Mostrando entradas con la etiqueta OMS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta OMS. Mostrar todas las entradas

sábado, 6 de abril de 2024

Contra la OMS

La industria farmacopólica patenta enfermedades que no existen para convertir a las personas sanas en pacientes que toman medicamentos totalmente innecesarios. 
 
La serpiente ponzoñosa que simboliza la farmacia, enroscada en la copa de Higía, hija de Asclepio, dios de la medicina, va cobrando su verdadero significado. 

 
El consumo de fármacos ha aumentado tanto en los países ricos que nos encontramos ante una sociedad medicalizada innecesariamente y por lo tanto intoxicada. 
 
El objetivo del farmacopolio no es sanar a quienes están enfermos, sino enfermar a quienes gozan de buena salud para fidelizar clientes y beneficios económicos. 
 
 
Los médicos, aliados con la industria farmacéutica, recetan medicinas a personas sanas haciéndolas creer que están enfermas cuando no necesitan fármaco ninguno.
 
Los nuevos criterios diagnósticos psiquiátricos alentados por las compañías farmacéuticas hacen que una parte importante de la población necesite psicofármacos.
 
Saben que ampliando criterios diagnósticos, rebajando exigencias que definen enfermedades, aumenta considerablemente clientela, mercado y volumen de negocio.
 

 El médico antiguo intentaba restablecer la salud de los enfermos o aliviarlos, el moderno hace creer a personas sanas que están enfermas de hecho o en potencia.
 
El Ministerio de Educación quiere preparar a las tiernas criaturas infantiles para el futuro inmediato que les espera: los conflictos bélicos y las pandemias.
 
 
La medicina preventiva, al contrario de la curativa, que trataba males reales, trata males potenciales, convirtiendo a todos en enfermos imaginarios de Molière. 
 
Si todo diagnóstico es malo por lo que tiene de fatídica profecía que se autorrealiza, el peor de todos, el más tóxico, es el diagnóstico precoz o asintomático.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

Expertos virólogos

    La enfermedad que supuestamente trajo el virus coronado cosecha del 2019 ha sido la primera gran pandemia del siglo XXI pero no será la única según expertos virólogos, que ya saben o creen saber más bien cómo será la siguiente, que llegará antes de lo que imaginamos, y, aunque no esté bien hablar del futuro cuando no está presente, nos advierten de que puede aparecer en el momento menos pensado, ahora mismo por ejemplo, cuando más descuidados estamos, ya que el aumento de la movilidad viajera por el mundo -todo el mundo es un culo inquieto que quiere moverse para creer que el movimiento existe y se demuestra andando de la ceca a la meca frenéticamente- puede dar como resultado que una enfermedad se expanda rápidamente habida cuenta de la promiscuidad del género humano, poco amigo de la anacoresis. 
 
    Hemos visto cómo la enfermedad del dichoso virus entronizado que al principio tenía una letalidad alta en China fue perdiendo fuelle a medida que se extendía y ganándolo a medida que más se hablaba de él y era más real, pero los expertos creen que la próxima no será tan benigna como la vivida, sino todo lo contrario: será brutal, absolutamente letal, y no quedará vivo ni Dios sobre el planeta. 
 
 
 
   En vista de lo visto, los expertos calculan que China puede ser otra vez el escenario donde vuelva a hacer su aparición estelar el nuevo virus, dado que es una zona del mundo densamente poblada, en la que cualquier virus puede expandirse rápidamente y pasar cualquier cosa. 
 

    Los medios occidentales, de hecho, ya han propagado la noticia de que una nueva y misteriosa enfermedad, una neumonía desconocida, barría las escuelas chinas, y que los niños eran esta vez los más afectados. De hecho la OMS ya se frotaba las manos instando al país a restablecer la imposición de mascarillas y la distancia social ante lo que se pensaba que iba a ser la nueva versión de COVID-19, la 2.0. 
 
    El pobre Tedros, el taumaturgo que quiere dejar de ser nuestro consejero espiritual sanitario porque nos quiere gobernar a todos, ya se frotaba las manos ante la posibilidad de poder sacarse de la manga otra pandemia como aquella que vivimos peligrosamente, pero resulta que van los chinos y le dan en los morros diciéndole ahora que el aumento de enfermedades respiratorias que se está produciendo ahora mismo en ese gran país se debe a gérmenes estacionales y no a “patógenos inusuales o nuevos”, según quería el director general de dicha Organización. 
 
    ¡La cara de tonto que se le habrá quedado al pobre Tedros! Pero no nos preocupemos: las vacunas y los nuevos protocolos de seguridad que ya está diseñando la OMS y sus expertos nos salvarán, como salvaron tantas vidas... 
 
 

 
    Cuando alguien hace afirmaciones supuestamente científicas que no pueden comprobarse empíricamente como esta que acabamos de formular y las damos como verdades absolutas, reconocemos enseguida que es un político, es decir, un mentiroso: que está mintiendo, porque está gobernando y porque gobernar es mentir. Me refiero a afirmaciones como: "Las vacunas han salvado millones de vidas". Nunca sabremos qué hubiera pasado sin las presuntas vacunas, pues no ha ocurrido, por tanto no es comprobable, pero sí sabemos lo que está pasando: que la gente joven ¡y vacunada varias veces! que no tenía que morirse todavía porque las parcas no habían cortado el hilo de sus vidas, se muere, se sigue muriendo inexplicablemente de repente...

viernes, 3 de noviembre de 2023

La Enfermedad "X"

    El término "Enfermedad X" fue acuñado en febrero de 2018, antes de declararse la pandemia de la enfermedad del virus coronado, por la Organización Mundial de la Salud (Org. en adelante) para describir una hipotética enfermedad desconocida que podría causar una pandemia gravísima en el futuro. La Org. incluyó dicha X Disease en su lista de enfermedades prioritarias para la investigación y... el desarrollo de vacunas. 
 
 
    Lo de llamar a la Enfermedad “X” viene, sin duda del lenguaje matemático, donde la X representa la incógnita algebraica de la ecuación que hay que despejar. La Org. bautizaba así a una enfermedad desconocida que podría surgir repentinamente y propagarse rápidamente en cualquier momento, causando una grave epidemia o pandemia, una enfermedad infecciosa en potencia aristotélica que representaba una amenaza siempre futura para la salud pública mundial. 
 
    La Org. incluía la enfermedad incógnita en su lista de enfermedades prioritarias para asegurarse de que los investigadores estuvieran preparados para afrontar el reto de una amenaza futura y pudieran desarrollar rápidamente las herramientas necesarias no para tratar la enfermedad y curarla sino para prevenirla, si surgía. Nos hallamos ante el triunfo de la medicina preventiva sobre la curativa, que ha sido desplazada por aquella.
 
    La Org. considera que las vacunas deben crearse rápidamente, porque la Enfermedad Desconocida podría superar a la del virus coronado. Los expertos de salud mundial, según el periódico italiano Il messagero, consideran que ya está llegando la siguiente pandemia que podría matar a muchísimos millones de personas más que la anterior. Sólo hace falta que se declare, que la declaren. ¿Cómo podemos imaginar esa enfermedad desconocida? 
 
 
    Sin duda hay que recurrir a la crónica de otras enfermedades pasadas de gran letalidad, que habitan en el inconsciente colectivo de nuestra memoria histórica. Esa enfermedad incógnita podría ser la peste, que aunque se considera agua pasada, rebrota de vez en cuando en algunas partes del mundo, especialmente en áreas donde la higiene es deficiente y hay una alta densidad de roedores, ya que la bacteria se transmite principalmente por las pulgas de los roedores infectados. 
 
    La vieja peste se presenta en tres formas principales: bubónica, septicémica y neumónica. La forma bubónica de la peste, la más común, provoca inflamación y dolor en los ganglios linfáticos. La  septicémica puede causar una infección generalizada en todo el cuerpo y la neumónica puede provocar una infección pulmonar grave y ser altamente contagiosa. La enfermedad X por venir podría ser una de estas tres pestes, una combinación explosiva de ellas...  o ¿no será acaso que ya ha sucedido, que la X Disease era la pandemia cuyas secuelas todavía colean, a la que se adelantó un par de años la Org. profetizándola? 
 
    La Org. está fomentando la Investigación en Ganancia de Función (Gain of Function, abreviado en GOF en la lengua del Imperio). ¿Qué quiere decir eso? En principio parece algo positivo. ¿Quién, en su sano juicio, no querría ganar o recuperar funcionalidad en el caso de haberla perdido? Imaginemos que nos han amputado una pierna y nos implantan una prótesis que nos permite usarla de nuevo. Sería estupendo adquirir la funcionalidad que teníamos y que hemos perdido. Bienvenida sea, en este caso, la ganancia de función. Pero la Org. no está trabajando en eso, que corresponde al ejercicio curativo de la medicina, sino en "adelantarse a la naturaleza", lo que entra dentro de la medicina preventiva.
 
Pigmalión y Galatea, Angelo Bronzino, (1530)

 
         Partimos de la presunción de que nos va a llegar un patógeno mortal, la inminencia de la Enfermedad X que tendrá la capacidad de infectarnos de una manera fulminante contra la que no estamos preparados, y para adelantarnos a esa posibilidad, creamos nosotros dicha Enfermedad que no ha llegado todavía y que acaso no llegue nunca. Estamos lanzando una profecía y haciendo que se cumpla. Vamos a crear el monstruo que queremos combatir. Es lo que se ha denominado el efecto Pigmalión, recordando al personaje mitológico que se enamoró de Galatea, la estatua que había creado y que gracias a su amor cobró vida. O, sin recurrir a la mitología dorada, es el caso del bombero pirómano: que provoca un incendio para poder apagarlo. Y no lo hacemos por maldad o por ignorancia, sino para prevenir el problema y que no nos pille desprevenidos por sorpresa: fabricamos un virus terrible a fin de inventar una vacuna contra él. Creamos un problema que no existe para solucionarlo.
 
    Pero, sin embargo, la pandemia vivida, que no era más que un ensayo de control de la población y de imposición farmacológica generalizada, no es la Enfermedad "X", porque ésta, como su nombre matemático indica, es una pandemia esencialmente futura, que todavía no tiene nombre, diseñada por la Org., como hemos dicho, desde su Asamblea de 2018. La Enfermedad X está por venir. No se conocen todavía sus síntomas, si es que va a ser una pandemia sintomática, porque podría ser asintomática... Es la amenaza que se cierne sobre el planeta y todos sus habitantes. La emergencia, por lo tanto, no se ha acabado. Sólo estamos en una tregua, porque la emergencia es la nueva normalidad, la nueva forma de gobierno neo-liberal de cosas y personas.

miércoles, 7 de junio de 2023

Contra la Organización (erre que erre)

    Una publicación del Parlamento Europeo de fecha 25 de septiembre de 2020, cuando estábamos inmersos o, mejor, sumergidos involuntariamente en plena pandemia decretada por la Organización Mundial de la Salud (en adelante, la Organización a secas), por lo que no le prestamos mucha atención al dato, reveló que la Organización tenía  conflicto de intereses.

    Conviene aclarar este concepto de “conflicto de intereses” antes de seguir adelante y que se nos tache de complotistas o conspiracionistas paranoicos por denunciar lo que es en toda regla un complot o una conspiración. Es fácil de entender y se comprende enseguida  el concepto: Los conflictos de interés son situaciones en las que se entrecruzan el interés humanitario que declara una persona o una institución para justificar sus acciones o decisiones y el interés secundario subyacente y no confesado, por otra parte, que es el principal y que se mantiene oculto porque es de tipo económico o, lo que es lo mismo, personal y privado, por aquello que ya decía Píndaro de que el hombre es dinero, lo que implica que también sea político. A la Organización nuestra salud no le importa lo más mínimo, o le importa un carajo, sólo le preocupa el fetiche biempensante de la Salud Mundial tras el que se parapeta.

 

    Según esto, el interés primario o declarado de la Organización sería, como su nombre indica en la lengua el Imperio, la “world health”, es decir, la salud del mundo o del globo, como dicen ahora como si hiciera falta insistir en la redondez del planeta, para que no se les tache de terraplanistas, pero el interés secundario y no confesado es acrecentar su peculio económico y por lo tanto su capital también político, porque lo uno va ligado inextricablemente con lo otro, lo que consiguen gracias a los mecenas que financian su labor.

    ¿Quiénes son esos filántropos? Pues bien, la susodicha publicación oficial del engendro belicista de la Unión Europea dice literalmente: «La OMS está financiada en un 80% por donantes privados y en un 20% por contribuciones de los Estados miembros. La Fundación Bill Gates, que es uno de los mayores defensores de los organismos modificados genéticamente del mundo, es ahora uno de sus principales colaboradores…». 

 

    La Organización, por lo tanto, es una entidad privada, subvencionada en un 80% con capital privado y sólo en un 20% con dinero público de los Estados miembros. Conviene decirlo porque mucha gente ingenua cree todavía que la Organización es una institución pública y benéfica, una suerte de hermanita de la caridad sin ánimo de lucro, cuyo interés es, como su nombre indica, la salud y bienestar de la gente. 

    Independientemente del origen del dinero público o privado, la Organización es una institución non sine animo lucrandi, que aspira, sin embargo, a imponer su política sanitaria a todo el planeta so pretexto de salvar a la Humanidad de futuras pandemias reales o imaginarias, para el caso da igual, cosa que ya hizo con la servidumbre y complicidad vasallática de la mayoría de los gobiernos durante estos tres años pasados.

 

    El caso es que la Organización ha firmado el 5 de junio en Ginebra con la Comisión Europea “una iniciativa histórica para fortalecer la seguridad sanitaria mundial”, según su rimbombante nota de prensa La Organización quiere hacer extensible a sus estados miembros el pase digital europeo, convirtiéndolo en un "bien público global".

    Este futuro sistema global de certificación pretende ayudar a facilitar la movilidad y proteger a los ciudadanos de todo el mundo contra las amenazas actuales y futuras para la salud. El proyecto es crear un certificado digital internacional “de buena salud” expedido por la Organización, incluyendo la cartilla digital de vacunación. Los amantes del control por el control están de enhorabuena. 

 


    La Unión Europea establece un estándar mundial con 80 países y territorios conectados al certificado digital, que facilitaría los viajes y el turismo internacional, unos viajes y un turismo que previamente se restringirán cuando se declare una pandemia o cualquier otra emergencia sanitaria, que puede ser climática, por ejemplo también.


Ovejas, Pawel Kuczynski
 
(Lástima que al subir la última imagen se haya borrado el final de la entrada, que no soy capaz de recuperar. En fin, cosas que pasan y que parece que no tienen remedio. Se trataba de una invectiva contra la Organización, que pretende, erre que erre, hacer extensivo el certificado digital de la Unión Europea dándonos un salvoconducto o pase sanitario para que podamos viajar falsamente seguros, sanos y salvos, cuando se prohíba previamente viajar  por razones sanitarias. )

viernes, 26 de mayo de 2023

La Organización ataca de nuevo

    Poco después de haber declarado a primeros de mayo el fin de la emergencia internacional por la pandemia coronaviral tras tres largos años, en los que se habrían contabilizado, según datos oficiales, 765 millones de diagnósticos de contagios y casi siete millones de muertes, incluida entre las fallecidas la vieja gripe, que ha acabado resucitando milagrosamente ahora, la Organización Mundial de la Salud (en adelante, la Organización, a secas), por boca de su director general, el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha alertado en la Asamblea Mundial de la Salud que se está celebrando estos días en Suiza de que "sigue existiendo la amenaza de que aparezca otro patógeno con un potencial aún más mortífero". 
 
    ¿Qué pretende con esta declaración terrorífica la Organización? En primer lugar empoderarse más aún de lo que ya está  y en segundo lugar, continuar propagando para ello el miedo, que es el virus más contagioso y letal que puede haber, no vaya a ser que la gente se descuide un poco, como parece que estaba empezando a pasar, se despreocupe de su salud y comience a vivir sin miedo.
 
    La Organización no quiere perder el protagonismo adquirido, quiere afianzarlo, por lo que pretende que la gente y las instituciones estén sobreaviso y preparadas para que, cuando surja la próxima pandemia, la respuesta sea "decisiva, colectiva y equitativa".
 
    El Director General, el señor Tedros, ha instado a los países a no demorar más la aprobación del tratado internacional que le confiere a la Organización que regenta plenos poderes ante futuras pandemias, forzando así a tomar medidas colectivas tanto farmacológicas como no farmacológicas que afectarán a todo el mundo: vacunas, confinamientos, mascarillas, cuarentenas...  
 
 
    Sería, desde luego, más saludable y seguro para la salud de la humanidad no firmar ese acuerdo o, como ha dicho un eurodiputado croata, firmar un acuerdo con el cartel colombiano, que sabe más de drogas que la Organización.  
 
    No podemos olvidar que durante la pandemia coronaviral la Organización no ha hecho más que contradecirse y mentir, comenzando por la más gorda de todas las mentiras: que había una emergencia global. Además de propagar el pánico, por lo que debería ser considerada una organización terrorista,  nos ha engañado constantemente: “Hay un virus nuevo y desconocido” -y resulta que era más viejo que el catarro de Matusalén-, “La vacuna protege de enfermar gravemente y de morir” -y ya se ha visto a cuántos ha enfermado gravemente y se ha llevado por delante al otro barrio antes de tiempo- “La vacuna es segura y eficaz en un 82%” -y no se sabe muy bien para qué ni para quién era tan segura y eficaz-...     
 
    La Organización es un peligro para la gente, igual que un mono borracho con dos pistolas. Sería bueno para la salud de todos y cada uno de nosotros que se auto-disolviera: Mejor desorganizados.  
 
    Pero Alemania marca la pauta: El Bundestag, que es su órgano federal legislativo supremo, otra organización, ya ha decidido, por una amplísima mayoría democrática parlamentaria, ceder su soberanía sanitaria a la Organización y, por lo tanto, a la industria farmacéutica que la subvenciona.

martes, 9 de mayo de 2023

Haciendo balance: peor el remedio -el inóculo- que la enfermedad.

    Ahora que la OMS da por finiquitada la catastrófica pandemia universal, y que el BOE, o sea El País sentencia en su editorial del ocho de los corrientes titulado el “Fin oficial de la covid” (sic, en femenino) que hemos dejado atrás la mayor amenaza sanitaria que ha tenido que afrontar la humanidad desde la mortífera gripe de 1918 (tal cual), es hora de hacer balance.

    El editorialista de El Periódico Global se deshace en elogios apologéticos de la 'vacuna'. No es extraño cuando, consultando la página de las subvenciones de la  Bill and Melinda Gates Foundation, comprobamos que Ediciones El País, S.L. recibió en octubre del año pasado una cuantiosa subvención de 1.205.016 (un millón doscientos cinco mil dieciséis) dólares norteamericanos a fondo perdido por su contribución a la “Global Health and Development”, o sea al Desarrollo y la Salud Mundial, a través de la “Public Awareness and Analysis”, es decir, gracias al análisis y a la concienciación pública que lleva a cabo la línea editorial del rotativo.

 

     El editorialista lamenta, claro está, que las eficientes (?) 'vacunas' no llegaran a todo el globo y que los países pobres, donde la mortalidad fue por cierto bien escasa, se hayan quedado desprovistos de ellas, pobrecitos: Pero no hay que olvidar que muchos países pobres siguen desprotegidos por falta de vacunas, lo que constituye uno de los fracasos más lamentables de la estrategia mundial contra la pandemia. Fue un gran hito desarrollar vacunas eficaces en tan poco tiempo, pero ese éxito científico -le faltó también el eufemismo 'letalis'- no se ha completado con una estrategia justa de distribución en el ámbito planetario.

    El éxito se debe a que hemos alcanzado un grado de inmunidad (les ha faltado decir 'rebañega') inducida por las vacunas o por la respuesta natural a la infección suficientemente amplio como para mantener el patógeno bajo control. Admiten al menos -les ha costado, pero lo admiten al fin y a la postre- que la inmunidad no se debe exclusivamente al inóculo, sino también a la respuesta natural, es decir, a la exposición al virus, una exposición que, so pretexto de protegernos, nos prohibieron a nosotros encerrándonos 99 días y sus respectivas 99 noches aquí en España, por poner el caso, donde padecimos uno de los confinamientos más severos del mundo, según palabras de nuestro propio presidente que lo decretó sin empacho y que nos vendió que la vacuna era la libertad. Lo dijo tres veces quizá por aquello de que no bastaba una dosis, sino tres. 

 

    Sin embargo  nuestro benemérito Periódico Global advierte, citando a la propia Organización, también subvencionada por la mentada Fundación del señor y la ex señora Gates, lo siguiente: La extinción de la emergencia según la OMS no elimina las secuelas de la pandemia, entre ellas la covid persistente. Bonita contradicción: oficialmente ha finalizado, pero, sin embargo, persiste "la" covid persistente, valga la redundancia: Afecta a entre el 10% y el 15% de las personas infectadas, incluidas muchas que ni siquiera tuvieron que ser hospitalizadas. Se trata de un cuadro muy amplio de afecciones, que aqueja mayoritariamente a personas de entre 30 y 50 años. En España puede alcanzar a 1,5 millones de personas, muchas de ellas aún por diagnosticar. Todavía se investigan las causas, pero la hipótesis más plausible es que persisten en el organismo partículas virales que provocan una respuesta inflamatoria permanente con muy diferentes y a veces graves afecciones, también en el ámbito de la salud mental.

    ¿No será, me pregunto yo, que lo que persiste no es "la" covid, sino las secuelas de la 'vacuna'? ¿No será que ha sido peor el remedio -la inoculación- que la enfermedad? 

    La mortalidad ha sido baja en todos los países del mundo pese al dato que manejan la ONU y la propia OMS de que las muertes por covid-19 sumarían quince millones en los dos primeros años de la pandemia. 

    Según el editorial que estamos comentando de nuestro benemérito Periódico Global, alias El País: A día de hoy ha dejado un balance de 765 millones de contagios notificados —la cifra real nunca se llegará a saber— y 6,9 millones de muertes oficialmente registradas, aunque la propia OMS estima que la cifra real supera los 20 millones

    Muy significativo el inciso entre guiones de que la cifra real nunca llegaremos a saberla. 

    Si hubo un exceso de mortalidad fue de ancianos, personas con problemas cardiovasculares y respiratorios a los que se les dejó morir literalmente porque se dijo, falsamente, que no había tratamiento para sus dolencias hasta que no saliera una vacuna. El inóculo salió deprisa, corriendo y mal, con carácter experimental y no impedía contagiarse ni transmitir la enfermedad.  Como la gente se inoculó mayoritariamente y pilló la enfermedad, cuya letalidad era baja, se difundió la idea de que la sospechosa sustancia protegía de las formas graves y de la muerte, hasta que se fue viendo que tampoco eso era verdad, aunque algunas almas cándidas creyeron que gracias al inóculo habían sobrevivido y salvado su vida y se dijeron aliviadas: ¡Menos mal!

    A la hora de hacer balance, salta a la vista que ha sido peor el remedio, insisto, que la enfermedad. Y con el remedio me refiero a la salvífica 'vacuna', auténtica hostia consagrada, y a las medidas que impusieron la mayoría de los gobiernos, salvo el sueco y pocos más, que no sirvieron para nada bueno, la verdad.

    Hoy esa “nueva” enfermedad se llama gripe, bronquitis, catarro, neumonía, trancazo, y se puede tratar como siempre se han tratado esas enfermedades, sin recurrir a ningún producto experimental mágico y maravilloso, que al final ha resultado que no sólo no era eficaz y seguro, como cacareaban al unísono políticos, periodistas orgánicos y personajones de la tele, sino francamente tóxico, lo que se traduce, ahora sí, en un aumento de la mortalidad por causas desconocidas que nadie se explica, así como en un incremento de miocarditis, trombosis, accidentes cerebrovasculares, embolias, cánceres, además del aumento significativo de la esterilidad que afecta tanto a varones como a mujeres. 

La gran ola de Kanagawa, Hokusai (1831)
 
     No hay que bajar la guardia, señala el benemérito rotativo subvencionado por la Fundación de Bill y Melinda: Que la covid-19 haya dejado de ser una emergencia sanitaria global no implica que la pandemia haya terminado. La lección más potente para el futuro está en saber prever y articular un mecanismo de gobernanza y solidaridad global que permita dar una respuesta más justa y equitativa ante una eventual futura amenaza.

   Habrá que tener cuidado con la articulación de ese "mecanismo de gobernanza y solidaridad global" que proponen y es como para echarse a temblar ante una eventual amenaza futura mortífera siempre por venir.

domingo, 7 de mayo de 2023

THE pandemic END

    En el cómic, publicado en 2017 bajo el título de 'Astérix en Italia', los dos simpáticos protagonistas, Astérix y Obélix, incorrecto este último políticamente dada su obesidad mórbida,  se enfrentaban en una carrera de cuadrigas (mejor que cuádrigas que tanto se oye), que son los carros tirados por cuatro caballos -había también bigas y trigas de dos y tres respectivamente-,  a un tal Coronavirus, sí, así se llamaba, que era un malvado personaje... enmascarado.

    Hay un guiño indudable en el cómic a la espectacular carrera del circo de la película Ben-Hur de William Willer (1959): los caballos de Astérix son blancos como la nieve inmaculada, y representan el bien, mientras que los del auriga enmascarado (y su fiel Bacillus) son negros como los del pérfido Mesala, y personifican, por lo tanto, la maldad. 
 
 
    Astérix y Obélix, los personajes antológicos creados por Uderzo y Goscinny y recreados por los actuales encargados del cómic, Jean-Yves Ferri y Didier Conrad, se enfrentan a un misterioso rival, llamado 'Coronavirus', o sea el virus o veneno coronado.
 
 
    Los irreductibles galos que poblaban aquella "aldea que resiste, todavía y siempre, al invasor", tuvieron que vérselas con el fiero Coronavirus, que no era tan fiero sin embargo como lo pintaban los políticos y los medios de comunicación, ni tan invencible como parecía,  porque, a punto de ganarles la partida, sufre un accidente en el último momento a escasos metros de la meta, lo que origina su derrota y la victoria de los simpáticos amigos. 
 

     Al despojarse Coronavirus de la máscara, el lector descubre que, tras ésta, se escondía, no podía ser menos, el virus más mortífero que hay, el mismísimo Julio César, el enemigo invasor imperialista y globalizador ávido de hacerse con el triunfo, el Poder absoluto. 
 
    Téngase en cuenta que el término 'coronavirus' data de los años 60 del siglo pasado y que hay una docena de tipos conocidos de virus coronados, todos ellos inofensivos, pero este era el más pernicioso de todos, porque no era un inocuo virus, como ha quedado demostrado, sino el mismísimo Poder que nos confinó entre las cuatro paredes de nuestro dulce hogar, nos obligó a enmascararnos y a guardar la distancia con los demás y sólo nos concedía un salvoconducto para viajar y acceder a eventos sociales si nos inoculábamos una sustancia experimental que ha resultado al fin y a la postre más peligrosa que la novedosa enfermedad más vieja que el catarro que pretendía combatir. 


     Y resulta que viene ahora la OMS, y el señor Tedros Adhanon  Ghebreyesus que la regenta se quita la mascarilla, y pone fin a la farsa pandémica tres años después de declarada la 'emergencia sanitaria internacional' digna de la doctrina secreta del doctor Knock con veinte millones de víctimas, según su falaz estimación, a sus espaldas, muertos que justificarían las injustificables medidas implementadas. Y todavía habrá algún gilipollas que crea que, si no hubiéramos hecho lo que hicimos, obedeciendo a los que nos lo mandaron, habríamos muerto todos, o, al menos, ya que no la totalidad, la mayoría.
 

sábado, 8 de abril de 2023

De la invención de enfermedades y de las presiones de la Industria Farmacéutica (y II)

     2º.- De las presiones de la Industria Farmacéutica:

    Más jugosa, si cabe, resulta la entrevista que el presentador estrella de la Sexta, Jordi Évole, le hace dentro del mismo programa, que puede verse completo aquí, al que fuera Director General de Salud Publica del Ministerio de Sanidad y Política Social de 2008 a 2013, durante el gobierno de Rodríguez Zapatero,  el señor Ildefonso Hernández a propósito de la epidemia que no cuajó como pandemia de la Gripe A. (Transcribo sólo desde el minuto 30 hasta el 33, pero toda la entrevista es bastante enjundiosa y no tiene desperdicio).

Entrevistador. -Tú eras el Director General de Salud Pública en un momento crítico como cuando surgió el tema de la Gripe A.

Ildefonso Hernández. -Sí.

Entrevistador.-¿Recibisteis muchas presiones para comprar la vacuna de la Gripe A?

Ildefonso Hernández. -Bueno, había presiones por todos los lados. Había la presión hasta de los medios de comunicación, la pregunta de si va a haber vacunas para todos. Había la presión a nivel de la Unión Europea porque había países productores en algún caso que fomentaban el que la decisión conjunta fuera comprar el cien por cien de vacunas, es decir, vacunas para el conjunto de la población. Y había presiones desde distintos ángulos.

 Entrevistador.-¿Recibiste presiones en ese momento por parte de la industria farmacéutica?

Ildefonso Hernández. -Las empresas farmacéuticas querían conseguir la máxima rentabilidad de su vacuna pandémica. Por lo tanto, lo que querían era acelerar los contratos, conseguir el número máximo de vacunas, poner alguna cláusula que tal vez... por ejemplo, los efectos sec-... adversos de la vacuna no fueran responsabilidad del laboratorio...

Entrevistador. -Ah o sea además: estar con las manos limpias si pasaba algo.

Ildefonso Hernández. --Bueno, cada uno intenta pues poner las cláusulas que cree convenientes para sus intereses.

Entrevistador.-Y esa no coló.

Ildefonso Hernández. -No.

Entrevistador.-¿Costó que no colase?

Ildefonso Hernández. -Bueno siempre, estas cosas cuestan siempre, sí.

Entrevistador.-¿Cuánto dinero público nos gastamos al final en prevenir la famosa gripe A?

Ildefonso Hernández. -En conjunto unos en torno a los 98 millones de euros.

Entrevistador.-¿98 millones de euros que fueron a parar a un laboratorio farmacéutico?

Ildefonso Hernández. -No, a varios.

Entrevistador.-A varios, se lo tenían repartido. Y con todas esas vacunas que no se pusieron ¿qué se hizo?

Ildefonso Hernández. -Bueno, todos los fármacos, cuando no se utilizan, después se destruyen. 

Entrevistador.-A toro pasado sobre el tema de la gripe A, ¿tú crees que la industria os coló un gol como gobierno?

Ildefonso Hernández. -(Silencio significativo y meditativo)... No estoy seguro... Yo lo que he aprendido de esta situación es que casi todas las instituciones que están implicadas tienen que revisar su funcionamiento y tienen que mejorar su imparcialidad y su independencia, empezando por la Organización Mundial de la Salud...

Entrevistador.- ...Que ahí no estuvo muy independiente.

Ildefonso Hernández.- Bueno, la persona que era la responsable del programa Gripe de la Organización Mundial de la Salud después pasó a la Industria. De hecho es una persona que me contactó como unos seis meses antes de la pandemia de Gripe A, ofreciéndome vacunas prepandémicas... Y me dijo doctor Hernández, no sé si se acuerda de mí que yo estaba en la OMS y ahora estoy en tal empresa y tenemos unos productos que pueden ser interesantes...

Entrevistador.- ¡Qué bien!, ¿no?

Ildefonso Hernández.- Bueno, es sorprendente.

domingo, 13 de noviembre de 2022

Breve memoria histórica (tercera y última parte)

    Hemos visto que el salvífico suero no protege al individuo contra la enfermedad y no previene su transmisión comunitaria tampoco, no cumpliendo por lo tanto ninguna de las dos funciones esenciales asignadas tradicionalmente a una vacuna. 

    Si la inutilidad o falta de necesidad fuera su único defecto, no sería algo demasiado dramático ni trágico. Sin embargo, a esta inutilidad hay que añadir, lamentablemente, numerosos y graves efectos indeseables, que se han dado en llamar 'secundarios' dando a entender que no son 'primarios' o deseados. También se han denominado 'colaterales', con expresión tomada del periodismo bélico, y 'marginales' en lugar de 'directos', minimizando su importancia. Entre estos efectos se encuentran no solo numerosas enfermedades, sino también la muerte, hasta el punto de que el riesgo de morir en caso de aparición de uno de ellos es mayor que el de morir por la enfermedad del virus coronado en caso de haber contraído los síntomas del síndrome. 


    El reconocido cardiólogo británico Assem Malhotra, basándose en estudios israelíes y estadounidenses con datos claros y precisos, afirma que hay un aumento del 25% en ataques y paros cardíacos asociados a la inoculación y no a la enfermedad del virus coronado, por lo que aquella provoca más daño que protección no solo a los jóvenes sino también a los mayores de 60 años, y propone que se suspenda el proceso de inmediato. La primera parte del estudio puede consultarse aquí y la segunda parte aquí.

    En conclusión, estamos en presencia de unos productos que no protegen de la enfermedad, no evitan su transmisión y que, además, provocan efectos adversos graves, incluida la muerte. No es inocente el hecho de que hayan sido denomiandos 'vacunas', cuando pueden llamarse con mayor razón 'quimioterapia'.

    Y si sabemos que  la terapia en cuestión es una nueva terapia génica (ARNm) diferente de las vacunas ordinarias, que se comercializó precipitadamente, sin pasar por todas las fases ordinarias de ensayo y control, que se autorizó sobre la base de estudios chapuceros realizados únicamente por los fabricantes del producto, estaba al alcance de cualquier persona sensata considerar que la sustancia en cuestión podría tener efectos secundarios nocivos, cuando no peligrosos como enfermedad, discapacidad e incluso la muerte.


     Aunque las autoridades sanitarias reconocieran socráticamente ahora en un arrebato de sinceridad que no sabían nada sobre las consecuencias de los pinchazos a medio y largo plazo que se están viendo ahora, y que actuaron por la urgencia que exigía la gravedad de la situación, no dejarían de ser responsables en el mejor caso de lo que se llama en derecho un “dolus eventualis”, porque deberían haber actuado con la cautela de no recomendarlas precisamente por eso. 
      La Organización Mundial de la Salud, que tiene como objetivo que no oculta vacunar a todo el mundo, cuyos financiadores privados son la Fundación Bill y Melinda Gates y GAVI, sigue presionando mucho para que la gente se ponga las vacunas contra la enfermedad del virus coronado. Preguntémonos, al modo de los detectives, a quién beneficia el crimen. 

       No olvidemos a la señora Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que tomó la iniciativa de realizar pedidos con la mayor opacidad de 4.500 millones de dosis de “vacunas Cóvid” para los súbditos de la Unión, cuando somos cuatrocientos cincuenta millones los habitantes de la Comunidad Europea, lo que implica que compró diez dosis para cada súbdito, y lo hizo por la suma colosal de 71.000 millones de euros de dinero público. El precio inicial de cada dosis pasó de repente de 4,50 euros a 19,50 euros que cuesta ahora. 

 

  ¿Nos libraremos algún día de la esclavitud impuesta por la codicia de los poderosos cuyo único objetivo es maximizar sus ganancias a costa de humanos sacrificios? 

    Tres imágenes para el recuerdo y una reflexión final:

 
 

Si mantenemos en la vida real el distanciamiento social que nos exigían las autoridades y dejamos los besos y los abrazos para nuestra "outra vida", ¿cuándo accederemos a ella?, ¿una vez inoculados y muertos? ¿En el futuro, inalcanzable por esencia y siempre postergado y fugitivo? ¿dónde está esa otra vida, que no es esta, la real, la única que tenemos? ¿Qué clase de vida es esa? ¿Virtual, digital, numérica, ideal? Eso es lo que nos han vendido, que hay otra vida y que para acceder a ella hay que renunciar a esta, hay que confinarse en la caverna de Platón, definirse como trogloditas y protegerse con medidas de barrera e inocularse, porque fuera hay muchos virus muy peligrosos y letales, y encender las pantallas que nos dan el cambiazo de las cosas por las ideas, de los bienes por los valores, igual que nos decían en la Edad Media, de la que todavía no hemos acabado de salir, aunque parezca mentira, que la vida verdadera y la verdadera vida  comenzaba después de la muerte, no era esta vida terrenal y miserable, la única que tenemos, sino la otra, la eterna y celestial.

viernes, 2 de septiembre de 2022

Sinvergonzonería

    La sinvergonzonería de algunos personajones no tiene parangón. El Director General de la Organización Mundial de la Salud, el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, que es uno de ellos, ha señalado que se espera -es decir, se teme tanto como se desea que así sea- un considerable aumento de las hospitalizaciones y muertes por COVID-19 en los próximos meses "ante la proximidad de un clima más frío en el hemisferio norte", supongo que quiere decir ante la llegada del invierno.

    Reconoce, sin embargo, la favorable evolución de la pandemia, que se traduce en un “descenso de las muertes notificadas (sc. por COVID-19) en todo el mundo", dato que sin embargo contrasta con el aumento de mortandad por todas las causas que se detecta en muchas comunidades autónomas españolas y en muchos países con altas tasas de vacunación contra dicha enfermedad, pero eso no lo menciona en absoluto.

    Y como de lo que se trata es de meter miedo para que la gente corra a vacunarse si no lo ha hecho ya y a ponerse el refuerzo si está vacunada, ha recordado que las subvariantes de ómicron "son más transmisibles que sus predecesoras”, y ha subrayado, aunque es cosa que no se sabe, que “sigue existiendo el riesgo de que haya variantes aún más transmisibles y peligrosas”

    El peligro teórico de que venga el lobo siempre existe. Pero lo más probable es que si viene se le dé caza pese a tratarse de una especie protegida y en peligro de extinción. La OMS se aprovecha con toda la desfachatez del mundo de la hipótesis teórica, que no práctica de que surja una variante mucho más contagiosa que las actuales que se saltan a la torera la inmunización que decían que proporcionaba el doble suero inyectado, y que sea al contrario que estas, que son bastante inofensivas, mucho más peligrosa, para infundirnos pánico y hacer que corramos a inyectarnos lo que sea.

    Lo único que les interesa a este señor y al organismo que regenta es que aumente a toda costa la cobertura de la vacunación entre las personas de mayor riesgo que según él "sigue siendo demasiado baja, especialmente en los países de bajos ingresos". Pero resulta que en los países de ingresos altos la cobertura le parece todavía muy poca: “el 30% de los trabajadores de la salud y el 20% de las personas mayores siguen sin vacunarse.” Él querría que la tasa de vacunación fuera totalitaria, del 100%, a ser posible sin ningún resquicio. Todos vacunados. Todos protegidos. ¿Por qué, si se ha visto que las vacunas no funcionan? Porque trabaja para la industria farmacéutica de la Gran Farmacopea, que es la que le unta a él y a la organización que timonea. 


    Lo que no se entiende es que afirme con todo el descaro y desparpajo del mundo que estas lagunas o faltas de cobertura que él detecta “suponen un riesgo para todos nosotros”. Si “todos nosotros”, como dice él refiriéndose al setenta u ochenta por ciento de la población mundial, estamos inmunizados no se entiende el riesgo que corre la mayoría porque haya una cuarta parte que no lo esté. En todo caso sería esa minoría no vacunada y desprotegida la que correría el riesgo si la mal llamada vacuna protegiera.

    No se entiende, ya digo, esta terca obstinación en la vacunación que raya en paranoia. El gerifalte cacarea cual gallina clueca: “Así que, por favor, vacúnate si no lo estás, y ponte una dosis de refuerzo si es recomendable que te la pongas”. 

    La pandemia de coronavirus tiene que seguir. Pone este ejemplo, comparándola con la lluvia: “Si sales a caminar bajo la lluvia sin paraguas, fingir que no llueve no te servirá de nada. Te seguirás mojando.” Por supuesto que si llueve y salimos a caminar sin paraguas vamos a mojarnos, pero si tú llevas un paraguas que no abre o que si abre tiene las varillas rotas, vas a mojarte igual que yo que no lo tengo, como recordaba Juan Manuel De Prada en un artículo genial publicado en ABC. Y si tú tienes un paraguas en buen estado y lo abres y te protege de la lluvia ¿qué problema hay en que yo me moje? ¿Vas a solidarizarte conmigo y vas por eso a dejarte empapar bajo la lluvia?

    Estas 'sencillas precauciones' que recomienda para evitar infectarse -vacunarse si uno no lo está o ponerse una dosis de refuerzo si es el caso- no evitan como se ha comprobado la infección ni, en el peor de los casos, enfermar gravemente o morir. ¿De qué sirven si no es para hacer caja? ¿Son acaso un amuleto? ¿O son algo peor que eso? No nos engañemos. 

Una invitación a razonar

    Dice el señor Adhanom que “fingir que un virus mortal no está circulando es un gran riesgo”. Y fingir que circula, digo yo, es una patraña que solo pretende engañar a la gente para que siga sometiéndose a tratamientos experimentales. No deberíamos preocuparnos por lo que no ha pasado ni pasará, sino por lo que pasa ahora mismo. Y ahora mismo no está circulando ningún virus mortal. Fingir que lo está haciendo es faltar a la verdad. En realidad nunca ha circulado ningún virus mortal. 

    La que sí está circulando, y mucho, y habría que preguntarse que por qué, es la Señora de la Guadaña, que está segando vidas con su afilado dalle más de lo normal. Hay, en efecto, un exceso considerable de muertes según revela el Momo, la base de datos de monitorización de la mortalidad. Eso, que es lo que sucede, no le preocupa a este descarado caradura ni tampoco al organismo que dice velar por la salud mundial.

    Tampoco les preocupa mucho a nuestras autoridades sanitarias, que preguntadas sobre el particular, dicen que hay varias causas que explican los óbitos: el calor excesivo que hemos padecido, el envejecimiento de la población -ya se sabe que a los viejos les llega más temprano que tarde la hora de la verdad- y al inexistente pero persistente virus coronado. Vienen en resumidas cuentas a decirnos las susodichas autoridades que, como cantaba Gabinete Caligari, la culpa, que es la versión religiosa de la causa, fue del chachachá.

lunes, 25 de julio de 2022

Porque yo lo digo, porque yo lo valgo

    For all of these reasons, I have decided that the global monkeypox outbreak represents a Public Health Emergency of International Concern. Lo ha dicho en la lengua del Imperio el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de (las enfermedades que afectan a) la Salud, lo que viene a ser traducido al román paladino: "Por todas estas razones, YO he decidido que el brote mundial de viruela del mono constituye una Emergencia de Salud Pública de Incumbencia Internacional".

    La decisión de conceder a la viruela del pangolín, perdón, del mono, quería decir, el estatuto de Emergencia Sanitaria Pública de Incumbencia Internacional se basa en la decisión personal del gerifalte de la mentada Organización, en contra de la opinión discrepante de la mayoría de sus consejeros: nueve estaban en contra y seis a favor. El Director General de la OMS está obligado a tener en cuenta su opinión, pero no a seguirla. De hecho no la ha seguido. Se trata, por lo tanto, de la imposición de una decisión personal que puede acarrear graves consecuencias para el resto del planeta. Cuando se tiene muy claro lo que se quiere hacer y se siguen al pie de la letra la voz y las instrucciones del Amo, da igual que el comité asesor no esté de acuerdo. Había que declarar, porque estaba mandado, otra emergencia internacional, otra pandemia, porque la primera, al cabo de dos exitosos años, parecía que estaba ya desactivándose. Era urgente, además, declarar la urgencia, valga la redundancia, sanitaria ahora que los beneficios de la industria farmacéutica caían a la baja.

    El señor Adhanom, ni corto ni perezoso, ha establecido, por lo tanto, una PHEIC (Public Health Emergency of International Concern, en la lengua del Imperio), esto es: una ESPII Emergencia de Salud Pública de Incumbencia Internacional en la nuestra para tratar de frenar el aumento de casos de viruela del simio que ha afectado a casi diecisiete mil personas en setenta y cuatro países. Y la prensa orgánica nacional, por cierto, se apresura a tocar las campanas a rebato informando de que España ya es “líder mundial en contagio de viruela del mono con más de 3.000 casos” detectados. 


    Estamos asistiendo otra vez a la creación de una emergencia sanitaria, que no de salud, donde no la hay, donde solo hay una enfermedad generalmente inofensiva. La noticia no dejaría de ser una irrelevante serpiente de verano con la que los periódicos y los informativos de radiotelevisión llenarían sus espacios por esta época para distraer a la población, si no fuera por el poder que tiene la citada Organización No Gubernamental a la hora de hacer sonar las alarmas terroristas de implicar a las autoridades sanitarias de los distintos gobiernos.

    El señor Adhanom, como cabeza visible de la Organización Mundial de (las enfermedades que afectan a) la Salud ha creado un problema para, acto seguido, vendernos sus soluciones dando pábulo a los medios de conformación de masas y a los gobiernos para justificar su existencia e incrementar el control de sus poblaciones, así como para aumentar las ganancias de los laboratorios de la Gran Farmacopea. 

    ¿Qué es lo que falta y lo que puede venir y cabe esperar tras esta campanuda declaración del "Estado de Emergencia Internacional"? Pues se lo puede imaginar cualquiera: que se proponga en este contexto la vacunación general -global como dicen ahora- contra la viruela humana, con el peligro que conlleva, porque se trata al parecer de una vacuna tradicional de virus atenuado que en personas que han debilitado su sistema inmunitario merced a los continuados tratamientos experimentales recibidos tanto en la pauta completa como en sus refuerzos podría conllevar que les ocasione precisamente la enfermedad que pretendía evitar, lo que sería lo mismo que, por buscar una imagen análoga, intentar apagar un incendio echando gasolina. 
 
 
Así empezó todo en el planeta de los simios...

    La razón de la nueva "emergencia de la viruela del mono" es que la oligarquía farmacéutica necesita mantener la pornografía del miedo a la salud pública cuando  los telespectadores están cansados de la narración constante de las hazañas bélicas de la Guerra de Ucrania, que nos queda demasiado lejos todavía, pese al esfuerzo mediático por acercárnosla día a día, a todas horas, a nuestra vida cotidiana. Además, parece que Rusia -el malo de la película- está ganando la partida. También hay otras preocupaciones más inmediatas, como las económicas, o el cambio climático y la ola de calor por él inducida, que ha hecho que suban las temperaturas y provocado que tras las fiestas del orgullo gay la viruela del mono estalle en todo su esplendor estigmatizando a este promiscuo colectivo. 

    Ha dicho el señor Adhanom que este brote se concentra en hombres que tienen sexo con hombres, y especialmente en aquellos que tienen múltiples parejas. Esta enfermedad que afecta a los homosexuales ¿no nos recuerda a otra?  

    Habrá más pestes, habrá más guerras, más histeria colectiva, más pánico ante tanta pornografía sanitaria. Los gobiernos, por su parte, impondrán al unísono más mandatos, más advertencias, más vigilancia, más control, más vacunaciones.

    Lo que está muy claro es que la Organización Mundial de (las enfermedades que afectan a) la Salud no va a reconocer nunca que la única emergencia internacional que hay de verdad en estos momentos se debe más bien al síndrome de las inoculaciones experimentales generales que han arruinado el sistema común inmunitario, fruto que son de la anterior emergencia sanitaria que declaró hace ya algo más de dos años su mismo director.