lunes, 6 de mayo de 2024

Fogonazos

1.- Mientras consumimos, se consumen nuestras vidas, que son los ríos que van a dar al mar del centro comercial que es el morir, a donde van todas las existencias convertidas en mercancías a se acabar y se consumir. 
 
2.- Dice una copla popular republicana, o más precisamente, antimonárquica, que es popular por lo que ataca sin defender nada a cambio: Si tu madre quiere un rey / la baraja tiene cuatro: / rey de oros, rey de copas, / rey de espadas, rey de bastos. Otra copla aparentemente antimonárquica, pero que no lo es, y por lo tanto no puede ser popular, reza: El que quiera una corona / que se la haga de viruta, / que la del reino de España / no es para un hijo de puta. La copla no incurre en el imperdonable pecado de injuriar personalmente a nadie por su propio nombre, por ejemplo al monarca actual, mentándole a su (puta, con perdón) madre. Pero sí aparece un nombre propio geográfico, el topónimo España, configurado históricamente como "reino de España". Lo que ataca esta copla es que la corona del reino la lleve un hideputa, y no quien debería llevarla, que no se dice quién pueda ser, pero que tendría que ser un rey (o una reina) de una dinastía de sangre regia, porque no hay reino sin rey (o reina) ni realeza. 
 
3.- (Beatus ille) Feliz aquél que no se toma demasiado en serio a sí mismo y es capaz de reírse de todo y de todos, pero sobre todo y sobre todos de sí mismo y de la imagen que proyecta en el espejo, uno de esos espejos cóncavos como los que había en el madrileño callejón del Gato, que deforman la realidad al reproducirla, convirtiéndola, con la venia de Valle-Inclán, en esperpento. 
 
4.- Para ser lo feliz que se puede llegar a ser, a lo mejor hace falta algo, un poco, de buena salud, o sea, de inconsciencia de las enfermedades que incubamos, y un poco de desmemoria, o sea, de mala memoria, que es la buena porque es la que nos hace olvidar los malos tragos de la existencia, esos momentos que decidimos cancelar como si no hubieran existido. 
 
5.- Dios es el nombre común ascendido a la categoría de nombre propio parejo a la reducción del politeísmo a monoteísmo que le damos a todo eso que se nos impone desde arriba, incluida nuestra propia voluntad propia, y que hace que la realidad se vuelva contradictoria y en conflicto permanente consigo misma: el Estado, el Mercado, el Dinero, el Futuro, el Poder... Por eso el pueblo, que es más sabio de lo que pudiera parecer a simple vista, no niega la existencia de Dios, declarándose ateo, sino que, reconociéndola, la maldice, y por eso ha acuñado como si fuera una moneda de oro puro la expresión popular de la blasfemia: "¡Me cago en Dios!" 
 
6.- No pasa el tiempo. Es mentira que el tiempo pase. En el pasado no puede pasar el tiempo porque, por definición, ya ha pasado. En el futuro tampoco puede pasar porque todavía no ha pasado. Y el presente ¿qué es el presente, sino un punto de encuentro imposible entre lo que ya pasó y lo que no ha pasado todavía? Cuando dices "ahora" el momento que pretendías retener ya es agua pasada, ya no es ahora. No pasa el tiempo, no. Es mentira. ¿Que es lo que pasa, entonces, lo que está pasando ahora? Pasa todo y al mismo tiempo no pasa nada. 
7.-  El modo de producción capitalista no se define por su capacidad de producir riqueza sino, más bien, por su afán de destruirla. Si se considera que la mayoría de las mercancías que se producen hoy en el mundo dentro de seis meses estarán en el contenedor de la basura se comprende enseguida que el capitalismo no fabrica mesas, coches, ordenadores, lavadoras etcétera sino “residuos”, y que el consumidor que se empeña durante seis meses en usarlos como si fueran mesas, coches, ordenadores y lavadoras acaba él mismo siendo consumido por el deseo de sustituirlas lo antes posible por otras, dada la obsolescencia programada. La característica que más define a la sociedad de consumo en la que nos consumimos es que todos los productos que se producen y que los consumidores consumimos están programados para no durar, para durar poco, de manera que cuando se nos estropea algo, nos veamos obligados a sustituirlo en vez de a repararlo. En consumidor consumido, convertido él mismo en un residuo marginal de un sistema económico de producción que no produce, valga la redundancia, mesas, coches, ordenadores, lavadoras etcétera sino ideas, que son su verdadero producto, es decir, basura, o, dicho de otra manera, mierda escatológicamente pura. 

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