sábado, 27 de julio de 2024

París 2024: Les Jeux Olympiques (y II)

    La ciudad de París, blindada según los medios, ha sido tomada por el presidente de la República francesa y por la alcaldesa de la ville lumière para promocionar sus respectivas imágenes políticas y nombres propios personales.  La organización del magno evento deportivo globalizado de este verano les permite a Emmanuel Macron y a Anne Hidalgo desviar la atención de los franceses sobre el origen de los problemas que padecen y encuentran a diario, debido a la catastrófica gestión de la France en general y de París en particular. 
 
    Las medidas coercitivas vinculadas oficialmente a la seguridad de los Juegos Olímpicos “París 2024” podrían mantenerse una vez finalizados los juegos y prorrogarse sine die ad uitam aeternam, como sucedió con la ley de emergencia sanitaria... que permitió imponer la “vacuna” como remedio que era peor que la enfermedad que pretendía combatir. un virus inofensivo, al que se le declaró una ridícula guerra que sirvió para instaurar el coup d'état del golpe de emergencia permanente, restringiéndose más aún de lo que suelen estar de ordinario  las libertades públicas y privadas. 
 

 
    París ya no es una fiesta como lo fue para Ernes Jéminguay. Se ha convertido de golpe y sopetón en un campo de concentración al aire libre a causa de la imposición del reality show “París 2024”, que se anuncia como el mayor espectáculo del mundo, con sus calles rodeadas de barreras metálicas -cuarenta y cuatro mil vallas conducen a la gente por aporías o callejones sin salida que son desesperantes-, puertas detrás de las cuales el público es pastoreado como el ganado o como delincuentes en potencia aristotélica. 
 
 
Activado ya el perímetro antiterrorista alrededor del Sena, los parisinos temen un atentado y sufren los inconvenientes de la organización del evento deportivo. 
 
Los Juegos Olímpicos de París resucitan dos metáforas: El confinamiento, y la toma del centro de la ciudad, como en la Segunda Guerra Mundial, por el ejército.
 
    Hay ya diez mil soldados preparados y listos para intervenir inmediatamente en el marco de la Operación Centinela en el caso eventual de un ataque terrorista, pese a que "no tenemos ninguna amenaza específica para los Juegos Olímpicos, ni de los servicios de inteligencia nacionales ni de los extranjeros asociados que nos están ayudando", como afirmó el ministro del interior francés. Pero si bien se considera improbable un ataque terrorista a gran escala coordinado desde el extranjero, existe preocupación por el riesgo de una amenaza “endógena”, perpetrada por órdenes de “agentes” que viven en el país. Los ojos del mundo están puestos en quienes han organizado “el mayor evento mundial que un país puede organizar”.
 
    Los vecinos de los barrios afectados se ven registrados y controlados en todos los cruces y otros puntos de control (en inglés en el texto, la lengua del Imperio, dado que policías extranjeros se unieron a la refriega). Con la obligación de haber descargado el código QR que hay que presentar a la policía para poder circular. Lo mismo ocurre con los repartidores, taxistas y otros vehículos profesionales cuya actividad se sitúa allí, geográficamente. Trabajar para ellos se ha vuelto casi imposible debido a esta mala gestión. 
 
 
    En cuanto a los hoteles, bares y restaurantes de la capital, a quienes la alcaldesa vendió “París 2024” con la certeza de batir récords de asistencia antes, durante y después de la celebración del magno evento de los Juegos Olímpicos, y de cosechar beneficios excepcionales y estupendos, la alcaldesa se olvidó de decirles que esos beneficios no han ido a parar a los bolsillos de los profesionales del turismo, sino a otros profesionales de los miembros directivos del Comité Olímpico Internacional (COI) y a las empresas que obtuvieron los contratos públicos (14.000 millones de euros en total) adjudicados para las obras de desarrollo y construcción encargadas para estos Juegos Olímpicos.
 

2 comentarios:

  1. Recordando a Guy Debord: 《En todas partes donde reina el espectáculo, las únicas fuerzas organizadas son las que quieren el espectáculo. Ninguna de ellas puede ser ya, por tanto, enemiga de lo que existe ni transgredir la omertá que afecta a todos. Se ha acabado con aquella inquietante concepción, que había prevalecido durante más de doscientos años, según la cual una sociedad podía se criticable y transformable, reformada o revolucionaria. Y eso no se ha conseguido gracias a la aparición de nuevos argumentos, sino simplemente porque los argumentos se han vuelto inútiles. Por el resultado se medirá, más que la felicidad general, la fuerza formidable de la redes de la tiranía. 
    ... La historia del terrorismo la escribe el Estado; por tanto, es educativa. Las poblaciones espectadoras, no pueden, por cierto, saberlo todo acerca del terrorismo, pero siempre pueden saber lo bastante como para dejarse persuadir de que, en comparación con ese terrorismo, todo lo demás les habrá de parecer más bien aceptable o, en todo caso, más racional y más democrático.》

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    1. Muy bien traído a cuento recordar a Guy Debord, imprescindible, a propósito de estas olimpiadas. Gracias.

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