La enfermedad que supuestamente trajo el virus coronado cosecha del 2019 ha sido la primera gran pandemia del siglo XXI pero no será la única según expertos virólogos, que ya saben o creen saber más bien cómo será la siguiente, que llegará antes de lo que imaginamos, y, aunque no esté bien hablar del futuro cuando no está presente, nos advierten de que puede aparecer en el momento menos pensado, ahora mismo por ejemplo, cuando más descuidados estamos, ya que el aumento de la movilidad viajera por el mundo -todo el mundo es un culo inquieto que quiere moverse para creer que el movimiento existe y se demuestra andando de la ceca a la meca frenéticamente- puede dar como resultado que una enfermedad se expanda rápidamente habida cuenta de la promiscuidad del género humano, poco amigo de la anacoresis.
Hemos visto cómo la enfermedad del dichoso virus entronizado que al principio tenía una letalidad alta en China fue perdiendo fuelle a medida que se extendía y ganándolo a medida que más se hablaba de él y era más real, pero los expertos creen que la próxima no será tan benigna como la vivida, sino todo lo contrario: será brutal, absolutamente letal, y no quedará vivo ni Dios sobre el planeta.
En vista de lo visto, los expertos calculan que China puede ser otra vez el escenario donde vuelva a hacer su aparición estelar el nuevo virus, dado que es una zona del mundo densamente poblada, en la que cualquier virus puede expandirse rápidamente y pasar cualquier cosa.
Los medios occidentales, de hecho, ya han propagado la noticia de que una nueva y misteriosa enfermedad, una neumonía desconocida, barría las escuelas chinas, y que los niños eran esta vez los más afectados. De hecho la OMS ya se frotaba las manos instando al país a restablecer la imposición de mascarillas y la distancia social ante lo que se pensaba que iba a ser la nueva versión de COVID-19, la 2.0.
El pobre Tedros, el taumaturgo que quiere dejar de ser nuestro consejero espiritual sanitario porque nos quiere gobernar a todos, ya se frotaba las manos ante la posibilidad de poder sacarse de la manga otra pandemia como aquella que vivimos peligrosamente, pero resulta que van los chinos y le dan en los morros diciéndole ahora que el aumento de enfermedades respiratorias que se está produciendo ahora mismo en ese gran país se debe a gérmenes estacionales y no a “patógenos inusuales o nuevos”, según quería el director general de dicha Organización.
¡La cara de tonto que se le habrá quedado al pobre Tedros!
Pero no nos preocupemos: las vacunas y los nuevos protocolos de seguridad que ya está diseñando la OMS y sus expertos nos salvarán, como salvaron tantas vidas...
Cuando alguien hace afirmaciones supuestamente científicas que no pueden comprobarse empíricamente como esta que acabamos de formular y las damos como verdades absolutas, reconocemos enseguida que es un político, es decir, un mentiroso: que está mintiendo, porque está gobernando y porque gobernar es mentir. Me refiero a afirmaciones como: "Las vacunas han salvado millones de vidas". Nunca sabremos qué hubiera pasado sin las presuntas vacunas, pues no ha ocurrido, por tanto no es comprobable, pero sí sabemos lo que está pasando: que la gente joven ¡y vacunada varias veces! que no tenía que morirse todavía porque las parcas no habían cortado el hilo de sus vidas, se muere, se sigue muriendo inexplicablemente de repente...
A estas alturas del periplo lo que sí se puede decir que es practicamente plano es el encefalograma de las autoridades, además de unívoco y globalizado, portador y transmisor de una amenaza pandémica consustancial a la funcionalidad exigida por las grandes corporaciones tecnologizadas que nos dirigen y en último término, por mediación del espectáculo de idiotas interpuestos, nos gobiernan.
ResponderEliminarEfectivamente, la tierra no es plana pero los cerebros de la mayoría de los terrícolas, especialmente los de sus gobernantes democráticamente elegidos, son planos.
Eliminar