martes, 14 de noviembre de 2023

Información y desinformación

    Puede decirse sin gran escándalo que para describir la realidad social acierta más la ciencia-ficción que la sociología o ciencia propiamente dicha de la sociedad. 

    Así, por ejemplo, Fahrenheit 451 la novela que Ray Bradbury escribió en 1953, cuyo título alude a la temperatura a la que arde el papel impreso, reflejó muy bien la represión de la censura y las quemas de libros que a lo largo de la historia se han venido produciendo. 

    Guy Montag, el personaje principal de la novela, encarnado en la película magistral que tanto me impresionó la primera vez que la vi, de François Truffaut (1966)por el actor Oskar Werner,  es el bombero que en lugar de apagar fuegos se dedica a provocarlos quemando libros porque hacen pensar y, al hacer pensar, alejan a los hombres de la felicidad. Pero en realidad es un bombero que apaga otros fuegos, los de la inteligencia. 

 

    Pero si tomamos a Guy Montag, independientemente de la evolución que sufre a lo largo de la película que lo lleva a amar los libros que quemaba, como representante de la represión y de la censura del pensamiento, podemos decir que Guy Montag hoy no es sólo el censor, sino el que trabaja en la producción de noticias, es decir, el periodista que inunda a la gente con una ingente cantidad de informaciones de arriba, provenientes de las altas esferas de la política y de la realidad. 

    Aunque ha cambiado la táctica, el objetivo sigue siendo el mismo: imponer las verdades oficiales, la versión autorizada y políticamente correcta del relato único y hegemónico, y tachar las contrainformaciones como fake news, reduciendo drásticamente la comunicación, que es la puesta en común de lo que pasa aquí abajo, saturar el deseo de saber con noticias de la realidad que, ficticia e impuesta como es, acaban siendo siempre esencialmente falsas.

 

    Distinguen los ingleses entre los conceptos de misinformation y disinformation. Ambos términos suelen traducirse a nuestra lengua como 'desinformación' sin más, pero hay un matiz importante en ellos que es la intencionalidad: disinformation es información falsa difundida deliberadamente adrede, sabiendo su falsedad, mientras que misinformation es información errónea que se difunde inconscientemente como verdadera. El resultado es el mismo, pero no la intencionalidad.

    Ahora, por ejemplo, sabemos que las vacunas de ARN mensajero contra la enfermedad del virus coronado cosecha 2019 no eran seguras ni eficaces como se nos repitió hasta la saciedad. Se trataba, por lo tanto, de una desinformación o información falsa: ¿misinformation o disinformation? ¿Tenían los laboratorios y los gobiernos la intención de engañarnos o lo hicieron sin querer porque confiaban en la bondad de sus productos?

    La sociedad actual no se caracteriza por el déficit de información, sino por el superávit. No se nos sustraen las noticias, se nos ofrecen hasta límites insospechados de hipertrofia, prueba de ello es que los canales televisivos y la Red Informática Universal están emitiendo las veinticuatro horas del día, y que apenas quedan zonas en el planeta que no tengan cobertura a donde no lleguen. 

 

    Sin embargo, como revela este vídeo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en poco más de un minuto, el Gobierno de España lucha contra la desinformación, que es una de sus grandes preocupaciones, ya que "las plataformas digitales potencian sus efectos y su velocidad de propagación", dado que en los últimos años hay mucha información y mucha desinformación, y se presta especial atención -se dice allí- a la infodemia(sic)"provocada en las redes debido al COVID-19". Con este término se alude a la contrainformación, es decir a la crítica de la información oficial, que es la auténtica disinformation o desinformación deliberadamente difundida por los Gobiernos. En la lucha contra la desinformación resulta clave, se nos dice, "la colaboración con las empresas(!), la sociedad civil, los factcheckers (!) y las instituciones académicas". Queda bien claro, viendo esta publicidad o mejor propaganda orgánica institucional, que la lucha contra la desinformación que emprenden los gobiernos y las plataformas digitales afines es la vieja censura que ejercía Torquemada o el moderno Guy Montag en Fahrenheit 451, y que la auténtica desinformación (sin hacer distingos innecesarios entre mis- y dis-information)es la información oficial que se defiende de las críticas tachándolas de falsas, censurándolas y quemándolas, como en la película, a la temperatura a la que arde el papel como si fueran cosa del demonio.   

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