miércoles, 29 de mayo de 2024

Carne de cañón

    Leo en uno de esos periódicos gratuitos que pululan en lugares públicos de paso como estaciones de trenes y autobuses un anuncio publicitario de las Fuerzas Armadas patrocinado por el Ministerio de Defensa (entiéndase el eufemismo: de la Guerra, como se decía antes cuando se llamaba a las cosas por su nombre) del Gobierno de las Españas, un derroche gráfico a toda página, en color, con seis fotografías donde se ve claramente a soldados españoles con el pendón rojigualdo en el brazalete, sonrientes en diversos escenarios internacionales: Centroamérica (1990), Bosnia-Herzegovina (1994), Haití (2004), Líbano (2006), Chad y Afganistán (2008): 20 años, que no son nada según la copla. En la enumeración se oculta cuidadosamente la misión de Iraq, como si no hubiera existido nunca, como si no hubieran estado también allí las huestes carpetovetónicas. 


Bella matribus detestata, Jiri Anderle (1936-...)
 
    Son las “misiones internacionales” (sic) de estos nuevos misioneros que ya no van con la Cruz a cuestas sino con la Espada a defender la paz y los derechos humanos, la democracia y la libertad, mercenarios a sueldo del Estado dispuestos a violar sistemáticamente esas cosas para defenderlas, provocando conflictos –ellos nunca dicen “guerras”, sino conflictos, que suena más light y políticamente correcto como la tolerancia-cero que practican- para desfazer entuertos, porque el ejército, cualquier ejército en particular y el ejército en general, es más peligroso que un mono neurótico con dos pistolas al cinto rebosantes de munición en el cargador. Y máxime si se presenta como una hermanita de la caridad de abnegado espíritu de servicio,  cristiano sentimiento del deber y entrega a los demás, amante de la vida aventurera y del lado arriesgado y peligroso de la vida. 

    Más cifras para la reflexión y el escalofrío: 100.000 soldados hispánicos repartidos por 4 continentes del universo mundo en 50 misiones humanitarias (eufemismo políticamente corregido que disfraza los conflictos). Y todo esto bajo el lema de “el valor de servir”.

    Preguntémonos: ¿Para qué o a quién tienen el coraje de servir esos soldaditos españoles de plomo, soldaditos valientes? Sirven en primera instancia a las armas que portan. Las armas, lejos de ser un instrumento del que las empuña, convierten al soldado que las lleva en una herramienta a su servicio: el soldado servirá para apretar el gatillo. También sirven a los Señores de la Guerra que las fabrican y que se frotan las manos vendiéndoselas a países democráticos y genocidas como, por ejemplo, Israel, por no hablar de otras rancias teocracias como Arabia Saudí.

Bella matribus detestata, Georges Rouault (1871-1958)

    ¡Tienen el valor de aprovecharse de la crisis económica para atraer a incautos jóvenes sedientos de novedades con el señuelo de la aventura, con el anzuelo de la estabilidad mercenaria de un sueldo fijo para toda la vida y con el trampantojo del servilismo a ultranza como si se tratara de una inocente ONG! ¡Señora Ministro de la Guerra, y digo bien Ministro porque me resisto a decir Ministra, puesto que la Guerra siempre ha sido cosa de hombres, y si ahora, desgraciadamente, también es asunto de mujeres, es porque se igualan en lo peor a los varones! Señora Ministro, usted que ha sido madre de cuatro hijos, no conoce seguramente el verso de Horacio “bella matribus detestata” que expresó de una vez por todas lo que sienten las madres, a poco que se dejen llevar por los sentimientos de su corazón, por las guerras: aborrecimiento, las aborrecen, deberían aborrecerlas con toda su alma porque las guerras les arrancan a sus hijos de sus entrañas -y ahora podemos también decir a sus hijas- en la flor de la vida.

    Vd., señora Ministro, como madre debería detestarlas también si se dejara llevar por sus sentimientos. Claro que las aborrece, dirá, y se declarará pacifista. Y llegará a decir, en el colmo de los colmos, que el Ministerio que Vd. regenta no es el de la Guerra sino el de la Paz. Y es que hemos llegado a la confusión orgüeliana de llamar a la guerra paz, y a la mentira verdad: el mundo al revés. Seguramente, además, sus hijos no tendrán nunca necesidad de ser carne de cañón, y alistarse en el ejército profesional y mercenario para sobrevivir en la jungla…

1 comentario:

  1. Tampoco olvidemos que casi la mitad de soldados de primera línea son latinos (y no tengo nada contra ninguna nacionalidad, etnia o identidad), por tanto menos "soldados españoles" y más mercenarios. Y si tengo todo en contra de quienes están dispuestos a matar (a los "malos", claro) a cambio de dinero. Más o menos lo mismo que hacen los sicarios. Unos y otros cumpliendo órdenes de sus jefes.

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