Ucrania o, mejor dicho, el gobierno de ese país ha lanzado una campaña publicitaria de propaganda a fin de atraer voluntariamente reclutas a un ejército cansado y prácticamente derrotado. Es la nueva estrategia, nunca mejor empleada esta palabra de raigambre militar, que pretende que los propios ucranianos se enrolen en las filas del ejército sin necesidad de obligarlos a ello por la fuerza después de que la ampliación del servicio militar obligatorio haya hecho que miles de ucranianos se escondan en su propio país para no ser llamados a filas.
Intenta así el gobierno del actor mejor pagado de Jólivuz y títere de Guásinton, que no deja de sacrificar la vida de sus súbditos y que en abril redujo la edad de reclutamiento de 27 a 25 años, fomentar el alistamiento voluntario con un enfoque más, cómo no, personalizado, ofreciendo a los futuros soldados la opción de solicitar las unidades de destino y funciones específicas que más se adapten a sus habilidades e intereses.
"Sé tu mismo"
"Elige tu propio camino. Escoge unidad y especialidad en el ejército ucraniano".
El ejército ucraniano, que paga y paga bien, trata así de reponer sus filas ante la ofensiva rusa. Los carteles que han aparecido de la noche a la mañana en la capital ucraniana presentan una imagen positiva de los combates, como parte de la publicidad del Ministerio de Defensa para hacer más atractivo el reclutamiento, considerando que es preferible el voluntariado a la leva obligatoria. La obligatoriedad del servicio, en efecto, puede provocar como respuesta la rebeldía, la objeción de conciencia, la deserción y la insumisión como respuestas personales que pueden hacerse colectivas y poner en peligro la institución, mientras que cuando uno, engañado por el márquetin, se alista voluntariamente es más fácilmente manipulable. Lo mejor es que uno se obligue a sí mismo ya sea movido por el dinero que Occidente regala a manos llenas a Ucrania o sea ya por los cantos de sirena de la publicidad.
Un ejemplo de uno de esos carteles dice: “Verano, UAV”, mostrando a un soldado que maneja un dron (Unmanned Aerial Vehicle o vehículo aéreo no tripulado) desde una silla de playa, con las botas apoyadas en la arena cómo si fuera un videojuego. No se trata solo de ir a la guerra, sino de conseguir la especialidad militar de dominar las tecnologías no tripuladas, la última modalidad de juguetes bélicos.
Aprende nuevas tecnologías
Otro les asegura a los soldados que pueden “ser ellos mismos”. “Ahora tenéis la oportunidad de elegir un puesto para servir en el ejército. Olvidaos de vuestros miedos y dudas: ¡es hora de elegir vuestro camino!”. Se trata de solicitar empleo entre las distintas ramas militares, desde los marines hasta la inteligencia militar, y en distintas categorías de empleo, desde artillero hasta cocinero o jefe de prensa. Claro está que los puestos más apetecidos y populares no son los de combate en infantería, sino de los de oficina administrativa en informática, cocina y transporte, operación de drones, oficiales de prensa.
“Queremos ofrecerle a un soldado la posibilidad de elegir su propio destino”. Y a cambio de eso, te pagamos, que etimológicamente significa “te apaciguamos”, te damos la paz (para que hagas la guerra), y alcances, en el mejor de los casos, una muerte heroica, como le sucede a Mickey Mouse en Short Subject, este microrrelato animado, más conocido como “Mickey Mouse en Vietnam”, donde el ratón se alista para conocer mundo y viaja hasta el sudeste asiático, un cortometraje animado de temática antibélica de 1969 dirigido por Whitney Lee Savage, que dura poco más de un minuto y que en ese breve lapso de tiempo lo dice todo.
No hay que perder de vista el significado original de nuestra palabra 'soldado': que cobra un sueldo, palabra que procede del adjetivo latino solidus -a -um 'sólido”, como se denominaba a una moneda de oro, propiamente moneda consolidada, sólida (a diferencia de las demás que tenían un valor variable). En la Edad Media 'sueldo' era el nombre de una moneda, como informa Corominas, cuyo valor coincidía con la paga de un soldado, de ahí la soldada o paga militar (que luego se convertirá en la paga del criado), y por último en el sueldo, salario o estipendio de cualquier trabajador. En la lengua del lacio la expresión stipendia merere, que significa literalmente 'cobrar el estipendio', era la forma de decir “hacer el servicio militar”.
Viene al (mismo) caso esto, que oí en un anuncio del Gobierno de su “Ministerio de Igualdad”:
ResponderEliminar“…. es al fin y al cabo un elemento básico y clave en el devenir de la vida de las personas. Cada uno es lo que quiera ser y debe ser lo que entiende que es, y no hay nadie que le pueda decir que alguien no es lo que es.” ¿Tontolculo, por ejemplo?. Y ¡vaya sintaxis! Ah! Por cierto. Esto me hace recordar a aquel infame himno de la Legión: “Cada uno será lo que quiera… etc.”.
Ese sangriento escenario donde se representa la sostenida entelequia Ucrania encarna como ninguna otra los grandes desechos e imbecilidades de quienes la sostienen y financian. Si su inimitable presidente se presta tan comicamente a la refriega mediática por qué no habrían de hacerlo con más riesgo y heroicidad sus súbditos más necesitados de destino, siendo carne de cañón de la estupidez occidental. Todo un ensayo donde proliferan nichos de mercado, todavía con estereotipos de género para el gusto de algunas ministras de la guerra pero llenos de oportunidades: 《 en la víspera de la guerra Ucrania se había convertido en un Eldorado de la gestación por sustitución practicada con fines lucrativos. Tenía el 25% del mercado mundial gracias a tarifas muy competitivas. Esta especialización económica es testimonio de su integración a la globalización y a Occidente, ya que se trataba (y sigue siendo, como veremos) de alquilar cuerpos ucranianos para fabricar niños occidentales. La guerra ha ralentizado poco el fenómeno. Un artículo publicado el 26 de julio de 2023 en el Guardian nos informaba que «más de 1.000 niños [habían] nacido de madres de alquiler en Ucrania desde el inicio de la invasión rusa, de los cuales 600 en la clínica BioTexCom de Kiev, una de las más importantes de Europa». A pesar del conflicto, la demanda occidental no cede y no puede ser satisfecha por completo. El Guardian, que considera claramente que este dinamismo económico demuestra la vitalidad de la sociedad ucraniana, señalaba que los esposos o compañeros de muchas madres de alquiler estaban en el frente.》(Enmanuel Todd, La défaite de l' Occident, Gallimard)
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