miércoles, 24 de julio de 2024
Pareceres LIV
lunes, 17 de junio de 2024
Pareceres LI
jueves, 31 de agosto de 2023
¡Volved por donde habéis venido!
Bendito aburrimiento.
- Dice el anuncio de una agencia de viajes o mejor dicho, de destinos turísticos, dado que ya no hay viajes: “Quedarse en casa no es
divertido. Escápate”. Y yo me pregunto: ¿Quién nos
manda divertirnos? ¿Por qué tenemos que divertirnos? ¿Qué hay de
malo no ya en aburrirse sino en no divertirse? ¿Acaso el que vaya a
escaparse va a evadirse de sí mismo y de sus problemas? ¿No se
escapará sólo de su casa? Está claro que la aludida agencia mercantil quiere que nos escapemos so pretexto de divertirnos porque, si
nos quedamos en casa, ella no hace negocio a costa de nuestro
aburrimiento, bendito sea. Bergamín nos ha regalado este precioso aforismo: "El aburrimiento de la ostra produce perlas".
domingo, 17 de julio de 2022
¿Por qué corres, Ulises?*
Las ocho de la mañana de un día cualquiera en la estación de Abando, Bilbao. El
tiempo apremia. Ni un minuto más ni un minuto menos para empezar la jornada
laboral con la rutinaria mansedumbre cotidiana de unas vidas que, subordinadas al
imperativo laboral, se rigen por las manecillas del reloj. Todos bailan al ritmo
del tictac que marca el tirano, que es el instrumento indispensable de la
dominación tecnodemocrática del siglo XXI que padecemos: todos al compás del
Capital y su corazón mecánico que determina los tiempos de ocio y trabajo
asalariado, la nueva forma de esclavitud imperante aquí y ahora que convierte
nuestra vida en tiempo esencialmente futuro y ahora mismo inexistente, es decir, en alienación remunerada.
Es una lata que ahora no se pueda abrir la ventanilla de un vagón, por ejemplo, y no te dejen asomarte. Lástima. No digamos ya que te obliguen a llevar el bozal en la boca, como obligan todavía en el reino de las Españas a los usuarios de los trasportes públicos (RENFE, la Red Nacional de Ferrocarriles de España, te recuerda lo que debes hacer "para protegerte y proteger a los demás": utiliza mascarilla siempre que viajes, aunque podrías quitártela -y perjudicarte a ti y a los demás- en el vagón cafetería para tomarte un sangüis y un refresco, o un café y un delicioso cruasán con parsimonia). Además no te da tiempo a degustar el paisaje de lo rápido que va el tren: te ponen, en cambio, una pantalla y si te descuidas te echan una película para que no veas lo que te rodea y sí, en su lugar, lo que te ponen.
Finalmente aparece la policía autonómica vasca -la policía, da igual su denominación de origen, es la misma en todas partes- que, tras identificar a los manifestantes, los invita a disolverse porque al parecer es un delito ir despacio por la vida, sin prisa, sin atropellar ni avasallar a nadie, entorpeciendo el apresurado ritmo de los que creen saber a dónde van y creen que van efectivamente a alguna parte.
A lo mejor alguno de los poquísimos que hayan leído esto hasta aquí se queda pensando que aquella docena de chalados que abogaban, como hago yo aquí inútilmente ahora, por la lentitud, expulsados por las fuerzas de orden público, tal vez tratan de decirnos algo a todos con su ejemplo y sus palabras, en lo que tienen no poca sino por el contrario muchísima razón.
(*) El título de esta entrada está tomado de una comedia de Antonio Gala estrenada en 1974.