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jueves, 10 de octubre de 2024

Mujeres uniformadas en el aula magna

    Leo en la prensa local que cinco mujeres, profesionales de las Fuerzas Armadas nacionales, visitan varios IES, Institutos de Educación (y no enseñanza) Secundaria de Cantabria “contando sus vivencias y las vías para acceder a la carrera militar”. Uno de ellos ha sido el José María de Pereda, nombre que me ha traído a la memoria que allí estuve trabajando durante el curso 1983-1984, si no recuerdo mal, como profesor de lenguas clásicas en el bachillerato nocturno, cuando dirigía el centro el catedrático de griego don Eduardo Obregón Barreda. 
 
    Una fotografía a todo color de cinco mujeres uniformadas y sonrientes, y como fondo el salón de actos del instituto repleto de alumnos y alumnas, como dicen ahora innecesariamente para "visibilizar" a las mujeres. Representan, por lo que colijo de sus uniformes militares, los tres ejércitos. La Capitana de Corbeta de la marina abrió el acto programado por la Consejería de Educación, en concreto por la Unidad Técnica de Igualdad y Coeducación, actividad que lleva a estas cinco mujeres de gira por varios institutos a presentar al alumnado de ESO -Educación -y no enseñanza- Secundaria Obligatoria-, Bachillerato y  de Formación Profesional con un proyecto que pretende “romper estereotipos y visibilizar el trabajo de las mujeres”. 
 
 
    Me resulta curioso que comiencen por las militares, a las que seguirán científicas y especialistas de Formación Profesional, porque vienen a equiparar a unas y otras, y en concreto a presentar a la juventud la milicia, o sea sin ambages, la Guerra, como la salida profesional de un trabajo más. Cosa que me escandaliza tanto como si trajeran a varias estríperes con un nuevo ciclo profesional consistente en realizar bailes exóticos en lugares públicos donde se consume alcohol a la vez que se desnudan de modo provocativo al ritmo de una melodía sensual, dentro del módulo profesional de prostitución asistida. Porque, vamos a ver, la putería, el oficio más viejo del mundo, como dice a veces la gente, viene a demostrar, tomado por otro lado, que todos los trabajos tienen algo de aquella, a saber, su condición asalariada. Y, claro, algo dentro de uno se rebela contra la consideración de que el ejército sea un trabajo -al fin profesionalizado y profesional- como otro cualquiera, aunque bien claro está que los soldados, como revela la palabra a poco que se analice e investigue su etimología, están a sueldo, igual que todo quisque asalariado, lo que indica que hacen lo que hacen, vamos a llamarlo trabajo, no por el gusto y la gracia de hacerlo, gratis et amore, digamos, sino por la gratificación económica, que cada vez más necesita también de lo que llaman el salario emocional.
 
    Hay al parecer en torno a un 12% de mujeres en las Fuerzas Armadas españolas, aunque hay ramas como el Ejército del Aire y del Espacio (sic), donde su presencia es aún menor. 
 
    Resulta a este respecto muy motivador el ejemplo que da la princesa doña Leonor, la futura reina, si Dios quiere,  en plena fase formativa por las diferentes ramas de las Fuerzas Armadas españolas. 
 
 
    Lo que les venden estas cinco mujeres a los estudiantes es la aventura. Una de ellas recuerda la mejor experiencia de su vida a bordo del crucero Juan Sebastián Elcano, el barco más antiguo y emblemático de la armada nacional. Otra les cuenta su participación en varias misiones internacionales en Afganistán y Nepal, países remotos y lejanos que ha conocido gracias a su profesión. Otra les cuenta cómo se convirtió en piloto de helicóptero, y les dice que su profesión es algo más que eso, es una forma de vida, donde está presente la aventura y la acción humanitaria. 
 
    La presencia de mujeres con uniformes militares en las aulas rompe sin duda estereotipos. Viene a demostrar que el uniforme no es atributo exclusivo del sexo masculino, sino que puede serlo también del femenino, equiparándose ambos en el servicio de las armas. Pero quizá sería más interesante y pedagógico romper otro estereotipo: el del uniforme. Contra lo que se dice a veces de que el hábito no hace al monje, y de que no hay que fiarse, por lo tanto, de las apariencias, hay que plantear la cosa al revés: las apariencias son la realidad y el monje, en este caso el soldado, hace al hábito, el cual, para ser él uno más y realizarse como tal persona e individuo, tiene que ser y vestir igual que todos y mirarse en los ojos de los demás para verse reflejado como en un espejo.
 
    Podría hacerse, frente a eso, otra cosa para romper estereotipos de género: no equipararnos a varones y mujeres uniformándonos a todos por el mismo rasero y bajo el mismo patrón, sino cuestionar la existencia misma de los ejércitos y los uniformes; no limitarnos a incluir en ellos a las mujeres, sino excluirlas, como estaban hasta ahora salvo en el mito de las amazonas guerreras, y excluir también a los varones, rompiendo en definitiva todas las lanzas y las filas de todos los ejércitos. Pero, objetarán algunos, ¿quién nos defenderá? Porque los ejércitos estaban para defendernos, pero ¿de quién van a defendernos?, ¿de nosotros mismos acaso?, ¿de nuestros enemigos? Pero ¿quiénes son nuestros enemigos?

miércoles, 29 de mayo de 2024

Carne de cañón

    Leo en uno de esos periódicos gratuitos que pululan en lugares públicos de paso como estaciones de trenes y autobuses un anuncio publicitario de las Fuerzas Armadas patrocinado por el Ministerio de Defensa (entiéndase el eufemismo: de la Guerra, como se decía antes cuando se llamaba a las cosas por su nombre) del Gobierno de las Españas, un derroche gráfico a toda página, en color, con seis fotografías donde se ve claramente a soldados españoles con el pendón rojigualdo en el brazalete, sonrientes en diversos escenarios internacionales: Centroamérica (1990), Bosnia-Herzegovina (1994), Haití (2004), Líbano (2006), Chad y Afganistán (2008): 20 años, que no son nada según la copla. En la enumeración se oculta cuidadosamente la misión de Iraq, como si no hubiera existido nunca, como si no hubieran estado también allí las huestes carpetovetónicas. 


Bella matribus detestata, Jiri Anderle (1936-...)
 
    Son las “misiones internacionales” (sic) de estos nuevos misioneros que ya no van con la Cruz a cuestas sino con la Espada a defender la paz y los derechos humanos, la democracia y la libertad, mercenarios a sueldo del Estado dispuestos a violar sistemáticamente esas cosas para defenderlas, provocando conflictos –ellos nunca dicen “guerras”, sino conflictos, que suena más light y políticamente correcto como la tolerancia-cero que practican- para desfazer entuertos, porque el ejército, cualquier ejército en particular y el ejército en general, es más peligroso que un mono neurótico con dos pistolas al cinto rebosantes de munición en el cargador. Y máxime si se presenta como una hermanita de la caridad de abnegado espíritu de servicio,  cristiano sentimiento del deber y entrega a los demás, amante de la vida aventurera y del lado arriesgado y peligroso de la vida. 

    Más cifras para la reflexión y el escalofrío: 100.000 soldados hispánicos repartidos por 4 continentes del universo mundo en 50 misiones humanitarias (eufemismo políticamente corregido que disfraza los conflictos). Y todo esto bajo el lema de “el valor de servir”.

    Preguntémonos: ¿Para qué o a quién tienen el coraje de servir esos soldaditos españoles de plomo, soldaditos valientes? Sirven en primera instancia a las armas que portan. Las armas, lejos de ser un instrumento del que las empuña, convierten al soldado que las lleva en una herramienta a su servicio: el soldado servirá para apretar el gatillo. También sirven a los Señores de la Guerra que las fabrican y que se frotan las manos vendiéndoselas a países democráticos y genocidas como, por ejemplo, Israel, por no hablar de otras rancias teocracias como Arabia Saudí.

Bella matribus detestata, Georges Rouault (1871-1958)

    ¡Tienen el valor de aprovecharse de la crisis económica para atraer a incautos jóvenes sedientos de novedades con el señuelo de la aventura, con el anzuelo de la estabilidad mercenaria de un sueldo fijo para toda la vida y con el trampantojo del servilismo a ultranza como si se tratara de una inocente ONG! ¡Señora Ministro de la Guerra, y digo bien Ministro porque me resisto a decir Ministra, puesto que la Guerra siempre ha sido cosa de hombres, y si ahora, desgraciadamente, también es asunto de mujeres, es porque se igualan en lo peor a los varones! Señora Ministro, usted que ha sido madre de cuatro hijos, no conoce seguramente el verso de Horacio “bella matribus detestata” que expresó de una vez por todas lo que sienten las madres, a poco que se dejen llevar por los sentimientos de su corazón, por las guerras: aborrecimiento, las aborrecen, deberían aborrecerlas con toda su alma porque las guerras les arrancan a sus hijos de sus entrañas -y ahora podemos también decir a sus hijas- en la flor de la vida.

    Vd., señora Ministro, como madre debería detestarlas también si se dejara llevar por sus sentimientos. Claro que las aborrece, dirá, y se declarará pacifista. Y llegará a decir, en el colmo de los colmos, que el Ministerio que Vd. regenta no es el de la Guerra sino el de la Paz. Y es que hemos llegado a la confusión orgüeliana de llamar a la guerra paz, y a la mentira verdad: el mundo al revés. Seguramente, además, sus hijos no tendrán nunca necesidad de ser carne de cañón, y alistarse en el ejército profesional y mercenario para sobrevivir en la jungla…

jueves, 23 de mayo de 2024

¿Volverá la puta mili?

    Los vientos de guerra que soplan en la vieja Europa hacen que algunos gobiernos, que callan como putas ante la matanza israelí y que suministran armas a Ucrania, los más descaradamente atlantistas y belicistas, que es lo mismo que decir los más pacifistas o convencidos aristotélicamente de que la paz es la finalidad de la guerra, planteen la propuesta obscena de reintroducir el servicio militar obligatorio a fin de preparar a las nuevas generaciones para servir al imperialismo falsamente humanitario de Bruselas y de Guásinton.
 
     Ahora mismo, hay trece países en Europa donde la leva es obligatoria para varones: Austria,  Chipre, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Grecia, Letonia, Lituania, Moldavia, Noruega, Suecia,  Suiza y Ucrania. En el caso de Noruega y Suecia es obligatorio también para mujeres, lo que supone que para su desgracia en este caso no están discriminadas sexualmente, y Dinamarca se lo está planteando. En los países escandinavos, sin embargo, la leva militar no es general y por lo tanto no se puede hablar de reclutamiento forzoso, porque sólo son reclutados los que no plantean objeción de conciencia, y las plazas que se convocan se cubren con 'voluntarios'.  
 
 
    No me extrañaría nada que también al gobierno progresista y atlantista español se le ocurriera re-introducir la vieja y puta mili en el ruedo ibérico, abolida en 2001. ¿Se le ocurrirá a nuestro monarca, el Jefe del Estado, que posee el empleo militar de Capitán General del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire, máximo rango militar que le corresponde en exclusiva como mando supremo de las Fuerzas Armadas, disponer que se envíe a los jóvenes súbditos, incluidas las jóvenes súbditas, no faltaría más, que ahora somos muy igualitarios, al frente para sacrificarse idealmente en abstracto por la Democracia y los Derechos Humanos? 

    Nuestra ministra guerrera, preguntada sobre el particular, responde defendiéndose: No, no volverá el servicio militar obligatorio en absoluto. A nadie se le ha pasado por la cabeza.  Por ahora, España tiene suficientes candidatos y candidatas para cubrir los puestos que ofrece en el ejército. Ahora bien, si el gobierno se comprometiese a aumentar el número de efectivos, la situación podría cambiar, como está ocurriendo en muchos ejércitos europeos, que se encuentran con que el número de voluntarios o profesionales no basta para cubrir las plazas vacantes.
  

 
    La abolición del servicio militar obligatorio que en España se produjo en 2001 fue uno de los pocos logros de los últimos años, teniendo en cuenta que dicha obligación condenaba a los jóvenes a echar a perder un año de su vida en el servicio a las armas en los cuarteles, aunque algunos antimilitaristas ya advertimos que era un logro envenenado, dado que conllevaba la profesionalización del ejército y la introducción ¿voluntaria? de las mujeres en sus filas so pretexto de no discriminación sexual, cuando aquello por lo que abogábamos nosotros era la desmilitarización de la sociedad porque civil se opone a militar como civilizado se opone, porque es lo contrario, a militarizado. 

jueves, 9 de mayo de 2024

Asturias de mis amores

    Asturias se convertirá este año, si Dios no lo remedia y me temo que no va a remediarlo, porque el dios al que me refiero y al que así se honra es el viejo dios de la guerra, Ares o Marte, bajo la advocación actual de Dios de Defensa, en la sede de la celebración del Día de las Fuerzas Armadas que se alarga a tres  días: 22, 24 y 25 de mayo.  Allí resonará, al ritmo del Asturias, patria querida y al son de la gaita y el tambor, el alalá o alalé, la vieja grita onomatopéyica de combate, hija que era de la guerra misma, la voz ejecutiva que nace del fragor de las armas y del ardor guerrero.

    Gijón acogerá la revista aeronaval, que para eso es puerto marítimo. En la playa de San Lorenzo se realizará un desembarco y una operación simulada, y las calles de la capital del principado, por su parte, contemplarán el desfile terrestre el sábado.

   Vetusta, la ilustre ciudad que dormía la siesta, será despertada entre otras atracciones, por el desfile marcando el paso al ritmo de la música militar de los tanques acorazados Leopard(o), como los diez que regaló nuestro gobierno progresista a Ucrania para sostener y que progrese su guerra contra Rusia, y no faltará la mascota de la Legión, que este año es un borrego, por algo será, de dos años llamado "Baraka", que resulta así enternecedor.
 
 
    Se prevé la participación de más de 5.500 uniformados de los dos ejércitos, de la Armada y de la Guardia Civil, y la presencia del Rey de las Españas. El Día de las Fuerzas Armadas se triplica así en dos jornadas: una dedicada al ejército del aire y a la armada, y otra al de tierra. Pero no se queda ahí la cosa. Al parecer el evento arrancará el miércoles 22 con diferentes actos y exhibiciones en ambas ciudades asturianas, buscando "subrayar la identificación de los ejércitos con el pueblo español, del que forman parte y al que sirven», todo ello fomentando unas jornadas de encuentro y comunicación entre ciudadanos, tanto civiles como militares, para acentuar su recíproca comprensión.
 
    Sobrevolarán aviones que pintarán los cielos asturianos con los colores de la bandera rojigualda.  Con la bandera, que es el símbolo de la patria, se homenajeará a los que dieron su vida por España, y, con ello de paso, al hecho en sí de morir por la idea de la patria, haciendo que la vida, que carece habitualmente de sentido, adquiera uno con la ofrenda de su muerte sacrificial.
 
 
       Y se oirá, mezclado con las gaitas, el antiguo alalá, alarido o grita de batalla que hace enmudecer a los que lo escuchan, que es el grito o clamor grande de la tropa al entrar en la batalla. De este modo resonarán las viejas palabras de Píndaro, que rezan así en la lengua de Homero: Κλῦθ᾿ Ἀλαλά, Πολέμου θύγατερ, / ἐγχέων προοίμιον, ᾇ θύεται / ἄνδρες ὑπὲρ πόλιος τὸν ἱρόθυτον θάνατον. «¡Escucha, Alalá, hija de la Guerra, preludio de las lanzas -o si se prefiere, de las espadas-, a quien se entregan los hombres en su condición de soldados, en nombre del Estado, en santa ofrenda de muerte sacrificial»!
 
Marte, dios de la guerra, guiado por Alalá, Wenceslaus Hollar (1607-1677) 
 
    ¿Celebraremos alguna vez no durante unas jornadas como estas sino durante todos los días del año el día de las Fuerzas Desarmadas, el desarme y el armisticio o suspensión de las actividades guerreras no como tregua temporal sino con carácter general definitivo? 

miércoles, 8 de mayo de 2024

Marginalidades

"Amo a mi país, pero no puedo matar ni morir por él": declaró el ухілиант (ukhílyant), como se denomina en Ucrania al desertor del servicio militar obligatorio.
 
Aproximadamente la mitad de los ucranianos que intentan escapar del reclutamiento son atrapados. Algunos, intentando cruzar a nado el río Tisa, mueren ahogados.
 
Palabras de Baquílides: δολόεσσα δ᾽ ἐλπὶς ὑπὸ κέαρ δέδυκεν ἐφαμερίων: Pero la esperanza engañosa se desliza en el corazón de los hombres, efímeras criaturas.

Paulina Tuchschneider dice tras su traumático paso por el ejército israelí cumpliendo el servicio militar obligatorio: Israel no puede existir sin el ejército.
 
 
El jefe del ejecutivo instaba al electorado a elegir entre la democracia, que él encarnaba, y el fango, como si no fueran lo mismo y la elección 
indiferente.  
 
 El secretario general de la OTAN quiere que los aliados europeos desembolsen cien mil millones de euros más para sostener la guerra de Ucrania contra Rusia.
 
 "El lenguaje no es la verdad. Es nuestra forma de existir en el universo", escribió Paul Auster. Lo que, dicho de otra forma, es: el lenguaje es la realidad.
 
 
 Los gobiernos de América latina movilizan a sus fuerzas armadas para librar una guerra contra el crimen organizado debido a la crisis que sufren de inseguridad.
 

sábado, 17 de febrero de 2024

Reivindicaciones salariales

    Me entero por la prensa de que los militares españoles denuncian el abandono al que el Gobierno los tiene sometidos a ellos y sus familias, y le exigen que “pase de su salario emocional basado en felicitaciones y palmaditas en la espalda a los hechos concretos y tangibles”. Con esta perífrasis expresiva aluden, sin llamarlo por su nombre, al salario material, o sea a un aumento de sueldo, dada la peligrosidad de las misiones a las que se exponen por las que reconocen que reciben a cambio del Gobierno en general y en particular del Ministerio de Defensa (antaño de la Guerra, cuando a las cosas se las llamaba por su nombre) un salario emocional (calco semántico del inglés emotional salary) que no les resulta especialmente emocionante en absoluto. Dan así a entender que las palabras y los gestos destinados a conmoverlos por la noble tarea de la entrega a las armas que realizan y que reciben no son suficientes -ni concretos ni tangibles- para la impagable labor que desempeñan, que no se remunera ni con todo el oro del mundo, como suele repetirse. 
 
 
     No es extraño, pues, que los mercenarios españoles quieran más dinero, o sea mayor salario real no emocional, pese a la exagerada importancia que se da a las emociones que hace que se hable hasta la hez de de la existencia de una supuesta inteligencia emocional, cosa que por otro lado resulta una contradicción en sus términos y un oximoro. Sin duda alguna, en este mundo en el que vivimos no hay nada más emocionante ni emotivo ni gratificante que un buen sueldo y salario. 
 
    Curioso cultismo este de “salario”, por cierto, que entró en nuestra lengua en el siglo XV tomado del latín “salarium”, y que designaba en principio la ración de sal que recibían a cambio los soldados mercenarios para sazonar y conservar los alimentos y después el dinero o estipendio que les permitía comprar la sal (y, por extensión, otros bienes y servicios), por lo que pronto pasó a significar también la paga que se les daba a los criados, y con el tiempo a todos los trabajadores, considerados ya asalariados y, en el caso de los militares, mercenarios. 
 
    Están los militares españoles reclamando “facta”, hechos concretos, y no “uerba” o palabras de agradecimiento y enhorabuena, que son la moneda corriente, según sienten ellos, con la que se les paga de ordinario. No perdamos de vista en este punto la etimología reveladora de esta palabra “pagar”, derivada del latín “pacare” -pacificar, apaciguar- y relacionada, por lo tanto, con el término pax pacis y la idea de “paz”: pagar sería originalmente hacer las paces para resolver un conflicto, hacer que cese, previo pago, la guerra.
 
 
    Estos nuestros militares que están en constante pie de guerra habida cuenta de su dedicación al dios Marte, al Mars pacifer, o dios beligerante que trae la paz -si uis pacem, para bellum-, y a las armas de fuego con las que disparan llegado el momento reclaman algo más que “felicitaciones y palmaditas en la espalda”, y ese algo más que ellos expresan con la perífrasis “hechos concretos y tangibles” por su labor impagable no puede ser otra cosa más que dinero contante y sonante: lo más concreto y tangible que puede haber no por su materialidad que se traduce en poca cosa de monedas o billetes efectivos o también en cifras digitales insignificantes de una cuenta corriente sino porque ese dinero puede intercambiarse por toda suerte de bienes y servicios bien tangibles y concretos. 
 
    Por algo se preguntan ellos que quién va a conducir, quién va a pilotar y -finalmente, en último pero no menos importante lugar- quién va a disparar cuando llegue el momento si no son ellos de hacer el trabajo sucio, ese que no quiere hacer nadie. Y es que ellos son, como su nombre indica, soldados mercenarios, están a sueldo, cobran la soldada, el viejo sólido que acuñó el emperador romano Constantino I, la moneda de oro que sustituyó al áureo y que estuvo vigente en Occidente hasta el siglo IX y que siguió utilizándose hasta doscientos años después en el Imperio Romano de Oriente o Bizantino hasta el siglo XI como moneda de cambio en el comercio internacional. 
 
    Aquellos primeros sólidos llevaban la imagen del emperador Constantino I en el anverso o cara principal y alguna alegoría pagana romana en el reverso, que fue reemplazada enseguida tras la implantación del cristianismo por una imagen de un ángel o ya por la cruz griega, de donde surge la expresión de 'la cara y la cruz de la moneda': el rostro del emperador que encarna el poder político por un lado y la cruz que justifica dicho poder y relaciona la acuñación de la moneda con la religión y con el auténtico dios creador del mundo que da identidad a cosas y a personas, incluida la del sobrrano. El hombre ha creado el dinero, para que el dinero convertido en Dios todopoderoso, cree una y otra vez al mundo cada mañana recreándonos a nosotros mismos. Y ese dinero nunca será suficiente habida cuenta, nunca mejor dicho, de la creciente inflación inherente al sistema. 
 
 
     No es extraño que los asalariados reivindiquen aumento de sueldo, es decir, de su salario material, cada cierto tiempo, cuando comprueban cómo los precios suben constantemente y la vida se encarece día a día, dado que en la economía de mercado los precios de los bienes y de los servicios están sujetos a cambio permanente y no conocen la estabilidad. Lo barato es muy barato, y lo caro es lo querido, como se ve etimológicamente, lo que me recuerda al chiste aquel atribuido al actor cómico Groucho Marx, que se acerca a una mujer y le pregunta si se acostaría con él a cambio de un millón de dólares. La mujer le responde que por supuesto, que lo haría encantada a cambio de esa cifra. Groucho le pregunta si accedería por un dólar, a lo que ella, ofendidísima, le replica: “Pero ¿quién se ha creído usted que soy yo? ¿Una prostituta?”. Groucho, sin inmutarse demasiado, le contesta: “Bueno, eso ya ha quedado manifiestamente claro. Ahora yo solo trataba de negociar el precio”.

viernes, 29 de septiembre de 2023

El Ejército español se defiende contratacando (y II)

    La cuestión séptima del documento que nos ocupa dice que España no tiene en la actualidad ninguna amenaza hostil directa de guerra que justifique la existencia de un Ejército. El Ministerio parte de la premisa de que no existe el riego cero, y que por lo tanto puede surgir o crearse ad hoc un enemigo de la noche a la mañana: Ucrania, Marruecos, y allá donde nos llame la Organización que para eso somos sus vasallos.

    No podía faltar la cuestión ecológica: las maniobras militares destruyen el medio ambiente.   Como muestra un botón: El carácter militar de los terrenos del Monte Iroite, el más alto de la sierra de Barbanza en La Coruña, que hace años se convirtió en base militar (para la defensa aérea y “del espacio”) albergando al Escuadrón de Vigilancia Aérea núm. 10 (EVA 10), con su cierre perimetral, hace de este futuro bosque un lugar prácticamente «intocable» y obviamente protegido, alejado de los usos comunes de la gente de la sierra de Barbanza, como son el pastoreo, la ganadería, la agricultura o la caza, y estará, gracias a los sistemas de seguridad, protegido de incendios forestales y «quemas controladas».

    La justificación de este atropello, patrocinado por la Fundación Iberdrola, es científica: se pretende evitar con la plantación de 7.200 árboles autóctonos la emisión a la atmósfera de 1.145 toneladas de dióxido de carbono en los próximos cincuenta años, convirtiendo la naturaleza que previamente han destruido construyendo este acuartelamiento aéreo en un parque protegido. 

 

    Quieren así poner coto, nunca mejor dicho, hipócritamente al Acuartelamiento Aéreo de Barbanza, y recuperar la vegetación que previamente han destruido. Financiado por la Fundación Iberdrola España, han colaborado voluntarios repoblando el campo de tiro de plantones y el EVA 10, que así pretende hacerse un lavado de cara ecológico. El Ministerio de la Guerra quiere así salvar el Planeta a costa de hacerles un poco más insufrible la vida a sus habitantes.

      La cuestión novena justifica la presencia del Ejército en las instituciones educativas para ofrecerles a los jóvenes de ambos sexos, sin discriminación, una salida profesional, como si eso fuera lo deseable. La prostitución también puede ser una salida profesional para los jóvenes de ambos sexos y no por eso se publicita abiertamente en nuestro sistema educativo. De ahí que los ejércitos occidentales intenten, como ahora hace el nuestro con este documento, adoctrinar a la sociedad civil sobre su importancia, ofreciéndoles a los jóvenes de ambos sexos una educación, que es el arma más poderosa,  en  valores militares y de defensa así como un futuro profesional, aventura y emoción regados con un discurso que justifica las intervenciones especiales con argumentos humanitarios y democráticos que llaman 'misiones de paz', denominando obviamente “paz” a la guerra.

    La cuestión décima trata de justificar la presencia del Ejército en las procesiones religiosas, por lo que se defiende diciendo que “la participación de los militares en tales actos será siempre con carácter voluntario, respetando así el ejercicio del derecho a la libertad religiosa.” Y publican esta imagen de una procesión de Semana Santa, donde los militares llevando un Cristo crucificado no participan como civiles, sino como militares, con uniforme y todo (¿con armamento reglamentario?).

 

    Llegamos a la cuestión undécima: El Ejército no es democrático, sino jerárquico y autoritario por su propia idiosincrasia: las decisiones, reconocen los autores del panfleto, no se toman por mayoría ni siquiera de forma colegiada, sino que emanan de la cadena de mando, pero están “al servicio de un poder democrático”, pero ¿no es una contradicción entre medios y fines estar al servicio de un poder democrático renunciando a la democracia?

    La duodécima cuestión es la más interesante y pone el dedo en la llaga: “La participación militar en la resolución de conflictos, lejos de solucionarlos, genera nuevos problemas: muertos, refugiados, violaciones, etc.” Y, desgraciadamente, ese etcétera es muy largo.

    Claro es que, como dicen ellos, las guerras no las declaran los militares, sino los políticos, que ya ni siquiera necesitan declararlas solemnemente para hacerlas, pues como escribió el general e historiador prusiano Carl Von Clausewitz, “la guerra es la mera continuación de la política por otros medios”, y, podríamos decir nosotros, dándole la vuelta a la frase: la política es la continuación de la guerra camuflada de “paz”. En su célebre estudio, el teórico de la guerra establece que no puede haber un Estado-nación único que detente el monopolio del uso de la fuerza, como algunos quisieran, porque para que haya uno tiene que haber por lo menos otro, a ser posible varios más, a los que oponerse y enfrentarse, porque cada Estado es una entidad de concordia interna y de discordia y rivalidad exterior.

    El eje argumental de este documento es que el ejército aporta seguridad a la sociedad civil, pero los antimilitaristas siempre hemos argumentado lo mismo: si civil se opone y contrapone a militar, civilizado, por su parte, se contrapone y opone a militarizado.

    La razón de los Ejércitos no es otra que la guerra, que está en la raíz misma del origen de los Estados, pero eso no significa que sean deseables ni los unos ni las otras. Si emprendemos la vía del rearme, estamos fabricando una bomba de relojería que nos puede explotar en las manos en cualquier momento. ¿Saldremos algún día de la prehistoria, de los valores guerreros y de la sofisticación armamentística para resolver nuestras diferencias? Nuestros gobiernos, sean del signo político que sean, están empeñados en que no.

jueves, 28 de septiembre de 2023

El Ejército español se defiende contratacando (I)

    Resulta paradójico y también muy sintomático que el Ministerio de la Guerra, vamos a llamar a las cosas por su nombre, haya publicado recientemente un documento, Las Claves del porqué, con el que intenta justificar socialmente su propia existencia y la del incremento del gasto militar, un gasto desproporcionado que no ha hecho más que progresar en el peor sentido de la palabra, si tiene alguno bueno, con este gobierno progresista. El documento peca de aquello de que el que se excusa de algo, se incrimina a sí mismo de ello:  excusatio non petita, accusatio manifesta.

   La crítica contra el Ejército que emprendemos aquí la hacemos desde el antimilitarismo y no desde la no violencia o el mero e ingenuo pacifismo -la pax Romana, o la paz del cementerio no nos conmueve en absoluto- y no excluye sino todo lo contrario a los cuerpos policiales, cada vez más espectacularmente militarizados y especializados en el mantenimiento del “orden público” y en luchar contra el “enemigo interior”, “hostis intus” o “enemy within”, como diría la señora Thatcher, que condenó nuestro mundo a no tener alternativa.

    El documento se divide en doce cuestiones conceptuales: Las cinco primeras son redundantes. Son especialmente perversas las cuestiones tercera y cuarta. Empecemos por esta última que dice que el gasto militar español es absurdo porque pertenecemos a la OTAN. Justamente es la OTAN la que por permanecer a ella nos obliga a aumentar nuestro gasto militar. 

       Cuando algunos Estados, como el Reino de las Españas, habían disminuido su gasto militar, viene la OTAN/NATO en la que nos metieron de cabeza con el consentimiento de una mayoría asustadiza y adoctrinada, pero nunca de la totalidad, y nos dice que tenemos que ampliar el presupuesto para sufragar la guerra de Ucrania, por ejemplo, que por otro lado han atizado para eso con tal finalidad. 

    Maquiavélica es la tercera cuestión, que sólo puede entenderse desde una óptica belicista, y que dice: que nuestros sistemas de defensa son inútiles porque “no se emplean en guerras y llegan a ser obsoletos sin haber sido utilizados realmente”. ¡Lo que nos faltaba! No entienden nuestros mílites que la obsolescencia de los juguetes de guerra mueve dinero y la obligación de estar siempre al día y de reponer los cacharros inutilizados, pero parece que de lo que se quejan los militares es de no poder estrenarlos en algún conflicto que otro.

       Las otras razones, que pueden reducirse al argumento de "o cañones o mantequilla", son las siguientes: (1ª) Las inversiones en defensa van en detrimento de las correspondientes a sanidad y educación; (2ª) la inversión para la adquisición de los nuevos vehículos blindados 8x8 detrae recursos para gasto social; y (5ª) Con el importe de un Carro de Combate Leopardo podrían adquirirse 440 respiradores.

 

    El 17 de enero de 1936, el ministro de propaganda hitleriano Joseph Goebbels, citando a Hermann Göring, señaló que había que gastar más en cañones, «pues estos nos harán más fuertes, mientras que la mantequilla sólo nos hará más gordos». (Göring no estaba precisamente delgado). A su vez, Benito Mussolini, llegó a imprimir carteles en la Italia fascista justificando que en tiempos de guerra había poca mantequilla, por el gasto militar, con el expresivo texto de que había que elegir entre «burro (mantequilla) o cannoni (cañones)». 

     Los economistas como el premio Nobel Paul Samuelson reutilizan esta expresión para endilgarnos la teoría del "coste de oportunidad", que nos presenta una elección entre cañones y mantequilla y nos plantea el dilema, dado que los recursos de un Estado cualquiera son limitados, de dónde es preferiblemente invertir en armamento o en otras cosas (como garantizar una sanidad suficiente y gratuita a toda la población, resolver el problema del hambre en el mundo, o destinar a educación..., siempre y cuando no consista en adoctrinamiento en valores militares, como se hace en la actualidad en casi todos los centros públicos, subvencionados y privados, convirtiéndose así la educación de las futuras generaciones, es decir, el adoctrinamiento, en un arma poderosa cargada de futuro). 

 

    Es evidente que el dinero dedicado a submarinos o tanques no va a invertirse en hospitales, escuelas, respiradores o gasto social. Con el agravante añadido, además, de que su destino final es la destrucción por activa y por pasiva o, en el mejor de los casos, la obsolescencia programada. Así que no nos detenemos mucho en estas consideraciones peregrinas que caen por su propio peso.

    Lo cierto es que no hay progreso, paso hacia delante, sino que estamos dando pasos hacia atrás: los presupuestos militares aumentan en la medida que la inseguridad y el belicismo se hacen protagonistas en el escenario internacional al tiempo que el mismo problema desaparece de los debates en la política nacional.

    Especialmente espinosa es la cuestión sexta: El Ejército no puede vencer pandemias ni evitar catástrofes, pero colabora humanitariamente en dichas tareas. El argumentario por así llamarlo se ilustra con una fotografía de un militar vacunando a una señora, como si la vacuna sirviera para luchar contra el virus y no favoreciera precisamente la propagación de la pandemia.

    No es el Ejército español el que se defiende en este documento, sino el Ministerio de la Guerra: la misión del Ejército español no es la defensa, sino el ataque. 

    Hacía Fernando Savater en Las razones del antimilitarismo (1984, edit. Anagrama) la siguiente reflexión: Hoy todavía se nos presenta como el mayor mérito de las banderas el que mucha gente ha dado su vida por ellas y pocos se atreven a ver precisamente ahí la mejor razón para detestarlas. Paso a paso, el papel de los ejércitos nacionales ha ido aumentando no sólo hasta convertirse en símbolos, guardianes y encarnación más propia de la patria, sino también en la finalidad principal del Estado al que supuestamente vertebran. Los Estados modernos, incluso los más pacíficos, viven y trabajan para sus ejércitos. "Toda actividad humana y social no se justifica si no prepara la guerra", decía el brutal Lüdendorff en 'La guerra total' (...)"

martes, 26 de septiembre de 2023

La mili de la principessa de Asturias

    Hace ya 35 años un reducido grupo de mujeres entraba por vez primera en las Fuerzas Armadas españolas. Corría el mes de septiembre de 1988. Poco después, en 2001 desaparecía el Servicio Militar Obligatorio, la famosa mili que reclutaba a todos los varones en edad y condiciones de servir a la Patria y al monarca. 

    Desde entonces las mujeres no han dejado de incorporarse voluntariamente a filas, llegando algunas a ocupar importantes cargos, lo que coincidía, por otra parte, con el hecho de que hubiera por primera vez también Ministras de Defensa en el Ejecutivo.  

    Se hacía así realidad aquella divisa de “Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”, y a la hora de mandar daba igual ya el timbre masculino o femenino de la voz de mando, sin que hubiera dejado por ello, ni muchísimo menos, de haber una jerárquica y estricta cadena de mando. Se consideraba que era un logro del feminismo estatal la equiparación con los varones en todos los ámbitos de la vida, incluido el militar.

 
 
    La Zarzuela ha hecho públicas ahora las imágenes de la Principessa de Asturias, doña Leonor de Borbón, exhibiendo su formación en la Academia General Militar de Zaragoza, como hicieron su padre y su abuelo, donde actualmente cursa el primer módulo de Instrucción y Adiestramiento militar. Vemos a la cadete en traje de faena, con un moño en el que recoge la melena de su rubia cabellera -sus compañeros de promoción están todos rapados, parece que a las féminas se les respeta la 'característica' melena aunque deben recogérsela- realizando unas maniobras militares con sus conmilitones, llamada como está a hacerse un Hombre (o lo que es lo mismo para el caso una Mujer) el día de mañana, y abocada, si Dios no lo remedia, a ceñirse la Corona y ocupar la Jefatura del Estado y del Reino de las Españas, que entre otros cargos conlleva según el artículo 62 de nuestra Carta Magna "el mando supremo de las Fuerzas Armadas", que le corresponde al Rey (o en su caso a la Reina, se supone). 
 
    Doña Leonor de Borbón es, por primogenitura, la principessa heredera de la Casa Real, que se ceñirá la corona hereditaria que solo podría arrebatársela un hermano si lo tuviera, dado que según nuestra Carta Magna se prefiere para la sucesión en la misma línea dinástica “el varón a la mujer”, o quizá su hermana la infanta Sofía si decidiera reasignarse sexualmente como varón, para lo que bastaría, según la Ley Trans aprobada en el Congreso, con autodeterminarse como miembro del sexo masculino modificando su asignación en el Registro Civil sin necesidad de someterse a intervenciones quirúrgicas. En ese caso obligaría a su hermana, si quisiera  ocupar el trono, a reasignarse también como varón y convertirse ahora mismo en un caballero cadete, y a hacer valer,  a igualdad de sexo, la primacía por mayoría de la edad.
 
    
La principessa de Asturias, de maniobras

    Curiosa palabra, por cierto, esta de “cadete” que se define como “alumno de una academia militar antes de su nombramiento como oficial” y que no admite moción de género en castellano, aunque sí puede especificarse mediante el artículo: “el cadete”/“la cadete”. Se trata de un préstamo del francés cadet, donde sí tiene un femenino que es cadette. El término francés a su vez procede del gascón capdet 'jefe, oficial', y más atrás del latín tardío capitellum, de donde surge nuestro caudillo, y, si se admitiera el neologismo, caudillete. Pero el Ejército español suele utilizar la fórmula “caballero cadete” para el masculino y “dama cadete” para el femenino, como en el caso de doña Leonor. 

    Nuestro Ejército, por cierto, en su afán de hacerse querer por la sociedad,  ha llegado a nombrar caballeros y damas cadetes honoríficos a diversas personalidades civiles que se han significado por su "afecto, compromiso y apoyo a la Academia General Militar en su tarea formativa y divulgativa". Sin duda, le interesa al Ejército dar una imagen moderna de los militares ante la opinión pública, contribuyendo a crear entre los ciudadanos una necesaria (?) Cultura de Defensa, como dicen, o de la Guerra, como deberían declarar.

    El Ministerio de Defensa publica El decálogo del cadete, que data de 1917, y que no tiene desperdicio. Estas son las virtudes que deben cultivar los caballeros y damas cadetes, como la principessa de Asturias.

  El primer mandamiento del decálogo es amar (literalmente tener un gran amor) a la Patria y fidelidad al Rey -no dice a la Corona, que representaría a la monarquía en general, independientemente del sexo del que la porte, sino al monarca en particular, lo que revelaría su machismo- que se debe exteriorizar “en todos los actos de su vida”: patriotismo y monarquía masculina, por lo tanto. El segundo, tener un "gran espíritu militar": gran amor y gran espíritu por lo tanto: ande o no ande, caballo grande.

    Se ve en el decálogo claramente que el ejército es una estructura jerárquica piramidal y vertical donde el cadete ocupa, como futuro oficial, un puesto intermedio entre sus inferiores, que estarán a sus órdenes, y sus superiores, a cuyas órdenes estará, por lo que se considera una virtud en ese decálogo precisamente “hacerse querer de sus inferiores y desear de sus superiores.”

    El VII mandamiento no tiene tampoco desperdicio alguno: “Ser voluntario para todo sacrificio, solicitando y deseando siempre el ser empleado en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga”. El sacrificio, al igual que el amor y es espíritu militar, ha de ser grande: arriesgado y fatigoso.

    Cuando el Ministerio de Defensa habla de fomentar entre la ciudadanía una "cultura de la Defensa", como hace mucho últimamente, evita mencionar a la bicha innombrable, oculta bajo el uniforme militar de camuflaje, que es la Guerra que siembra Marte, el dios pacificador, guerra que no quiere nadie declarar, pero que ahí está, sin ir muy lejos, como siempre. Debería denominarse Ministerio de la Guerra, como se hacía cuando a las cosas se las llamaba por su nombre (al pan, pan, y al vino, vino, que dice la gente común y corriente con razón).

domingo, 9 de julio de 2023

Escuela de la Guerra

    El pasado 29 de junio la ministra de Defensa y el Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra del Reino de las Españas presidieron la celebración de la quincuagésimo novena edición de los Premios Ejército 2023, que tuvo lugar en la EGE (Escuela de Guerra (sic, literal, así se llama) del Ejército de Tierra) en los Madriles. 
 
    Según la presentadora, la EGE es un "centro docente militar de perfeccionamiento donde se imparten enseñanzas correspondientes a las especialidades complementarias y los cursos de más alto nivel del Ejército de Tierra".  
 
    Omitimos por delicadeza, como siempre que podemos, los nombres propios de la ministra, del JEME y del resto de la cúpula del ejército por insignificantes o poco significativos. Lo importante no es la persona que ocupa el cargo, sino el cargo que ocupan las personas y a ellas las ocupa: los nombres propios vienen y van, los cargos permanecen: principem mortalem, rem publicam aeternam esse
 
Alumnos a las puertas de la Escuela de Guerra del Ejército
 
    Esta gala militar, que se celebra todos los años desde 1945, cuyo objetivo es propiciar la "creación artística y literaria" referida a las Fuerzas Armadas, así como el conocimiento y divulgación de lo que llaman 'cultura de Defensa', suele pasar sin pena ni gloria para la sociedad civil, pero este año se ha producido un hecho singular que ha dado la vuelta a la tortilla porque, como veremos, les ha salido el tiro por la culata, ridiculizando la citada cultura defensiva que resulta al final ofensiva porque ofende al sentido común al mostrarla tal y como es, lo que ha indignado a algunos militares y ex militares como han manifestado en las redes sociales por la rechifla que suponía del propio estamento militar del que forman parte. 
 
 
    Algunos han hablado de "vergüenza, ridículo, deshonra, esperpento...". ¿De qué demonios se trataba? Pues de un número de ballet de una coreógrafa, actriz y bailarina, muy conocida en sus círculos íntimos, en la que ocho bailarines y bailarinas, ataviados y ataviadas con uniformes reglamentarios del ejército español con la enseña nacional, portando armas invisibles, hacían sin querer una parodia de la instrucción militar, ridiculizando la milicia. 
 
  
    No sonaron de fondo los acordes rimbombantes de una marcha marcial de música militar ni la fanfarria de un himno de ardor guerrero, sino una conocida canción pop del cantante negro que quiso ser blanco, Michael Jackson, acusado de pederastia, que acabó suicidándose probablemente con una sobredosis de barbitúricos. El tema, poco marcial, se titulaba They Don't Care About Us, lo que en román paladino quiere decir “No se preocupan de nosotros” o “No les importamos en absoluto”. El título de esta canción alude en particular a la policía y, en general, a las fuerzas armadas, y la letra habla contra la brutalidad de dicho gremio, habiendo adquirido relevancia a raíz de las protestas de BLM “Black Lives Matter”.
 
    Sin duda a la mayoría de los presentes, tras los aplausos finales de rigor, les pareció que la puesta en escena de aquel ballet era poco, por así decirlo, seria, nada solemne ni apropiada para la celebración de los premios de las Fuerzas Armadas, por lo que podía resultar y de hecho así lo creyeron algunos una ridícula pantomima surrealista que a fuerza de imitar la realidad de la disciplina militar y la formación e instrucción de una tropa mercenaria o masa obediente que cumple al unísono órdenes ejecutivas, acababa ridiculizándolas y haciendo una sátira que quizá no pretendía serlo, un número en definitiva contraproducente.
 
    La coreografía, como puede apreciarse en el vídeo adjunto, no tiene desperdicio: armas imaginarias invisibles, órdenes ejecutivas (¡Firmes, ar!), pasos marciales, piruetas y danza modernista. 
 

    Puede compararse la  susodicha coreografía militarista con la de  They don't care about us, un vídeo que ofrece una aceptable traducción al castellano de la letra de la canción, y se entenderá el cabreo no buscado de algunos militares.

  

martes, 10 de mayo de 2022

¡Santiago y cierra, España!

    El Ministerio de la Guerra, que es como se llamaba el hoy sedicente Ministerio de Defensa antaño, cuando al pan se le decía pan y al vino vino, ha llenado de golpe y sopetón el calendario nacional y las plazas de juras de bandera para civiles hasta junio para conmemorar el Día de las Fuerzas Armadas 2022. A comienzos de año sólo tenía prevista una de estas ceremonias de exaltación del militarismo y el nacionalismo que confluyen en el culto a un trapo ensangrentado de tantas vidas como se ha llevado por delante, pero ahora se prodigan por toda la curtida península, islas y ciudades autónomas de Ceuta y de Melilla.

    Una vez finiquitada la pandemia, han vuelto las Juras de (Fidelidad a la) Bandera de personal civil, uno de los eventos más solemnes que existen según el citado ministerio del Gobierno de las Españas, que quiere recordarnos así que no es un acto exclusivamente militar, sino que cualquier ciudadano o ciudadana españoles y mayores de edad que lo desee puede en él participar. 

 

     ¿Qué conlleva el juramento que se toma? Según el Ministerio de la Guerra, la Jura civil es la expresión cívica, pública e individual de lealtad hacia España y hacia los españoles. Se trata de un compromiso de defender los intereses colectivos en que el ciudadano decide por voluntad propia mostrar ante todos que está resuelto a contribuir a alimentar el fetiche del Bien Común.

    La tarde del pasado sábado, en la Plaza Porticada de Santander, se caldeó el ambiente ofreciendo un concierto de música militar -marchas militares para amenizar desfiles militares- a fin de que santanderinos y visitantes disfrutaran, según la prensa local de campanario, “de este ambiente regio y solemne previo a la Jura” que se realizaría a mediodía del domingo 8 de mayo.

 

    En el acto solemne celebrado en la misma plaza declararon su lealtad a la bandera 400 'jurandos', como les denomina el Ministerio, entre los que se encontraba la alcaldesa, varios concejales de la corporación y varios ciudadanos. Una vez tomado el juramento o promesa pública, los 'jurandos' desfilaron ante la Enseña Nacional. Las normas sanitarias desaconsejaban besar la Bandera, pese a que en la mili nos inculcaron que había que besarla (besadla como si estuvierais morreando a vuestra novia, coño, nos decía el sargento chusquero a los quintos de 1985). Bastaba ahora con una leve inclinación respetuosa de cabeza y contact-less al hallarse ante el pendón de la nación. La leve reverencia de los cuatrocientos 'jurandos' no restó emoción al acto, según la prensa local, en el que hombres y mujeres, jóvenes y viejos, expresaron de manera pública y voluntaria, su compromiso con la defensa de España y los valores constitucionales -hablamos de la constitución ontológica de la idea del ser nacional- que unen a todos los españolitos. 


      El Ejército de Tierra, cuyo emblema estilizado está compuesto por un águila rojigualda, que son los colores de la bandera, con corona que representa la monarquía, y con la cruz de Santiago*, que es a la vez una espada con los extremos de los brazos flordelisados, quizá porque el apóstol fue decapitado con una espada por predicar la Cruz, según cuenta la tradición, o tal vez porque los cruzados enarbolaron la espada en nombre de Cristo; y el Ayuntamiento de Santander, la capital de la Montaña,  cuyo emblema reza “muy noble, siempre leal, decidida y siempre benéfica ciudad de Santander”, habían organizado dicho evento en el que se homenajeó a los que dieron su vida por España y que terminó con un milit-¡ar! desfile callejero.

 
¿El ejército de tierra encarna la fuerza de los valores o los valores de la fuerza? 
 
      *¡Santiago y cierra, España! El significado de la frase, con la pausa entre “cierra” y “España” que señala la necesaria coma, no es que haya que cerrar España, como si esta fuera el Complemento Directo del verbo transitivo “cerrar”, aunque así se haya entendido a lo largo de la historia, contra lo que se rebelaba el inolvidable personaje modernista de Valle-Inclán en Luces de Bohemia “Santiago y abre España a la libertad y al progreso”. No, la frase contiene, por una parte, una invocación al apóstol Santiago Matamoros, que es el patrón de las Españas. Y otra invocación final a la propia madre patria. Y contiene, además, la orden militar “cierra”, que en terminología castrense significa trabar combate, embestir, acometer cerrando, precisamente, la distancia ante las huestes enemigas, y cerrando filas -prietas las filas, que también se decía- de modo que nadie abandone como un cobarde desertor -tan necesarios hoy en día los desertores tachados de cobardía- su puesto de combate, dejando huecos que debilitarían la línea defensiva, y eso hay que hacerlo por Santiago, aquel Sanctus Iacobus, Santiago de Zebedeo o El Mayor, que según parece nunca anduvo por esta tierra matando moros ni llegó a Compostela, como hacen tantos peregrinos hoy en su nombre, ni por España siquiera, que en aquel entonces no existía todavía.