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viernes, 9 de agosto de 2024

"Te quiero, morena"

    Hay algo que me rechina y no sólo hiere el oído sino que incluso me repugna y ofende al corazón en lo que canta esta jota titulada “Te quiero, morena”, con música de José Serrano, y letra de Arniches y García Arias, incluida en la zarzuela, o más propiamente "Humorada cómico-lírica en un acto, El trust de los tenorios", que compara el amor que el maño siente por una mujer zalamera y morena, baturra como él, con el amor que se siente por una madre, lo que es comprensible habida cuenta del complejo de Edipo del hijo varón y tal, pero también, y eso ya me cuesta más entenderlo, con la gloria y aun, 'last but non least', con el dinero, haciendo que rimen “dinero” con “te quiero”. 

    Y eso me suena a falso, más falso que Judas, que delató a Jesús a cambio de treinta monedas en el huerto de Getsemaní mediante un beso, en esta declaración baturra del amor. Algo nos dice que ese amor no puede ser bueno ni verdadero. La letra de la jota sería mucho más noble, y más popular, en el buen sentido de la palabra 'popular' que es el que se refiere a lo surgido del pueblo, si dijese "te quiero más que al dinero", como muchas otras canciones dicen "te quiero más que a mi vida". Pero no es eso lo que  dice, sino precisamente todo lo contrario: “Te quiero... como se quiere al dinero”.




    ¿Cómo se puede querer a alguien “como se quiere la gloria” y “como se quiere al dinero”? Eso ya no es amor gratuito y desinteresado, sino económicamente interesado. 'Por el interés te quiero, Andrés' dice a veces la gente para poner de manifiesto que se tiene afecto por alguien no con un sentimiento amoroso verdadero, sino con una relación interesada, porque hay algo que se interpone entre los dos: "inter-est", que decían los romanos. Y ese algo solo puede ser el dinero. 
 
    ¿Cómo se puede comparar el amor humano y edípico hacia una madre, o hacia una mujer de boquita de rosa y de risa zalamera y de ojos en la cara con el amor descarnado y abstracto a la gloria o al dinero? Pues eso, ni más ni menos, es lo que canta la letra de esta jota aragonesa, en interpretación del tenor Plácido Domingo: 
 

Te quiero, morena,
te quiero
como se quiere la gloria,
como se quiere al dinero,
como se quiere a una madre,
te quiero.

Me muero, baturra,
me muero
por tu boquita de rosa,
por tu reír zalamero,
por los ojos de tu cara,
me muero.

Es la jota
que siempre canté,
la sal de mi tierra,
y ¡olé! ¡olé!

sábado, 18 de mayo de 2024

Pareceres XLVIII

236.-Parresía: unos octosílabos de Ésquilo, al que restituimos la acentuación esdrújula que corresponde a su nombre, tomados de su tragedia de tema histórico Los Persas (versos 591-594), que decían así en versión original celebrando la parresía de la gente corriente o capacidad de poder decirlo todo con libertad de expresión: οὐδ᾽ ἔτι γλῶσσα βροτοῖσιν / ἐν φυλακαῖς· λέλυται γὰρ / λαὸς ἐλεύθερα βάζειν, / ὡς ἐλύθη ζυγὸν ἀλκᾶς. Podemos traducirlos en prosa y pueden decir algo así como: Los hombres -los mortales, dice él- ya no pondrán freno a sus lenguas porque el pueblo es libre de expresar sus pensamientos a voluntad, ahora que el yugo del poder ha sido quebrantado. Pero quizá convendría traducirlos en verso, tal como fueron escritos, con el mismo ritmo dactílico y con el eco de una rima asonante: Ya no se muerde la lengua / nadie, la gente se suelta / libre a decir lo que piensa, / rota del yugo la fuerza
 
 
237.- Elixir de amor. ¿Qué es el amor? Un niño caprichoso llamado Eros o Cupido, tanto monta, hijo de Afrodita o, si se quiere, porque es la misma, Venus: un mozalbete travieso, venéreo, loco de atar, hideputa y cegato. Ciego, sí, es el amor verdadero y eterno, que dura un par de años y que nos hiere con sus flechas del amor mucho más que Apolo el que hiere de lejos con sus punzantes dardos. ¡Dios nos libre del amor y no sólo del amor de Dios! Y es que no hay peor herida que la del amor, porque es la única que no tiene ni cura ni mucho remedio, como bien sienten y padecen en sus propias carnes todos los enamorados que en el mundo han sido. Bien fuerte era Sansón, y lo venció el amor -pues más tira coño que soga. Y el amor es siempre loco: yo estoy por vos y vos, como reza el refrán, siempre por otro. 
 

 238.- Cierre de burdeles, putas callejeras. Felipe IV decretó en su día el cierre de todos los burdeles del reino de las Españas. Al prohibirse los prostíbulos públicos, surgieron las casas de putas clandestinas, pero el puterío lejos de atajarse con esa medida siguió en creciente aumento. Las prostitutas preferían trabajar en prostíbulos en lugar de hacerlo en donde cuadrara, puesto que en los locales de alterne contaban con protección y fuera de allí estaban a menudo desprotegidas a merced de su clientela. Pero ¿no es un trabajo u oficio -el más viejo del mundo- la prostitución? Los que quieren abolirlo creen que no lo es, y que ninguna mujer se dedicaría voluntariamente a ello si pudiera ganar dinero haciendo otras cosas más dignas. Pero no entremos en cuestiones morales de dignidad e indignidad. Los trabajos, incluida la prostitución, son actividades que no se realizan gratis et amore por la gracia de hacerlas, sino por dinero. Ya que el trabajo es una forma de servidumbre -¿voluntaria?- remunerada que está legalizada -y hay incluso un Ministerio de Trabajo y Economía Social- legalizar también las mancebías en vez de tratar de abolirlasy condenar a las prostitutas a hacer la calle, sería más coherente con la política y economía social de dicho ministerio, con la higiene, la seguridad, la salud pública y el bienestar de los súbditos del reino.
 
 
239.- Eutanasia: Supongamos que le reclamamos al Estado el Derecho a Morir, el derecho a una Muerte Digna o Buena Muerte. ¿Qué más quiere él, que se dedica de ordinario a administrar la muerte, que es la vida cotidiana, de todos sus súbditos y a matarnos lentamente que no le reclaman así una Vida Digna o Buena Vida? No hay que reivindicar leyes, sino, en todo caso, despenalizar las existentes. El Estado a veces confunde derechos y deberes, e incluso define algunas cosas simultáneamente como un derecho y un deber. Eso podría pasar con la eutanasia, que el “derecho a morir” que reclaman algunos deje de ser un “derecho” y se convierta en un “deber” cuando se obligue a quienes no quieran hacer uso de ese derecho porque, si no lo hacen, ponen en peligro la existencia de la Seguridad Social y la caja de las pensiones se arruina? El problema puede surgir cuando uno se niegue a tomar la decisión correcta y solidaria. El Estado ya tiene demasiado poder y no tiene ningún empacho en abusar de él en cualquier momento, por lo que concederle más poderes sería, literalmente, como hacerse el haraquiri, el suicidio ritual japonés consistente en abrirse las entrañas del vientre. 
 
 
240.- Guerra y no conflicto. No deja de asombrarnos cómo en esta ocasión los mandarines del mundo y sus medios de formación de la opinión pública, llamando a las cosas por su nombre, han denominado “guerra” a la guerra, y no, como otras veces, “conflicto”, “intervención armada”, “misión humanitaria”, “operación especial” o cualquier otra zarandaja que sirva para ocultarnos la verdad. Sin duda se les ha escapado la palabra a los medios de conformación de la opinión pública. Pero la palabra, libre, se volvió como un bumerán contra los que la habían lanzado. Y hace unos años surgió el clamor popular contra la cruda realidad que designaba. Hasta la máxima jerarquía de la iglesia católica, apostólica y romana, se vio en la obligación de condenarla, no pudiendo bendecir la Santa Sede la guerra como cruzada como hiciera en otras ocasiones. Lo mismo sucede con la paz: no quieren la paz, sino la victoria porque lo que quieren es la guerra, ganar la guerra. No nos engañemos.
 
 

domingo, 28 de enero de 2024

Los amantes, ahogados en su amor propio

    Entre los cuadros de Remedios Varo (1908 – 1963) destaca este de “Los amantes” (1963), que es una reflexión gráfica sobre la pareja y el amor. Se trata de un lienzo lleno de simbolismo y de significado que nos invita a profundizar en la experiencia del enamoramiento, y en el hecho que subrayó Fernando Pessoa en su Libro del desasosiego de que nunca amamos realmente a otra persona: "Nunca amamos a nadie. Es a un concepto nuestro -a nosotros mismos en suma- a quien amamos. Esto es verdad en toda la escala del amor. En el amor sexual buscamos un placer nuestro alcanzado por intermedio de un cuerpo extraño. En el amor que no es sexual, buscamos nuestro placer mediante una idea nuestra también. El onanista es abyecto, pero, en rigor de verdad, es la perfecta expresión lógica del enamorado. Es el único que no se oculta lo que pasa, por eso no se engaña".

    Dos amantes, sentados en un banco de un frondoso parque, cogidos de la mano tiernamente, se miran y admiran, pero al mirarse no ven al otro, sino a sí mismos, porque sus rostros son el mismo rostro, un rostro andrógino enmarcado en un espejo que refleja al otro que es el mismo. Sus cabezas han sido sustituidas por dos espejos que reflejan simétricamente la misma imagen, como puede comprobarse por el detalle del lunar que hay en la mejilla, el mismo rostro que es el espejo del alma, como suele decirse, y resulta ser el reflejo del otro, que es uno mismo, independientemente de su sexo.

Los amantes, Remedios Varo (1963)
 

    El motivo del espejo nos recuerda inevitablemente el mito de Narciso, que se enamora, como se sabe, de su propio reflejo visto en el agua y se ahoga en ella, metamorfoseándose luego según Ovidio en la flor de su nombre que nace en los humedales. Remedios Varo nos da a entender en este cuadro que la atracción que siente esta pareja que lleva a dos individuos de distinto sexo a unirse y fundirse en uno es la misma que sintió Narciso. 

Narciso, ilustración medieval

    No en vano hay una relación con el agua también entre el mito de Narciso y el lienzo: de la unión de la pareja se desprenden unos vapores que emanan de sus cuerpos, y que acaso simbolizan la pasión característica del arrobo de su enamoramiento, que ascienden al cielo, se condensan y recaen sobre los enamorados en forma de lágrimas de lluvia, ocasionando una inundación en torno a sus pies, de manera que, parece advertirnos el lienzo, los amantes corren el peligro de ahogarse lenta- e imperceptiblemente en el propio charco de su amor. Los amantes se ahogan en su amor propio. 

Los amantes (detalle central), Remedios Varo

    El cuadro, al parecer, puede estar inspirado en el soneto de Baudelaire “La muerte de los amantes”, que me atrevo a traducir conservando verso y rima:

 

    Tendremos los lechos de aromas fragantes, / divanes profundos como sepulturas, / y flores extrañas sobre los estantes / abriéndosenos bajo auras más puras. 
    Usando a porfía sus nuevos ardores, / nuestros corazones serán gruesas velas / que reflejarán sus dobles fulgores / en nuestras dos almas, sus lunas gemelas. 
    Una tarde rosa y de azul austero, / intercambiaremos destello señero, / cual largo sollozo de adioses preñado; 
    y más tarde un Ángel, abriendo las puertas, / vendrá a avivar, fiel y alborozado, / empañados vidrios y las llamas muertas. 
 

    Madonna se inspiró sin duda alguna en este cuadro para una secuencia de su video Bedtime Story (1994). 

viernes, 24 de noviembre de 2023

Pareceres (XXXIII)

161.-Niños muertos. El espectáculo de los niños despedazados nos conmueve especialmente, nos hiere en el alma, levanta ampollas, pone el dedo en nuestra llaga: porque nosotros, adultos, nos estamos contemplando a nosotros mismos: somos niños muertos aquí y ahora: ellos son el espejo más sangriento y más sangrante de nuestra propia intimidad, y de nuestra impotencia. Esos niños rotos gazatíes son el símbolo de la devastación de la infancia mundial, víctima de la sociedad adulta, víctima de los de arriba y de lo de siempre así en la paz como en la guerra. Si queremos ver sus imágenes, no tenemos más que asomarnos a un espejo ahora mismo y mirarnos y abismarnos en él. Esta barbarie, perpetrada por los que se creen dueños del monopolio de la verdad, impuesta por el armamento de destrucción masiva y expuesta por los medios terroristas de distracción para las masas, no ha sido posible sin la complicidad y el silencio de muchas personas en nombre de Dios, es decir, del Dinero, y de la libertad y la democracia, que son los regímenes políticos que lo avalan.

 

 162.- ¿Qué es el amor? Un niño llamado Eros, hijo de Afrodita, o Cupido, hijo de Venus: ese mozalbete travieso, venéreo, loco de atar, hideputa y cegato -ciego es el amor verdadero y eterno, que dura un par de años- que nos hiere con sus flechas del amor (Dios nos libre del amor y no sólo del amor de Dios) mucho más que Apolo el que hiere de lejos con sus punzantes dardos. Y es que no hay peor herida que la del amor, porque es la única que no tiene ni cura ni mucho remedio, como bien sienten y padecen en sus propias carnes todos los enamorados que en el mundo han sido. Bien fuerte era Sansón, y lo venció el amor -pues más tira coño que soga. Y el amor es siempre loco: yo estoy por vos y vos, como reza el refrán, siempre por otro.

 

163.- Centros de reclusión de menores. Las modernas y monstruosas concentraciones escolares donde se imparten las enseñanzas obligatorias, ese nuevo servicio militar, son el fruto del desmantelamiento progresivo, al que hemos asistido impasibles, de las pequeñas escuelas nacionales, convertidas hoy en aulas de cultura o pinturerías por el estilo cuando no cerradas a cal y canto, de los pueblos de la curtida piel de toro. Dichos colegios se cerraron con el pretexto del éxodo rural y de que cada vez había menos niños en los pueblos, pero entre las razones, y no las últimas, que contribuyeron a que dejara de haber niños en las zonas rurales figura precisamente el cierre de las escuelas.

 

164.- Poesía eres tú. Dice Borges en algún sitio como consuelo para todos los poetas que no hay poeta por malo que sea que no haya escrito alguno de los mejores y más sublimes versos del mundo. Eso mismo lo dijo muchos años antes Sócrates (lo cuenta Platón): no son los poetas los que hacen los poemas, sino los dioses o las musas que los inspiran. Los poetas no serían más que intérpretes en el sentido que damos ordinariamente a “medium” de los dioses. Así un dios puede servirse de un poeta insignificante para componer el más hermoso poema lírico. Sócrates hablaba de un poetastro de segunda o tercera fila, llamado Tínico de Cálcide, que jamás había compuesto ningún poema memorable, salvo una copla que estaba a la sazón en boca de todo el mundo y que era, quizá, el más hermoso de todos los poemas líricos. Según reconocía el propio autor, su copla era “un hallazgo de las Musas”, es decir, de las hijas de la Memoria, o sea, de la vida que uno, y uno es cualquiera, ha vivido.

 

Apolo y las Musas, John Singer Sargent (1921)

165.- Las putas al poder. Reivindiquemos la ascensión de las meretrices al gobierno, o dicho con un lenguaje más llano y castellano, que las putas ocupen los escaños del Poder. ¿Cuál es la razón? Que, según la sabiduría castiza y popular, sus hijos y sus hijas ya ocupan altos cargos democráticamente electos, sin mayor discriminación sexual, en las poltronas de los ministerios. Como dice una pintada, que es expresión desgarrada de la voz popular en una pared: Las putas al poder, que sus hijos y sus hijas ya lo están. Recordemos aquello de “tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando” de los Católicos Reyes, que se ha hecho realidad en esta España posmoderna y que viene a decir que igual da ya el timbre masculino o femenino de la voz de mando. Lo que parece que nadie cuestiona es que haya voz de mando, y donde hay capitán o capitana, ya se sabe, no manda la marinería. Ahora bien, en esta putañera España, debe entenderse por puta lo que es menester: no aquella persona que hace lo que hace por gusto, que no suele además ser el caso, sino la que hace lo que hace, sea lo que sea, única y exclusivamente por el vil metal, poderoso caballero, don Dinero, como cantó Quevedo. Ay, maldita España jornalera y putañera que se gana el pan de cada día como Dios manda, o sea, con el sudor de su frente prostituida, y que ignora que, como dijo el divino verbo, no sólo de pan vive el hombre.

 

domingo, 10 de septiembre de 2023

Pareceres XXVIII

136.- Clase ociosa e improductiva. Uno de los intelectuales o pensadores, como dice la publicidad editorial,  más leídos del mundo en los últimos años, si no el que más, el historiador israelí Yuval Noah Harari (1976-...) afirma sin pudor que los seres humanos solo tienen razón de ser en función de su valor económico. Escribe sin temblarle el pulso en Homo Deus (2016): La gente vive mucho más tiempo de lo que se esperaba y no hay dinero para pagar las pensiones y los tratamientos médicos (…) En el siglo XXI podemos asistir a la creación de una nueva y masiva clase no trabajadora: personas carentes de ningún valor económico, político o incluso artístico, que no contribuyen en nada a la prosperidad, al poder y a la gloria de la sociedad. Esta “clase inútil” no solo estará desempleada: será inempleable. ¿Qué habrá que hacer -¿habrá que hacer algo?- con esta clase ociosa e improductiva? 
 
 
137.- El pueblo no bombardea: Tras la invasión de Ucrania por el ejército ruso, la opinión pública occidental ha demonizado a los rusos. En una pintada callejera que dice “amigos del pueblo ruso”, alguien ha sobrescrito “cuando deje de bombardear Ucrania”. Y yo me he quedado pensando: “¿Cómo podemos confundir una cosa como es el pueblo con otra muy distinta como el gobierno y el ejército a su servicio? El pueblo no bombardea. Ningún pueblo ha bombardeado nunca a ningún otro. Son los ejércitos y los gobiernos que da la orden los que bombardean y asesinan. 
 
 
138.- Los sindicatos orgánicos, desde que renunciaron radicalmente al proyecto político de transformar la sociedad desde abajo y se consumó el divorcio del Sindicato y el ámbito laboral del Partido o el político, se han limitado a ser meras gestorías o asesorías jurídicas laborales de su clientela de afiliados y simpatizantes y a reivindicar como mucho subidas salariales en los convenios colectivos: como intermediarios que son, son los máximos colaboradores de la patronal y del Estado, dado que no cuestionan su existencia ni la realidad del trabajo asalariado mismo, sino que se dedican a gestionar, como se dice ahora, y a hacer más llevaderas las condiciones materiales en las que se desempeña la servidumbre laboral.
 

 139.- Sobre el amor y el sexo escribió Fernando Pessoa las palabras más desengañadas en su entrañable lengua portuguesa, que no difiere tanto de la nuestra castellana,  hermanas ambas que son: Nunca amamos a nadie. Amamos, tan sólo, la idea que tenemos de alguien. Lo que amamos es un concepto nuestro -a nosotros mismos, en suma-. Esto es verdad en toda la escala del amor. En el amor sexual buscamos un placer nuestro alcanzado por intermedio de un cuerpo extraño. En el amor que no es sexual, buscamos nuestro placer mediante una idea nuestra también

 
140.- Un juzgado de Ferrol, la Audiencia Provincial de La Coruña y el Tribunal Constitucional condenaron a una persona, durante la ceremonia de izada de una bandera rojigualda española, por coger un megáfono y gritar en gallego: "hay que prenderle fuego a la puta bandera". El Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, después de ocho años de imputación y seis de condena por ultraje a la bandera, concluye que su actuación no tiene ningún reproche penal y se enmarca dentro de la libertad de expresión. La expresión del sentimiento de que hay que quemar la(s) puta(s) bandera(s) está amparada por el derecho a la libertad de expresión. No hay ningún ultraje a la bandera. El mayor ultraje y crimen además de lesa humanidad es que ondeen banderas todavía.
 
 

lunes, 9 de agosto de 2021

Tiempo contra amor, amor contra tiempo

Traigo aquí para comentario un óleo del pintor francés Pierre Mignard titulado El Tiempo cortando las alas del Amor (1694) porque, como revela su título, es una alegoría de cómo el amor, representado por un niño, es víctima del paso del Tiempo, es decir de su propio futuro, ante el que sucumbe. El amor es el dios Eros o Cupido desarmado, sin su arco y sus poderosas flechas. El Tiempo, que en griego se dice χρόνος (chrónos, raíz que conservamos en no pocos helenismos), dotado de unas enormes y poderosas alas que simbolizan su cronometrado paso se ha identificado con el viejo dios Κρόνος (Crónos, Crono, de la raza de los titanes, perteneciente a la primera generación divina, anterior a los dioses olímpicos, el Saturno de los romanos que devoraba a cada uno de sus hijos varones según le nacían), y le está cortando las alas al Amor con una podadera. Su símbolo es un reloj de arena, y la guadaña cercenadora y mortífera. Crono o Saturno, que en su origen era un dios agricultor, aparece otras veces empuñando una hoz, ya que se relaciona con el cultivo y la poda de la vid, y comparte este atributo con las alegorías posteriores de la muerte. El Tiempo mata al Amor, le corta las alas para que no pueda emprender el vuelo libre como el viento y herir los corazones de los hombres y los dioses. 


 El Tiempo cortando las alas del Amor, Paul Mignard (1694)

El cuadro representa la guerra eterna y a muerte entre el amor y el tiempo. El amor, cuando florece, lucha contra el tiempo haciendo que nos olvidemos de él, y el tiempo a su vez contra el amor. Es una guerra sin cuartel, interminable, que en el cuadro de Mignard se resuelve a favor del primero, que ha doblegado al sentimiento amoroso, al que apresa entre sus piernas y le cercena las alas que le habían nacido a sus espaldas, unas alas que simbolizan el anhelo de vuelo y libertad, algunas de cuyas plumas yacen ya por el suelo... Cortarle las alas a alguien, desplumarlo como se hace con algunos pájaros para que no vuelen, es privarlo de libertad, impedir su vuelo.

El pintor ha imaginado al Padre del Tiempo musculoso, con barba y cabellos canosos, con la guadaña de la muerte que cercena la vida y el reloj de arena, a más de unas poderosas alas oscuras. El carcaj cargado de flechas de Cupido/Eros, que yace por el suelo, simboliza la derrota del amor. Los deseos que encarnan esas flechas se han extinguido, privados de alas como el dios.

La representación del tiempo, cuya imagen se confunde con la del ángel de la muerte, recuerda a algunas alegorías del invierno como un anciano inexorable, y contrasta con la representación del amor, un niño ligado a los placeres fugaces de la vida, impotente frente a su propio futuro, condenando como está no tanto a envejecer como a entrar en la sociedad adulta. 

 Saturno cortando las alas al amor, Antoon Van Dyck (1630)

Unos años antes que Mignard,  el pintor flamenco Antoon Van Dyck había tratado el tema en su Saturno cortando las alas al amor (hacia 1630). El Tiempo es también aquí un anciano un tanto desaliñado y medio calvo que corta, despiadado, las alas a Cupido, cuyo cuerpo blanco y tierno se retuerce y revuelve inútilmente contra ese atropello. La alegoría es evidente. Pero el tiempo aquí ya es Saturno, es decir, el Padre, pues se ha consumado la identificación de χρόνος (chrónos) y Κρόνος (Kronos) devorando a uno de sus hijos, reduciendo a tiempo cronometrado la vida del hombre y sus amores. Es mucho más que lo que aparenta: la alegoría va más allá de representar lo efímero del amor, que sería una mera ilusión que se desvanece con el trascurso del tiempo y que, por lo tanto, no dura más que unos pocos años en el mejor de los casos, como en aquellos versos de Jean-Pierre Claris de Florian, que decían en la lengua de Molière "Plaisir d´amour ne dure qu´un moment / Chagrin d´amour dure toute la vie", que musicó Berlioz para orquesta y que han cantado gentes muy diversas, y que en nuestra lengua podrían sonar rítmicamente y cantarse así, traduciendo el "moment" por un "suspiro": No dura más que un suspiro el amor, / y el desamor dura toda la vida.


 Saturno cortando las alas de Cupido, Ivan Akimov (1802)

El pintor ruso Ivan Akimov retoma también, por su parte, este tema en su Saturno cortando las alas de Cupido (1802), donde el viejo dios, que recuerda vagamente por su musculatura y sus largas barbas al Moisés de Miguel Ángel, utiliza la propia guadaña, que es el símbolo de la muerte, y no ya una inocente podadera como en Van Dick y Mignard, para cortarle las alas al niño dios, a su hijo, que, por su parte, ha dejado caer, como en los tratamientos anteriores, sus armas: su arco y sus flechas. Se identifican así el futuro y la muerte definitivamente, al compartir ambos el atributo de la guadaña que en un caso corta las alas y en el otro la vida.



Una imagen más moderna, cuya autoría desconozco, tomada de la Red, representa esta misma escena, pero aquí son los padres, la madre y en concreto el padre la encarnación de Saturno o el Tiempo de los relojes, es decir el Futuro,  los adultos que cortan las alas al niño, su hijo, con unas enormes tijeras, como, sin duda alguna, les hicieron sus padres a ellos cuando eran pequeños, por lo que ahora repiten, convertidos ellos en padres y acomodados en la edad adulta y sociedad establecida, el bárbaro ritual.

domingo, 15 de noviembre de 2020

El amor, el sexo y el virus coronado en la segunda ola

El adjetivo πάνδημος (pándemos) al igual que πανδήμιος (pandémios) hace su aparición estelar en el célebre diálogo platónico sobre el amor, el Banquete o Simposio, en el que uno de los comensales, un tal Pausanias, establece que Eros -el amor- no es un dios unitario e idéntico siempre a sí mismo, y de la misma forma que hay una Afrodita celestial -urania, la mayor, la que no tiene madre, la que nació de las espumas del mar fecundadas por el semen de Urano- y otra, la menor, que es hija de Zeus y Dione- a la que llamamos común, popular -pándemos, en griego-, hay también dos amores, pues Afrodita y Eros son inseparables. 

El eros popular o pandémico prefiere el cuerpo, mientras que el eros celeste o uránico ama más el alma. El primero es carnal, el segundo espiritual. Pausanias condena el primero. Quizá de aquí es de donde ha salido la conceptualización del llamado “amor platónico”, que se inclinaría más por el amor ideal, espiritual que el real o carnal que siente la gente de ínfima condición, que se lanza a lo que surja sin hacer demasiadas distinciones. 

A continuación interviene Erixímaco, que, admitiendo la distinción establecida por Pausanias, no condena sin embargo el amor vulgar y común, sino que lo recomienda con moderación. En esta misma línea, hay que recordar la actitud epicúrea y radicalmente contraria al amor platónico, entre los romanos, de Lucrecio, que habló en su poema en verso de la locura y el sufrimiento que provoca el amor ideal, y propuso como remedio la Venus uolgiuaga, la Venus que vaga por el pueblo.

 Afrodita Pandemos, Charles Gleyre (1854)

Jenofonte, por su parte, en su Simposio o Convite pone en boca de Sócrates, fiel a su no saber, que no sabe si hay dos Afroditas distintas o se trata de dos aspectos -epónimos o sobrenombres, dice él- de la misma diosa, un poco, diríamos nosotros, como sucede entre los católicos con el culto a la Virgen María, que es una sola, pero tiene distintas y numerosas advocaciones, aunque reconoce Sócrates que sí hay dos cultos distintos: εἰ μὲν οὖν μία ἐστὶν Ἀφροδίτη ἢ διτταί, Οὐρανία τε καὶ Πάνδημος, οὐκ οἶδα· καὶ γὰρ Ζεὺς ὁ αὐτὸς δοκῶν εἶναι πολλὰς ἐπωνυμίας ἔχει· ὅτι γε μέντοι χωρὶς ἑκατέραι βωμοί τε καὶ ναοί εἰσι καὶ θυσίαι τῆι μὲν Πανδήμωι ῥαιδιουργότεραι, τῆι δὲ Οὐρανίαι ἁγνότεραι, οἶδα. Así pues, no sé si hay una sola Afrodita o dos, la celestial y la vulgar, pues también Zeus, aunque parece ser uno mismo, tiene muchas advocaciones; aun así, sé que hay para cada una de ellas altares separados, templos y ritos, muy libres y relajados para la Afrodita vulgar, y muy cstos para la celestial (traducción propia).

Con sus consejos tan puritanos como obscenos, los nuevos idealistas de la celestial virtualidad sexual, los modernos sexólogos están oponiéndose a la pandemia mucho más de lo que ellos mismos imaginan, pues recomiendan en estos tiempos de la segunda ola del virus coronado que se han inventado para seguir sustentando el pánico, y que me recuerda a mí a aquella "ola de erotismo y pornografía que nos invade" de la dictadura tardofranquista, recurrir al amor uranio, celeste, ideal: tanto da. Aunque ellos no lo dicen así, nos están recomendando la Afrodita espiritual o amor platónico, o dicho con término más contemporáneo, para que lo entiendan los mileniales, el sexo virtual, que es lo mismo, lo que nos da idea de lo que será la dichosa “nueva normalidad”. 

Afrodita Urania, Christian Griepenkerl  (1878)

Dicen que hay que evitar los besos, hacer uso de mascarillas y preservativo, y que la pareja podrá llegar a tocarse manteniendo medidas preventivas. No sé yo muy bien cómo entender estas obscenidades. Supongo que se refieren a guantes asépticos. No creo que se precisen trajes de protección sanitarios similares a los de los astronautas... Pero si hay que guardar la distancia de seguridad de dos metros, que ahora parece que quieren rebajar a metro y medio, poca cosa podremos hacer con nuestra pareja estable u ocasional, salvo tocarnos a nosotros mismos y consagrarnos al onanismo.

"La sexualidad es tan rica y variada que no se pueden dar fórmulas mágicas -puntualizan-, sino solo realizar aquellas prácticas que sean seguras y placenteras para ambos". Me da a mí que lo de prácticas seguras y placenteras es muy contradictorio, pero bueno los sexólogos o expertos en conocer lo desconocido, que es el sexo, donde todos nos perdemos, llegan a sugerirnos que podemos encontrar algún placer, aunque parezca mentira, en lo que nos mandan: "A lo mejor la mascarilla se convierte en un objeto de fetichismo erótico". 

Pero lo más seguro, vuelven a la carga, es el sexo virtual o el cibersexo: no transmite el coronavirus, que es ahora lo que más importa, pero tampoco otras enfermedades venéreas, y evita embarazos no deseados. El sexo virtual, enfatizan, lejos de ser un mero "sustituto pobre" del sexo presencial, es decir, del sexo carnal de toda la vida, puede constituir "una nueva estrategia en las relaciones sexuales", una variante que puede ayudar a "salir de la monotonía" en la que a veces incurren algunas parejas poco imaginativas. 

 
Lo más seguro, en definitiva, aunque no se atreven a decirlo claramente así porque suena muy puritano, es no follar si no queremos infecciones ni contagios y somos personas cautas, porque de lo contrario somos unas cabras locas descerebradas que dicen “a fornicar, que son dos días y el mundo se acaba”, y eso sólo puede llevarnos a nosotros y a nuestras parejas a acabar mal, ya sea en el hospital o ya sea en el cementerio, que viene a ser lo mismo. 

Se trata de una campaña moralizante en toda regla de la vida pública y privada, cuya motivación primera no es como pudiera parecer a primera vista sanitaria, sino moral y en último extremo política, por lo que la argumentación profiláctica, higiénica y sanitaria que  nos ponen por delante es secundaria, como un intento de justificación o racionalización de las medidas que han, como dicen ellos, implementado. Dejamos al margen la cuestión, cuando menos discutible, de hasta qué punto es o no es tan verdaderamente letal el virus coronado como nos lo han querido presentar.

La vuelta a la normalidad sin adjetivos, la de toda la vida -no estamos hablando de la “nueva normalidad” que nos impone el discurso dominante- parece muy lejana en estos tiempos de virus coronario que corren. Dependerá, dicen algunos, “de lo que tarde en llegar una vacuna o un tratamiento eficaz para que la COVID-19 deje de tener el protagonismo actual y pase a ser una enfermedad más”.
 
Nacimiento de Venus, Alexandre Cabanel (1863)

Pues bien, el protagonismo actual que tiene el virus coronado se lo han dado las autoridades sanitarias y los medios, e indirectamente se lo damos nosotros ahora mismo hablando de él. El virus sólo ha dejado de ser el causante o responsable de una enfermedad más, que es lo que era, para convertirse en una coartada esgrimida por los gobiernos para mantener bajo control a la gente, no vaya a ser que se desmande. 

La mejor vacuna contra la COVID-19 está ya disponible y a nuestro alcance. Es bien barata y accesible. No hace falta adquirirla en ninguna farmacia. Hay stock suficiente para toda la población que la precise. No tine efectos secundarios: Consiste en dejar de creer en el virus, como decía el otro: la mejor vacuna es la pérdida de fe en Él.