martes, 7 de mayo de 2024

Invitación a leer 'La Religión del Capital' de Paul Lafargue

    «El Capital no conoce ni patria, ni frontera, ni color, ni razas, ni edades, ni sexos; es el Dios internacional, el Dios universal; ¡someterá bajo su ley a todos los hijos de los hombres!». 
La Religion du Capital, Paul Lafargue, 1886. 
 
    Paul Lafargue (1842-1911) en La Religión del Capital, que se publicó en primer lugar por entregas en 1886 como folletón de Le Socialiste, y al año siguiente se editó en formato libro, le debe mucho a su suegro Carlos Marx, por supuesto, pero también a toda la literatura socialista y anarquista del siglo XIX, lo que también puede decirse al revés: que dicha literatura le debe mucho y no poco a Paul Lafargue, que, además, puede considerarse un clásico ya de la literatura francesa. Aunque el marxismo esté de capa caída en nuestro siglo XXI, su libro no ha perdido en lo esencial nada de su fuerza subversiva y revolucionaria, que consiste en cambiar nuestra óptica haciéndonos ver la íntima conexión que existe entre la teología y la economía, poniendo de relieve que Dios es el Dinero, la primera y última epifanía de todas las cosas, la que crea todas las demás, incluidas las personas. 
     Este panfleto, que puede leerse aquí en traducción española, se presenta como un conjunto de documentos ficticios que han caído en manos de Lafargue, que habrían sido elaborados en un misterioso congreso celebrado en Londres, al que hombres de todos los países civilizados, entre las lumbreras de la ciencia, la religión, la filosofía, las finanzas, el comercio y la industria, acuden para intentar poner freno al avance de las ideas socialistas, entendido este término en su significado más amplio.
 
    Al Congreso de Londres, que es el primer capítulo, le sigue El catecismo de los trabajadores, a imitación de los catecismos de la doctrina cristiana en los que se dan respuestas cerradas a preguntas también cerradas. A continuación, el capítulo tercero nos presenta El sermón de la cortesana, en el que una prostituta invita a todas las mujeres a prostituirse afirmándose que en nuestra sociedad no hay trabajo más decente que la prostitución, preferible al de las obreras o amas de casa que dependen del trabajo de su cónyuge. Se equipara en este capítulo la prostitución, considerada el oficio más viejo del mundo, con cualquier forma de trabajo, y viene a decirse que cualquier forma de trabajo es una prostitución. El capítulo cuarto lleva un título bíblico: El Eclesiastés o El libro del Capitalista y en forma de aforismos se plantea la cuestión de la naturaleza del Capital como dios, cómo el ser humano es el elegido para su encarnación, cuáles son los deberes del capitalista, y concluye con unas máximas de sabiduría divina y unas ultima verba. El capítulo quinto presenta una retahíla de oraciones capitalistas, con su Credo, Ave Miseria y Adoración del Oro. El libro concluye con las Lamentaciones de Job-Rothschild, el Capitalista, estableciéndose una comparación entre el libro bíblico y el personaje que encarna el capitalismo decimonónico, que sería Rothschild.  

In God we trust.
 
    El panfleto es una irónica mezcla de teología y de economía, formulando la nueva religión del nuevo y verdadero Dios, que es el Capital, o sea, el Dinero. Pese a ser una ficción literaria, los personajes que aparecen en él son todos reales, por ejemplo el legado del papa de la época y el marqués de Salisbury, miembro ilustre de la derecha conservadora británica, o Samuel Morley, uno de los cabecillas de la extrema izquierda radical, o el célebre liberal darwiniano Herbert Spencer... 
 
    El panfleto no ha perdido actualidad. Es más, la actualidad ha venido a corroborar que la religión universal es el Dinero, que exige que todo se convierta en mercancía, y que eso abarque a todo el mundo, habida cuenta de la globalización que hemos sufrido del capitalismo, que todavía en la época de Marx y de Lafargue, cuando se publicó el panfleto, no se había completado, y había lugares que podían decirse que escapaban de su dominio, pero ya se veía venir el triunfo de lo que Lafargue denominó «notre très sainte Église, l'Économie politique officielle», que es la que hoy reina, interconectada digitalmente, desde Silicon Valley hasta Wall Street y las bolsas de todo el universo. 
 

 
    De Paul Lafargue hemos traducido también El derecho a la pereza, que el lector curioso puede leer aquí mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario