¿Qué necesidad tiene uno de viajar y de meterse en un medio de trasporte como es el avión, donde los pasajeros van apelotonados como si fueran sardinas enlatadas? ¿De qué puede servirle
a alguien viajar? ¿De evasión? ¿Acaso de distracción momentánea?
Efectivamente. Y de poco más que eso. El viaje, desde luego, ya no sirve para conocer un mundo que es cada vez más homogéneo, y más igual a sí mismo, donde Oriente se ha desorientado, nunca mejor dicho, y ha acabado occidentalizándose. El viaje, por lo tanto, ya no existe: ha sido sustituido por el turismo, que es una de las industrias que más capital mueve.
Desengañémonos, ya no hay viajes: lo único que hay, y mucho,
es turismo, que viene del francés “tour”, sí, como el “tour” de
Francia,
y que significa “vuelta”: porque el turista es el que da vueltas, más
vueltas que un tonto, y más vueltas todavía hasta descubrir un buen día
en el mejor de los casos que no va a ninguna parte dando tantas vueltas
como da, que es como una peonza
que siempre está girando sobre sí misma en el mismo lugar.
"Tourist go home, you are the terrorist".
El viajero de verdad, por el contrario, no sabe a dónde va, a diferencia del turista que conoce muy bien el destino al que se dirige antes de emprender el viaje, del que podría muy bien prescindir pues no va a aportarle nada que no sepa ya. Cuando viajamos cambiamos de
paisaje y paisanaje, pero nosotros no cambiamos por el mero
hecho de trasladarnos: sólo cambia el lugar donde nos encontramos, nuestra posición en el espacio, no nosotros mismos.
Hay un pensamiento de
Pascal muy oportuno a este respecto. Dice que ha descubierto que toda
la infelicidad humana radica en no saber estarse
quietos en un lugar: “ne savoir pas demeurer en repos dans une
chambre”, literalmente: no saber permanecer en reposo en
una habitación.
La necesidad de movernos,
de no parar quietos, de no saber estar tranquilos en ningún lugar,
de ser como el gato hiperactivo que cuando está fuera quiere entrar y cuando está dentro
quiere salir, igual que la mosca cojonera tras el
cristal, nos obliga continuamente a ponernos en circulación y a trasladarnos
de un lugar a otro sin descanso.
Fotografía de uno de los viajes del IMSERSO
Le
pasaba al poeta Horacio, que hablando de sí mismo, reconocía: "Romae
rus optas; absentem rusticus urbem / tollis ad astra leuis."
Lo que viene a decir algo así como: Quieres en Roma el campo;
ya rústico, la urbe lejana, / frívolo, subes al cielo. Cuando
estaba en Roma echaba en falta la paz y el silencio del campo, y
cuando se hallaba en la campiña, donde disponía de una cómoda
residencia regalo de Mecenas, añoraba el ajetreo y el bullicio de la
gran ciudad.
No estaba contento en ningún lugar disfrutando de sus ventajas, sino que
echaba siempre en falta las que no tenía en ese momento. Le
pasaba a él y nos pasa a nosotros, los modernos.
¿De qué le sirve a uno viajar, aparte del hecho de hacer turismo, algo que ya está hecho antes de hacerlo, porque el turista sabe lo que debe ver, lo que debe comer, las fotos que debe tomar para asegurarse de que ha estado en el destino al que se dirigía? De eso se aprovechan las
agencias de viaje del capital privado y el propio Estado en programas de termalismo y turismo como los que organiza el IMSERSO en España para engañarnos como a bobalicones y vendernos sus paquetes turísticos. Y, sin
embargo, ya lo cantó Baudelaire: “Amer savoir celui qu' on tire
du voyage”. ¡Cuánta razón tienen los poetas!: Saber amargo
aquél que se saca del viaje. Un saber que deja mal sabor de boca al descubrir que el viaje es un engaño de las angencias del gremio respectivo y del Estado que lo promocionan.
Ya se lo decía Séneca a su
querido Lucilio, que era como su alter ego, en la carta número 28 de su voluminosa
correspondencia, cuyo titulo podía ser: "Nadie huye de sí mismo":
¿Que esto a ti solo, piensas, te ha pasado y te extrañas como
de cosa nueva de que con tan largo viaje y con tantas mudanzas de
parajes no te has sacudido la tristeza y el agobio de tu alma? Hoc
tibi soli putas accidisse et admiraris quasi rem nouam quod
peregrinatione tam longa et tot locorum uarietatibus non discussisti
tristitiam grauitatemque mentis? Debes cambiar de mentalidad,
no de atmósfera. Animum debes mutare, non caelum. Aunque
cruces el anchuroso mar, aunque como dice nuestro Virgilio, “tierras
atrás y ciudades se alejen” te seguirán a donde quiera que vayas
tus vicios. Licet uastum traieceris mare, licet, ut
ait Vergilius noster, terraeque urbesque
recedant, sequentur te
quocumque perueneris uitia.
(Si
no nos gusta demasiado la traducción moralizante de "vicios", podemos
decir más sencillamente: "problemas, preocupaciones". La sombra,
metáfora de la negra cuita, como cantó el poeta Horacio, siempre
acompaña al jinete que galopa huyendo de sí mismo: post equitem sedet atra cura. Pero sigamos leyendo lo que Séneca le escribe a su amigo Lucilio:)
A uno que se quejaba
de eso mismo Sócrates le dijo: “¿Por qué te extrañas de
que no te valgan de nada los viajes, cuando te pones en circulación?
Hoc idem querenti cuidam
Socrates ait, 'quid miraris nihil tibi peregrinationes prodesse, cum
te circumferas? Te agobia la misma causa que te obligó
a partir.” premit te eadem
causa quae expulit'. ¿En qué puede reconfortarte la
novedad de las tierras? Quid
terrarum iuuare nouitas potest? ¿Qué el conocimiento
de ciudades y paisajes? quid cognitio urbium aut locorum? A
nada va a parar ese trajín. in irritum cedit ista iactatio.
¿Quieres saber por qué no te consuela esa huida? Quaeris
quare te fuga ista non adiuvet? Huyes contigo mismo.
tecum fugis.
Una de las quejas más frecuentes de los destinos turísticos consiste en decir que había muchos turistas, como si quienes lo dicen no fueran igualmente turistas, como si quisieran encontrar algo auténtico y no, como suele decirse, para turistas. Por eso hay tantos turistas, pero ningún viajero, porque el viajero de verdad no
sabe a dónde va, mientras que el turista sabe muy bien a dónde va: al
mismo hotel, al mismo restorán, al mismo país, al mismo sitio siempre.
Cualquier cosa les vale a los turistas, como la fotografía de arriba a lado de la pintada 'tourists go home'; son como esponjas que absorben y se enorgullecen de todos los residuos y nocividades con tal de que entre ellos se incluyan sus imágenes.