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sábado, 31 de agosto de 2024

La Academia

       En las afueras de Atenas había un bosquecillo de plátanos y olivos consagrado a un tal Academo, que yacía en él, quien, según la leyenda, cuando los gemelos Cástor y Pólux buscaban a su hermana Hélena para rescatarla, raptada que había sido por Teseo para casarse con ella,  les reveló dónde se encontraba. La bella Hélena, en efecto, antes de su rapto a cargo de Paris, había sido secuestrada por el héroe ateniense Teseo. En dicho bosque, pues, donde se hallaba un gimnasio y la tumba de Academo, que había ayudado a los dioscuros a encontrar a su hermana y evitado así la guerra, fue donde Platón instaló su escuela filosófica, que pasó a llamarse en honor de Academo la Academia.

    La pasada primavera saltaba a las prensas la noticia de que gracias a la Inteligencia Artificial, habrá que agradecerle algo, se había descifrado uno de los papiros de Herculano que se encontraron medio carbonizados cerca de Pompeya tras la erupción del Vesubio el año 79 de nuestra era, y había dado a conocer el lugar exacto de la tumba de Platón, que se hallaba precisamente, no podía ser en otro lugar, en la Academia de Atenas, en el jardín reservado a él cerca del Museo o santuario consagrado a las Musas.

La escuela de Platón, Jean Delville (1898) 

     En La escuela de Platón (1989), el pintor belga Jean Delville traza un esquema simétrico con un Platón vestido y barbudo en el centro de la composición y seis discípulos andróginos y desnudos, dos tumbados, dos sentados y dos de pie a cada lado, estableciendo un paralelismo entre Platón y sus alumnos en el jardín de la Academia y Cristo y sus doce discípulos en la última cena.

    No hacía falta que la IA descifrara el papiro para decirnos que los restos mortales de Platón estaban enterrados en la Academia, porque eso podía imaginárselo cualquiera sin saberlo, dado que se trata del primer filósofo académico, en el sentido moderno del término. Algo, sin embargo, sigue vivo en los primeros diálogos escritos de Platón, que es la voz inquisitiva de su maestro Sócrates, el último presocrático, quien, a diferencia de su discípulo,  no dejó nada escrito. 

    El caso es que esta palabra "academia" ha pasado a significar según la RAE “sociedad científica, literaria o artística establecida con autoridad pública”. Una evolución paralela a Museo, que de ser un santuario dedicado a las artes que inspiran las musas ha pasado a ser un cementerio o almacén de obras de arte.

    Denunciaba a propósito de las academias de la lengua Antonio Escohotado, entrevistado hace años por Jesús Quintero, la dictadura de la Real Academia Española “que pretende ser la propietaria de un asunto que no tiene propietario”. Se refería, claro está, al lenguaje, que es de todos y de nadie en particular.

     El rey Felipe V, el primero de los borbones en el trono español, constituyó la Academia y la dotó de 60.000 reales anuales para sus publicaciones. El objetivo de esta institución era “cultivar y fijar la pureza y elegancia de la lengua Castellana, defenestrando (sic) los errores que, en sus vocablos, en sus formas de hablar o en su construcción, ha introducido la ignorancia (sic)”. Su primer director fue Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725) hasta su fallecimiento, orgulloso de haber establecido en la villa de Madrid una institución según el modelo de la Académie francesa que había en París “para salvaguardar la lengua castellana”. 

    La Academia de la lengua pretende ser descriptiva y no normativa pero paradójicamente su pretensión de limpiar, fijar y dar esplendor hace que se convierta en prescriptiva, porque lo que dicta el diccionario "va a misa".

    Cita Escohotado dos ejemplos de la dictadura de la Academia  a propósito de la definición de la curiosidad y el asombro:  La palabra “curiosidad” se definía hasta 1994 en el diccionario de la RAE como “interés por saber lo que las cosas son”, pero a partir de esa fecha se cambia la definición introduciendo un curioso matiz despectivo, el adverbio “indiscretamente”.   El término “asombro”, por su parte, se definía antes como “origen del conocimiento filosófico” y a partir de esa misma fecha como “susto, espanto”.

 

    Ahí es donde está la mano del mediocre, que intenta recortarle a los demás la vida, y decirle por dónde tiene que ir, negarse a que la realidad es proceso e insistir en que la realidad es definición y dogma, y entonces coge “curiosidad” y dice "curiosidad es mirar donde no debes, donde no se te debe ocurrir", dice. Pero, subnormal, si la ciencia no es curiosidad y asombro, la ciencia no es nada, la ciencia no será más que repetir un catecismo. Pero eso es lo que pretende una Academia donde de repente se arroga la propiedad de aquello que sí que es obra del pueblo, sí que es obra impersonal, cotidiana. ¿Qué pueblo que no sea una cultura funeraria tiene Academias de la lengua? Ninguno. Solo las culturas funerarias tienen Academias de la lengua. Las lenguas vivas no necesitan esos adefesios”.

lunes, 8 de abril de 2024

"Hoy es un gran día"

    Así empezaba el discurso leído de la ministra: “Hoy es un gran día para la calidad de vida.” No resultaba convincente a pesar de su aparente entusiasmo. No resultaba creíble que la ministra de larga melena ondulada nos dijera que era un gran día porque se aprobaba el Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo que llevaba sin actualizarse catorce años y que volvía a poner al reino de las Españas literalmente “en la vanguardia del mundo en la lucha contra el tabaco”. Y ella, que es médica a más de ministra, argumentaba agitando su cabellera “que es la principal causa de mortalidad evitable, como decía, que es la causa del 30% de los cánceres, de los tumores de nuestro país, y que es el causante también de más de 16 tipos de cánceres.”

         La ministra había decidido desempolvar este plan para dar más años de vida a nuestros ciudadanos y ciudadanas y más calidad de vida a esos años. Y decía que lo hacía con tres ingredientes: "con ambición, con orgullo, con coherencia". Y sin miedo. Esa era, al menos, la razón que ella esgrimía, y acto seguido pasaba a atacar a los que no querían adherirse a su tan salutífero plan respaldado por la evidencia científica, siguiendo aquella estrategia de que la mejor defensa era un buen ataque. 

     E insistía, buscando la confrontación con sus rivales políticos del arco parlamentario, en que la actitud negativa de algunos y de algunas que se han instalado en el negativismo en este país no iba a empañar “la espléndida y maravillosa noticia que tenemos hoy” y que -volvía a repetirlo por si no había quedado claro- iba a poner a nuestro país en la vanguardia de la lucha contra el tabaquismo. Por fin íbamos a ser los primeros y las primeras en algo, y añadía perversamente “y en la vanguardia de la lucha a favor de la salud de los ciudadanos”, olvidando en la cláusula final de su verborrea a las ciudadanas, algo imperdonable en una ministra progresista.

Viñetas de Claude Serre (1938-1998)
     
    Equiparaba así la lucha contra el tabaquismo con la lucha a favor de la salud individual y pública, cuando ese mismo Ministerio ha sido el responsable de la imposición de las mascarillas, que ella defendía corriendo y alardeando de su espléndida forma física, bozal en boca como una loca cuesta arriba, hasta ayer mismo durante cuatro largos años decretando la obligatoriedad de su uso a troche y moche sin ningún tipo de evidencia científica, la imposición de la telemedicina en detrimento de la visita médica tradicional y la desasistencia de la atención primaria que hace que muchos pacientes no tengan asignado ni siquiera un médico de cabecera, las largas listas de espera, el cierre de centros sanitarios rurales, el confinamiento de las personas sanas y la exhortación a que la población se inoculara unas vacunas experimentales que han resultado más tóxicas que benéficas al fin y a la postre, y que no han evitado ni contagios ni hospitalizaciones ni muertes, sino todo lo contrario, metiendo miedo a la población, y diciéndole que era por la salud y el bienestar de todos.

    Parece que el ministerio que regenta la señora ministra quiere hacerse un lavado de cara o mejor dicho un lifting distrayéndonos de los auténticos problemas del sistema sanitario español, que era, nos decían, uno de los mejores del mundo, para que nos centremos en lo pernicioso que resulta fumar o vapear en la terraza de un bar o de un restaurante, como si ese fuera el principal problema sanitario que tenemos, y en librarnos de los malos humos que tanto perjudican a nuestra salud precarizada. Se trata de una descarada maniobra de distracción. 

  

      Han destruido la salud de todo un país fomentando una vacunación experimental nefasta y ahora se preocupan de prohibir el tabaco en las terrazas al aire libre cuando la nicotina es uno de los pocos vicios que el Estado tolera que se distribuya de forma legal, pese a los graves daños que puede ocasionar a los consumidores, por lo que a veces nos advierte hipócritamente que "fumar mata" pero no deja de suministrarnos la mortífera droga, cada vez más cara, por otra parte. Curiosamente disminuye la venta de cajetillas, pero sube su precio, de modo que Hacienda, o sea el Estado, no deja de recibir cuantiosos ingresos milmillonarios de la venta del tabaco que tanto demoniza. 

    El Ministerio de Sanidad de las Españas pretende quijotescamente erradicar el tabaquismo, como si este fuera el principal problema de la salud de los españoles y las españolas. Bastante mal nos han hecho y nos hacen por nuestro bien, para que ahora nos digan que fumar mata y no es malo, sino malísimo, y que por eso suben el precio del tabaco, para sacar dineros de los vicios, que es que no deja de asombrarnos que se desplome el consumo de tabaco y, sin embargo, suban sus precios y, consiguientemente, los ingresos a cuenta del impuesto que lo grava. 

"Fumar mata"

     Preguntado Antonio Escohotado, gran conocedor de los efectos de las drogas, sobre las virtudes del tabaco, la droga sagrada de Alaska, la Tierra del Fuego, si es que tenía alguna, dijo que su éxito radicaba en que podía ser una droga estimulante y sedante: si se fumaba con intensidad y muy seguido estimulaba, si se hacía espaciando las caladas y haciendo que no fueran intensas, relajaba, por lo que llegó enseguida a ser la droga de difusión más rápida y de más éxito que se ha conocido. Quizá ahí radicaba el éxito del uso de esta droga, que era un buen tónico para el cerebro al ser un fármaco que hacía las dos funciones. Por otra parte reconocía que era de las más adictivas que había, más incluso que la cocaína, por ejemplo. Aparte de eso, afirmaba que la nicotina contribuía al buen funcionamiento del sistema nervioso y a evitar algunas enfermedades, pero reconocía que lo peor era la ingesta que se hacía de él mediante cigarrillos envueltos en papel, que producen mucho alquitrán. Y que si se pudiera ingerir la nicotina libre de alquitranes tendríamos las ventajas del fármaco  sin los inconvenientes que la hacen cancerígena.

sábado, 6 de abril de 2024

Contra la OMS

La industria farmacopólica patenta enfermedades que no existen para convertir a las personas sanas en pacientes que toman medicamentos totalmente innecesarios. 
 
La serpiente ponzoñosa que simboliza la farmacia, enroscada en la copa de Higía, hija de Asclepio, dios de la medicina, va cobrando su verdadero significado. 

 
El consumo de fármacos ha aumentado tanto en los países ricos que nos encontramos ante una sociedad medicalizada innecesariamente y por lo tanto intoxicada. 
 
El objetivo del farmacopolio no es sanar a quienes están enfermos, sino enfermar a quienes gozan de buena salud para fidelizar clientes y beneficios económicos. 
 
 
Los médicos, aliados con la industria farmacéutica, recetan medicinas a personas sanas haciéndolas creer que están enfermas cuando no necesitan fármaco ninguno.
 
Los nuevos criterios diagnósticos psiquiátricos alentados por las compañías farmacéuticas hacen que una parte importante de la población necesite psicofármacos.
 
Saben que ampliando criterios diagnósticos, rebajando exigencias que definen enfermedades, aumenta considerablemente clientela, mercado y volumen de negocio.
 

 El médico antiguo intentaba restablecer la salud de los enfermos o aliviarlos, el moderno hace creer a personas sanas que están enfermas de hecho o en potencia.
 
El Ministerio de Educación quiere preparar a las tiernas criaturas infantiles para el futuro inmediato que les espera: los conflictos bélicos y las pandemias.
 
 
La medicina preventiva, al contrario de la curativa, que trataba males reales, trata males potenciales, convirtiendo a todos en enfermos imaginarios de Molière. 
 
Si todo diagnóstico es malo por lo que tiene de fatídica profecía que se autorrealiza, el peor de todos, el más tóxico, es el diagnóstico precoz o asintomático.