¿Agua pasada? No, desde luego. La Organización Mundial de la Salud (WHO en la lengua del Imperio, palabra que también significa 'quién' y que sirve para preguntarnos quién es quién en esa organización) vuelve a la carga, y nos recuerda que, según sus cifras oficiales, desde el inicio de la santa pandemia hace más de cuatro años, la enfermedad del virus coronado añada 2019, (COVID-19), ha 'matado' -era el virus asesino contra el que había que luchar porque se le había declarado la guerra- a más de siete millones de personas en todo el mundo, y sigue llevándose al otro barrio, porque no ha dejado de hacerlo lenta-, casi imperceptible- pero persistentemente, a mil setecientas personas semanalmente en el mundo universal.
A pesar del elevado número de muertos, "los datos
muestran que la cobertura de vacunación ha disminuido entre los
trabajadores sanitarios y los ciudadanos mayores de 60 años, dos de los
grupos de mayor riesgo", explicó el pasado jueves el gerifalte de la Organización Mundial de la Salud, el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, en una conferencia de prensa en
Ginebra, que no entendía la causa del descehnso. Daba así la alarma sobre la disminución observada en la cobertura de vacunación de la población. Le preocupaba la “fatiga vacunal” de la gente que, al descubrir en sus propias carnes que la susodicha no protegía ni evitaba la transmisión, dejaba de pincharse.
¿Por qué le preocupa tanto a ese personaje? Sin duda porque se queda sin subvenciones para el chiringuito que tiene montado, ya que la poderosa industria farmacéutica está acusando la merma de beneficios... económicos.
"La Organización Mundial de la Salud recomienda que las personas que pertenecen a los grupos de alto riesgo se vacunen contra la Covid-19 en los 12 meses siguientes a la última dosis que se les administre", recordaba el susodicho.
Las nuevas mutaciones del virus coronado, F456L y R346T parecen prevalecer durante el ultimas semanas. "Se registra una mayor actividad del virus, con una tendencia creciente en los ingresos por hospitalización". Estas noticias alarmantes pretender resucitar el alarmismo.
La Organización recomienda a los grupos de población vulnerables (personas mayores y personas con enfermedades subyacentes) que sigan escrupulosamente las medidas preventivas contra las infecciones respiratorias y busquen atención médica temprana ante los primeros síntomas, para poder proporcionar un tratamiento oportuno. No se demoren, no vaya a ser que el médico se vaya de vacaciones en agosto y no tenga sustituto, habida cuenta de que los fondos del Estado se destinan a otros fines tanto o más humanitarios como la ayuda militar a Ucrania, y no hay médicos ni dinero para contratarlos.
Tomadura de pelo, de Bob Moran (2024)
Y en nuestra pequeña taifa autonómica cántabra, aprovechando que estamos a mediados de julio y que media comunidad está de vacaciones y la otra media lo estará el mes que viene, Sanidad traslada a las residencias de ancianos el Protocolo -¡maldita palabra! Corre, date prisa, Manolo, que te aplican el protocolo- “ante “situaciones de alta transmisión comunitaria” de IRA. No se asusten, no es uno de los siete pecados capitales junto con Orgullo, Avaricia, Gula, Lujuria, Pereza y Envidia, sino un acrónimo de esos que están ahora tan en boga y que sirven para no pensar mucho en lo que significan y para ocultarlo, de Infección Respiratoria Aguda, y que engloba tanto a la vieja gripe o influenza, el dichoso Covid redivivo y otras enfermedades respiratorias varias indeterminadas.
Resulta que en nuestra Comunidad, a fuerza de pruebas, se ha registrado, según el periódico local de campanario, un aumento de casos de virus coronado en la última semana con un repunte del 8%, alcanzado la cifra de 672 diagnosticados. Ante el riesgo de introducción y transmisión de IRA (sic) en los centros residenciales y sanitarios, hay que intensificar, si las autoridades de Salud Pública lo determinan, las medidas de prevención del contagio y transmisión.
Se trata de evitar en lo posible las visitas de personas “sintomáticas” a las residencias de ancianos, y de ser “inevitables”, que se utilice, como no, el amuleto de la mascarilla o escapulario de la Virgen del Carmen bendecido por las autoridades sanitarias, cuya comercialización ha dado origen a los pingües negocios que sabemos.
Un vergonzoso e infame mural, situado en el hall del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, obra del artista Fernando Bermejo, con los retratos de los Beatles (John, Paul, George y Ringo) recreados de su 'White Album', pero amordazados con mascarillas quirúrgicas que les tapan la boca, que pretende ser un agradecimiento del autor al personal sanitario por su trabajo, refleja en realidad la miseria del arte al servicio del poder establecido, en este caso de las autoridades sanitarias, que impusieron unas medidas restrictivas sin ningún fundamento científico: confinamiento, distancia social, bozal, y fundamentalmente miedo. Resulta sarcástico que las figuras de estos muchachos de Liverpool, cuyas canciones son patrimonio cultural de la humanidad, se utilicen como imágenes adoctrinadoras y propaganda del enmascaramiento. Lo que ha hecho el autor es, como nos hicieron a todos, taparnos la boca miserablemente.
https://es.brownstone.org/-/la-excusa-pandémica-para-un-golpe-corporativista/
ResponderEliminarMuy Interesante el documento, que demuestra la planificación anticipada de la pandemia,,la plandemia.
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