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miércoles, 14 de agosto de 2024

Teología y ateología

    La Associaçâo Brasileira de Ateus e Agnósticos (ATEA) defiende el ateísmo luchando contra la discriminación que padecen los ateos y agnósticos en ese país del continente americano, esencialmente católico, para lo que utiliza cartulinas como las siguientes que en lengua portuguesa, que es la que se habla en Brasil, vienen a decir lo siguiente:
    La fe no da respuestas: sólo impide preguntas. 
    La religión no imprime carácter. 
 
    Bajo una imagen de Charles Chaplin, el entrañable Charlot, puede leerse: "No cree en Dios", y bajo una de Adolf Hitler, el sanguinario dictador y genocida: "Cree en Dios".  Es decir no eres mejor persona por ser creyente ni peor por no serlo.
 
Somos todos ateos con los dioses de los demás. 
Si Dios existe, todo está permitido.

    Algunos, como Dostoyesqui escribieron lo contrario: "Si Dios no existe, todo está permitido; y si todo está permitido la vida es imposible". Pues bien, nuestros amigos brasileños, afirman, dándole la vuelta a la frase, que precisamente todo está permitido porque Dios existe.

    Muchos creyentes, sean o no practicantes,  comentan a veces que si a ellos les dicen: “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida”, como pregonaba hace unos años el eslogan de un autobús ateo entre nosotros, cometerían todo tipo de tropelías, desde, por ejemplo, violar o matar a una persona hasta perpetrar un atraco...  


    Ya Rafael Sánchez Ferlosio razonaba en alguno de sus libros o artículos que es cuando te dicen que Dios existe, un Dios como el cristiano, que todo lo perdona, cuando todo te está permitido. Puedes matar, puedes violar, puedes robar, puedes cometer cualquier pecado (o delito en su versión judicial), que el Dios cristiano te concederá el perdón,  siempre y cuando te arrepientas sinceramente, porque Su Hijo murió para redimirnos de la culpabilidad. Es precisamente la creencia en la existencia de Dios, habría que replicarle a Dostoyesqui, la que hace que todo esté permitido siguiendo a Ferlosio, por lo que la vida  resulta imposible.

    Recordemos aquí a Ludwig Feuerbach, que dijo: “Dios no creó al hombre a su imagen y semejanza, como se dice en la Biblia, sino que fue el hombre quien creó a Dios a su imagen y semejanza.”


    El prolífico filósofo francés Michel Onfray publicó en 2005 un libro titulado "Traité d' athéologie" (Tratado de ateología), donde reivindica, frente a la teología tradicional, el estudio de la ateología, hasta entonces relegada. En él fustiga los tres monoteísmos modernos -cristianismo, islamismo y judaísmo-, que comparten una serie, afirma, de idénticos desprecios: odio a la razón y la inteligencia, odio a la libertad, odio a la sexualidad, a las mujeres y al placer, odio a lo femenino, los cuerpos, los deseos, las pulsiones. En lugar de todo eso las tres religiones hegemónicas y monoteístas de nuestro mundo defienden la fe y la creencia, la obediencia y la sumisión, el gusto por la muerte y la pasión por el más allá, el ángel asexuado y la castidad, la virginidad y la fidelidad monogámica, la mujer como esposa y madre, el alma y el espíritu.

    En una entrevista concedida al periódico El País en 2006 reconocía Onfray, con motivo de la traducción al castellano de su tratado:   "(La filosofía que hago) se la debo a Lucrecio. De él aprendí la posibilidad de una moral sin necesidad de Dios y trascendencia. Los hombres se inventan dioses porque no son capaces de mirar la realidad cara a cara".

     Primus in orbe deos fecit timor. Un verso de Publio Papinio Estacio, en La Tebaida, dice lo siguiente: El temor creó el primero en el mundo a los dioses. Viene así a darle la razón a Feuerbach. El miedo, se entiende, de los hombres, por lo que los hombres son los que, temerosos, crearon a los dioses y a Dios, y no al revés. 

martes, 7 de mayo de 2024

Invitación a leer 'La Religión del Capital' de Paul Lafargue

    «El Capital no conoce ni patria, ni frontera, ni color, ni razas, ni edades, ni sexos; es el Dios internacional, el Dios universal; ¡someterá bajo su ley a todos los hijos de los hombres!». 
La Religion du Capital, Paul Lafargue, 1886. 
 
    Paul Lafargue (1842-1911) en La Religión del Capital, que se publicó en primer lugar por entregas en 1886 como folletón de Le Socialiste, y al año siguiente se editó en formato libro, le debe mucho a su suegro Carlos Marx, por supuesto, pero también a toda la literatura socialista y anarquista del siglo XIX, lo que también puede decirse al revés: que dicha literatura le debe mucho y no poco a Paul Lafargue, que, además, puede considerarse un clásico ya de la literatura francesa. Aunque el marxismo esté de capa caída en nuestro siglo XXI, su libro no ha perdido en lo esencial nada de su fuerza subversiva y revolucionaria, que consiste en cambiar nuestra óptica haciéndonos ver la íntima conexión que existe entre la teología y la economía, poniendo de relieve que Dios es el Dinero, la primera y última epifanía de todas las cosas, la que crea todas las demás, incluidas las personas. 
     Este panfleto, que puede leerse aquí en traducción española, se presenta como un conjunto de documentos ficticios que han caído en manos de Lafargue, que habrían sido elaborados en un misterioso congreso celebrado en Londres, al que hombres de todos los países civilizados, entre las lumbreras de la ciencia, la religión, la filosofía, las finanzas, el comercio y la industria, acuden para intentar poner freno al avance de las ideas socialistas, entendido este término en su significado más amplio.
 
    Al Congreso de Londres, que es el primer capítulo, le sigue El catecismo de los trabajadores, a imitación de los catecismos de la doctrina cristiana en los que se dan respuestas cerradas a preguntas también cerradas. A continuación, el capítulo tercero nos presenta El sermón de la cortesana, en el que una prostituta invita a todas las mujeres a prostituirse afirmándose que en nuestra sociedad no hay trabajo más decente que la prostitución, preferible al de las obreras o amas de casa que dependen del trabajo de su cónyuge. Se equipara en este capítulo la prostitución, considerada el oficio más viejo del mundo, con cualquier forma de trabajo, y viene a decirse que cualquier forma de trabajo es una prostitución. El capítulo cuarto lleva un título bíblico: El Eclesiastés o El libro del Capitalista y en forma de aforismos se plantea la cuestión de la naturaleza del Capital como dios, cómo el ser humano es el elegido para su encarnación, cuáles son los deberes del capitalista, y concluye con unas máximas de sabiduría divina y unas ultima verba. El capítulo quinto presenta una retahíla de oraciones capitalistas, con su Credo, Ave Miseria y Adoración del Oro. El libro concluye con las Lamentaciones de Job-Rothschild, el Capitalista, estableciéndose una comparación entre el libro bíblico y el personaje que encarna el capitalismo decimonónico, que sería Rothschild.  

In God we trust.
 
    El panfleto es una irónica mezcla de teología y de economía, formulando la nueva religión del nuevo y verdadero Dios, que es el Capital, o sea, el Dinero. Pese a ser una ficción literaria, los personajes que aparecen en él son todos reales, por ejemplo el legado del papa de la época y el marqués de Salisbury, miembro ilustre de la derecha conservadora británica, o Samuel Morley, uno de los cabecillas de la extrema izquierda radical, o el célebre liberal darwiniano Herbert Spencer... 
 
    El panfleto no ha perdido actualidad. Es más, la actualidad ha venido a corroborar que la religión universal es el Dinero, que exige que todo se convierta en mercancía, y que eso abarque a todo el mundo, habida cuenta de la globalización que hemos sufrido del capitalismo, que todavía en la época de Marx y de Lafargue, cuando se publicó el panfleto, no se había completado, y había lugares que podían decirse que escapaban de su dominio, pero ya se veía venir el triunfo de lo que Lafargue denominó «notre très sainte Église, l'Économie politique officielle», que es la que hoy reina, interconectada digitalmente, desde Silicon Valley hasta Wall Street y las bolsas de todo el universo. 
 

 
    De Paul Lafargue hemos traducido también El derecho a la pereza, que el lector curioso puede leer aquí mismo.

martes, 11 de julio de 2023

Connotaciones

    Connotaciones patriarcales:    El arzobispo anglicano de York sugirió en su discurso de apertura del Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra que las primeras palabras del Padrenuestro, recitadas por cristianos de todo el mundo durante 2000 años, podían ser “problemáticas” debido a su connotación «patriarcal», según el periódico progresista británico The Guardian

Arzobispo de York y primado de Inglaterrra 

     Dijo literalmente: «Si este Dios al que oramos es “Padre” (y sí, yo sé que la palabra “padre” es problemática -the word ‘father’ is problematic, dijo literalmente- para aquellos cuya experiencia con los padres terrenales ha sido destructiva y abusiva, y para todos los que hemos sufrido demasiado debido a un control patriarcal opresivo -oppressively patriarchal grip, literalmente- en la vida), entonces aquellos de nosotros que rezamos esta oración juntos, nos guste o no, lo reconozcamos o no, incluso si con determinación nos alejamos el uno del otro solo dándonos la vuelta para clavar un cuchillo en la espalda de la persona que está detrás de nosotros, somos hermanas y hermanos, miembros de la familia, la casa de Dios».      

    Pater noster en latín, πάτερ ἡμῶν en griego, our father en la lengua del Imperio, padre nuestro en castellano, son, en efecto, las dos palabras con las que comienza la oración que Jesús enseñó a sus discípulos según leemos en Mateo 6: 9–13 y Lucas 11: 2–4 en el Nuevo Testamento. Dichas palabras se refieren a Dios como figura masculina del padre (y no, por ejemplo, femenina de la madre, que en la iglesia católica, puede representar la Virgen María, por algo llamada 'madre de Dios'), lo cual no es problemático, como dice el clérigo, sino significativo.    

     El arzobispo trataba de fomentar con las palabras citadas no el debate, sino la unión fraterna entre las distintas facciones anglicanas, pero su sugerencia de las connotaciones patriarcales del padrenuestro logró todo lo contrario.      

    Ya en febrero, la iglesia anglicana había anunciado que desearía dejar de referirse a Dios con el género gramatical masculino como "he" (él), ya que Dios no puede ser ni macho ni hembra, y preferiría utilizar formas neutras políticamente corregidas. 

     Connotaciones monárquicas: El arzobispo no mencionó que la continuación de la plegaria «Venga a nosotros tu reino» (adueniat nobis regnum tuum, ἐλθέτω ἡ βασιλεία σου, thy Kingdom come) también es ofensiva o problemática para los republicanos, o, más propiamente, para los antimonárquicos, porque sugiere que el Reino de los Cielos es, como su nombre proclama, una monarquía y no una república. Pero quizá, por no levantar ampollas con la corona británica por la reciente coronación del rey Carlos III, que es además el jefe de la iglesia anglicana y fidei defensor o defensor de la fe, el clero no puso en cuestión esta sugerencia, que también, como la del patriarcado, podía ser algo problemática. 

      Connotaciones monoteístas: Y es que es inevitable que la figura de Dios sea masculina, patriarcal y monárquica en nuestro mundo, pero además el arzobispo de York y primado de Inglaterra olvidó que Dios es uno, es decir, que no hay más que un único y sólo Dios en la actualidad, aunque tenga diversos nombres como Dolar, Euro -una vez desaparecidos los diosecillos paganos Franco, Peseta, Lira, Marco...-  Rublo o Yuan, porque estamos en un sistema monoteísta donde el creador y padre de todas las cosas y personas es Don Dinero, como le bautizó Quevedo, algo que sin duda le había pasado desapercibido al arzobispo de York, más preocupado por cuestiones mundanas como el funcionamiento de su propia iglesia, las uniones homosexuales, que se bendicen pero no se casan todavía, y el lenguaje políticamente corregido en cuestiones genéricas que por la teología y religión.   

miércoles, 24 de noviembre de 2021

La nueva variante del virus mutante

    La variante Delta Plus, la última versión actualizada del proteico virus coronado, es mucho más infecciosa y alarmante que la mera variante Delta, como ya sugiere su apellido "plus", y además es inmuno-resistente a las vacunas, incluidas terceras dosis (y cuartas en el caso de Israel), lo que puede elevar el número de contagios a terroríficas cifras de seis ceros en todo el mundo, hecho que preocupa y quita el sueño a nuestras autoridades, empeñadas como están en salvar como sea las vidas de sus votantes y contribuyentes económicos al sostenimiento del sistema. 

     Aun así, nuestro amado presidente del gobierno debe pensar que la clave está en huir hacia delante -progreso siempre, regreso nunca parece ser su lema, esto no lo ha dicho él, lo digo yo-, continuando, esto sí lo ha dicho, 'con esta estrategia de vacunación tan existosa en nuestro país con toda humildad y toda prudencia', ha resaltado las últimas palabras “humildad” y “prudencia” como si quisiera curarse en salud con ellas, proponiendo una dosis adicional a los mayores de sesenta años y a todos los sanitarios y sociosanitarios independientemente de su edad,  y generalizándose lo más probable a partir de enero a todo el mundo.

  La incidencia acumulada de los nuevos casos se acelera hacia una vertiginosa cúspide diseñando una curva difícil de aplanar, y las autoridades, ante este repunte inesperado y astronómico de brotes de contagios, buscan herramientas para contener el avance de los casos sin tener que decretar restricciones impopulares que vuelvan a limitar la vida de toda la población.

Hurgando en narices ajenas

     Pero millones de personas, tanto si están vacunadas como si no, poco importa su estado vacunal, están en peligro de contagiarse o de haberse contaminado ya sin percatarse. 

    A la nueva mutación también se la conoce como "variante asintomática" o 'symptomless variant' en la lengua del Imperio (técnicamente AY.4.2), porque no provoca síntomas.

    Su peligro, por lo tanto, radica en que uno puede haber contraído el virus, enfermar y ni siquiera darse cuenta, porque, en el caso de estar vacunado con la pauta completa, piensa que está protegido, dejando completamente abierta la transmisión de dicha variante a otras personas que ni siquiera sospecharán que pueden haber contraído el virus que es como Proteo, el homérico Viejo del Mar que cambia de forma constantemente y no se deja definir ni atrapar, porque no tienen síntomas, pero de hecho tienen el virus como demuestra la prueba de reacción en cadena a la polimerasa (PCR en la lengua del Imperio) y lo están propagando irresponsablemente. 

    Una pesadilla de ciencia-ficción futuroide que nos brinda la virología que es, por si alguien no se había dado cuenta de ello todavía, nuestra nueva forma de fe científica y teología en la que creen a pie juntillas hasta los más furibundos ateos descreídos.