Los Juegos Olímpicos que se celebrarán en París, si Dios no lo remedia y parece que no va a remediarlo, entre el 26 de julio y el 11 de agosto del presente año 2024 suponen, entre otras cosas, un aumento considerable de la vigilancia ciudadana. Se
han realizado casi un millón de controles de seguridad a gente
vinculada a los Juegos y se ha identificado a cientos de personas
preocupantes a las que se les ha ordenado que se queden en casa.
Algunos han perdido su derecho más básico a poder caminar por la
vía pública y desplazarse durante las próximas tres semanas. Estos
juegos olímpicos, de hecho, son los primeros de la historia que van a
celebrarse con código QR digital, sentando así un precedente sin
precedentes, muy preocupante.
La
celebración de la ceremonia de apertura a orillas del
Sena, en lugar de en las afueras de la ciudad, exige medidas
extraordinarias de control. El
acceso a las orillas del Sena el viernes por la noche para contemplar el descenso de
los atletas en barcos ha sido cerrado a quienes no tengan un código
de rápida respuesta.
No todo el mundo está de acuerdo con la organización y celebración de unos juegos
que se presentan como un falso símbolo de inclusión e internacionalismo,
cuando en realidad son un carnaval chovinista de exaltación patriótica y
neoliberal que además conllevan un aumento de la promoción del
espectáculo para entretenimiento y pasto de las masas de todo el mundo. De hecho, el paso de la llama olímpica por Francia en su recorrido hasta la ville lumière levantó algunas tímidas protestas.
Desde que París fue designada ciudad anfitriona en 2017, los precios inmobiliarios tanto de ventas como de alquileres para turistas han aumentado un 22,3%, convirtiendo lo que queda del "París era una fiesta" de Ernes Jéminguay en pisos Airbnb -transporte aéreo y 'bed and breakfast' o cama y desayuno- para turistas.
La alcaldesa intenta lavarle la cara a la ciudad para ofrecer una
imagen decente al mundo entero, y quiere librarse de las plagas: de
los que no tienen techo para cobijarse y duermen bajo los puentes o
donde les cuadra, de los
buquinistas que venden sus libros en las orillas del río, y de la contaminación del Sena que, como se vio el año pasado por estas fechas, se canceló la Copa del Mundo de Natación porque el río estaba demasiado contaminado. El evento deportivo iba a ser un ensayo de la competición olímpica, para que los nadadores descubrieran el recorrido de diez quilómetros entre los puentes de Alexandre III y Alma.
Pero las lluvias del verano pasado, producto del cambio climático, provocaron el desbordamiento de las alcantarillas, cuyas aguas residuales sin tratar acabaron en el río, de donde resultó una contaminación bacteriológica que obligó al comité organizador de los Juegos Olímpicos de París 2024, a la ciudad y a las federaciones deportivas interesadas a no permitir que los nadadores se sumergieran en el mismo centro de la capital. La alcaldesa promete ahora que a partir de 2025, en el futuro pero ahora todavía no, los parisinos podrán bañarse en el Sena merced a los Juegos Olímpicos.
¿No se aprecian muchas diferencias entre ambas imágenes, verdad? Salvo que se han invertido o tirado al río esos millones de euros para sanearlo.
También es motivo de preocupación el aumento de la vigilancia estatal. Durante los Juegos Olímpicos y hasta marzo de 2025, el Estado francés impondrá por primera vez la “videovigilancia algorítmica”, es decir, la recopilación exhaustiva y el análisis por IA de imágenes de cámaras fijas y de drones. ¿Se tratará de otra medida excepcional, motivada por el temor a un atentado terrorista, que acabará volviéndose permanente y allanará el camino a la legalización del reconocimiento facial que, por otra parte, no deja de utilizar ilegalmente la policía desde 2015?
No hay derecho a que la organización haya impedido a los atletas rusos y bielorrusos participar en los juegos bajo su bandera y su himno en representación de su país como hacen todos los demás, prohibiéndoles competir en equipo, mientras que se lo permite a los atletas israelíes. Aplican la doble vara de medir porque no son neutrales como deberían.
ResponderEliminarBañarse en el Sena es seguro y saludable. Macron ha dicho que lo hará en breve. Y los parisinos dicen que se cagan en él. Un saludo.
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