lunes, 15 de abril de 2024
"Fumar es un placer genial, sensual"
domingo, 19 de febrero de 2023
El placer de fumar
Frente a la campaña “El humo no te deja ver” orquestada por el Ministerio de Sanidad de prevención del tabaquismo y de protección del medio ambiente que quiere darnos a entender que el tabaco no es bueno ni para nosotros ni para el planeta, dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (sic), financiado por la Unión Europea, cabe reivindicar el acto de fumar como un acto placentero en sí, independientemente de que sea bueno o malo para nuestra salud y para la planetaria.
Algunos son tan necios que aplauden estas campañas antitabaqueras porque intentan conseguir que respiremos “aire puro” en los lugares públicos, como si pudiera haber en nuestro mundo tan contaminado algo como el "aire puro", como si se pudiera purificar el aire porque los fumadores dejaran de fumar.
Quieren mejorar nuestra salud y la del planeta, ese nuevo mito que se proyecta al futuro, como si les importara algo a ellos, para que no acumulemos nicotina en los dientes, no tengamos gingivitis y los pulmones no se nos pudran por el cáncer, y para que, en definitiva, el globo terráqueo pueda sobrevivir a nuestros malos humos.
Administran nuestra salud y nuestra felicidad situándolas en el futuro, que es la muerte; por lo tanto es una salud falsa, está en el porvenir, que por definición nunca llega, no aquí y ahora, la que me están vendiendo. Quieren preservar una pureza ideal, higiénica, inexistente. Pronto nos obligarán a hacer deporte por “nuestro propio bien”, por “nuestra salud”, y a comer coles hervidas o sardinas o lo que se les ocurra.
El humo molesta a otros; el alcohol parece que no, salvo a los atropellados por borrachos, a las mujeres muertas por sus maridos ebrios o “parejas sentimentales”, a los hijos desatendidos y maltratados por sus padres alcohólicos. Con el emporio del alcohol no se meten. Ya se vio lo que pasó con la Ley Seca en los Estados Unidos...
Los creadores de la Ley del Tabaco han llegado a tal grado de empecinamiento en su empeño que hay que decir que su cruzada contra el consumo de tabaco es una campaña fascista: las primeras medidas antitabaquistas las tomó el régimen nazi. Los creadores de dichas leyes y campañas se arrogan el derecho de decirnos lo que es bueno y malo, y quieren convencernos de que lo hacen por nuestro bien.
El tabaco apesta, es verdad, pero la prohibición y la condena que sobre él recae apesta todavía mucho más. Fumar es todavía más placentero ahora que está prohibido en la mayoría de los lugares públicos. Y no contentos con eso parece que quieren prohibirlo también en los privados, convenciéndonos de que lo hagamos por las dos poderosas razones susodichas.
Sara Montiel en la película El último cuplé (1957) reivindicaba el placer "genial, sensual" del tabaco, interpretando “Fumando espero”. En esta actuación más reciente, aparecía fumando un puro a finales de los años 90 en un programa de la televisión española.
sábado, 18 de septiembre de 2021
Fumar es un placer
Hubo un tiempo no del todo muy lejano en que era políticamente correcto fumar, era un rito de paso de la infancia a la adolescencia, significaba que si eras chico o chica y fumabas, dejabas ipsofacto de serlo y ya eras mayor, podías ser considerado un adulto, un hombre o, en su caso, una mujer hecha y derecha, como solía decirse. Y fumar no estaba mal visto, e incluso era signo de buena educación tolerarlo en público aunque uno no fuera fumador. Y además, fumar, como rezaba aquel cuplé que cantaba Sarita Montiel, que esperaba fumando al hombre que más quería, era "un placer genial, sensual", y el humo embriagador del cigarrillo acababa prendiendo "la llama ardiente del amor".
Resulta curioso cómo el nombre de la chaqueta que se ponía para fumar (smoking jacket en la lengua del Imperio) sobre el traje de etiqueta de caballero a fin de no impregnarlo del olor del tabaco, acabó designando en nuestra lengua al propio traje del caballero: el esmoquin, adaptación del gerundio inglés smoking.
El suave sabor que anhelan las madres expectantes (o mujeres embarazadas).
Comparando
la imagen publicitaria de arriba de la mujer preñada que está fumando con la fotografía de la que está
recibiendo la vacuna abajo, veo cierta similitud, salvando las distancias
temporales: En ambos casos se afirmaba que era saludable la ingestión de algo para las embarazadas (el humo del tabaco
entonces, ahora la vacuna). Con el paso del
tiempo se ha acabado reconociendo que el tabaco era bastante
perjudicial tanto para la madre como sobre todo para el bebé que
estaba gestando. ¿Sucederá lo mismo con la vacuna? ¿Tendrá que pasar el tiempo para que lo sepamos?