Un comunicado de la sección sindical de la Confederación General de Trabajadores (CGT) de la empresa Navantia de Ferrol, dedicada a la construcción de buques militares y civiles de alta tecnología, pone el grito en el cielo porque dos de sus barcos de guerra, construidos en esa factoría, a saber, la fragata Méndez Núñez y el buque de aprovisionamiento de combate Patiño, que según el Ministerio de la Guerra de las Españas están navegando por el Mediterráneo, dentro de la operación Escudo Noble de la OTAN, que surca la cuenca oriental del Mare Nostrum para disuadir a Rusia dentro del marco de la guerra de Ucrania, están en realidad integrados “en la flotilla que acompaña al portaviones Gerald R. Ford, el más grande de la armada estadounidense, enviado por su gobierno en apoyo de Israel”. Efectivamente el mayor portaaviones de la flota yanqui patrulla en aguas cercanas al conflicto entre Israel y Palestina.
Ambos buques españoles han sido construidos en la factoría ferrolana, dice la sección sindical del sindicato, y añaden con letras mayúsculas: PERO LOS TRABAJADORES NO LOS CONSTRUIMOS PARA QUE COLABOREN EN UN GENOCIDIO, refiriéndose con este término a la masacre del pueblo palestino que está llevando a cabo el Estado sionista de Israel sobre la franja de Gaza, que si ya era un campo de concentración antes es ahora además un campo de exterminio, y en la que está colaborando indirectamente los dos barcos de guerra españoles integrados en el grupo logístico del portaaviones norteamericano desplazado a la zona para dar cobertura a Israel.
El sindicato exige al gobierno español la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, que vuelvan los buques ya, y la anulación de toda colaboración de su empresa con empresas israelíes.
Cabe recordar a estos sindicalistas bien intencionados que lo que están fabricando, a cambio del salario que reciben por ello, no son buques civiles para transporte de mercancías o de pasajeros en cruceros de placer, sino barcos de guerra militares: fabrican armas bélicas que serán utilizadas en "conflictos", minimizando la cosa, en guerras, para llamarlas por su nombre, e incluso en genocidios, como en el presente caso, por sus compradores.
No es muy coherente escandalizarse por el uso que se da a un arma después de haberla fabricado. Los barcos de guerra, como su nombre indica, se construyen para la guerra, no para navegar por el mundo repartiendo sonrisas y golosinas a los niños que los saludan desde el puerto. Si uno no desea ver el producto de su trabajo empleado en causar destrucción y muerte, lo que tiene que hacer es negarse a fabricarlo.
Uno de los argumentos que esgrime a veces la impresentable Ministro de la Guerra del sedicente gobierno progresista y esquizofrénico de las Españas, que pone una vela a Dios y otra al diablo, es que la industria armamentística genera puestos de trabajo, algo de lo que no cabe duda, pero que no justifica su existencia, pues la industria militar puede reconvertirse como han hecho otras industrias, cosa que no solo es posible sino que además es moralmente deseable, justa y necesaria para que no tengamos que lamentar estos usos.
La versión oficial del Ministerio de la Guerra
Esto es lo que hace el mal llamado
“gobierno de la gente”, porque la gente no gobierna, sino que se
deja gobernar, y el gobierno que gobierna a la gente, pero nunca la
gente que lo vota, es quien envía esos buques de la Armada a las costas
palestinas, así como los mejores aviones de combate a las fronteras
de Rusia a las órdenes de la OTAN mientras algunos de sus ministros
y ministras se rasgan las vestiduras hipócritamente.
Pero en una cosa sí que tienen razón los sindicalistas: hay que exigir al gobierno esquizofrénico de coalición progresista en funciones que la fragata Méndez Núñez y el Patiño vuelvan a Ferrol, y de ahí vayan al desguace, a deshacer y desbaratar lo que no tenía que haberse hecho nunca si queríamos evitar su uso, que, habida cuenta de su función militar, no podía ser bueno, por muchas pamemas y milongas que nos cuente la Ministro de la Guerra.
Recuerdo aquello de Ferlosio de “ “la indiferencia e inocencia de la mercancía en cuanto mercancía”
ResponderEliminarAh! Disculpa que te haga una pequeña corrección (aun sea en recuerdo del amigo Príncipe Galín). La pobre ciudad donde se fabrican esos barquitos se llama Ferrol. Lo de “El” se puso para agregarle aquello de “del caudillo”. Gracias!!
Pues gracias por la corrección. Un saludo.
EliminarPues a mí no me sonaba mal lo de 'El' Ferrol (lo del caudillo sí, por supuesto). Supongo que será porque siempre lo he oído así, como lo de 'La' Coruña.
ResponderEliminarBien hecho, Guillermo. Salud!
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