lunes, 29 de julio de 2024

Condones para atletos, atletas y atletes (I)

    En los Juegos Olímpicos de Pequín del año 2008 de la era cristiana se repartieron unos 100.000 condones para que los 10.500 atletas, deportistas en plena efervescencia de la flor de la juventud que albergó la Villa Olímpica, que eran la crema de la crema, la flor y nata de sus países y se hallaban en perfectas condiciones físicas, fornidos, fuertes, la mayoría solteros y sin muchos compromisos, se entretuvieran fornicando, y, de esta forma, no se enteraran de nada de lo que pasaba a su alrededor en la República Popular China que los acogía y hospedaba, ni siquiera del placer que podían experimentar si hubieran holgado más irresponsablemente y no con la sumisa bendición del profiláctico. 
 
      Las autoridades olímpicas chinas presuponiendo que muchos de ellos se enamorarían o no, pero en todo caso querrían echar unos cuantos polvos, velaron así por la profilaxis e higiene de esos polvos, no fuera a ser que trajeran los consabidos lodos, lo que evitaría, una vez envainadas las vergas en las reglamentarias fundas de latex fabricado en China, embarazos no deseados y la transmisión de enfermedades venéreas. Cien mil condones para que hicieran un amor domesticado con premeditación, nocturnidad y alevosía, en la China comunista abierta ya al capitalismo. 
 
 
    Recordemos al tirano totalitario chino Mao Tse Tung (o Mao Zedong, como prefieren escribir ahora), padre de la moderna República Popular, el nuevo emperador de la nueva dinastía comunista, que, en 1966, y para hacerse con el poder, lanzó a los Guardias Rojos a aplicar esta máxima de la Revolución Cultural: “Debemos barrer las cuatro antiguallas: las vieja ideas, la vieja cultura, las viejas costumbres y los viejos hábitos.” Su Revolución Cultural cambió las viejas ideas, la vieja cultura, las viejas costumbres y los viejos hábitos por otras nuevas ideas, nueva cultura, nuevas costumbres y nuevos hábitos que resultaron, a la postre, más viejos que el catarro de Matusalén: un cambio superficial: cambiaron todo para que todo siguiera igual: los mismos perros con collares diferentes. En China sigue vigente la dictadura comunista pero, ahora, vendida al consumismo, a la filosofía capitalista de hacerse rico como sea, a costa de lo que sea y de quien sea. En la China comunista reina el engaño, hay una muy grave represión, corrupción y contaminación material e inmaterial, todo ello con la denominación de origen capitalista Made in China
 
    Gato blanco, gato negro, no importa: lo importante es que mate ratones. Dice un proverbio chino que un presidente del gobierno español dio a conocer aquí rebuznándonoslo a todos los españolitos y españolitas, como dicen ahora para hacer distingos innecesarios: bueno o malo, qué más da, lo que cuenta es que mate. Lo que importa es su efectividad. Y no es verdad. Cien mil condones, en fin, a modo de mordazas, contra la libertad. 
 

 
    De hecho, a medida que pasan los años, los atletas olímpicos han demandado que traigan aún más condones.  Así que en el año 2012 durante los juegos Olímpicos de Londres, se superó esa cifra, necesitándose más de  cien mil preservativos.
 
    Puede que el sexo no sea una disciplina olímpica oficial pero los Juegos de Río de Janeiro de 2016 batieron todos los récords anteriores, al proporcionar 450.000 condones, incluidos por primera vez 100.000 femeninos. Las "camisinhas" llegaron a atascar, es lo que se dijo, los desagües de la villa olímpica, por lo que se aconseja desde entonces que una vez utilizados no se tiren por la taza del inodoro. 
 
    Incluso los Juegos de Tokio, en plena pandemia, en 2021, en los que no hubo oficialmente folleteo, ofrecieron 160.000 profilácticos gratis, con instrucciones estrictas para que los atletas no los usaran, no fueran a contraer el virus coronado si no guardaban las distancias, sino que se los llevaran a casa como recuerdo. (“¡Hola, mamá y papá! ¡Me lo pasé genial en Tokio! ¿Quieren ver mi condón conmemorativo?”).
 
 
    La prohibición de intimidad de Tokio en 2021, se ha levantado oficialmente, en París 2024, que bien vale una misa, y ya se sabe lo que puede dar de sí una noche parisina... (continuará

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