jueves, 2 de mayo de 2024

Día internacional del trabajo

    En el cartel institucional del Ministerio de Trabajo y Economía Social del Gobierno de España se lee: "Día internacional del trabajo". La efeméride se festeja con un diseño gráfico bastante ilustrativo de la realidad laboral: En primer término se ve una futbolista, habida cuenta de su larga coleta, que es un guiño feminista a la campeona del mundo y máxima goleadora de la selección española, pisando un balón que en realidad es un reloj que marca las tres y que a la vez parece un sol resplandeciente. Lo más sorprendente de todo es la figura central y lo que significa y conlleva: que el balompié se considere un trabajo y que sea el centro de la composición. 

    Tras ella a la derecha una camarera con una bandeja en alto que va a servir tres vasos de trago largo, o quizá jarras de cerveza; una limpiadora con su fregona y su caldero respectivos, y un albañil colocando ladrillos en un muro tras una hormigonera; a la izquierda, una química con bata blanca, gafas y una probeta de laboratorio; un jardinero con un rastrillo, visera y traje verde con franjas reflectantes amarillas, y un ciclistas que, a primera vista parecería que está practicando deporte, pero que en realidad es un ráider o repartidor de comida rápida a domicilio en bicicleta, que carga a sus espaldas con la mercancía. 

 

    Gráficamente queda así reflejado el mundo del trabajo que se festeja internacionalmente el primer día de mayo, y que en esta ocasión ha sido alentado por el Gobierno de España que reivindica -¿a quién, a los empresarios, al dinero mismo?- "reducir la jornada laboral para vivir mejor", con un eslogan ambiguo donde los haya porque reducir la jornada laboral no significa eliminarla ni muchísimo menos, como podría parecer a simple vista, sino todo lo contrario: reducirla es una forma sutil de fortalecerla, e incluso de aumentarla o intensificarla si se pretende hacer el mismo trabajo en menos tiempo. 

     Como el trabajo no puede ocupar todo el tiempo del que disponemos porque sería insufrible, hay que dosificarlo, hacer que alterne con el ocio, para eso se creó la semana laboral con su fin de semana, lo mismo que las vacaciones, que sirven para recargar las pilas y volver al tajo con renovadas fuerzas y energías. El trabajo justifica así la imposición del calendario laboral con sus días de trabajo y sus festivos, y sus puentes y vacaciones. Sin el trabajo, el calendario no tendría ningún sentido, como tampoco el reloj que cuenta las horas.

 

     Se habla ahora incluso de ampliar el fin de semana a tres días: viernes, sábado y domingo, y reducirla efectivamente a cuatro días, lo que lejos también de acabar con el concepto de "semana laboral", como parece a simple y primera vista, lo que hace es robustecerlo todavía más. 

    El eslogan gubernamental dice "para vivir mejor", porque de alguna manera está reconociendo que el trabajo no es vida propiamente dicha, sino que esta comienza cuando uno sale de trabajar y olvida el sufrimiento acumulado. El eslogan gubernamental parece liberador porque es como si dijera lo que verdaderamente todo el mundo quiere en su fuero interno: Eliminar la jornada laboral para vivir. Pero no dice "eliminar" sino reducir un poco, unas minutos, unas horas, para poder no vivir simplemente, sino sobrevivir un poco mejor. 

 

    Estos buenos propósitos gubernamentales del Ministerio de Trabajo y Economía Social -¿quién ha inventado el sintagma "economía social"?-  no pueden ir acompañados de una reducción de salario y consiguiente merma en los haberes de los trabajadores, sino, paradójicamente, de todo lo contrario: un aumento de sueldo, por eso los trabajadores que han festejado el día internacional del trabajo no trabajando y saliendo a manifestarse a la calle en procesiones organizadas por los sindicatos mayoritarios reivindican "menos trabajo y más salario", lo que lejos de suponer una amenaza para el mercado laboral es su apoteosis. Así los trabajadores pueden ir tirando un poco más, aguantando hasta el día jubiloso de la jubilación en el que dejen de trabajar definitivamente y sigan cobrando por haber dedicado los mejores años de su vida a la servidumbre laboral hasta que mueran.

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