción sistémica (que desarrolla la tecno-Ciencia).

    El endeudamiento generalizado es un estímulo intrínseco y ya permanente para la revalorización de “activos“ y la creación de los pasivos, La mayoría endeudada fía su redención en la politiquería orquestada mientras el endeudamiento instituido consigue asignar valor al patrimonio que esa deuda genera. Ya no hay 'valor' ni se consigue revalorizar sin un endeudamiento global.


2 comentarios:

  1. Cuán cierto, y que bien ilustrado está. De lo concreto a lo teológico, con tu permiso, me permito añadir:

    Si gastas más de lo que tienes, algo raro hay en lo que adquieres, y en esa rareza reside el misterio que Ciencia, Capital y Estado desarrollan e implementan, como dicen los seminaristas que en las Escuelas de Negocios se catequizan; de la santísima Trinidad a este trío calaveras,'verdadera-mente' una sola religión por el mundo se propaga y ensalza acogiendo en su seno las viejas por toscas y poco evolucionadas, ésta tiene la ventaja de que unifica como factores productivos todo lo que en el mundo vive, y hasta las desgracias inevitablemente producidas sabe integrar para reactivar su modelo de negocio ofreciendo redención a la feligresía, ésta se debate entre la salvación como factor (que optimiza el Capital) o la condena como desecho (que administra el Estado) en la producción sistémica (que desarrolla la tecno-Ciencia).


    El endeudamiento generalizado es un estímulo intrínseco y ya permanente para la revalorización de “activos“ y la creación de los pasivos, La mayoría endeudada fia su redención en la politiquería orquestada mientras el endeudamiento instituido consigue asignar valor al patrimonio que esa deuda genera. Ya no hay 'valor' ni se consigue revalorizar sin un endeudamiento global.

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  2. Gracias por tu comentario que, con tu permiso, me permito yo añadir al final del artículo como parte de él, porque viene estupendamente a complementarlo como colofón.

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