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martes, 8 de octubre de 2024

El dinero, según Borges (y II)

...en las claras monedas del hechicero de las 1001 Noches, que después eran círculos de papel; un desconocido de barba blanca le paga a un carnicero con monedas de plata de una blancura deslumbrante que el carnicero se apresura a guardar. Cuando fue a disponer de ellas, comprobó que no eran monedas de plata, sino redondeles de papel blanco. Resultó que era un brujo o hechicero y que la plata que lo había deslumbrado era falsa.
 

  en el denario inagotable de Isaac Laquedem;  uno de los muchos nombres propios del judío errante a través del tiempo y del espacio, cuya leyenda apareció en el siglo XIII en la vieja Europa, condenado a vagar hasta el día del Juicio Final, siempre con el mismo dinero, aunque lo gastará,  en el morral pero sin hogar ni posesiones. 
 
El judío errante, Gustave Doré (c. 1856)  

en las sesenta mil piezas de plata, una por cada verso de una epopeya, que Firdusi devolvió a un rey porque no eran de oro; las sesenta mil monedas de plata del poeta persa Firdusi, destinadas a pagar los sesenta mil versos de su famosa epopeya, se las devolvió al sultán porque no eran de oro como le había prometido. 
 
en la onza de oro que hizo clavar Ahab en el mástil;  el capitán Ahab, cuenta Herman Melville, había clavado en el mástil del buque ballenero una onza de oro para recompensar al primero de la tripulación que avistase a Moby Dick. El doblón de oro representa la obsesión del capitán por capturar a la ballena. 
 
en el florín irreversible de Leopold Bloom; el florín de Leopold Bloom, el héroe o antihéroe, si se prefiere, del Ulises de James Joyce, es una moneda que representa a todas las monedas, que ha sido singularizada con tres muescas en el borde fresado con la esperanza de que vuelva a su antiguo propietario y recuperarla algún día, pero que circulará por todo el mundo entre sus iguales sin retorno. 
 
en el luis cuya efigie delató, cerca de Varennes, al fugitivo Luis XVI; el luis de oro fue la moneda con la efigie del monarca que permitió a Jean-Baptiste Drouet, según algunos, reconocer a Luis XVI cuando este y su esposa María Antonieta pretendían huir de París viajando de incógnito. Esa moneda delató al monarca, que sería juzgado de alta traición, condenado a muerte y ejecutado en la guillotina. 
 
 
Todas esas monedas son, como la argentina que lleva al borde de la locura al narrador, ese Zahir detrás del cual se esconde el rostro divino y terrible de Dios. La última frase con que se cierra el cuento refleja el pensamiento del protagonista: quizá detrás de la moneda esté Dios.

domingo, 6 de octubre de 2024

El dinero, según Borges (I)

“...nada hay menos material que el dinero, ya que cualquier moneda (una moneda de veinte centavos, digamos) es, en rigor, un repertorio de futuros posibles. El dinero es abstracto, repetí, el dinero es tiempo futuro”. Jorge Luis Borges, El Zahir, incluido en El Aleph (1949). 
 
El cuento de Borges El Zahir nos ofrece muchas sugerencias sobre la realidad ideal del dinero mucho más útiles que los tratados de economía: su inmaterialidad, su carácter abstracto y cómo es el artífice del futuro, por ejemplo.
 
El propio cuento explica el significado de su título: “Zahir en árabe quiere decir notorio, visible, en tal sentido, es uno de los noventa y nueve nombres de Dios; la plebe, en tierras musulmanas lo dice de “los seres o cosas que tienen la terrible virtud de ser inolvidables y cuya imagen acaba por enloquecer a la gente”. 
 
El cuento versa sobre una moneda argentina de veinte centavos, prácticamente insignificante, que le dan al protagonista después de tomar una caña de naranja como cambio. Y que, una vez recibida, le produce un principio de fiebre, y le lleva a formular el siguiente pensamiento al recibir la moneda en sus manos: “Pensé que no hay moneda que no sea símbolo de las monedas que sin fin resplandecen en la historia y la fábula”. Y comienza entonces una enumeración vertiginosa de las manifestaciones de esta moneda:
 
Pensé en el óbolo de Caronte; este óbolo era el precio del pasaje que las almas de los difuntos debían pagar al barquero para hacer la travesía al otro mundo, creencia que en la antigua Grecia hacía que se colocara una moneda en la boca de los muertos. Es curioso que la primera imagen de la moneda que tenga el protagonista sea precisamente la última, su utilidad para que las almas de los muertos puedan alcanzar el descanso eterno y no se vean obligadas a vagar errantes. 
Caronte y Psiqué, S. Stanhope (1890)
 
en el óbolo que pidió Belisario; famoso general bizantino que, según se cuenta, -¿quién lo había visto y quién lo ve ahora?- acabó su vida ciego, cegado por orden del emperador Justiniano,  y mendigando limosna a los viandantes rogándoles “Dad un óbolo al comandante Belisario”.
 
en los treinta dineros de Judas; aquellas treinta monedas de plata por las que Judas Iscariote vendió a Jesús, señalándole con un beso en la mejilla y entregándole a las autoridades romanas. Arrepentido, después, por lo que había hecho, quiso deshacerse del dinero devolviendo las monedas a quienes se las habían dado y al no aceptarlas acabó tirándolas y ahorcándose de un árbol. 
 
en las dracmas de la cortesana Laís;  ofendida porque el célebre orador griego Demóstenes quería pagarle mil dracmas por pasar una noche con ella, le pidió a cambio diez mil, ya que, siendo prostituta, no iba a venderse barata; Demóstenes rechazó la oferta diciendo: "No quiero pagar tan caro mi arrepentimiento".
 
Laís de Corinto, Hans Holbein el Joven (1526)
 
La anécdota nos recuerda, mutatis mutandis, al viejo chiste que, con diversas variantes, se ha atribuido a varios personajes masculinos famosos todos ellos británicos o americanos como Winston Churchil, Bernard Shaw, Groucho Marx, Mark Twain o Bertrand Russel, del que el lector interesado y curioso puede hallar noticia en esta página electrónica, que sostienen un diálogo parecido a este con una atractiva señorita: “¿Se acostaría usted conmigo por un millón de dólares?”, le propone él. A lo que ella contesta sin dudar: “Por supuesto”. “¿Y por un dólar?”, replica el caballero. “¿Qué se cree usted que soy? ¿Una prostituta?”, contesta la dama ofendidísima. “Eso ya ha quedado claro —responde el tipo—. Ahora estábamos regateando para negociar el precio”.
 
en la antigua moneda que ofreció uno de los durmientes de Éfeso; los siete durmientes de Éfeso se habían refugiado en una cueva huyendo de las persecuciones romanas contra los cristianos. Cuando despertaron habían transcurrido casi doscientos años. Bajaron a Éfeso a comprar comida. Los vendedores se sorprendieron de que esas monedas ya no eran de curso legal, pertenecían al emperador Decio, y estaban bajo Teodosio. Se había producido un milagro, y la prueba era que no habían dormido una noche sino dos siglos.
 

jueves, 27 de junio de 2024

Pareceres LII

251.- De sacris et diuinis: ¿Hay algo sagrado? No lo sabemos, pero, en cualquier caso, si lo hay no está, desde luego, en los templos: ni en la mezquita, ni en la sinagoga, ni en la iglesia, ni en la pagoda. Quizá el fuego. Pero no el fuego real, sino el fuego de la razón, que diría Heraclito el efesio. El fuego de la razón es el único fuego incombustible. La sagrada piromanía no se orienta a rendirle culto al fuego purificador porque sí, ni a incendiar bosques ni a prender fuego a las iglesias como nuestros abuelos anticlericales o como hizo Eróstrato, el efesio, quemando el templo de Artémide, una de las siete maravillas de la Antigüedad. La sagrada piromanía es dinamitera de la fe, de cualquier fe. No cejará hasta ver cómo arde en llamas, pero no para destruir los edificios, sino la fe que los sustenta. Tampoco a las personas, sino la fe que las hace ser lo que son. En ese sentido hay que entender la frase que se atribuye al príncipe Piotr Kropotkin de que la única iglesia que nos ilumina es la que arde. 
 
252.- Psicoterapia. Ha sustituído a la confesión y la conversación íntima que eran actos gratuitos, por la mercantilización de la escucha. Ya no les contamos nuestros problemas a los amigos, sino que pagamos al psicoterapeuta/psicoanalista para que nos escuche oyendo el relato que hacemos de nuestra vida. El mens sana in corpore sano, que era un ruego que había que pedir a los dioses que nos concedieran al decir del poeta Juvenal, se ha convertido en un empeño y una obligación personal consistente en ir al terapeuta para lo primero y al gimnasio para lo segundo. Hay algo intrínsecamente perverso en pagar para que nos escuchen porque estamos capitalizando -mercantilizando- las relaciones humanas. El profesional psicoterapeuta, pese a su falta de interés por nuestro relato, nos insta a que le contemos el cuento. Tiene que escucharnos, que para eso le pagamos.
 
253. -Envejeciendo. Escribe o dice Borges en alguna parte: “No me duele la soledad: bastante esfuerzo es tolerarse a uno mismo y sus manías. Noto que estoy envejeciendo, un síntoma inequívoco es el hecho de que no me interesan o sorprenden las novedades, acaso porque advierto que nada esencialmente nuevo hay en ellas y que no pasan de ser tímidas variaciones”. Con estas declaraciones revitaliza dos tópicos: el clásico de nada nuevo bajo el Sol, y el de cuanto más cambian las cosas, más permanecen idénticas a sí mismas, pues las variaciones son meramente cosméticas, superficiales. 
Anciano, Ulpiano Checa (1860-1916)
 
254.- Refugios climáticos.  No es un bulo el que en un parque de frondosos árboles ponga un cartel en alguna de las lenguas peninsulares que diga: Refugio climático. Por ejemplo el Ayuntamiento de Barcelona, con la siguiente aclaración: Utilitza aquest espai per protegir-te de la calor. Hasta ahora no parecía necesario que el ayuntamiento ilustrara a los pobres contribuyentes, sobre lo que hay que hacer para protegerse del calor. Hace cuarenta años, los sevillanos se refugiaban en el Parque María Luisa en las tardes de calor. Las calles de la ciudad, recuerda un sevillano, estaban desiertas y el parque a rebosar. Ahora, sin embargo, la gente pasea por la Avenida de la Constitución a las cuatro de la tarde con toda la calor de un sol de justicia y le echa la culpa al cambio climático de Dios que lo fundó. En el Paleolítico inferior, y mucho antes no había cartelitos, y nuestros ancestros, como todos los animales, sabían resguardarse del frío y del calor. Pero ahora nuestros alcaldes y ediles nos consideran menos inteligentes, y de hecho nos llaman tontos a la puta cara, -y tal vez tengan algo de razón- a la vez que están demostrándonos lo mucho que nos quieren y que nos cuidan, porque no quieren que muramos víctimas de las inclemencias climáticas. Imagino que en breve crearán otros refugios para guarecernos de los bombardeos.
 
255.- Reclamo publicitario: El que la publicidad comercial, que ha dispuesto tradicionalmente del cuerpo femenino como reclamo, disponga ahora tanto de modelos masculinos como femeninos supone, desde luego, un trato igualitario, pero eso no quiere decir que sea positivo, sino todo lo contrario, porque no conlleva ninguna liberación de los estereotipos masculinos o femeninos o modelos de belleza que se imponen como cánones, que sería lo justo y deseable, sino todo lo contrario. La liberación sería que no hubiera publicidad (mercantil) y que de ese modo los cuerpos pudieran liberarse de los corsés que les impone el mercado para parecerse al ideal, porque el ideal, que es el deseo, está muy lejos de la realidad, que es mentira.
 

domingo, 3 de diciembre de 2023

¡Nacionalistas!

    Caín es un pseudónimo tras el que se esconden el guionista Felipe Hernández Cava y el dibujante Federico del Barrio, quienes bajo esta firma hacen la viñeta diaria de opinión del periódico La Razón. Aunque, acosados por la actualidad y la realidad del momento así como por la ideología política de derechas del periódico en el que publican, incurren a veces en torpes caricaturas ideológicas, pero otras veces aciertan plenamente a expresar lo que es de sentido común, como por ejemplo una de las últimas viñetas, la publicada el 29 de noviembre del presente año, dedicada a Borges, en la que, haciendo un guiño a la teoría de la evolución de las especies de Darwin, un chimpancé le pregunta a otro: -Según el proceso evolutivo ¿qué nos corresponde ser ahora como primates? Y el otro le responde categórico: -Nacionalistas. 
 
 
    Si entendemos que la respuesta que da el mono de “nacionalistas” se entiende en su sentido más amplio, no refiriéndose solo al nacionalismo emergente o periférico -vasco y catalán principalmente en el caso español-, sino a cualquier nacionalismo en general, tanto a los establecidos como a los que pugnan por establecerse, estaríamos también atacando indirectamente el nacionalismo centralista o español que defiende el periódico por aquello de España “Una, Grande, Libre”.
 
    La sugerente dedicatoria a Jorge Luis Borges (1899-1986) nos pone sobre esa pista intelectual. El escritor argentino -uno no nace argentino, sino que se hace argentino, pero Borges se hizo universal desde Argentina- que nunca recibió el Premio Nobel de Literatura, según él, que era conservador, por razones políticas, se rebeló en efecto muchas veces contra la identidad en general, y contra la nacional en particular, sin olvidar nunca la rebelión primordial contra la identidad de la persona. Dijo, por ejemplo alguna vez, que el nacionalismo sólo permitía afirmaciones y "toda doctrina que descarte duda, negación, es una forma de fanatismo y estupidez". Y también se le atribuye el dicho que supongo que inspira la viñeta de Caín: "El vicio más incorregible de los argentinos es el nacionalismo, la manía de los primates". 
 
 
   Borges mostró la seriedad de sus convicciones antinacionalistas, cuando, escribe Mario Vargas LLosa en Borges Político,  burlándose de la guerra de las Malvinas entre el Reino Unido y la Argentina, la definió como “la pelea de dos calvos por un peine”. Se opuso a la dictadura nacionalista de Perón, denominando a los doce años que duró “años de oprobio y soberbia”, pero apoyó a dos de las dictaduras militares argentinas más sangrientas, la que derrocó a Perón y la de Videla, e incluso llegó a elogiar a Pinochet, el dictador chileno, lo que no congenia mucho con la opinión que dio de los regímenes dictatoriales: “Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez.
     
    El dogmatismo identitario es una de las principales herramientas de dominio no sólo político, sino también personal, que ha ido variando según el momento y contexto histórico y centrándose en el aspecto religioso, racial, sexual o nacional. El nacionalismo, por cierto, no deja de ser una ideología de sustitución que heredó muchos de sus elementos cuando la religión empezó a perder fuerza como generador de identidad colectiva. La identidad es una mentira necesaria que mana del hecho de que aunque consideremos que es una ficción, es decir que es siempre falsa porque no hay identidad verdadera que podamos conocer, su existencia es real y fundamental para el sostenimiento de la realidad. 


 
   Si intentamos sistematizar los rasgos, señas o ingredientes identitarios que configuran nuestra identidad individual o colectiva, nos encontramos enseguida con que atendemos solo a unas pocas categorías como, por ejemplo, raza, nación, religión, lengua o clase social, que cambian con el transcurso de los tiempos, y descuidamos otros ingredientes que pueden llegar a ser tanto o más significativos, como, por ejemplo, la generación a la que pertenecemos, hijos que somos de nuestro tiempo casi más que de nuestros padres, nuestro estado de salud, la profesión que ejercemos, los amores y los odios que conforman nuestros gustos, las opiniones que más que tenerlas nos tienen a nosotros, y las preferencias personales que profesamos o que no profesamos, porque los ingredientes identitarios no son solo importantes por su presencia, sino también cuando brillan por su ausencia; estar en paro, por ejemplo, o no ser partidario de ningún equipo de balompié ni interesarse siquiera por el deporte rey pueden suponer, en ciertos contextos, una parte esencial de la identidad de una persona. A Borges, por cierto, se le atribuye el dicho de que el fútbol era popular porque la estupidez era popular.

    Los nacionalismos, que Borges definía como “espectros colectivos”, son ideologías falsas -no vamos a decir irreales porque desgraciadamente son demasiado reales- en tanto en cuanto defienden, en palabras borgianas, “el prejuicio del que adolecen todos los hombres: la certidumbre de la superioridad de su patria, de su idioma, de su religión, de su sangre”. Cuando estos espectros colectivos o ficciones políticas e ideológicas alcanzan el poder institucional terminan contaminado la realidad y la vida de quienes quedan presos de sus delirios. Es absurdo, escribió, idolatrar a un adefesio porque es autóctono. 

 
    En «Historia de los ecos de un nombre», recogido en Otras inquisiciones, Borges evoca cómo, en sus últimos años de vida, Jonathan Swift «empezó a perder la memoria» y un día, loco y moribundo, le oyeron repetir la tautología divina «soy lo que soy, soy lo que soy».

viernes, 24 de noviembre de 2023

Pareceres (XXXIII)

161.-Niños muertos. El espectáculo de los niños despedazados nos conmueve especialmente, nos hiere en el alma, levanta ampollas, pone el dedo en nuestra llaga: porque nosotros, adultos, nos estamos contemplando a nosotros mismos: somos niños muertos aquí y ahora: ellos son el espejo más sangriento y más sangrante de nuestra propia intimidad, y de nuestra impotencia. Esos niños rotos gazatíes son el símbolo de la devastación de la infancia mundial, víctima de la sociedad adulta, víctima de los de arriba y de lo de siempre así en la paz como en la guerra. Si queremos ver sus imágenes, no tenemos más que asomarnos a un espejo ahora mismo y mirarnos y abismarnos en él. Esta barbarie, perpetrada por los que se creen dueños del monopolio de la verdad, impuesta por el armamento de destrucción masiva y expuesta por los medios terroristas de distracción para las masas, no ha sido posible sin la complicidad y el silencio de muchas personas en nombre de Dios, es decir, del Dinero, y de la libertad y la democracia, que son los regímenes políticos que lo avalan.

 

 162.- ¿Qué es el amor? Un niño llamado Eros, hijo de Afrodita, o Cupido, hijo de Venus: ese mozalbete travieso, venéreo, loco de atar, hideputa y cegato -ciego es el amor verdadero y eterno, que dura un par de años- que nos hiere con sus flechas del amor (Dios nos libre del amor y no sólo del amor de Dios) mucho más que Apolo el que hiere de lejos con sus punzantes dardos. Y es que no hay peor herida que la del amor, porque es la única que no tiene ni cura ni mucho remedio, como bien sienten y padecen en sus propias carnes todos los enamorados que en el mundo han sido. Bien fuerte era Sansón, y lo venció el amor -pues más tira coño que soga. Y el amor es siempre loco: yo estoy por vos y vos, como reza el refrán, siempre por otro.

 

163.- Centros de reclusión de menores. Las modernas y monstruosas concentraciones escolares donde se imparten las enseñanzas obligatorias, ese nuevo servicio militar, son el fruto del desmantelamiento progresivo, al que hemos asistido impasibles, de las pequeñas escuelas nacionales, convertidas hoy en aulas de cultura o pinturerías por el estilo cuando no cerradas a cal y canto, de los pueblos de la curtida piel de toro. Dichos colegios se cerraron con el pretexto del éxodo rural y de que cada vez había menos niños en los pueblos, pero entre las razones, y no las últimas, que contribuyeron a que dejara de haber niños en las zonas rurales figura precisamente el cierre de las escuelas.

 

164.- Poesía eres tú. Dice Borges en algún sitio como consuelo para todos los poetas que no hay poeta por malo que sea que no haya escrito alguno de los mejores y más sublimes versos del mundo. Eso mismo lo dijo muchos años antes Sócrates (lo cuenta Platón): no son los poetas los que hacen los poemas, sino los dioses o las musas que los inspiran. Los poetas no serían más que intérpretes en el sentido que damos ordinariamente a “medium” de los dioses. Así un dios puede servirse de un poeta insignificante para componer el más hermoso poema lírico. Sócrates hablaba de un poetastro de segunda o tercera fila, llamado Tínico de Cálcide, que jamás había compuesto ningún poema memorable, salvo una copla que estaba a la sazón en boca de todo el mundo y que era, quizá, el más hermoso de todos los poemas líricos. Según reconocía el propio autor, su copla era “un hallazgo de las Musas”, es decir, de las hijas de la Memoria, o sea, de la vida que uno, y uno es cualquiera, ha vivido.

 

Apolo y las Musas, John Singer Sargent (1921)

165.- Las putas al poder. Reivindiquemos la ascensión de las meretrices al gobierno, o dicho con un lenguaje más llano y castellano, que las putas ocupen los escaños del Poder. ¿Cuál es la razón? Que, según la sabiduría castiza y popular, sus hijos y sus hijas ya ocupan altos cargos democráticamente electos, sin mayor discriminación sexual, en las poltronas de los ministerios. Como dice una pintada, que es expresión desgarrada de la voz popular en una pared: Las putas al poder, que sus hijos y sus hijas ya lo están. Recordemos aquello de “tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando” de los Católicos Reyes, que se ha hecho realidad en esta España posmoderna y que viene a decir que igual da ya el timbre masculino o femenino de la voz de mando. Lo que parece que nadie cuestiona es que haya voz de mando, y donde hay capitán o capitana, ya se sabe, no manda la marinería. Ahora bien, en esta putañera España, debe entenderse por puta lo que es menester: no aquella persona que hace lo que hace por gusto, que no suele además ser el caso, sino la que hace lo que hace, sea lo que sea, única y exclusivamente por el vil metal, poderoso caballero, don Dinero, como cantó Quevedo. Ay, maldita España jornalera y putañera que se gana el pan de cada día como Dios manda, o sea, con el sudor de su frente prostituida, y que ignora que, como dijo el divino verbo, no sólo de pan vive el hombre.

 

lunes, 18 de septiembre de 2023

Cinco citas fidedignas y una falsa.

 Una cita del filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804): "La inteligencia de una persona se mide por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar." (Die Klugheit eines Menschen wird daran gemessen, wie viel Unsicherheiten er zu ertragen vermag.)

oOo

"La libertad a la que aspira el hombre moderno no es la del hombre libre, sino la del esclavo de vacaciones."

Nicolás Gómez Dávila (1913-1994)

oOo

"El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas;/ es ojo porque te ve."

Antonio Machado (1875-1939)

oOo

"El corazón,  si pudiese pensar, se detendría"

Fernando Pessoa (1888-1935)

oOo

"La televisión es, con su sola presencia, el control social en la propia casa. No hay necesidad de imaginarla como un periscopio espía del régimen en la vida privada de cada uno, porque ella es mucho más que eso: es la certidumbre de que la gente ya no se habla, de que está definitivamente aislada frente a una palabra sin réplica."

 (La TV, c'est, par sa présence même, le contrôle social chez soi. Pas besoin de l'imaginer comme périscope espion du régime dans la vie privée de chacun, puisqu'elle est mieux que cela : elle est la certittude que les gens ne se parlent plus, qu' ils sont définitivement isolés face à une parole sans réponse).

Jean Baudrillard (1929-2007)

Lo que escribía Baudrillard en los setenta a propósito de la caja tonta puede aplicarse hoy y nunca más a propósito porque parece que ha sido pensando adrede, a la WWW (World Wide Web), la Red Informática Universal de internet y todo lo que gira en torno a ella: móviles, redes sociales y demás TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación, o mejor: Tecnologías de la Conformación y de la Incomunicación).   

    oOo 

  Recojo de la Red una cita atribuida falsamente a Jorge Luis Borges, una fake quote en la lengua del Imperio, por lo que a mí se me alcanza, de las muchas que abundan en la Red, sobre en este caso la tauromaquia. Borges,  preguntado supuestamente por un periodista sobre el toreo y la figura del torero, habría respondido:

    ─La tauromaquia es una de las formas vigentes de la barbarie. En cuanto a la figura del torero, creo que es esencialmente un cobarde. Un hombre que con todo un aparato racional de estrategias, entrenamientos, armas, estocadas practicadas, clases y mucho estudio premeditado, se mide frente a un animal pasmado por la sorpresa, por la ansiedad; un animal que no tiene otro recurso que los reflejos de su instinto primario. Bajo esa disparidad podemos medir el valor de los toreros. La valentía verdadera no soporta desniveles tan abusivos. Por eso para mí los toreros no son valientes, sino más bien bufones.

   No hace falta atribuirle esta crítica a Borges ni a ningún otro maestro de prestigio para darle valor a dicho juicio, bastan los argumentos.

sábado, 26 de agosto de 2023

¿Qué es ser progresista, papá?

    Hay palabras que zumban al oído y revuelan constantemente a nuestro alrededor como molestas moscas cojoneras, hija mía; por ejemplo esa de 'progresista'. Hay que ser progresista, cacarean nuestros políticos profesionales. El diccionario define progresismo como «ideología y doctrina que defiende y busca el desarrollo y el progreso de la sociedad en todos los ámbitos y especialmente en el político-social». Mala definición, porque incluye el término que hay que definir y que subyace al -ismo, que es progreso, en la definición.
 
    "Progreso" procede del latín progressus, avance, marcha hacia delante, contrapuesto a regressus, que sería el retroceso, retorno o vuelta atrás. Se supone que partimos de una situación de retraso y penuria material y moral, y que el avance técnico mejora la comunidad y facilita la supervivencia de la humanidad, como si el paso del estado salvaje al civilizado hubiera supuesto una notable mejoría. 
 
    El progresismo no deja de ser una huida hacia delante. Hay una creencia escatológica secularizada, y en el fondo religiosa, es decir, supersticiosa, que dice que la historia sigue una línea ascendente de mejora, que consagra la idea de Progreso, con mayúscula, como si en ese paso hacia delante supiéramos a dónde vamos. 
 
    Pero este relato de la modernidad es desmentido sistemáticamente por la realidad. Las fuerzas progresistas, identificadas con las izquierdas políticas, están ancladas en el pasado. A finales del siglo XVIII, con la revolución francesa, se categorizaron los espacios políticos de izquierda y derecha, una división política que estructuró ideológicamente el mundo entre buenos y malos durante todo el siglo XX, y que perdura todavía. 
 

 
    Pero ahora, entrados ya en el tercer milenio de la era cristiana, está en crisis la dicotomía diestra y siniestra, como supo ver el Movimiento del 15 de mayo del año 2011 cuando se razonaron cosas como: «no existe derecha o izquierda sino arriba y abajo», o, la copla de Isabel Escudero: “Ni derecha ni izquierda; / entre arriba y abajo / está la pelea”. 
 
    Además, el progreso tecnológico e industrial nos ha llevado al borde del precipicio con un capitalismo suicida que expolia todos los recursos, incluidos las personas o recursos humanos, del planeta provocando una degradación sin precedentes, y con la revolución informática de esa cosa tan tonta que es la Inteligencia Artificial, cuyo avance ya no controlamos, sin olvidar la amenaza siempre pendiente de una III Guerra Mundial, que sería la definitiva porque “a la tercera va la vencida”. 
 
    Si las naciones no eran buenas, hija mía, porque  no lo han sido nunca, las crecientes instituciones supranacionales como la ONU, la OMS, responsable de la pasada pandemia y de la futura que ya se entrevé en el horizonte, la OTAN, que nos vende la idea orgüeliana de que la guerra es la paz, o  la Unión Europea no son mejores. De la Unión Europea, precisamente, ha dicho el flipado de nuestro presidente del Gobierno que "es el proyecto común que une al conjunto de los europeos y europeas" y que representa "la Europa solidaria que dio respuesta a esta grave pandemia de la COVID-19(!), la Europa líder y referencia en la transición (!) ecológica y la perspectiva humanista de la transformación digital (!!)".   ¿Qué perspectiva humanista será esa, me pregunto yo, hija mía, "de la transformación digital"? ¿Qué querrá decir el que le escribe los discursos al jefe del Ejecutivo? ¿No habrá querido decir "perspectiva transhumanista y se le habrá atascado el prefijo trans-?


       La UE, capitaneada por la señora Úrsula von der Leyen, a la que el flipado parece referirse cuando dice "Europa", la Europa solidaria que dio respuesta a la gravísima pandemia firmando contratos opacos, millonarios y suculentos con un laboratorio farmacéutico de cuyo nombre no merece la pena acordarse, que aseguraban diez dosis inyectables para cada europeo (y europea, que no está de más, aunque no haga falta decirlo),   emprende ahora la lucha contra la desinformación, que no es otra cosa más que la institucionalización de la censura en el viejo continente... La UE, hija mía, no es más que un engendro político en el que 27 países no aciertan a resolver los problemas que no tendrían sin la UE.
   
    Hay que salir de la falsa alternativa progresista. Quizá haya llegado el momento de parar, de hacer un alto en el avance en el que un ciego que cae en un precipicio, como en el lienzo de Brueghel el Viejo, arrastra consigo a los otros ciegos que iban tras él, inspirado en las palabras de Jesucristo (Mateo 15,14): Dejadlos, son guías ciegos; si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en la hoya.
 
La parábola de los ciegos, Pieter Brueghel el Viejo (1568)
 
    Quizá haya llegado el momento de dejar de progresar, si no queremos precipitarnos en el abismo al que vamos de cabeza.
 

    En el Libro de los Seres Imaginarios o Manual de Zoología Fantástica de Jorge Luis Borges, encontramos esta sorprendente perla: "No olvidemos el Goofus Bird, pájaro que construye el nido al revés y vuela para atrás, porque no le importa adónde va, sino dónde estuvo."

lunes, 22 de mayo de 2023

Retahíla de jaicus o jaicús

Están de moda los jaicus (o jaicús) japoneses. Se aprecia en estas composiciones poéticas la concisión de su brevedad, la alusión a una de las cuatro estaciones del año, la belleza de las imágenes y muchas otras pinturerías por el estilo. Su poética, dicen, se basa en la emoción que produce en el poeta la contemplación de la naturaleza. Pero ¿qué es formalmente un jaicu? 

Según la inevitable Güiquipedia, consiste en un poema breve de diecisiete sílabas, escrito en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. Según esto, se trataría de una métrica “a sílabas cuntadas”, lo que no es exacto en absoluto, porque los ejemplos japoneses del género a veces no suman diecisiete sílabas, sino algunas más o algunas menos. 

A poco que se profundice, se descubre que el japonés cuenta con sílabas de dos moras, por lo que una de esas sílabas "largas" puede contar como dos elementos rítmicos. 

Entre nosotros, se han hecho imitaciones manteniendo este esquema de 5-7-5 sílabas, como en este ejemplo de Octavio Paz: Hecho de aire / entre pinos y rocas, / brota el poema, o este otro de Jorge Luis Borges: ¿Es un imperio / esa luz que se apaga / o una luciérnaga?, donde el último verso, que tiene seis sílabas, al acabar en palabra esdrújula cuenta como pentasílabo. 

Octavio Paz, precisamente, y Eikichi Hayashiya tradujeron al poeta japonés Matsuo Basho, considerado el padre del jaicu, ofreciéndonos de él esta bellísima perla: Este camino / nadie ya lo recorre, / salvo el crepúsculo

Muchos poetas actuales optan por aproximarse al jaicu japonés con una estrofa de tres versecillos con el esquema “corto, largo, corto” sin más atención al cómputo de sílabas. Y algunos ni siquiera se atienen al número tres, y entregándose al “verso libre” escriben como dice García Calvo “unos reguerillos de prosa tipográficamente separados”. 

La definición del jaicu no dice nada sobre su condición prosódica, como anota Agustín García Calvo en su monumental “Tratado de rítmica y prosodia y de métrica y versificación”, publicado por editorial Lucina en 2006, que propone como modelo rítmico japonés originario un esquema que podríamos llamar trocaico cataléctico, lo que conlleva un final yámbico o con marca rítmica en la sílaba final del verso, por lo que estos versos, según el cómputo silábico de la métrica castellana serían 6/8/6,  y ofrece este ejemplo propio: Al primer temblor / del Otoño, el frío ¡qué / dulce por la piel! 

Siguiendo este esquema propuesto por el maestro, ofrezco algunos humildes intentos propios en este sentido para devolver a los jaicus el esquema rítmico originario japonés, que no suelen seguir las traducciones a nuestra lengua que prefieren el esquema tópico de 5/7/5, o españolizarlos con nuestra seguidilla o la soleá de nuestra tradición. 


De aquí para allá, / cual rosal de Jericó, /sin echar raíz
 
Canta el ruiseñor /enjaulado su canción / que echa así a volar.
 
Margaritas mil / se abren por doquier en flor / despuntando abril.
 
Peino canas ya / pero qué me importa a mí, / viejo dizque soy.
 
Se acabó el pastel. / Picotea aquí y allá / migas el gorrión.
 
Una jaula y un / pajarito dentro, allí / sin poder volar.
 
 Un espejo, en él / veo a otro como yo / que me mira a mí.
 
Ambidiestro que es, / no se queda manco, no, / jamás el Poder.  
 

  ¡Mira, el abedul / de oro viejo amaneció / revestido aún!
 
El cerezo se ha / desprendido de otra más / hoja seca ya.
 
Mi imposible amor, / nunca haremos el amor / de verdad tú y yo.
 
Otra que arranqué / hoja de almanaque, el mes / concluyó otra vez.
 
Llueve, el vendaval / como un lobo aúlla, y yo / tomo solo el té. 
 
Sin ningún valor / las pesetas que ahorré / para el porvenir.
 
Grillo cantarín, / escuchando su cricrí / vuelvo a la niñez.  

Canta el ruiseñor, / el galán primaveral, / y enmudezco yo.


 

lunes, 27 de marzo de 2023

Tú y yo, pronombres personales indefinidos

    En dos versos del poema “Para vivir no quiero”  incluidos en el poemario de 1933 “La voz a ti debida” de Pedro Salinas (1891-1951), miembro insigne de la generación poética del 27, el poeta exclama: “¡Qué alegría más alta: / vivir en los pronombres!”. 
 
    Me vienen a la cabeza estos versos que el poeta, representado por un “yo” en primera persona, le dedica a su amada, representada por un “tú” en segunda, los dos pronombres personales que sustituyen a todos los nombres tanto propios como comunes. Recuérdese la definición escolar de “pronombre”, esa clase de palabra que sustituye al nombre sin nombrarlo, desprendiéndose en el caso del poema de Salinas de todo lo superfluo que es inherente a la persona, como es la propia identidad personal o personalidad, o las convenciones sociales. 
 

 
    La alegría del poeta consiste en vivir en los pronombres, no en los nombres propios ni comunes, que enterraría gustoso: “enterraré los nombres, / los rótulos, la historia. / Iré rompiendo todo / lo que encima me echaron / desde antes de nacer”
 
    Yo, igual que tú porque yo soy tú y tú eres yo, es un pronombre personal, como dice la gramática, al que hay que añadirle "indefinido".  "Yo es otro", dijo otro poeta, Arthur Rimbaud, huyendo así de la definición. Por eso es imposible que me defina yo, que ya estoy muy definido por los demás y autodefinido por mí mismo y por mis actos, por los que me conocéis, como para definirme más, porque soy otro, otro que como Proteo huye siempre de todas las definiciones. Proteo, como se sabe, era un personaje mitológico que cambiaba de forma a su antojo, por lo que nunca se dejaba atrapar en las redes de una definición. Según nuestra docta Academia, un proteo, sin embargo, es un 'hombre que cambia frecuentemente de opiniones y afectos', un hombre voluble, por lo tanto, pero Proteo era mucho más que eso: era siempre otro. De él escribió Borges: Urgido por las gentes asumía / la forma de un león o de una hoguera / o de árbol que da sombra a la ribera / o de agua que en el agua se perdía. 
 
 
    Más bien, lo que me queda a mí y a ti, y a cualquiera, por hacer en esta vida a partir de ahora es todo lo contrario, des-definirme, liberarme de los límites conceptuales o etiquetas que me hemos impuesto (sí digo bien, no me he equivocado: que nosotros –vosotros y yo- me hemos impuesto a mí mismo: vosotros le habéis impuesto y yo también le he impuesto a este menda que ahora se desdice y quiere deshacer el entramado que -se- ha tejido en torno a su vida). Quiero des-definirme para defenderme de las rejas de la cárcel de las definiciones. 
 
     Adjunto el poema de Pedro Salinas, al que le sorprendió el golpe de Estado del general Franco que dio lugar a la guerra civil española en Santander, implicado como estaba en la creación de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de dicha ciudad, de la que fue secretario general entre 1933 y 1936, y desde donde partió al exilio, en primer lugar a Francia y posteriormente a los Estados Unidos, donde murió en Boston. 
 

 La reproducción prohibida, René Magritte (1937)
 
    Se trata de un poema de amor carente de rima regular en heptasílabos salvo dos versos de tres sílabas: Para vivir no quiero / islas, palacios, torres. / ¡Qué alegría más alta: / vivir en los pronombres! / Quítate ya los trajes, / las señas, los retratos; / yo no te quiero así, / disfrazada de otra, / hija siempre de algo. / Te quiero pura, libre, / irreductible: tú. / Sé que cuando te llame / entre todas las gentes / del mundo, / sólo tú serás tú. / Y cuando me preguntes / quién es el que te llama, / el que te quiere suya, / enterraré los nombres, / los rótulos, la historia. / Iré rompiendo todo / lo que encima me echaron / desde antes de nacer. / Y vuelto ya al anónimo / eterno del desnudo, / de la piedra, del mundo, / te diré: / «Yo te quiero, soy yo».

jueves, 12 de enero de 2023

Feliz de estar aquí

     “Me avergüenza no saber griego y verme forzado a agradecerles en inglés. 
 
    Como poeta no puedo más que utilizar metáforas, y en esta ocasión utilizaré dos. La primera es aquella del retorno a la patria, el retorno de Ulises. Ulises tardó diez años para retornar a Ítaca. Yo diría que regreso a Creta, que regreso a Grecia, veinticinco siglos después de que todo comenzara aquí mismo; aquí donde comenzó la reflexión, la dialéctica, la poesía, la filosofía, todo. Y regreso después de tantos siglos para agradecerles. 
 
    Esa es la primera metáfora. Pero hay una más, aún más extraña, y no queda más que elegir entre una de ambas. La segunda metáfora es el sentimiento de haber estado siempre aquí. Recuerdo haberle preguntado a mi padre el significado de las palabras Magna Grecia. Él respondió que eran el sur de Italia y Sicilia, y luego hablando solo continuó: “Acaso la Magna Grecia sea el mundo entero”. 
 
Borges en el laberinto de Cnoso (Creta), 1984
 
    Mis primeras lecturas fueron, recuerdo, las fábulas de los hermanos Grimm, las Mil y una noches, Alicia de Lewis Caroll y, por supuesto, la mitología griega. 
 
    De mi padre aprendí filosofía, comenzando por la célebre carrera entre Aquiles y la tortuga, de Zenón de Elea. Me impresionó profundamente esa paradoja, me parecía una especia de pesadilla: que la carrera continuara, que Aquiles no pudiera alcanzar a la tortuga, que la tortuga estuviera siempre delante de Aquiles y que todo continuara eternamente. 
 
    De la mitología griega me impresionaron los doce trabajos de Hércules, la expedición de los argonautas y, por supuesto, el mito del laberinto. 
 
    Pasé mi vida leyendo y escribiendo, y esas dos cosas me hicieron feliz. El mito del laberinto me interesó siempre. Sin embargo el laberinto no me produce sólo temor sino también una suerte de esperanza. Porque si el mundo es caos, estamos perdidos. Pero si es un laberinto, entonces queda alguna esperanza; existe un propósito: un plan secreto dentro de este caos aparente. 
 
    Pasé mi vida leyendo y escribiendo poesía; y toda la poesía proviene, como sabemos, al menos en Occidente, de Grecia. Y Grecia nos dio también la filosofía. Y al decir filosofía digo no sólo las respuestas sino también los enigmas y los cuestionamientos: enigmas y cuestionamientos que ocuparon a los presocráticos y a Platón. 
 
    Y ahora pueden elegir. Pueden considerarme un griego exiliado en América del Sur, que regresa a su patria; o decir que siempre estuve en Grecia -quiero decir, espiritualmente, no corporalmente.
 
    Ya pueden escoger. Pero lo que quiero que comprendan -y sé que lo entienden, o más bien sienten (uno siente más que comprende)- es que me siento feliz aquí, muy dichoso de estar en Grecia, y que estaré aquí por siempre, aún cuando mi cuerpo esté ausente."
 
    Este texto fue publicado en el núm. 2 de la revista “Istmo” de la Unión Helénica Peloponense en mayo de 2002, y corresponde a las palabras de agradecimiento que Jorge Luis Borges pronunció en la ceremonia llevada a cabo el 12 de mayo de 1984 en la ciudad de Récimno, en la que la Escuela de Filosofía de la Universidad de Creta le otorgó el doctorado Honoris Causa.

    Pongo el texto anterior en relación con estas palabras suyas, pronunciadas de viva voz, y extraídas de un documental de 1978, que puede verse en la Red, titulado "Borges para millones", en el que reflexiona sobre la muerte y la inmortalidad.
 
 

    «Realmente yo diría que la muerte es mi única esperanza, mi gran esperanza. Cuando me siento desdichado pienso en la muerte. Es el consuelo que tengo: saber que no voy a seguir siendo, pensar que voy a dejar de ser. Es decir, yo tengo la certidumbre más allá de algunos temores de índole religiosa, más allá del cristianismo, que desde luego lo llevo en la sangre también, más allá de la Church of England y de la de la Iglesia Católica Romana, más allá de los puritanos, más allá de todo eso, yo tengo la certidumbre de que voy a morir enteramente. Y es un gran consuelo. Es algo que le da mucha fuerza a un hombre, el saber que es efímero. En cambio la idea de ser duradero, me parece que es una idea horrible realmente. La inmortalidad sería el peor castigo. Cualquier forma de inmortalidad sería el infierno. El cielo si durara mucho sería el infierno también. Cualquier estado perdurable es la desdicha. Quizás una de las mayores virtudes de la vida es que todo es efímero, incluso lo físico es efímero, el placer es efímero también, y está bien que sea así porque si no sería muy tedioso todo».

 

miércoles, 21 de diciembre de 2022

¿Por qué a Borges no le gustaba el fútbol?

    Dicen que Borges, pese a ser argentino, no amaba el balompié. Quizá odiaba el fútbol porque era poco argentino, o no lo era demasiado ni tenía el suficiente ardor patriótico que requiere la cosa de la argentinidad. Y dicen que dijo una vez: El fútbol es popular porque la estupidez es popular, equiparando balompié y estupidez.

    El bochornoso espectáculo de Catar 2022 que han retransmitido todas las televisiones del mundo para entretenimiento de las masas televidentes aborregadas ha servido para que se vea la vinculación del aficionado al fútbol con el fervor masivo del fascismo y el nacionalismo dogmático. El nacionalismo, dijo Borges en alguna ocasión, solo permite afirmaciones. Cualquier doctrina que rechace la duda y la negación es una forma de intolerancia y estupidez

    Esto explica, por ejemplo, la fotografía del presidente francés entristecido y consolando como a un amigo íntimo a Mbappé, el jugador estrella de la selección gala, por la pérdida del Mundial frente a Argentina. El inquilino del Elíseo, después de comportarse como un auténtico energúmeno en el estadio de Catar cual si fuera un vulgar júligan o hincha de comportamiento violento y agresivo, acudió a los vestuarios, después de la 'histórica derrota' a animar a sus desmoralizados futbolistas y a agradecerles que hubieran hecho "soñar a todos los franceses y francesas" (sic), diciéndoles que estaba orgulloso de ellos.

    Los equipos nacionales de balompié y los jugadores estrella a menudo como el susodicho se convierten en las herramientas de los regímenes autoritarios, pero no nos engañemos, regímenes autoritarios son tanto las llamadas dictaduras de antaño y algunas de hogaño que quedan como las democracias modernas, que explotan el vínculo que los fanáticos comparten con sus equipos nacionales para ganar el apoyo popular, como bien sabemos los que vivimos la oprobiosa dictadura franquista, en la que la retransmisión de un partido de balompié paralizaba un país y actuaba como anestesia de otros males, exactamente igual que en la oprobiosa democracia actual, en la que el espectáculo del mundial de Catar ha servido de cortina de humo para que no se vea lo que pasa de verdad. 

     Borges escribió un cuento junto a su gran amigo y colaborador Adolfo Bioy Casares titulado Esse est percipi, latinajo que dicen que fraguó G. Berkeley, y que significa “ser es ser percibido” en la lengua de Virgilio, es decir que el ser de algo consiste en la percepción que tengamos de ese algo. El ser son sus apariencias. En dicho cuento se deslizan algunas reflexiones interesantes y sugerentes como que el fútbol ha dejado de ser un deporte y ha entrado en el ámbito del entretenimiento. La representación del deporte ha reemplazado al deporte mismo. Los estadios se llenan, mientras que los partidos son jugados por un solo hombre que habla por un micrófono o por actores con camisetas frente a las cámaras de televisión. La población ve partidos inexistentes por televisión y radio sin cuestionar nada. 


    La crítica que hacen Borges/Bioy del balompié como espectáculo mediático de masas y la explotación de la cultura popular por parte de las fuerzas políticas todavía parece, como lo fue en su época, acertada. Y eso es así porque hoy es siempre todavía y porque época no hay más que una, que es esta misma que estamos viviendo aquí y ahora, y lo que pasa es que nos entretienen con eventos cada vez más globalizados como el propio nombre de Mundial revela  para que no nos demos cuenta así de lo que pasa.

     He aquí algunos fragmentos del cuento de Borges y Bioy.

    Los estadios ya son demoliciones que se caen a pedazos. Hoy todo pasa en la televisión y en la radio. La falsa excitación de los locutores, ¿nunca lo llevó a maliciar que todo es patraña? El último partido de fútbol se jugó en esta capital el día 24 de junio del 37. Desde aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un género dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman.

-(...) ¿Entonces en el mundo no pasa nada?

-Muy poco -contestó con su flema inglesa-. Lo que yo no capto es su miedo. El género humano está en casa, repatingado, atento a la pantalla o al locutor, cuando no a la prensa amarilla. ¿Qué más quiere, Domecq? Es la marcha gigante de los siglos, el ritmo del progreso que se impone.